T R E I N T A
¿Las fiestas siempre han sido así de ruidosas?
Tengo que cubrir mis oídos al adentrarnos entre el montón de adolescentes esparcidos por todo el lugar. A pesar de que la casa es inmensa, esta repleta de gente. No puedo negar que mi corazón se acelera al igual que mi respiración, no me he preparado para lidiar con un evento social como este, creo que aún estoy un poco agitada después del ataque de pánico que tuve en la cancha de futbol.
El hecho de que estemos con Kang tampoco ayuda a mi desbocado corazón. Me he mentalizado a olvidar lo que siento por él, a no pasar como otra chica más que confundió su amabilidad con algo más. Sin embargo, en el momento en el que supe que vendríamos con él, en el momento que estuve a su lado en su camioneta, mi convicción se fue por el caño.
Es tan fácil jurar indiferencia e ignorar tus sentimientos cuando esa persona no esta, pero tan imposible hacerlo al tenerla frente a ti.
Sigo a Perla quien se detiene en una esquina vacía de la sala de esta casa, Diego y Kang vienen detrás de mí y se paran a mi lado al detenernos.
—¿Quieren algo de tomar?— Diego grita, su voz un susurro entre la ruidosa música.
Perla asiente. Diego me mira y yo meneo la cabeza.
Mezclar alcohol con antidepresivos no es una buena idea. Es una regla que siempre he respetado.
Diego ojea a Kang y este le da una sonrisa de boca cerrada, meneando su cabeza como respuesta de que tampoco quiere nada. Diego toma la mano de Perla y le grita que lo acompañe. Lo observo en pánico jalarla y alejarse con ella entre la multitud de gente, dejándome sola con Kang.
Mi corazón late aún más desbocado lo cual pensé sería imposible. Mantengo mis ojos en todos lados menos en el alto chico a mi lado. Hago una mueca ante lo ruidosa que es la música. Puedo sentir la mirada de Kang sobre mi y eso me hace tragar grueso.
Kang se inclina hacia mi, su respiración en mi oído me hace cosquillas.
—¿Quieres ir a un lugar menos ruidoso?— esa voz que me ha gustado tanto desde la primera vez que la escuché, susurra en mi oído causando estragos en mi.
Me giro para mirarlo lo cual es un error, Kang aún esta inclinado sobre mi lo que deja su rostro a escasos centímetros del mío así que doy un paso atrás de inmediato, calor invadiendo mis mejillas.
Kang me ofrece su mano y yo la tomo, disfrutando demasiado de la sensación de este contacto tan simple pero tan intimo. Lo sigo a través de la gente, pasamos la cocina y muchos saludan a Kang, lo felicitan por el juego, y me dan miradas curiosas al notar nuestras manos enlazadas. Kang recoge una taza con tapa que tiene una bebida caliente y me la da antes de tomar la suya. Él me guía escaleras arriba y eso me recuerda a esas películas de romance que he visto, donde las parejas suben y buscan un cuarto para tener mas privacidad.
Pero se que Kang no es ese tipo de chico, además, de que eso lo hacen las personas que se gustan entre si. Pasamos un pasillo, cruzamos en otro y comienzo a creer que esta casa es un laberinto. El dueño debe tener mucho dinero para mantener una casa así de grande.
Finalmente, nos detenemos frente a unas puertas dobles y Kang las abre, soltando mi mano y haciéndose a un lado para dejarme pasar. El frío del invierno me golpea al salir. Es un balcón espacioso que tiene luces de decoración rodeando sus blancas barandas como una serpiente enroscándose. La vista es hermosa, aunque no da hacia el frente de la casa si no a su patio trasero, se puede ver a lo lejos el pueblo, y los arboles altos que se mueven ligeramente con la brisa.
Kang me pasa por un lado y se acerca a la baranda, él pone su mano libre sobre la misma, sus ojos en la vista, de espaldas a mí. Yo levanto la taza tapada a mis labios, calor sale del pequeño agujero de donde puedo tomar el liquido adentro. La olfateo: Chocolate caliente.
—Va a nevar pronto.— Kang rompe el silencio, volteando se ligeramente para mirarme por encima de su hombro.
Estamos solos.
Necesito relajarme, no es la primera vez que estamos solos, no hay de malo con estar a solas con un amigo. Kang se gira hacia mi y levanta su taza de chocolate caliente como si quisiera brindar. Y luego me sonríe, esos huequitos lindos formándose en sus mejillas.
Y entonces me doy cuenta de algo muy importante: Kang es una persona muy especial para mí, alguien me ayudó desde su programa, que me calmó en un ataque de pánico, que ofreció su mano apenas entré a esta preparatoria y que no ha parado de querer ayudarme a incorporarme al mundo de nuevo. Kang ha sido maravilloso conmigo, entonces, ¿Por qué debo darle importancia a la razón por la que lo hizo? Ya sea interés amoroso o que solo lo hizo de buen corazón no importa. Independientemente de sus razones, él es una buena persona y no merece que yo luche por explicar sus acciones a cada segundo.
Kang me encanta pero yo mejor que nadie sabe que ser correspondida por un chico no es lo más importante del mundo. Mi vida nunca ha girado en torno a eso, he lidiado y superado cosas mucho más intensas que un desamor. Solo seré agradecida de haber conocido gente tan buena como él, Perla y Diego en mi primera semana de preparatoria.
Mis primeros amigos en mucho tiempo.
Mi primer juego de futbol, mi primera fiesta después de todo lo he pasado, mi primera vez pasando un ataque de pánico sola, esos son logros me llenan, y me calienta el corazón.
Así que con una gran sonrisa, camino hacia Kang y alzo mi taza de chocolate.
—Salud, Kang.
Chocamos nuestras tazas y le damos un sorbo a nuestras bebidas. El chocolate calienta mi boca, y baja por mi garganta, dándome una sensación temporal de calor. Me paro al lado de Kang, observando la vista.
—Mucho menos ruidoso que allá adentro, ¿no?
—Si, la verdad no me esperaba que las fiestas fueran así de ruidosas.— le respondo con honestidad.
—Suenas como si fuera tu primera fiesta de preparatoria.
—Lo es.— admito con una leve sonrisa.
—No te perdías de mucho.— me comenta, y me giro, recostandome de lado contra la baranda.
—Si tu lo dices, te creo.— le digo y antes de que él pueda decir algo, hablo de nuevo, —Bat-Kang.
Kang alza una ceja.
—¿Bat-Kang?
—No creas que he olvidado tus escapadas nocturnas al bar de la calle 14, Bat-Kang.
Él aprieta su labios, aguantando una sonrisa.
—Tengo que darte puntos por originalidad y solo para que lo sepas, me veo muy bien con mi mascara de Batman.
—No lo dudo.
Lo digo antes de pensar y hago una mueca avergonzada, Kang alza una ceja.
—¿No lo dudas, eh?
Me enderezo, enfrentando la vista de nuevo y evito su mirada.
—Como si tú ya no lo supieras.— susurro.
—¿Cómo si ya no supiera que?
Que eres atractivo.
Que esos huequitos en tus mejillas cuando sonríes son adorables.
Que cualquier cosa que te pongas, te quedará bien.
No digo nada, tomando otro sorbo de mi chocolate cliente.
—¿Klara?
—Es una linda vista, ¿no?— cuando le echo un vistazo a Kang, él me observa con atención y al responderme, sus ojos se mantienen sobre mi.
—Lo es,— su voz se vuelve aún más profunda, —es una vista hermosa.
Silencio.
Nos quedamos mirándonos directamente a los ojos y siento que me falta el aire. Él estira su mano libre hacia mi y baja mi capucha.
—No te ocultes de mi.— su mano baja hasta ahuecar mi mejilla con gentileza, me congelo ante el contacto, —Ya te he dicho lo bonita que eres,— su pulgar acaricia mi mejilla, —Así que no te ocultes, Klara.
Mis mejillas arden y mi estomago se siente extraño, como si sintiera cosquillas dentro del mismo, ¿A esto se refieren con eso de las mariposas en el estomago? Mi pobre corazón enamorado quiere comenzar a tener esperanzas porque este momento, su mirada, su mano en mi mejilla, su caricia gentil se siente demasiado intenso y real.
Me esfuerzo por mantenerme enfocada mientras mi cerebro y mi corazón liberan una batalla.
Mi cerebro: Somos amigos, y los amigos se pueden decir cumplidos, Klara. No te emociones.
Mi corazón: Entre amigos no se siente así, no se siente esta pesadez de emociones en el ambiente, esta intensidad en los ojos de la otra persona.
Y como si la vida conspirara para hacer este momento aún más perfecto, copos de nieve comienzan a caer sobre nosotros, algunos aterrizando sobre el cabello negro de Kang o sobre su ropa.
—Kang.— no se porque digo su nombre, no puedo moverme, no quiero que este momento termine.
—Klara.
Él abre su boca para decir algo pero la cierra de nuevo, dudando.
¿Qué es lo que quieres decir, Kang?
Kang da un paso hacia mi, cerrando el espacio entre nosotros, nuestros cuerpos casi rozándose, su mano aún en mi mejilla, tengo que levantar mi cara para poder mirarlo a los ojos.
Estamos demasiado cerca.
Un danzante copo de nieve se escabulle entre nosotros y aterriza sobre el labio superior de Kang. Levanto mi mano libre y uso mi dedo indice para limpiarlo, la palma de mi dedo rozando su labio y mi boca se abre ligeramente.
Kang cierra los ojos momentáneamente ante el contacto y cuando los abre, el brillo en su mirada me hace tragar grueso.
¿Qué estoy haciendo?
Doy un paso atrás, rompiendo todo contacto entre nosotros. Kang se aclara la garganta y yo me muerdo el labio inferior antes de tomar un sorbo de mi chocolate caliente. Finjo observar la vista de nuevo, tratando de calmar mi respiración y mis pensamientos.
¿Qué fue eso?
Los amigos no tienen momentos así, ¿o si?
Mi mente viaja a ese momento en el cementerio con Diego, fue una situación similar pero no pasó nada así. Fue solo un abrazo y una cercanía donde no hubo tensión ni nada como esto, solo comodidad entre amigos, pero con Kang no se sintió así en lo absoluto.
—Esta nevando, vamos a sentarnos.— me guía a un banquito en la pequeña parte con techo del balcón.
Me siento a su lado, manteniendo una distancia prudente entre nosotros.
—¿Te gusto el juego de fútbol?
—Si, jugaste muy bien aunque seguro ya lo sabes.
—De nuevo con eso, ¿Por qué me das un cumplido y dices que ya lo se? ¿No te has puesto a pensar que un cumplido que viene de ti es mucho más importante para mi que las docenas que he recibido esta noche?
¿Por qué? Quiero preguntarle pero ya sus palabras han hecho estragos en mi respiración.
—Lo siento.— me disculpo porque tiene razón, es como si me costará darle un cumplido sin agregarle que ya debe saberlo.
El silencio reina por un momento pero no es incomodo, la nieve cae lentamente frente a nosotros. Al terminar con nuestro chocolate caliente, lanzamos las tazas plásticas a la basura a un lado del banquito.
Kang suspira, estirando sus largas piernas frente a él. Y me le quedo viendo mientras él mete sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones. El suéter negro que lleva puesto, a pesar de lucir de tela gruesa, no creo que lo proteja mucho de este frío. Su mirada esta perdida en la nieve, sus pensamientos en otro lado.
¿En qué piensas, Kang?
—Mi hermano amaba la nieve.— murmura tan bajo que apenas lo oigo.
¿Hermano? Kang nunca ha mencionado a un hermano, siempre habla de su hermana menor.
Amaba...
El tono de su voz no es uno de alegria.
—A mi me daba igual pero él siempre me hacia salir después de una nevada a construir muñecos de nieve aunque él fuera mayor que yo. Sin importar el tiempo, apenas nevaba, Jung se convertía en un niño de nuevo que necesitaba hacer un muñeco de nieve.— termina, una sonrisa melancólica en sus labios.
Jung...
¿A caso su hermano esta...? Es la primera vez que veo tanta tristeza en los ojos de Kang.
—Tal vez por eso me gusta tanto la nieve ahora, porque puedo sentirme cerca de él.— Kang dice y parpadea como si volviera a la realidad, sus ojos caen sobre mi, —Ah, lo siento, ya ni se que digo.
Kang se pone de pie, sacando sus manos de los bolsillos de sus pantalones y pasando sus dedos por su cabello. Yo también me levanto y lo agarro de la orilla de su suéter para que él se gire hacia mi.
Antes de que pueda acobardarme, envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y lo abrazo. El lado de mi cara queda enterrado contra su pecho.
—Lo siento, Kang.
Kang se tensa al principio pero luego envuelve sus brazos a mi alrededor. Él huele tan bien, a jabón y una colonia suave.
—¿Por qué lo sientes?— susurra.
—Aunque no se que pasó, puedo reconocer la voz del dolor, así que siento mucho que hayas pasado algo tan doloroso.
Puedo sentir el corazón de Kang contra mi oído, latiendo desesperado.
¿A él también le pasa? ¿Su corazón late así por mi? No puede ser.
Kang me aprieta, presionándome aún más contra él, inclinándose para enterrar su cara en mi cuello y siento que me falta el aire.
Y en ese momento, me permito disfrutar de su calor corporal, de reconfortarlo en su tristeza, solo somos él y yo aquí, bajo la nieve, ya me preocuparía de mi amor no correspondido luego.
Ahora solo me importa Kang.
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Nota de la autora: ¡Hola, bolitas! Ha pasado mucho tiempo, como he anunciado en mis redes sociales, me estoy tomando un merecido descanso de Wattpad y la verdad lo necesitaba. No puedo aconsejarles tomar las riendas de su salud mental sin cuidar la mía, ¿eh? han sido super compresivos, y por eso los quiero.
Ahora hablemos del capítulo, desaten sus gritos fangirl por toda la tensión de este capítulo.
Ah y este video de una mezcla de parejas de dramas coreanos me ha gustado mucho. Y aclaro que no es porque me imagino a los personajes así pero si creo que la química entre ellos me recuerda a Klara y a Kang en muchas escenas.
https://youtu.be/1OLNb3kx5UA
Muakatela,
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