🖤Capítulo Único🖤

En aquel tiempo las cosas iban tan tranquilas, oh, sí. Solo eran Wukong, Macaque y los pequeños otros monos, siempre en aquel sitio el cual era su hogar, Flower Fruit Mountain.

Entrenaban juntos, hacían todo juntos  y es que había una conexión tan especial entre Macaque y Wukong, se querían demasiado, tanto, siempre se lo repetían y lo sabían, que eran capaces de matar por el otro, que lo protegerían con su vida.

Macaque era feliz con esa vida, simplemente ellos dos y nadie más, no le importaba ver a Wukong desde lejos o que este destacara más, lo apreciaba tanto, era indescriptible.

Wukong era su vida entera.

Nada podría ser capaz de describir ese sentimiento, por ello nunca le dejaba, por eso haría lo que sea por el, además, no importa cómo sea y cómo los demás le perciban ya que tiene un problema para relacionarse... Wukong lo entendía, por eso no necesitaba a nadie más.

Oh, para Wukong era igual, el quería tanto a Macaque, pero... El sí veía más allá. La oportunidad de tener más amigos, aprender mucho más como discípulo de su maestro, realmente sentía eso como una oportunidad que no dejó pasar en absoluto.

Y... Las cosas cambiaron.

Ya no eran Macaque y Wukong.

Ahora Macaque se levantaba en las mañanas, solo, en su hogar... Entonces Wukong aparecía por la noche, a veces antes, solo para comer algo y saludar. A veces se quedaba, pero solo entrenaba, y le enseñaba tan emocionado a Macaque sus movimientos, y claro que el de pelaje oscuro no dijo nada, no se quejó, solo veía sonriente a Wukong, porque verlo tan feliz le hacia imposible quejarse.

Pero dolía.

Levantarse en las mañanas y ya no ver a Wukong.

Estar solo, sin compañía más que los otros monos, pero ellos se tenían entre ellos, a Macaque le tocaba esperar el regreso de su amigo, el regreso de su... Vida.

Porque Wukong era su vida, era su determinación, se sentía tan abandonado, pero aun así no quiso quedarse atrás, y para avanzar, también comenzó a entrenar solo.

A veces golpeaba las montañas tan fuerte, con rabia, aún cuando estaba sangrando y probablemente tenia algún dedo roto, solo seguía, con lagrimas retenidas, porque Macaque no sabia como lidiar con ese sentimiento, ese dolor interno que le dolía mucho más que cualquier herida.

Se sentía solo y abandonado, sentía que su vida ya no tenía un sentido, no sin Wukong, todo por ese maestro, todo por sus amigos... ¿No era suficiente con él?

Sabía lo increíble que era Wukong, siempre lo supo, pero nunca se preocupó por los demás porque no se relacionaban con otros, oh, pero... Ya era tarde, ellos descubrieron lo increíble que era, y ahora se lo arrebataron.

Macaque no podía más con ese sentimiento, el tiempo pasaba y cada vez dolía más, su cuerpo se llenaba de heridas y se cansaba más de lo usual, todo porque quería ser mejor, quizás así Wukong volvería, ¿No? Si fuese más fuerte, si fuese más divertido, si no fuese solo una maldita sombra...

Si tan solo lo notaran.

Pero no importó cuando se destrozó, Wukong estaba tan enfocado en ello, que ni siquiera había notado lo lastimado que estaba Macaque.

Cómo por las noches no dormía, se levantaba y solo miraba a la luna o volvía a entrenar, o incluso cuando lo abrazaba escasas veces al despedirse y lo escuchaba dando un quejido de dolor por ese simple gesto.

No, nunca lo notó.

Y Macaque nunca dijo nada, porque tenía miedo.

Miedo de parecer débil y que definitivamente le deje para siempre.

Miedo de quedarse solo.

Miedo de lo que sentía, porque no lo sabía, tenía miedo de sentir.

Porque Wukong lo era todo para él, y de hecho, lo amaba, tanto. Nadie nunca le había entendido y sido tan especial con él como lo fue Wukong.

Pero ahora lo estaba perdiendo.

Y el no quería eso, claro que no... Más no diría nada, por miedo. Por miedo de lo que vendrá por decir esas palabra, y miedo por no conocer sus propios sentimientos, como gestionarlos.

Así que, solo pudo enfrentarlo, un día, finalmente, había explotado.


Wukong estaba listo para irse, estaba saliendo de su hogar aquella mañana, pero justo antes de dar un paso más, una voz detrás de él le llamó la atención.

—Wukong.— Pero Macaque nunca le llamaba así, el le tenía un dulce apodo, ¿Entonces... Por qué?

Oh, pero Sun Wukong no había notado eso, estaba tan enfocado en otras cosas...

—¿Qué sucede, Mac? Justo voy saliendo, tengo algo de prisa, me toca seguir practicando.— Wukong se giro para verle, sonriendo le ofreció esa respuesta.

Como siempre, solo queriendo irse, dejarle solo.

—Claro, como siempre, solo te vas...— La verdad, Macaque solo quería llorar en ese momento, pero no quería ser visto así, no por Wukong, no ahora... Pero con el siempre se sentía tan vulnerable.

—Bueno, ya sabes que al final siempre vuelvo a ti.—

Porque aún a pesar de sus practicas y amigos, Macaque tenía un lugar especial. Wukong solo quería ser más fuerte para proteger a Macaque de cualquier mal, su querido mono y compañero de la eternidad... Pero debería de admitir que aunque fue su idea principal, se dejó llevar por ese nuevo y extenso mundo fuera de Flower Fruit Mountain.

Era tan difícil para Macaque sentirse molesto cuando él decía algo así.

—Wukong.— Llamó otra vez, porque vio cuando el mono dorado se había girado a seguir su camino. —¿De verdad vas a ir con ellos?—

—Tengo que, claro.— Respondió, sin entender la importancia del asunto, como siempre, tan denso. Siguió su camino sin girarle a ver.

—...Sí te digo que decidas entre ellos o yo, ¿A quién elegirías?—

Una pregunta que a Macaque le dio tanto miedo realizar, pero es que de verdad no podía callarse más, sentía angustia cuando lo veía marcharse todo el tiempo.

Al escuchar esa pregunta, Wukong se detuvo, entonces se giró a verlo.

—¿De verdad estás preguntando eso?—Preguntó devuelta Wukong.

—Solo dímelo.—

—Mac, vamos... No sé que mosca te picó de repente.—

—¿Por qué te cuesta tanto responder?—

Wukong permaneció en silencio, quizás porque era verdad, le costaba responder, como si su corazón tuviese un dilema.

—Mac...—

—Dirás que ellos, ¿Cierto?—

—No es eso, es más complicado que eso, eres muy importante para mi, Macaque.—

—Entonces responde la pregunta, Wukong, no es tan difícil, ¿Cierto?...—

Macaque de verdad quería que Wukong lo eligiera a él.

De verdad quería que solo dijese esas palabras que tanto deseaba escuchar y solo se abrazaran y que nada malo pasase, que todos esos nervios y angustias solo eran cosas que se imaginaba para atormentarse y nada más.

Quería acostarse en el regazo de Wukong, mientras sentía al otro acariciar su cabeza, calmando sus inseguridades con ese simple gesto lleno de cariño.

Porque Macaque lo amaba tanto, pero tenía miedo de no ser suficiente, de ser abandonado, de decirle lo que sentía y que no le importase... Tenía miedo al rechazo.

—Voy a ir a practicar, charlaremos luego, Mac.— Fue lo único que dijo Wukong para luego darle la espalda.

Siempre, siempre ese constante recuerdo, de él dándole la espalda.

De él, abandonándole.

Pero Macaque solo se adelantó y se puso enfrente.

—¿Y si me encargo de tu maestro, todo se arregla, no?—Fue una amenaza, una que a Wukong no le gustó.

—¿Qué? ¿De qué locura estás hablando, Macaque?—Frunció el ceño, había tocado un nervio.

—No me vas a elegir a mi... Nadie lo haría, ya lo sé.—

—Eso no es--—Fue interrumpido, porque Macaque estaba tan destrozado, dolía tanto, el ser ignorado, el cómo fueron sus sentimientos e inseguridades arrojados a un lado como si no importasen.

—Me desharé de todos ellos... —

Al decir eso, se giró e iba a avanzar para ir a hacer lo dicho, pero Wukong rápidamente lo agarró por la cola y lo azotó contra el suelo.

—No te atrevas.—Amenazó Wukong.

—¡Siempre eres tu! ¿O no? ¡Siempre especial! ¡Siempre amado! ¡Solo te vas, todo el tiempo! ¡Todo el tiempo por simple poder!— Macaque sentía tanta rabia, se sentía rechazado, el explotar de sus sentimientos escondidos, el callar de su corazón no fue bueno, pues ahora estaba dejando salir todo, pero no de la manera correcta, no siendo sincero...

Solo quería odiar a alguien, culpar a alguien de su dolor, y solo podía culpar a los amigos y el maestro de Wukong.

Dijo aquellas palabras mientras se levantaba y miraba con molestia a Wukong, Macaque ahora había sacado su arma.

—¡No es mi culpa que solo seas mi sombra!—

Palabras que Wukong mejor no hubiese dicho, pero por sentirse atacado, hacia el y sus amigos, solo pudo también responder con ira, el tenía ese pequeño problema, tan joven e impulsivo... No era consiente de sus actos.

Aquellas palabras fueron una daga en el corazón del mono de pelaje oscuro, mucho peor que el rechazo que había imaginado, porque Wukong estaba confirmando sus inseguridades.

—¡Cállate!— Gritó Macaque, lanzándose a atacar, con molestia, pero más que todo, dolor, quería llorar, pero no quería ahora ser visto así... Quería ser consolado y la única persona que podía ayudarlo en ello era quien lo había dañado tanto. —¡Voy a destruirte y luego iré por tu maldito maestro! ¡Soy más que solo una jodida sombra!—

Wukong solo sintió más ira y había sacado su bastón, protegiéndose del ataque de Macaque, pero ahora... Ahora sí planeaba pelear.

—Nunca serás mejor que yo, he entrenado, ¡Yo soy Monkey King!—

—Yo también he entrenado.—

Y allí comenzó su batalla, no fue larga, mayormente fueron golpes fuertes dados por Wukong hacia Macaque, quien apenas podía reaccionar, y es que no era su culpa, aún todo su cuerpo dolía por sus entrenamientos, no estaba en condiciones de pelear, pero la verdad no deseaba una pelea tan real... Pero ya era tarde.

Porque Wukong estaba tan molesto, y su problema de ira se estaba mostrando, sin tener ni un poco de piedad al ver la sangre de su amigo o oírlo quejarse del dolor.

Macaque no se detenía, no porque no quisiera, sino porque sentía que si perdía, lo estaría perdiendo a él, no planeaba matarlo, ni siquiera le atacaba realmente, todo dolía tanto... Pero Wukong no le daba ni tiempo de levantarse.

De los últimos golpes fue cuando Wukong levantó en un salto del cuello a Macaque, para entonces tirarlo al suelo sin piedad, este solo estaba allí, apenas pudiendo levantarse, Wukong se iba acercando lentamente, con su bastón en manos.

Macaque no podía más, dio otro quejido mientras trataba de levantarse, solo pudo sentarse y mirar a Wukong con dolor, no por las heridas físicas, sino por lo que sentía su corazón, nunca pudo decirle realmente lo que quiso.

—Nunca te dejaré tocar a mis amigos ni a mi maestro, maldito demonio.—

¿Demonio? Pero... Él no debería estar hablando enserio.

Pero parecía que si lo era, Wukong aceleró sus pasos y saltó contra el, levantando su bastón dorado.

—¿Peach?...—









...


Luego de escuchar a Macaque llamarlo así, solo hubo silencio.

Con el silencio, vino la calma.

Y con la calma, la conciencia, para entonces dar paso al dolor.

—...¿Mac?—

Dijo su nombre, con tanta esperanza de escucharlo llamarle por su apodo otra vez, de verdad deseaba eso, que lo que estaba viendo era mentira.

Que Macaque no estaba ahora mismo en el suelo, en un charco de sangre, con una herida enorme en uno de sus ojos... Y que en sus manos tenia su bastón, lleno de sangre... La sangre de Maque.

—Macaque, por favor...— Soltó el bastón y se arrodillo, tocando con tanto miedo el cuerpo de su preciado mono.

...

Pero estaba tan frio.

Ahora que lo veía, por la pelea, su ropa estaba con unas partes destruida, como las mangas o un poco de su abdomen, todo lleno de heridas, incluso abiertas, ¿Cuándo sucedió?...

Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, algo en su pecho dolía tanto y comenzó a sentir un nudo en su garganta.

¿Por qué dolía tanto?...

—Mac, despierta, por favor, por favor, lo siento...—

Sus lagrimas salían en cantidad, su voz temblaba y solo podía mover a su amigo, más no se levantaba, no lo haría, él lo sabía, pero no quería aceptarlo.

¿Por qué hizo eso? No quería, no, no, no.

Hizo todo eso por Macaque, mejorar, entrenar, todo para protegerlo.

¿Protegerlo de qué?...

Al final, él mismo lo había matado.

—Macaque...— Dijo su nombre apenas con un hilo de voz, dolía, dolía mucho, él sabía el porque. —Por favor, no me dejes... Te amo... Yo, no pude yo... ¿Por qué?... No, no, no, no, no... Tu no...—

El lamento del rey mono era lo único que se escuchaba en Flower Fruit Mountain, aquel lugar que antes solo estaba lleno de las risas de la pareja de monos y sus amiguitos más pequeños.

Más no importó cuanto se lamentase, ya era tarde.

Había matado a la única persona que amaba.

¿Por qué no solo pudo responder que prefería a Macaque antes que ellos?

Lo había perdido.

No pudo decirle.

Había callado a su corazón, había callado lo que sentía...

Y por toda su inmortalidad se lamentaría.









Fin



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