D I E C I O C H O
Esto no va a funcionar.
¿Cómo pienso esconderme de Kang en la preparatoria por lo que queda de año?
Es imposible, y el hecho de que creí poder hacerlo, me hace cuestionar mi inteligencia. Sin embargo, hay personas que pasan completamente desapercibidas en la preparatoria, esas personas que cuando la gente las ve de nuevo en un reencuentro es que finalmente se dan cuenta de que existen.
Yo necesito ser ese tipo de persona.
¿Lo estoy logrando? No lo creo, en especial, porque lo de pasar como invisible no es algo que vaya con la personalidad de Perla, es ruidosa, amigable con todo el mundo y tiene una risa que se escucha en varios salones. Y como ella es mi única amiga, pues, eventualmente la gente hablando con ella, o escuchandola me miran a mi.
Otra razón por la que dudo de mi capacidad de alcanzar mis objetivos es el pelirrojo de mi salón: Diego. Perla me reveló su nombre después de darme una advertencia sobre él. Creo que Perla tiene algo contra los chicos de esta escuela y no se si quiero saber porque.
Diego no pierde ni un momento para tratar de hablarme cuando puede, lo he ignorado abiertamente porque no necesito la atención y creanme, con su tono de voz y risa, él atrae mucha atención donde quiera que va.
Por último, un factor importante en mi contra es la cantidad de estudiantes aquí, en mi antigua preparatoria hay muchos porque es pública, esta es privada, son más exclusivos, así que las clases son más pequeñas y las probabilidades de encontrarte con alguien en cualquier momento es más alta.
Y como si el destino quisiera empeorar las cosas, una tormenta de nieve comienza a azotar la ciudad antes de lo esperado. Iban a suspender las clases, pero se supone que la tormenta no llegaría hasta la noche, así que el jefe del distrito escolar decidió seguir con el día de clases normal. Por eso nunca he creído en los del clima, a veces cometen muchos errores pero no los culpo, es arrogante de parte de la humanidad pensar que podemos predecir exactamente a la naturaleza.
Algunos padres fueron sabios y no enviaron a sus hijos a la preparatoria hoy, yo estaba tan emocionada con mi segundo día que convencí a Kamila de que estaría bien. Otros padres se las ingeniaron para llegar a tiempo a buscar a sus hijos antes de la tormenta empeorará, lo cual tampoco fue mi caso. El hospital donde trabaja Kamila, queda al otro lado de la ciudad, al igual que la oficina de Andy. Así que soy una de las estudiantes que está atrapada en la preparatoria.
Pero por supuesto, algunos de mi clase también están aquí conmigo, incluyendo a Diego. Que maravilla.
Kamila tiene razón, mi sentido del humor está volviendo.
Estamos en el pasillo sentados en el suelo con nuestras espaldas contra la pared, la tormenta tiene rafagas de vientos fuertes así que no podemos estar cerca de las ventanas de los salones o las puertas.
—Le dije a mamá que nos vinieramos hoy.— Perla gruñe a mi lado.
—Dímelo a mí,— suspiro, —Convencí a mi hermana para que me dejara venir.
—Psssst, Capucha.— Diego me llama, él está sentado contra la pared opuesta, frente a nosotros.
Perla le da una mirada asesina, —Dejala tranquila, Diego.
Diego le saca la lengua, —No estoy llamándote a ti.
Las cuatro chicas bonitas de mi salón están en su mundo, jugando cartas en un pequeño círculo a unos pasos de Diego. La pelirroja, que ahora se que se llama Emma, está enviando mensajes en su teléfono acostada en suelo, usando su mochila de almohada. Del grupo de los populares inteligentes solo esta una de las chicas de gafas: Malia y el chico de cabello morado: Jayden. Los chicos bromitas: Ben y Adrián, está viendo algo en un teléfono. Se ven tan bien juntos.
Deja de imaginarte cosas, Klara.
Ruidos de voces y pasos captan mi atención y miro hacia el final del pasillo. Ms. Romes, la consejera y mamá de Perla viene a la cabeza, guiando a un grupo de estudiantes detrás de ella. Son de otra sección, de igual forma se sientan a unos cuantos pasos de nosotros la puerta de un salón entre nosotros, ocupando la mitad de la larga pared del pasillo.
—¿Todo bien?— pregunta Ms. Leach, sus ojos sobre su hija.
—Si, todo bien, aburrido, ¿Cuándo podremos irnos a casa?
Todos en el pasillo escuchamos atentos.
Ms. Leach suspira, —Hasta que no levanten la alerta de fuertes vientos, granizo y nieve, no podemos dejarlos ir, es muy peligroso. Sus padres han sido notificados a no arriesgarse a manejar hasta aquí en estas condiciones, los mantendremos a salvo, no se preocupen. La directora y yo estamos preparando con el personal de la cafetería algo de comer y agua.
La seriedad en su cara despierta mi adormecido miedo, ¿Cómo es que he estado tranquila hasta ahora? Mi respiración se acelera, pero trato de calmarme, dando un vistazo a mi alrededor, todos estamos aquí y nadie está entrando en pánico, ¿Estaremos bien, cierto?
Mi atención vuelve a la entrada del pasillo al ver más estudiantes sentarse. Arrugo mis cejas, —¿Qué hacen las otras secciones aquí?
Perla observa la entrada, —Es el pasillo considerado de refugio en situaciones de emergencia aquí.
Oh oh.
—¿Eso quiere decir que vendrán todos los que hayan quedado de las otras secciones?
Ella asiente.
Por favor, que los padres de Kang hayan sido sabios hoy y no lo hayan mandado a la preparatoria o que lo hayan venido a buscar temprano.
Cada vez que estudiantes entran al pasillo, observo desde la profundidad de mi capucha, mi corazón en mi garganta. De alguna forma, la posibilidad de compartir el pasillo con Kang me aterra más que la furia de la tormenta afuera de la preparatoria. Es que de verdad me he vuelto loca.
Después de un rato, dejan de llegar estudiantes y recuesto mi cabeza contra la pared, aliviada.
Gracias, destino.
Celebré demasiado pronto.
Como siempre ha sido con él, lo escucho antes de verlo. Su risa hace eco por todo el pasillo y le escucho saludar a varios estudiantes sentados contra la pared, esa voz que persigue mis sueños, que acelera mi corazón y hace que mi cerebro pierda el control suena en la entrada del pasillo y me muero por mirar.
—¡Ey, Kang!— escucho a un chico llamarlo, —Dijiste lo de las tormentas en tu programa anoche, pensé que no vendrías.
Kang se ríe un poco, —La única vez que confío en los de clima y me defraudan.
Siento ojos sobre mi y levanto la mirada para ver a Diego, observando mi reacción con curiosidad. Oh no, lo menos que necesito es que el pelirrojo sepa mi debilidad.
—Vamos a buscar un lugar para sentarnos.— la voz de Erick suena demasiado cerca.
Aparto la mirada de Diego y clavo mis ojos en el suelo frente a mí. Dos pares de zapatos pasan frente a mi y me encojo dentro de mi capucha ocultando mi cara. Erick y Kang se sientan al final del pasillo en la pared contraria a la mía, diagonal a mí, solo tengo que levantar la mirada y girarme un poco para verlos. Estan demasiado cerca.
No pierdes nada con verlo, Klara.
Con cautela, echo un vistazo de reojo pero Erick esta bloqueando a Kang mientras le cuenta algo con emoción.
Voy a rendirme cuando Kang se inclina hacia adelante, saliendo del bloqueo del cuerpo de Erick, y veo su rostro.
Me quedo sin aire. Kang es atractivo, no de una manera convencional, sino de una forma diferente que es mucho más de lo que esperaba. Su cabello negro roza su frente y hace juego con un par de ojos negros profundos, tiene ligeros rasgos coreanos pero no muy marcados. La piel de su cara luce suave, sus mejillas lucen ligeramente rojas por lo que asumo es el frío. Sin embargo, lo que más me llama la atención es su sonrisa y los dos huequitos que se forman en sus mejillas cuando se ríe, es adorable.
Mi corazón ha caído a sus pies por completo si es ya no estaba a sus pies desde el principio. Estoy tan absorta, mirándolo atontada que no dejo de hacerlo hasta que esos ojos negros encuentran los míos.
De inmediato, giro mi cara hacia el lado opuesto, ocultándome con mi capucha, ¿Qué carajos estaba pensando? Oh Dios, ¿Alcanzó a verme? No, no, quiero pensar que fui lo suficientemente rápida.
Perla se inclina sobre mí con una ceja levantada, —Kla— le tapo la boca.
—Shhh, ni se te ocurra decir mi nombre.
La suelto y ella me da una mirada de 'Pero que mierda...' le hablo en un susurro, —Es una larga historia, luego te cuento.
Uso sus palabras contra ella.
Ella quiere protestar pero no lo hace.
De un momento a otro, la luz se va y pequeños chillidos resuenan por todo el pasillo.
Ms. Leach se escucha a los lejos en el pasillo, —Tranquilos, pronto funcionará el generador de emergencia, iré por linternas.
Por instinto, me pego más a Perla, entre el miedo por la tormenta y los nervios de que Kang este tan cerca, ya mi pobre corazón esta al borde del infarto. Por lo menos la falta de luz me sirve para ocultarme mejor.
Claro, el destino hoy, no esta para nada a mi favor.
Mi celular timbra con una notificación de un mensaje y en el silencio de la oscuridad se escucha claramente. No pienso nada de ello hasta que escucho a Kang.
—¿Escuchaste eso?— le comenta a Erick, es fácil escuchar las conversaciones de los demás en este ambiente oscuro y cerrado, —Acabo de enviar un mensaje y un teléfono sonó en el momento exacto que lo envié.
Mierda.
Kang me envió un mensaje.
Erick bufa, —Deja de imaginar cosas.
—Enviaré otro para ver.
Mierda, mierda, me apresuro a sacar mi teléfono de mi bolsillo pero no soy lo suficientemente rápida y vuelve a sonar.
—¿Ves?— Kang le dice a Erick.
Puedo sentir sus ojos indagando por la oscuridad del pasillo. Con el celular en mi espalda, le doy en el botón de un lado hasta dejarlo en vibrar.
Erick bufa de nuevo, —Es coincidencia, hay docenas de celulares en este pasillo.
Kang envía otro mensaje pero esta vez no suena, solo vibra y maldigo a la tormenta, a la luz, al silencio porque la vibración también se escucha claramente. Debí apagarlo.
La figura de Kang se pone de pie, Erick le llama, —Kang, siéntate, es coincidencia,— Erick suspira, —Oye, Kang.
Kang se pone su teléfono al oído y el mío comienza a vibrar en mi bolsillo, es una llamada. Se que él quiere seguir el sonido de la vibración y si saco mi teléfono a este punto él verá la luz del mismo.
Kang comienza a dar pasos hacia mí y entro en pánico, ¿Qué hago? Sin pensarlo, me levanto y corro en dirección opuesta a él a la entrada del pasillo.
—¡Ey!— la voz de Kang detrás de mí me hace correr más rápido, —¡Para! ¡Ey!
—Señorita, no corras, es— Ms. Leach alcanza a decir cuando le paso por un lado y salgo al pasillo principal.
Por favor, no me sigas, Kang, por favor.
A un lado del pasillo esta la salida y al otro a una distancia los avisos de los baños. No puedo salir a la tormenta, y estoy segura que esa puerta esta cerrada así que corro hacia los baños.
Escucho los pasos pesados detrás de mí, —¡Ey! ¡Que pares!— la voz de Kang suena demasiado cerca, se que no falta mucho para que me alcance.
Agarrándome de la esquina de la puerta del baño de chicas me deslizo en el piso y entro de golpe, la puerta haciendo vaivén detrás de mi porque no es de las que tiene seguro,ya que solo es la entrada al largo baño con varios cubiculos.
Pego mi espalda a la pared, ocultándome, mi pecho subiendo y bajando. Él no va a entrar al baño de chicas, ¿Cierto?
—Eres tú.— la voz de Kang al otro lado de la puerta hace estragos en mí, —No me voy a mover de aquí hasta que salgas y me enfrentes, Klara.
Me deslizo por la pared, quedándome sentada en el suelo. Giro mi cara para mirar hacia la puerta, la brisa la mueve ligeramente abriéndola, y alcanzo a ver a Kang sentando contra la pared afuera, sus ojos perdidos en el horizonte, una sonrisa adorna sus labios.
—No puedo creer que te haya encontrado,— su sonrisa crece, —No sabes cuantas veces he imaginado verte, poder observar tus gestos, tus expresiones, ponerle un rostro a Klara con K, la chica que no ha dejado mi mente desde la primera vez que hablé con ella.
La brisa se esfuma y la puerta se cierra por completo, no sin antes dejarme ver la expresión emocionada de Kang, el chico cuya voz he seguido por tanto tiempo y que no tengo ni idea de como manejar ahora que esta a unos pasos de mí.
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Nota de la autora: Los extrañe, se que si me siguen en redes sociales, saben que he estado delicada de salud. Muchas gracias por sus mensajes de amor, los quiero mucho.
Aqui desaten su furia fangirl porque Kang ya descubrió a Klara.
Muakatela,
Ariana G.
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