Capitulo 3. Por siempre te seguiré

Día 6.

Desde aquel día, Aslly solo pensaba en todas aquellas palabras que se habían dichos sin saber lo que se decían en el momento.

Mientras Aslly está sentada en el salón de clase, miraba por la ventanilla con una mano en su mentón pensando todo lo que se habían dicho. En tanto que Aslly recordaba todo, una maestra enseñaba las pronunciaciones del chino y a la vez escribía en la pizarra. De pronto, Aslly se pone un a mano en su estómago y sonríe.

—Siento mariposas volando en mis estómago.

Susurro mientras sonreía.



Las clases terminan, y Aslly bajaba las escaleras junta a Marta:

—¡No puedo creer, que en ese examen me haya ido tan mal!

—¡A mi también no me fue bien! Puse algunas descripciones en una casilla que no iban en esa.

—A mi me pasó igual…

Decía Marta.

Cuando llegaron cerca de la fuente de agua, Aslly miró al frente y se detuvo mientras Marta hablaba.

—… No puede ser que me haya equivocado tanto…

Marta se detiene y mira atrás.

—¿Qué pasa?

Cuando dijo aquello, Aslly salió corriendo. Le pasó por el lado a Marta y ella le mira dirigirse a un chico que le esperaba al lado de una moto.

Aslly le brinca encima y le abraza. Alex le abraza mientras le da varias vueltas en el aire.

—¡Te amo, te amo, te amo!

Decía Aslly mientras a la vez le besaba. Luego Alex le baja y Marta se acerca a ellos.

—¡Wao! ¡Que galán!

Dijo Marta asombra. Aslly le mira y sonriéndole le dice:

—Él es mi novio, futuro amor, esposo y padres de mis hijos. El es Alex.

Alex como todo un caballero le saluda. Mientras le saluda, Aslly dice:

—Y, ella es mi mejor amiga, Marta.

—¡Mucho gusto Alex!

—¡Es un placer Marta!

—¡Gracias!

Cuando se saludaron, Marta parecía muy feliz mientras miraba a Aslly. Más que emocionada al conocer el novio de Aslly.

—Entonces, ¿Nos vamos?

Preguntó Alex abrazando a Aslly. Aslly se da vuelta y dice:

—¡Si! Pero primero déjame ponerme mis patines.

—¡Ja ja! ¡Esta bien!

Marta al escuchar aquello de “ponerse los patines”, agarró a Aslly por el brazo y la alejo un poco de Alex.

—¿Y para que tienes que ponerte los patines, si él vino a buscarte en su moto?

—Es nuestra aventura. Así fue como nos conocimos antes. Fue la primer vez que nos agarramos de las manos.

Dijo sonriéndole. Marta al escuchar aquella hermosas palabras, se emocionó y le abrazó.

—Estoy tan feliz de verte con un chico tan apuesto y galán. Que creo que soy yo. ¡Ja ja ja!

—¡Ah! ¡Ja ja ja! ¡Esta es nuestra locura!



Cuando llegaron donde la primera vez que se vieron en el parque de deporte, donde siempre hacen Parkour y Skateboard, Alex le hubo presentado a Aslly a sus amigos. Y ellos le saludaban generosamente.

Alex enseñaba a Aslly a usar la Skateboard.

—¡Solo mantén el equilibrio!

—¡No, no me sueltes! ¡Ah!

Aslly se cae. Ambos se echan a reír.

—¡Ja ja ja!

—¡Ja ja ja!

Cuando se reían se besaban.

—¡Vamos de nuevo!

Decía Aslly levantándose.

—¡Bien! Pero, esta vez no te vayas a caer, ¿He? ¡Ja ja!

—¡Ja ja! ¡Solo no me sueltes!

Tomaron el Skateboard nuevamente. Una y otra vez Aslly caía. Ambos se divertían. Cada caída era más graciosa.

Luego de varios intentos, por fin Aslly se mantiene equilibrada en el Skateboard.

—¡No, no! ¡Ahh! ¡No me sueltes! ¡Aaah! ¡Agárrame!

Aslly se tambaleaba.

—¡Ya lo tienes! ¡Ja ja!

Alex le hubo soltado y se colocó luego delante de ella diciéndole mientras tomaba otra Skateboard:

—¡Eso es! ¡Ahora patea para que avances! ¡Y… Sígueme!

Dijo mirándole y sonriéndole. Aslly le miró seriamente y luego le sonrió.

—¡Te seguiré!



Mientras iban por la calle en sus Skateboard, Alex le decía mientras iba a delante de Aslly:

—¡Vamos, alcánzame!

—¡No puedo! ¡Tengo miedo! ¡Aún no la domino bien!

—¡No temas! ¡Ya lo tienes! ¡Solo sigue! ¡Vamos!

—¡Intentaré!


En cuanto, llegaron a una pequeña baja, ya Aslly dominaba un poco la Skateboard y había votado el miedo. Cuando bajaron por allí, Aslly dijo:

—¡Está baja me da miedo!

—¡Solo toma mi mano y lo no tendrás!

Dijo confiado. Aslly le sonríe confiando en él y, se toman de las manos. Mientras tomaban velocidad, la Skateboard de Aslly empezó air un poco más delante de la de Alex.

—¡Ah! ¡No me sueltes!

Gritó Aslly temiendo que le soltase. Mientras iban, algunos vehículos cruzaban en la parte de abajo.

—¡Oh, Dios! ¡Alex!

Aslly no podía ni mirar atrás y mirarle el rostro a Alex temiendo que si se volteaba se caería. Pero aun así, él no soltaba su mano.

—¡Alex!

Dijo en voz baja. Cuando ya estaban abajo, los vehículos iban de un solo carril. En el instante que Aslly observa un vehículo que casi estaba encima de ella gritó:

—¡Aaaaaah!

La Skateboard salió por debajo del vehículo y a la vez que sucedía el conductor había tocado bocina.
En el instante Alex nunca le soltó. En el último momento le hubo halado quedando Aslly entre sus brazos. Cruzaron aquella vía. Cuando estaba ya del otro lado, y en la acera, Aslly tenía su rostro en el pecho de Alex y le abrazaba fuertemente. Alex dijo:

—¡Todo está bien!

Aslly levanta su mirada y observa todo el alrededor y, de que lado estaban. Se dio cuenta que habían cruzado la calle. Luego, Aslly dijo mirando a Alex:

—¡Nunca me soltaste!

Alex le sonríe y dice:

—¡Mientras estés a mi lado… por siempre te seguiré!

Aslly al escuchar aquellas poderosas palabras, sintió un nudo en su garganta y lloró abrazándolo lo más fuerte que pudo. Alex le besa en la frente.

—¡Te amo!

Dijo Alex.

—¡Yo también, te amo!

Dijo sin despegarse de su pecho.



Aslly llega un poco tarde de la noche a su casa y se detiene en la puerta. Intenta escuchar algún ruido dentro. Parece que todo estaba tranquilo allí. Abre la puerta y cuando entra, mientras cerraba la puerta su madre la toma por los cabellos diciendo:

—¿Dónde diantres estabas maldita zorra? No sabes que hay platos que se tienen que lavar en esta casa.

—¡Aaah! ¡Aaauuuuh! ¡Déjame en paz! ¡Yo no haré nada en esta casa!

—¿Qué fue lo que dijiste?

Preguntó enojada deteniéndose casi en la cocina, aún con el pelo de Aslly en su poder.

—¡No lavare eso malvados platos!

—¡Claro que lo vas a lavar perra!

Le empujó al suelo.

—¡Ahora muévete y lavas esos platos!

—¡No lo lavare dije!

—¡Claro que lo vas a lavar!

Le cacheteo la mejilla. Cuando lo hubo hecho Aslly empezó a llorar mientras se agarraba la mejilla.

—¿Qué coño sucede aquí? No dejan dormir a uno.

En el momento que su madre se daba vuelta y su padre llegaba desde la habitación, tomando a su madre por las nalgas, Aslly gritó diciendo:

—¡Los odio a todos!

Se levantó y corrió a su habitación. Ambos la miraban.

—Y, ¿Ahora qué diablos le pasa?

—¡Estás de castigo malcriada!





Día 7.

Mientras Alex estaba agachado trabajando en su moto en el garaje de su casa, su hermano se acerca con sus dos manos el bolsillo de los pantalones, le patea. Alex cae de lado y lo mira en ese instante.

—Y, ¿A ti que rayos te pasa?

Preguntó molesto Alex.

—¡A mi nadie…!

Tony lo toma por la ropa mientras Alex aún permanece en el suelo.

—¡… Nadie me niega las ofertas al correr contra mí!

Luego le golpea la cara varias veces. Y, mientras lo hacía iba diciendo en cada golpe que daba:

—¡Te creías que tenías los cojones bien puesto al estar al lado de esa zorrita! Ahora no eres tan rudo, ¿Cierto?

Alex al escuchar lo que decía, le tomó por el pies y presionó para derribarlo. Cuando cae, se le sienta encima y empieza a golpearlo.

—¡No hables así de ella maldito! ¡Grraaa!

Luego algunos amigos de Alex llegaron en sus motos y se lanzaron a detenerlos.

—¡Hey, hey, hey! ¡Paren! ¡Paren!

—¡Ya basta!

Le desapartan.

—¡Esa maldita moto me pertenece a mi! ¡Es mía!

Gritó Tony furioso y señalándolo mientras le sostenían.

—¡Si la quiere tendrás que ganármela!

—¡Ya cálmense chicos!

Decía un compañero de Alex.

—¡Suéltame idiota!

Dijo Tony zafándosele. Luego se limpia la sangre de su boca y la nariz. Alex, también se limpia la cara con su polocher algo roto.

—En una semana tendré esa moto. Solo una semana.

Dijo Tony señalándolo.

—¡Si la quieres, usa la mejor moto que tengas en tu colección! Porque se te será difícil ganármela.

Tony le mira con todo el odio entre sus ojos y la furia dentro de él. La ambición se apoderaba de él.



De eso de la 8, Aslly llamó a Alex diciéndole “Que quería escaparse con él esa noche” Ya que estaba de castigo. También Aslly no fue al curso de idiomas, pues sus padres se lo impidieron por no hacer los quehaceres del hogar.

Alex mientras estaba afuera esperándola, Aslly sale corriendo de la parte trasera de su casa. Llega y se coloca el casco. Salen de allí.


—¡Waoo! ¡Que hermoso! ¿Antes, habías visto los fuegos artificiales desde aquí?

Preguntó Aslly mirándole.

—¡Hace mucho tiempo que los vi desde aquí!

—¡Ja ja ja ja! ¿Por qué no te has quitado ese casco? ¡Pareces un extraterrestre lunar! ¡Ja ja!

—¡Ja ja ja! ¡Todo por hacerte reír! ¡Ja ja!

Alex aún tenía su casco puesto. Luego cesaron sus risas, y Aslly le miró diciendo:

—En serio, ¿Por qué lo llevas puesto?

Alex se queda en silencio, y Aslly se coloca enfrente de él. Lleva sus manos para aflojar la correa de su barbilla, cuando lo hace procede a quitarle el casco. En cuanto lo hizo, Aslly se sorprende.

—¿Cómo te pasó esto?

Alex suspira y dice:

—Mi hermano y yo tuvimos una pelea, por una jodida moto que antes le había ganado en una carrera. Ahora quiere recuperarla, en la próxima semana. El sábado por la noche.

Alex mira a Aslly y dice:

—Vendrás haberme ese día, ¿Verdad?

—¡No lo sé! Ese día tengo la graduación del curso de idiomas. Yo, quisiera ir…

—¡Tranquila amor!

Dijo abrazándola. Luego continúa:

—Lo que tengas que hacer es más importante que esa tonta carrera. Solo ve y termina tu graduación. Nos seguimos viendo más adelante.

Aslly le mira con su barbilla apoyada en el pecho de Alex. Le sonríe.

—¡Gracias amor! ¡Eres lo mejor que a pasado en mi jodida vida!

—¡Ja ja ja! En tu jodida vida, ¿He?

Luego le besa. Mientras lo hacen los fuegos artificiales embellecen todo el cielo con sus coloridas ráfagas de luces iluminantes. Desde lo alto de aquel precipicio y la distancia de la ciudad hacia ver un lugar magnífico por su belleza de luces de los edificios.




Día 8.

—¡Esto me causa pánico! Lo sabes, ¿Verdad?

—¡Claro que lo sé! Por eso quiero que lo hagas.

—¡No, por favor! Le temo a las alturas.

—¡Cuando estamos en el salto de “la calavera” no te da miedo!

—¡No es lo mismo! ¡Estamos en una avioneta, asientos de kilómetros de la tierra! ¡No es igual!

—¡Por eso traes puesto paracaídas!

—¡Esto no me gusta! ¡No quiero! ¡No quiero!

—¡Mírame!

—¡No, no quiero! ¡No me siento bien!

—¡Mírame!

Alex le sostenía la cara mientras ella se sentada. Aslly le mira con unas gafas y casco puesto.

—Vinimos aquí, por que me dijiste un día que deseaba volar y ver las nubes a tu alrededor. Siente libre. Trato de hacer realidad tus sueños.

—¡Sé que lo dije! Pero, no creí que sucedería.

Aslly empieza a llorar.

—Alex, estamos listo.

—¡Bien! ¡Adelántense!

—¡Bien! ¡Vamos chicos!

—¡Huuuuuh! ¡Pura diversión!

Se lanzaba algunos de sus amigos.

—¡Por la libertad! ¡Huuuh!

Gritaban sus amigos mientras saltaban. Alex vuelve a mirar a Aslly y le dice:

—¡Si me sigues… te besare hasta que habrá mi paracaídas! Pero, sino abres primero tu paracaídas… entonces yo te seguiré. ¡Tu decides!

Aslly se queda dudosa, sin saber que hacer. Alex le toma de las manos y le hace levantar. Cuando estaba cerca de la compuerta se lanzaron.

—¡Aaaaahhhh!

Gritó Aslly. Pues, ella no estaba preparada. No sabía que Alex se lanzaría sin avisarle. Mientras iban cayendo, Alex se le acerca y la toma. La besa y le grita:

—¡Sígueme! Y te seguiré besando.

Alex se da vuelta y se inclina cayendo de picada. Aslly temerosa, se deja guiar por su impulso de saber que ya lo hecho estaba hecho. Pues, ya estaba en el aire, que más das.

Aslly le siguió, haciendo lo mismo que él. Mientras iba en picada sentía como la brisa golpeaba fuertemente su rostro. No podía alcanzar a Alex. En cuanto iba en picada miró hacia los lados, y allí veía las nubes cerca de ella. Miraba como las nubes traspasaba sus dedos, brazos y su cuerpo. En ese momento se relajó y se dejó llevar cerrando sus ojos.

“Volar es, como ver caer una hoja al suelo, es como ver una pluma que se deja llevar por el viento a algún lugar, volar es no existir. Todo tu peso desciende por si. Esto es una gran sensación de paz y alivia mi Alma. Si esto que siento, es un sueño… Que alguien me despierte. Y si no lo es…”

En cuanto pensaba e imaginaba Aslly, sintió un estirón de repente hacia arriba. He allí, donde abre sus ojos y mira hacia arriba. Su paracaídas estaba abierto. Agarró el cordón de guiar. Miró hacia los lados y vio más atrás de ella, a Alex, él le sonreía y le hacia señas. Aslly le sonríe a pesar de sus distancias.

Cuando ya estaban en el suelo, Alex se le acercó corriendo.

—¡Estás bien!

Dijo poniéndose en cuclillas.

—¡Grraa!

Aslly le golpea en el pecho un poco molesta mientras estaba en el suelo.

—Por tu culpa me pele las rodillas.

—¡Ja ja ja!

—Y, ¿Tu te ríes?

—¡Aaaahh! ¡No bájame! ¡Aaah!

Alex la levanta y se la lleva cargada en sus hombros.

—Como no puedes caminar, entonces te llevaré cargada.

—¡Aaah! ¡Como te amo! ¡Ja ja!

Gritó Aslly. Ambos iban riéndose.




Día 9.

—¿Cómo supiste que no te seguía?

—¡Sabia que te dejarías llevar como un águila cuando se pasea por el cielo! Así que, como te dije ayer, “sino abres primero tu paracaídas entonces,  yo te seguiré.” Y eso fue lo que hice. Seguirte hasta halar el cordón de tu paracaídas. Me hubiera gustado más, si me hubieras seguido, así te hubiera besado mientras caíamos.

—Pero me tienes aquí. Puedo darte los besos que no pude darte en esas alturas.

Se besaron con todas las ganas y deseos que había en ellos.

Ambos estaban en el salto de “la calavera” y cada día aquel lugar era más frío. La brisa era más riguroso. Pero aún así, se quitaban sus ropas y se calentaban rosando sus cuerpos el uno al otro. Mientras tenían sexo se abrazaba por el frío que hacía. Sus aliento evaporaba de sus bocas y de sus fosas nasales. Ambos temblaban, pero aún así no se detuvieron. Cuando el deseo es fuerte no hay viento ni frío que los detenga.

De hecho ambos experimentaron el sexo bajo frío al extremo. Algo que quizás el 10 por ciento de las personas no hacen. Aún que, no era un lugar nevoso.

Gracias por leer, le mando un caluroso abrazo.
Al leer una historia, se aprende algo nuevo en la vida.
¡Gracias!

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