11 - REAL LIFE

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11 - Pool Party (II)


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Silverlane party party party #Cevansparty 🍹✨

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Chris tenía experiencia en ejercer de buen anfitrión, por lo que, a pesar del extraño humor que arrastraba los últimos días, supo recibir a sus invitados con una sonrisa en los labios y sus típicas bromas.

No pudo evitar alegrarse cuando vio a Silver llegar con Gabrielle, y no con McGregor. Eso solo podía significar que al menos todavía no estaban juntos de forma oficial. Aun así, no le cabía duda de que el actor escocés haría acto de presencia tarde o temprano; nadie en su sano juicio rechazaría una invitación de Silver, cualquier rato con ella implicaba diversión asegurada, él lo sabía mejor que nadie.

―¿Qué vas a hacer? ―Quiso saber Scarlett en cuanto lo vio levantarse de la tumbona donde compartían unas copas con Ryan Reynolds y su mujer.

Evans sacó una pelota de pin pong del bolsillo de su bañador y señaló a Silver con la mirada. La actriz estaba sentada en el borde de la piscina, con Gabrielle Gautier, Karen Gillan y Tom Holland, quien parecía estar siendo víctima del extraño humor combinado de esas tres.

Scarlett siguió a su amigo, que ya había colocado ambas manos en los ojos de Silver, sorprendiéndola por detrás.

―Downey y Hemsworth llevan demasiado rato ganando en la mesa de Beer Pong, ¿me ayudas a machacarlos? ―la invitó.

Silver asintió enseguida. Era imposible decir que no a esa expresión tan pícara, desafiante y divertida; tan Evans.

―Por Dios, sois más críos que el crío aquí presente ―intervino Gabrielle, señalando con el codo a Holland, que se limitó a esbozar una pequeña sonrisa de resignación, como si ya llevase un buen rato sometido a bromas por el estilo.

―Yo también te quiero, Elle. ―Chris le guiñó un ojo, antes de tomar la mano de Silver y arrastrarla con él a la mesa, donde un corrillo de gente aplaudía la reciente victoria de RDJ y Hemsworth contra Jeremy Renner y Chris Pratt.

―¡Cuidado, beachboy, que aquí llega la artillería pesada! ―canturreó Robert en tono irónico y voz lo suficientemente alta para que todos a su alrededor pudiesen escucharlo.

―¿Qué pasa, Downey? ¿Tenéis miedo de perder? ―Evans pasó un brazo por los hombros de Silver.

―Yo creo que todavía siguen picados por la paliza que les dimos en la fiesta de los Timberlake ―añadió la chica con un sonsonete divertido.

―Ya, ya. Toda gloria tiene su final. ―Hemsworth sonrió―. Menos hablar y más lanzar.

La partida estuvo muy reñida, además de animada por los gritos, coros y abucheos de casi todos los invitados que, para no variar, enseguida se pusieron a apostar por una de las dos parejas. Sin embargo, al final Chris y Silver se hicieron con la victoria, coronándose de nuevo como campeones invictos del Beer Pong.

―Exijo la revancha ―señaló Hemsworth.

―Demasiada cerveza para mí ―se excusó Silver―. Necesito algo más dulce, seguid vosotros.

Dicho esto, se fue con Gabrielle hacia la barra de cócteles. Era capaz de seguirle el ritmo a cualquiera de los machitos de sus amigos con la cerveza, pero si tenía la opción de elegir, prefería mil veces algo afrutado, con alcohol, pero que no supiese a alcohol.

Chris la vio alejarse sin poner pegas, y durante un buen rato se dedicó a conversar y socializar con el resto de sus invitados. Compartir esa partida con Silver, como en los viejos tiempos, había ayudado a calmar su humor, sin embargo, no le duró demasiado. Una media hora más tarde Ewan McGregor hizo acto de presencia en la fiesta, acaparando así toda la atención de su mejor amiga.

―No están juntos todavía, lo sabes ¿no?

Chris se volvió, dando de lleno con la perspicaz mirada de RDJ.

―¿Por qué me dices eso?

―Por nada, por hablar de algo. ―Downey rodó los ojos y chasqueó la lengua. Evans era listo, muy muy inteligente, pero conversar con él sobre temas sentimentales era como intentar explicar ciencias a un cavernícola―. Mira, Dorito, te aprecio, lo sabes, pero esa niña es mi familia, soy el padre que nunca ha tenido, así que te voy a decir esto con la mayor sinceridad posible: ni se te ocurra cagarla.

Evans frunció el ceño, confuso.

―Creo que te equivocas de persona, Robert. McGregor está por allí.

―Ya... Si te lo digo es por algo. ―Le dio una amistosa palmada en el hombro―. Los demás dicen que no vas a espabilar, pero yo aún tengo esperanzas en ti, chaval.

Con estas palabras, Robert se fue hacia la piscina, dejando a un Chris todavía más desconcertado.

Las horas siguieron transcurriendo con normalidad, en medio del agradable ambiente festivo, la música, las copas y las risas. Evans hizo su mayor esfuerzo por mostrarse divertido, por ser el rey de la fiesta, como solían llamarlo..., pero no lo consiguió del todo. Más de un colega quiso saber si estaba bien, si algo le sucedía; preguntas a las que él respondió con una sonrisa disuasoria y un gesto despreocupado.

No fue hasta ya entrada la noche, cuando Silver volvió a acercarse a él, esta vez su mano entrelazada con la de McGregor.

Chris sintió que algo se le retorcía en el estómago, pero trató de sonreír y responder de la forma más cordial posible al saludo del escocés.

―Gracias por invitarme ―dijo Ewan, estrechándole la mano.

―No tienes que darlas, los amigos de Sil son mis amigos. ―Chris se encogió de hombros.

―Me alegro. Silver no dejaba de hablar de ti. Tenía ganas de conocerte fuera de los eventos profesionales ―añadió el escocés con total naturalidad. No parecía ni mínimamente incómodo con la situación, a diferencia de Evans.

―No hablo de Chris todo el tiempo ―rectificó ella, alzo azorada, pero aún con su característico tono espontáneo y divertido.

El aludido pudo notar cierta calidad al pensar que Silver invertía parte de su tiempo con McGregor en él. Le dedicó a su amiga una sonrisa divertida antes de volver a hablar:

―¿Lo pasáis bien?

―Claro. Hacía mucho que no venía a una fiesta como esta ―respondió Ewan.

―Está siendo educado ―Silver rio―. Llevamos toda la tarde aguantando indirectas, bueno, y las directas de Mackie ―añadió.

Chris tuvo la tentación de fruncir el ceño, pero se contuvo.

―A mí no me molestan ―continuó McGregor, jovial, mirando a la chica con un gesto de adoración que al anfitrión no le pasó inadvertido―. Al contrario, me agrada que me relacionen contigo.

De nuevo, ella le sonrió en respuesta, sonrisa que apareció enmarcada en una expresión embelesada, dedicada en exclusiva al escocés.

La pareja parecía haber olvidado la presencia de Chris, quien, por primera vez, se sintió fuera de lugar al lado de Silver.

No entendía qué le estaba pasando, por qué reaccionaba así, ni por qué le molestaba tanto verlos juntos, pero algo sí tuvo claro; odió esa sensación con toda su alma.

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