Una semana después Hoseok me había invitado a tomar un café juntos, al salir del trabajo fui directo a donde el me indicó, mi pecho latia rápidamente al verlo sentado en una de las mesas cercas de la pared de cristal, no podía negar que el siempre me resultó atractivo, pocas veces le hablaba, debido a que es familia de Jiwoo jamás me atrevi a acercarme más de lo debido. Era mi culpa, siempre me interesan las personas prohibidas.

—¿Te hice esperar mucho? —apenada me senté frente a el.

Me habia arreglado de tal forma que mi cabello estaba mejor peinado que desde hace meses, donde esa sensación en mi estómago y conciencia no me dejaba descansar, había pasado todo este tiempo en casa trabajando desde allí sin atreverme a volver a salir a la sociedad, solo tirada en mi tristeza.

El sonrió y negó, saco de su mochila un portátil y lo abrió frente a mi.

—Se que puede sonar algo repentino, pero estuve rastreando los movimientos de mi hermana en los últimos días antes que desapareciera.

Una punzada llego a mi pecho.

—¿Por qué?

—Necesito saber que sucedió realmente con ella, Sumi —sus ojos desesperados dieron con los mios— todos se empeñan en olvidarla, pero tu eres como yo, no puedes dejarla ir fácilmente. La amábamos.

—Si, la quería como si fuera mi propia hermana.—pequeñas lágrimas se forman a mis costados.

Debo ayudarlo con esto.