Capítulo Único

Los Hechos:


Dos hermanas, Breana de trece años y Leslie de quince años, se quedaron en casa esa oscura noche de otoño mientras su padre trabaja en su zapatería, un policía necesitaba con urgencia que arreglara sus zapatos para poder trabajar a la mañana siguiente. Es la primera vez que se quedarían solas y Leslie se sentía toda una chica grande y madura, su padre siempre las mimaba y trataba como unas bebés.

Mientras la menor se ducha y la mayor servía la cena un ruido proveniente a las afueras de la casa llama su atención, sacando a Leslie de sus pensamientos. Dejando la comida sobre la mesa se dirigió a ver la razón del golpe tan brusco. Mirando por la cerradura pudo dar con tres hombres borrachos los cuales forcejeaban para entrar a casa de la tranquila familia.

La primera impresión de la chica fue alejarse y apagar toda luz encendida en casa, cuando estaba a punto de ir por su hermana la puerta siendo bruscamente abierta la sorprende y pasos lentos, pero firmes adentrándose en la casa hace que su pequeño cuerpo tiemble.

Batallando entre correr y esconderse o salvar a su hermana, los hombres se acercaban cada vez más a su destino. Podía sentir los latidos de su corazón y un sudor frío recorrer su cuerpo. Su corazón grita una cosa y su conciencia otra.

La cobardía le ganó y corrió a esconderse bajo la cama de su padre. Abraza sus piernas pegándolas a su pecho cuando un grito desgarrador resuena por la casa, instantáneamente cubre sus oídos. Ella no quería esto. Los gritos no cesan y las risas ahogadas tampoco.

Se arrepiente.

Pero no se puede arreglar lo hecho, solo hay que asumir las consecuencias.

Dedicada a toda persona que ha callado y sufrido en silencio



Londres, marzo de 1992.


Sentado en el asiento del conductor de aquel viejo auto que ha arrendado se encontraba John Kane, detective privado quien fue llamado para descifrar el caso inhumano que fue cometido hace unas semanas a las afueras de Londres en un pequeño pueblo. Una niña fue abusada sexualmente llevándola a su muerte y los hombres que cometieron el acto no tuvieron cargos por falta de pruebas, se sospechaba de dos hombres, los cuales eran los únicos que no se encontraban en casa a esas horas y cuando llegaron tenían sangre y rasguños por su cuerpo, cosa que no es común. Ambos fueron encontrados muertos a las orillas del río con un Lilium sobre sus cuerpos y un agujero entre sus cejas, los asesinaron despiadadamente, el tercero aún es incognito ya que no hay pistas de quién pudo ser, ni siquiera hay sospechosos, por lo cual no hay un muerto más, hasta ahora.

La hermana de la difunta la cual se encontraba en la casa cuando todo sucedió no ha querido decir nada, solo se queda viendo la nada todo el día, lo único que ella llegó a decir fue como los hombres entraban a casa mientras ella se escondía. Psicólogos y policías de investigación no han podido sacar alguna pista que los lleve al tercero. Leslie, la testigo, sabe cosas que podrían cerrar el caso dando castigo a la persona indicada.

Kane en sus manos tiene la carpeta con la declaración de la niña, la lee repetidas veces, pero nada logra calzar en su cabeza. ¿Quién cena a las doce de la noche? ¿Cómo sabe la niña que eran tres hombres si según su declaración solo corrió a esconderse? ¿Una zapatería abierta a esas altas horas de la noche? ¿Quién llamó a la policía? Pasa sus manos callosas por su pelo platino estresado. El viejo hombre de cincuenta y cinco años ya no está para esto, cuando su esposa murió juró nunca más tomar un caso y darle antes que nada importancia a la familia, pero esté caso realmente lo intrigó y convenció, él tiene que resolver tal caso.

Frente suyo se encuentra la casa donde la niña fue abusada, la casa en un momento tuvo vida y alegría, pero ahora parece una casa abandonada. John se baja del auto metiendo sus manos en los bolsillos del abrigo, mientras camina a la casa inspecciona todo a su alrededor. Es un lugar de campo, donde las casas son lejanas unas con otras por lo cual los gritos de la niña no serían escuchados con facilidad por los vecinos.

Caminando se encuentra con una botella de vino añejo y barato, el peor. Al lado de este la casa de un perro, el cual se encuentra durmiendo dentro de esta, silva tratando de llamar la atención del perro lo cual no le resulta, este solo mueve sus orejas y sigue durmiendo.

>> Quien como él << Piensa el hombre.

Sigue su camino subiendo tres pequeños escalones que dan con la entrada, la puerta se encuentra entreabierta dejándole el trabajo fácil para entrar al detective. Abre la puerta mirando atentamente si es que la puerta tuvo algún forcejeo o alguna grita por golpes, la cerradura y la puerta se encuentran a la perfección. Con el ceño fruncido se adentra a la casa viendo todo con atención.

"Los pequeños detalles son los más importantes" esas eran las constantes palabras de la amada del hombre.

Los muebles se encuentran poblados de polvo como la primera vez que vino, lo único que no se encuentra igual es el mueble más cercano a la puerta, esté se encuentra con pequeños lugares limpios, como si algo o alguien se ha apoyado en él.

- ¿Quién eres tú? – la voz de una mujer lo interrumpe - ¿Eres otro psicólogo? Ya les dije que no lo necesito – frente a él se encuentra una niña pálida y con grandes ojeras, su cuerpo es delgado y sus labios resecos junto con sus ojos cansados dan a entender que no ha tenido una buena alimentación este ultimo tiempo.

- Soy John Kane un placer conocerla señorita.

- Leslie – el corazón del viejo se encoge, ella es la hermana, con razón todo el aspecto.

- Lindo nombre, Y respondiendo a su pregunta no soy un psicólogo, me caen bastante mal, a decir verdad – se acerca lentamente a ella tratando de no asustarla.

- ¿Qué eres entonces?

- Soy un detective, el que está a cargo del...

- ¡Ya dije todo! No pueden forzarme a decir cosas que no sé – la chica se altera y se aleja.

- No te he obligado a decir nada, pero te has delatado tú misma, si no supieras nada no estarías tan alterada y menos dirías eso. Ya que tú sabrías que no hay más que decir.

- Le juro que no sé nada más – cierra sus ojos cansada – lo juro...

- No me tienes que jurar nada. Pero si sabes algo, puedes decírmelo con toda confianza, tu hermana estaría agradecida de que ayudarás a dar el paradero del tercero – su cara pasa de ser dulce a un rostro de facciones duras y oscuras las cuales pueden intimidar al mismísimo diablo.

- ¡No tienes derecho de nombrarla! – la chica se acerca a encararlo – Nadie puede hacerlo, ella era la persona más linda del mundo – se apoya en la pared deteriorada deslizando su cuerpo por este hasta caer sentada – yo la amaba, puede ser que no se lo demostraba y eso me está matando – lagrimas caen recorriendo sus mejillas – me arrepiento como nunca de no decirle todas las mañanas que la adoraba con todo mi ser y que gracias a ella soy como soy. Extraño su sonrisa, su mal humor, su voz. Le extraño – sollozos escapan de ella sin control y el viejo no la iba a detener.

- Mi esposa, murió hace dos años. Un hombre borracho estaba conduciendo y la atropello, ella estaba comprando el desayuno cuando ese hombre le arrebato la vida, creí que era el final. Pero no, ella no quiere que yo este como tú en este momento. Nadie ha hecho justicia por mi amada, por eso quiero hacer justicia por tu hermana, ese hijo de puta pagará por lo que hizo pudriéndose tras las rejas. – Leslie escucha todo atentamente aclarando su mente.

- ¿Cómo pudiste superarla? – la niña calma su llanto limpiando sus ojos y sorbiendo su mucosidad.

- No lo he hecho y creo nunca poder hacerlo, pero solamente tengo lindos recuerdos de ella y con eso me quedaré – el viejo se sienta junto a la niña soltando maldiciones, sus huesos ya no son los mismos de antes.

- ¿Crees que ella me odie? Deje que todo esto pasara...

- No, ella no te odia, ella te ama de la misma manera que tú a ella.

- Hubiéramos muerto juntas de todas formas, él quería matarme a mí no ha ella – la chica apoya su cabeza en el hombro del hombre.

- ¿Por qué lo dices? – John la mira fijamente, ella va a confesar todo lo que sabe, no se guardará nada.

- Él lo grito, por toda la casa – la mirada de la niña se posa en el suelo – él dijo que me amaba y nunca me haría daño, él lo prometió.

Kane escucha atentamente cada una de las palabras de Leslie tomando apuntes mentalmente te absolutamente todo lo que dice. Ella se estaba guardando todo con miedo, miedo a que ese hombre haga algo. El silencio la estaba consumiendo lentamente, la iba a enloquecer.

Es hora de actuar.

El hombre repasa cada una de las palabras de la niña y junto a eso las pruebas alrededor de la casa, lo que buscaba estaba más cerca de lo que él creía. Los pensamientos del detective fueron interrumpidos por el policía a cargo del caso Gregory Montes quien también era un viejo compañero de investigaciones, el policía ha llegado a tiempo a la citación del viejo en el café más cercano a la ciudad vistiendo un traje negro bastante elegante para la ocasión, mientras él vestía un saco café gastado con un agujero en el bolsillo.

- Mucho tiempo sin verte, lamento que no sea un momento muy lindo para un rencuentro – habla Gregory estrechando manos con su viejo amigo.

- Pienso lo mismo, pero créeme cuando digo que solo las muertes logran unirnos – el otro asiente dándole la razón.

Ambos hombres toman asiento y sin esperar más hablan del caso, el policía saca carpetas con información mientras el detective toma tranquilamente de su té, tiene el caso medio resuelto, solo hace falta una pieza del rompecabezas y su antiguo compañero puede dársela.

- Está informado del tema, lo sé. – Gregory parece relajado, su postura liviana lo dice – Siempre te has adelantado en las investigaciones lo cual nos hará todo más sencillo.

- Sí, me conoces – el viejo ríe, pero su mirada seguía siendo desafiante – de la misma forma en la que yo te conozco perfectamente.

- Bueno, pues, dime lo que sabes.

- Primero, no tomarás nota de absolutamente nada de lo que yo diga, así que la grabadora que tienes escondida bajo el saco lo apagas. Toda la información la llevarás en la cabeza, si no trabajas tu mente las neuronas irán muriendo y tu edad me yo me preocupo – el policía palidece al ser descubierto, se había encargado de que no se notara su pequeño secreto – te lo dije, te conozco – le regala una sonrisa ladeada – Eres infantil con cincuenta años, no te gusta perder y tranquilo que yo también lo soy. Es más, a nadie le gusta perder – el policía efectivamente saca bajo su saco una grabadora negra vieja, la apaga y la deja sobre la mesa pensando en las palabras del hombre.

- ¿Bien?

- Perfecto – el viejo John cruza los brazos sobre su pecho – ambos sabemos que si hay un tercero lo que me ha llevado a desenvolver una telaraña de eventos.

- Prosiga.

- Fui al lugar de los hechos, la casa estaba deteriorada, pero la puerta era segura. Aunque la hayan forcejeado esta no sedería fácilmente, y la puerta no tiene ninguna grieta o rasguño, lo cual nos lleva a que una persona de los tres tenía la llave. ¿Cómo sé que son tres?

- Mientras uno sujeta las manos otro sujeta las piernas y el tercero comete el acto. La niña tiene marcas.

- Exacto, pero en este caso no fue así – el detective privado muestra una pequeña sonrisa - Si se adentra lentamente a la casa justamente al lado de la puerta hay un mueble de tres cajones.

- Lo recuerdo, pero no creo que eso lleve a algún punto importante, si quisieron esconder algo no hubieran dejado la llave puesta en la cerradura como lo estaba.

- Ese es el punto, intencionalmente han dejado la llave en el lugar más obvio que pueden encontrar. Dentro se encuentra un libro de recetas, en la base del cajón se puede observar un pequeño orificio, con la pluma de un lápiz es muy fácil introducirlo haciendo que instantáneamente el fondo falso salga y deje ver el original donde encontré esto – el detective saca de su bolsillo no roto una llave – el hombre que entró tenía una llave, la cual escondió en la misma casa, el hombre tenía planeado desde antes el acto.

- ¿Cómo...?

- El hombre de la llave entro más de una vez a esa casa, tenía que preparar el plan perfecto para no ser descubierto.

- Yo...

- No era un desconocido, sino alguien de confianza para la pequeña familia. Mi testigo ha hablado – el policía se pone recto ante las palabras.

- ¿La chica? – asiente – Ella no soltó nada sobre lo sucedido esa vez ¿Y ahora viene a hablar?

- Está traumada, ponte en su lugar, eres tan tonto – defiende a su testigo – tengo a los dos criminales que faltan, el responsable del abuso y muerte de la niña y al asesino.

- ¿No piensas decirme los nombres? – el policía pregunta.

- Todo a su tiempo.

- Leslie tenía un novio a escondidas de su padre, Esteban Montes – el policía se acerca pálido e impactado al viejo como si hubiera escuchado mal – veinticinco años y si, tú hijo – El policía lo mira dudoso para después explotar enojado.

- ¿¡Cómo estás haciendo esas acusaciones!? ¡No eres quien para decirlo!

- Se iba a verla todas las tardes cuando ambos padres iban a trabajar, su novia no quería seguir con la mentira y termino con él, dejando a un chico roto y celoso, su orgullo estaba primero, no podía dejar esto así. Cuando se enteró que su padre dejaría sus zapatos a manos del padre de su amada puso el plan en marcha. Emborracho a sus amigos y juntos fueron a la humilde casa. Destrozando una familia.

- ¡Detente! ¡Mi hijo nunca haría algo así! – el policía votó el té del detective, pero este ni se inmutó.

- Lo hizo, solo que se equivocó de chica – le sonríe sínico – tenía planeado el acto hace más de dos semanas, todas las noches que se iba de casa con la excusa de ir a ver a sus amigos pasaba a la casa de Breana y llevaba las cosas necesarias para no dejar rastro de la casa. Cometían el acto y la casa se iba a quemar ya que tenía instalado un circuito alrededor de la casa, cuando el tirara de una cuerda que traspasaba la puerta principal las botellas con alcohol y gasolina serían derramas alrededor la casa donde él comenzaría el fuego y los hombres y las niñas se quemarían. Pero su plan no funcionó ya que los hombres tomaron la chica equivocada y Leslie se escondió ya no tenía por qué estar ahí.

- ¡Calla!

- Dejo la llave dentro de la casa y se fue sin más, pero se le olvido llevar la botella de vino que dentro tenía gasolina con la cual bañó al perro para que esté también muriera, nada iba a quedar. Se te iba muy rápido la gasolina del auto ¿No?

- Nadie te creerá esa mentira – el policía escupía cada palabra.

- Claro que lo harán, ya que antes de venir a ti hice ambas demandas.

- ¿Ambas?

- ¿Nunca has escuchado sobre un cómplice? Vamos, tú lo eres. ¿No es tan difícil cierto? Solo tenías que borrar toda huella y dejar el caso sin terminar. Nada seguiría, lo que no tomaste en cuenta fue que un hombre cobrará justicia por sí solo. La segunda demanda fue para ti.

- Estás loco – el policía comienza a guardar sus cosas rápidamente asustado, el sudor recorriendo su frente lo decía todo.

- Un padre devastado por la muerte de su hija, por su hija hace todo de la misma forma que tú lo haces, solo que tú le debías un favor a tu hijo. Él te ayudó a matar a mi esposa y tu amor imposible y tú lo ayudas a matar a su amor platónico – las palabras del viejo salían como fuego. La rabia lo estaba consumiendo, pero él quería hacer perder la cordura al responsable de la muerte de su amada, lo haría sufrir.

El policía enfadado se levanta de la mesa abrochando su saco, su cara expresaba todo, estaba asustado, lo han descubierto, su secreto ha sido revelado.

- Tú hijo está siendo llevado a la cárcel en este instante. La chica fue a dar su declaración, todos se enteraron de la bestia de hijo que tienes y junto a eso a la atrocidad y asco que eres de hombre.

- No me lo puedo creer, eras mi amigo ¡Me estás traicionando de la peor manera!

- Miera quien lo dice, ni siquiera te da vergüenza decirlo. Agradece lo piadoso que soy, porque en este instante tú hijo podría estar tres metros bajo tierra y tu molido a golpes.

- No creas que te saldrás con la tuya – ambos estaban cerca y con la paciencia por los suelos.

- El asesino de los hombres está en la cárcel ya que confesó todo con una sonrisa y su corazón feliz, en el nombre de sus hijas no cometerá otro pecado más – el policía Montes cierra sus ojos.

- Los hijos siempre serán inocentes – dice Kane.

- Yo... me tengo que ir, tengo cosas más importantes que hacer.

>>Siempre ha sido un cobarde<<

- Antes... - Kane se agacha tomando el regalo para el policía – es un regalo de parte de Leslie – el policía acepta dudoso y asustado el regalo que le tienden.

- Un... Lilium.

- Flor favorita de Breana, para que la recuerdes el resto de tus días como la niña inocente que soñaba con casarse, tener hijos y ser maestra de Lengua. – una lagrima cae por el ojo de Gregory – Sí, ella tenía el mismo sueño que mi Elizabeth solo que no pudo cumplirlo.

- Señor Montes – unos policías que seguramente eran compañeros de trabajo de Gregory aparecieron interrumpiéndolos – Desde este momento usted está detenido y se le imputa la comisión del delito contra la señorita Leslie Butack, tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga podrá ser usado en su contra ante el tribunal, tiene derecho a que su detención no sea objeto de información pública. Tiene derecho a un abogado, en caso de no obtener o poder pagar alguno el estado le asignará uno de forma gratuita.

- ¡No, esto es un engaño! ¡Yo no soy culpable!

Mientras los oficiales se llevan a rastras al culpable llamando la atención de las personas que pasan por la calle, John sale del local dejando dinero de sobra para pagar lo tomado, fuera se encuentra una patrulla la cual se aleja a velocidad moderada.

El detective siente como si se hubiera sacado un peso de encima, los dos hombres que le hicieron daño y destruyeron una familia pagarán. Una pequeña mano toma su brazo para luego abrazarlo, baja la mirada encontrándose con Leslie, la niña llora y al hombre se le hace imposible no poder llorar junto a ella.

Breana y Elizabeth al fin están descansando en paz, se ha hecho justicia por ambas.








La confianza es un sentimiento firme el cual no se le debe dar a cualquiera, se le tiene que tener seguridad y esperanza. No confíes en cualquiera. La confianza es como la presión sanguínea. Es silenciosa, vital para la salud, y si se abusa de ella puede ser mortal.

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