T R E I N T A I U N O
Existen momentos en la vida que solo pueden ser descritos como perfectos, sin importar su simpleza, calientan tu corazón y te hacen darte cuenta de que la belleza de la vida esta en las pequeñas cosas.
La felicidad no es un estado perpetuo, es una colección de momentos fugaces y perfectos.
Esta noche ha sido una combinación de muchos logros: la salida con mis amigos, el juego, superar mi ataque de pánico sola, compartir con Kang y mantener mis sentimientos a raya. Y este abrazo...
Este abrazo... sella perfectamente todo el paquete que ha sido esta noche para mí.
Con mi rostro contra el pecho de Kang, los latidos de su corazón contra mi oído, mis brazos a su alrededor, su cara ligeramente enterrada en mi cuello. Cuando intento separarme, Kang me aprieta aún más contra él.
—Solo un poco más.
Susurra, su aliento haciéndome cosquillas en el cuello. Sonrío como tonta, cerrando mis ojos. Sin embargo, como ya lo he dicho, esos pequeños momentos se caracterizan por ser fugaces y eventualmente llegan a su fin.
El ruido de la puerta del balcón abriéndose nos hace saltar y alejarnos tan rápido que casi me tropiezo. Kang se rasca la parte de atrás de la cabeza y yo finjo toser un poco.
—¡Kang!— la pelinegra de mis pesadillas y que ahora se es ex-novia de Diego aparece a nuestro lado, —Pensé que no venias a la fiesta.
Kang le da una sonrisa amable.
—Cambié de opinion.
La pelinegra me ignora por completo, hablándole a Kang como si yo no estuviera aquí.
—¿Qué haces aquí afuera? Deberías entrar, comenzará el concursos de Ping-pong de cervezas pronto.
Kang toma mi mano y jalándome hasta que quede a su lado.
—Estoy disfrutando la vista con Klara, ¿La conoces?
La pelinegra se ve obligada a reconocer mi presencia y aunque me cueste admitirlo, le tengo tanto miedo.
Pobrecita, pero, ¿Cómo es que alguien tan fea y defectuosa como tu se atreve a fijarse en Kang?
Sus palabras y amenazas aún atormentan mis pensamientos. Me ha encontrado con Kang, eso la hará enojar, y tampoco he mantenido mi distancia de Diego. Me asusta pensar que se le ocurrirá hacerme ahora que no he escuchados sus amenazas.
—No, no la conozco,— la pelinegra finge una sonrisa, y estira su mano hacia mi, —Mucho gusto, Klara, soy Yana.
Suelto la mano de Kang para sostener la suya por un segundo rápido.
—Mucho gusto.— digo entre dientes. Kang arruga las cejas, observándome.
Yana se lame los labios.
—Entonces, ¿Vienes, Kang?
—No.
La desilusión en su rostro es clara.
—Esta nevando, debes estar helado,— ella estira sus manos para rozar los brazos de Kang en un intento de calentarlo, pero Kang da un paso atrás, evitando el contacto.
Yana se queda con las manos en el aire y las baja, riendo.
—Supongo que no tienes frío, bueno, Klara,— ella toma mi mano y yo me estremezco.
¿Te has visto en un espejo, Klara? Ni siquiera tienes cabello real, tú no eres nada, no vales nada.
No me toques. Quiero decirlo pero las palabras se atoran en mi garganta, ahora entiendo a esas personas que leí en forums en internet hablando del acoso/bullying, el porque no lo contaban. Este miedo a Yana, como finge que todo esta bien cuando ha sido tan cruel conmigo, el saber de lo que es capaz de decir y hacer me aterroriza y me paraliza de una forma inexplicable.
—Deberías venir conmigo.— ella me jala y doy un paso con ella, incapaz de negarme, —así conocerás a los demás.
Recuerdo a la chica que estaba con ella aquella tarde, y lo que me dijo: ¿Tienes idea de lo que fea que eres? Probablemente, Yana vino con ella y las demás a esta fiesta, ¿Le contarían a todo el mundo sobre mí? ¿Sobre lo que he pasado?
—Te la robo un segundo, Kang.— le dice, sonriéndome, su mano apretando la mía con tanta fuerza que duele un poco y camino con ella hacia la puerta.
Le echo un vistazo a Kang sobre mi hombro y él solo se queda ahí contra la baranda, la tristeza en su expresión me sorprende. Él no quiere que me vaya.
Como un titere entro al pasillo de la casa de nuevo, Yana jalandome como si yo fuera una niña pequeña, sus uñas clavándose en la palma de mi mano.
—¿Todo bien?— una voz familiar llena mis oídos y levanto la cabeza para ver a mi compañero de salón: Adrián, acaba de salir de un cuarto a un lado del pasillo.
—Nada de tu incumbencia.— le dice Yana con un tono de desprecio.
—No te estaba preguntando a ti.— me observa, —¿Estas bien, Klara?
Yana se mete entre nosotros, molesta.
—Que no es de tu incumbencia, maricón.— cuando Yana pronuncia la última palabra abro la boca en sorpresa y Adrián también pero él se recupera rápidamente.
—¿Cómo me llamaste?
Yana voltea los ojos.
—Maricón, gay, homosexual como sea que se llamen los de tu clase.
—No se de que estas hablando.
—Ah, por Dios, Adrián, solo quitate del camino si no quieres que lo publique en blog de la preparatoria.
Adrián baja la cabeza y mi corazón se rompe, Yana no ha terminado con él.
—Me alegra que sepas tu lugar, los de tu clase suelen ser tan molestos. Qué asco.
Yana me jala y le pasamos por un lado, mi corazón doliendo por él quien luce pisoteado. Así que esto es lo que ella hace, usa las debilidades, los miedos de las personas en su contra como desventaja.
Algo dentro de mí cambia, el rostro derrotado de Adrian rodando en mi mente una y otra vez. Al caminar de nuevo, vuelvo mi vista al frente, mirando mi mano enlazada con la de Yana
"No dejes que el miedo a la muerte, te impida vivir tu vida."
Las palabras en la tumba de Dario llegan a mi mente por alguna razón. El miedo ha sido una parte tan constante de mi vida, me ha derrotado tantas veces pero me he levantado, me he sacudido el polvo y he continuado.
Tal vez cada derrota, cada momento de vulnerabilidad, de sobrevivir con tantos miedos me ha llevado a entender mi fortaleza en este segundo. Hay momentos en la vida donde todo simplemente hace click y cobra sentido y entiendes muchas cosas.
Sobreviví la muerte de mi madre, la horrible depresión que vino después de eso, cáncer y lucho con mi salud mental cada día. Esta chica cruel y despiadada no es nada comparada con todo eso.
Así que aprieto mis labios y con toda mi fuerza arranco mi mano de la suya.
Yana se gira hacia mi.
—¿Qué pasa? Vamos, Klara.— se acerca a mí para susurrar por lo bajo, —no quieres hacerme enojar sabes de lo que soy capaz.
La sonrisa de mi madre invade mi mente, su caricia en mi mejilla dándome fuerza.
—No voy contigo a ninguna parte así que déjame en paz.
La sorpresa la deja sin palabras por un segundo hasta que reacciona. Puedo sentir a Adrian aún detrás de mí, observándonos.
—Mira, estúpida,— Yana me susurra, —no te creas toda valiente ahora, sabes de lo que soy capaz, puedo tomar el micrófono en esta fiesta y contarle a todos tu patética historia.
—Hazlo.
Eso parece dejarla sin palabras de nuevo.
—¿Qué?
—Hazlo, cuenta mi historia, ya no me avergüenza.— le digo honestamente, —solo soy un reflejo de la realidad de muchas personas, la única diferencia es que a mi se me nota en mi apariencia, la mayoría de las personas cargan con estas heridas internamente. Y me he dado cuenta de que la única razón por la que has tenido poder sobre mi, es porque yo te lo he dado con mi miedo pero no más, Yana. Ya no te tengo miedo, y eso te despoja de cualquier control sobre mi vida.
—Te vas a arrepentir.
—No lo creo, esta chica fea y sin cabello natural ha superado cosas que dudo que incluso tu plan más extremo pueda igualar.
Y con eso le di la espalda, Yana gruñe y se va por el pasillo hacia la fiesta de nuevo. Camino hacia a Adrian, y le sonrío abiertamente.
—No tienes nada de que avergonzarte.— le digo, —Además, he shipeado a Benrián desde el principio.
Adrián se queda sin palabras, pero finalmente una sonrisa se forma en su rostro. Pongo mi mano sobre su hombro con gentileza.
—Cuando estes listo para gritarlo al mundo, estaré ahí para celebrarlo contigo. Tomate tu tiempo.— él asiente, —Y no es una debilidad, Adrián, quien eres, como eres, lo que has pasado y lo que te gusta jamás será una debilidad, ¿Ok?
—Ok.
Levanto ambos puños a modo de animo.
—¡Fighting!
Él hace lo mismo.
—¡Fighting!
Ahora me cae mejor, ve dramas coreanos como yo. Estoy a punto de irme cuando él me jala y me abraza.
—No te conozco bien pero lo que transmites es amor y aceptación pura. Muchas gracias, Klara.
Le sonrío al separarme y camino de nuevo a la puerta del balcón, donde esta el chico que más que mi crush, ha sido mi amigo, mi apoyo de muchas formas. No puedo evitar la forma en la que se ensancha mi sonrisa después de poner a Yana en su lugar y como el miedo que le he tenido ya no esta.
"Recuerda que cada derrota es un paso más a una grandiosa victoria."
Siempre has tenido razón, madre, incluso después de la muerte.
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*Dedicado a todos mis lectores/as, tu sexualidad es tuya para disfrutar, para determinar, y nunca ha de ser una debilidad o algo de que avergonzarse. Nada que sea parte de ti y de quien eres es una desventaja. Te quiero en todos los colores, en todos los gustos.
Ariana G.
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