Lo que a veces el mundo no entiende

Grito, y lo hago en silencio,
porque mi voz no tiene suficiente fuerza.

O tal vez,
porque me la han quitado,
cada vez que he pedido ayuda a gritos
y me han ignorado.

Y ahora,
cada vez que me rompo
lo hago en la oscuridad
y disfruto del silencio.

Y me rasco las heridas hasta que queman,
y no dejo que se curen,
porque necesito sentir el dolor,
porque prefiero arrancarme la piel a tiras,
antes de romper el silencio.

Y el mundo no entiende,
que a veces,
es posible gritar en el más absoluto silencio.
Y que nada cambie.

Lo que el mundo no entiende,
es que,
si gritar a pleno pulmón no te curó entonces,
no lo hará ahora.

Y que si ya gritaste y no funcionó,
no lo volverás a intentar,
porque a nadie le gusta comprobar la soledad que te invade,
cuando gritas
y nadie acude a tu llamada.

Por eso ya no gritas.
Por eso te rascas las heridas.
Porque prefieres ese dolor.

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