Capítulo 6: Nunca Jamás

Me sentía vulnerable. Tenía miedo. Tenía temor. ¿Qué me harían? ¿Qué querían de mí? Quizá solo querían chantajear a Garfio y los demás a mi costa. Pero lo importante era que uno de ellos me había herido. Y no iba a permitir que se quedase callado; ya que, si le atacaba, correría el riesgo de que el otro le protegiera. Estaba en desventaja. Pero al menos quería saber su nombre.

--¿Piensas responder?-- pregunté después de unos segundos en los que lo único que hicieron fue mirarme fijamente como si me inspeccionaran.

--¿Te duele? Deberá hacerlo-- dijo el chico de ojos verdes muy tranquilo, demasiado; como si nada hubiese pasado

Le miré confundida. Ese tono de relax en su tono me había puesto nerviosa. No entendía muy bien a que se refería. Sí, era a las heridas, ¿no? Pero el me había hecho una de ellas. ¿Por qué le importaría? Al fin y al cabo, lo había hecho a propósito y, al parecer, por diversión. Buena risotada soltó después de su acción.

--¿Por qué no me dejas verlas? Las curaré-- ofreció con una amplia sonrisa que incluso daba miedo

--No lo haré. No te conozco. Y tu sonrisa da miedo. Además, ¿quién me asegura que no me harás más daño?-- pregunté inquisitiva 

--No te haré nada. ¿Por qué lo haría? Ya has tenido suficiente por hoy. Y, no tienes otra opción más. Solo hacerme caso-- respondió

Me agarró la mano izquierda suavemente, tal y como lo haría un príncipe al besarle la mano a una princesa. Sin embargo, el pasó su otra mano por encima de mi piel pero sin rozarla. Una neblina verde cubrió las manos y cuando se disipó estaba intacta. No quedaba ni rastro de las heridas. La miré asombrada, sin poderlo creer. Me la acerqué un poco a la cara. Aún en mi asombro, el chico repitió el proceso con mi cuello,  esta vez tan solo acercó su mano sin hacer nada más. La neblina volvió a aparecer, y al desaparecer llevé ambas manos a mi cuello. No quedaba nada.

--¿Ves? No pasa nada. Seguro que ahora estás mejor-- afirmó mientras se ponía en pie, al igual que el otro chico-- Vendrás con nosotros

También me levanté, pero al escucharle negué firme. Había sonado como una orden, y no iba a acatarla. No lo haría y punto. Primero quería que respondiera. Por los mares, ¿tan difícil era dar una respuesta? 

Los chicos voltearon a mirarme, pues ambos  habían echado a andar ya. El de ojos verdes me miró serio, ya sin sonreír. El otro me observó, o pareció observarme, como si estuviese loca. Pero a la vez como si estuviese interesado por cómo acabaría esto. 

--Vendrás con nosotros-- aseguró el chico de ropa verde

--No-- respondí firme 

--No lo estás entendiendo. Te estoy dando una orden. Te estoy diciendo que lo hagas y no hay más discusión

--Tú no respondiste mi pregunta

--Oh, cierto. ¡Qué maleducado! ¿He olvidado presentarme? Soy Peter Pan-- por fin respondió 

En ese momento me quedé sin respiración. Mi corazón se paralizó. Mi cerebro no reaccionaba. No podía ser él. Al fin y al cabo, él murió, ¿no? Eso es lo que me habían  contado. Y lo que habían dicho no podía ser mentira, ¿verdad? 

--Estabas... estabas muerto-- logré decir en algo apenas audible

--Estaba. Lo has dicho muy bien. Estaba muerto-- dijo sonriendo siniestramente

--Entonces cómo es que estás vivo

--Tengo mis medios. Información que no te incumbe-- respondió serio

--¿Por qué no puedo saberlo?-- pregunté 

--Porque no te importa 

--Pero-- intenté rechistar

--Pero nada. Ahora vamos-- me interrumpió él dando la orden todavía firme y serio

Peter me agarró el brazo izquierdo fuertemente, haciéndole una seña al encapuchado para que me cogiese el otro; y eso hizo. Y de esta forma caminamos a quién sabe donde.

Después de haber estado andando durante treinta minutos, llegamos a un lugar donde había muchos muchachos , algunos llegaban apenas a los seis años, mientras que los más mayores no pasaban de los quince. Había troncos de árboles caídos que servían como asientos y la mayoría estaban colocados en círculo; dentro del cual, había una hoguera encendida. Todos los niños estaban ataviados con la misma ropa que la del encapuchado, solo que la mayoría tenían las capuchas quitadas.

Creí que me dejarían ahí, junto a los demás. Me equivocaba. Me llevaron a un árbol hueco al que entramos. Estaba diseñado como una habitación; una cama y una cómoda con varios frascos por encima. Para llegar allí, tuvimos que bajar un pequeño tramo de escaleras, mas luego en la habitación había otro más que también bajamos para poder llegar a una sala vacía. Solo había dos pares de cadenas con esposas, pareciéndose al calabozo de un barco.

El encapuchado y Pan me llevaron hasta las cadenas. Peter le hizo una seña al otro chico para que me soltara el brazo. Obedeció la orden y dejó vía libre para que Pan me empujase contra el suelo haciéndome caer de rodillas.

--Félix, déjanos solos-- ordenó una vez más

Félix, el encapuchado, se fue de la sala dejándonos en un silencio sepulcral, que nos permitió escuchar los pasos de Félix en la lejanía, hasta perderse al salir del árbol. Al hacerlo, Peter giró su cabeza volviendo la vista serio hacia mí, pues había estado mirando la puerta abierta de la estancia hasta entonces. Había mantenido una mano sobre mi hombro, obligándome a estar arrodillada. Se agachó delante mío, cogiendo una cadena y apretando la esposa de ésta en mi mano. 

--Pobre niñita. Se quedará aquí encerrada de por vida-- dijo fingiendo empatía

--Padre vendrá a por mí -- aseguré firme y mirándole con ojos seguros y desafiantes

--Quién. ¿Kilian?¿Garfio?¿Como quiera que le llames?-- cogió otra esposa amarrándome la otra mano y rió irónicamente-- No lo hará 

--Quién me lo va a decir. ¿Tú? Solo eres un malcriado, un estúpido y egocéntrico--sentencié sin cambiar mi expresión, para justo al instante después escupirle

Se limpió riendo de nuevo sarcásticamente, levantándose después de ello.

--Esto no funciona así, niñita. Eres muy desagradecida. Te podría haber llevado a La Jaula o la Cueva del Eco. ¡Pero no! Te traigo aquí y recibo esto. Aquí, en Nunca Jamás, todo el mundo me tiene que respetar o...

--O qué 

--O mueren, a mis manos-- dijo sonriendo ladinamente, para después darse la vuelta y dirigirse a la puerta, saliendo-- Que pases buenas noches-- deseó actuando como si de verdad lo desease para cerrar la puerta tras de sí

Intenté soltarme. Probé de todo. Me rendí después de unas dos horas intentándolo sin éxito alguno. Además, a cada movimiento me dolían las muñecas porque era como si ejerciese más presión en ellas. A parte,  tiraban de mí hacia atrás con fuerza pues cogía impulso intentándolas arrancar de la pared, un acto bastante inútil por mi parte. 

Lo que quedaba de noche, si es que quedaba, lo pasé intentando dormir. Mas fue otra cosa en la que fracasé. Simplemente mis párpados no se cerraban. Sentía miedo, y eso me impedía dormir. ¿Debería seguir creyendo en que Peter Pan podía ser bueno?

Narra Kilian

Lo que vi ante mis ojos no podía ser cierto. Volvía a perder a mi hija. ¿Cómo podía estar ocurriendo? La primera vez la perdí por Rumplestitlskin y ahora por el padre de éste. Quien supuestamente estaba muerto. Le habíamos derrotado. Pero volvía a estar ante nosotros.

--¡NO!-- grité impotente después de que se la llevara 

--Kilian, cálmate-- me dijo David

Reí. Reí secamente. El Príncipe Encantado no podía estar hablando en serio. 

--¿Perdón?¿He escuchado bien?¿Que me calme, dices? No, no lo has podido decir. ¿Te han quitado a tu hija alguna vez, eh? No sabes cómo me siento

--Sí, lo hicieron. Cuando ella no era más que un bebé. La tuve que enviar a este mundo. Creéme que sí que lo sé-- respondió

--Pero cuántas veces te la han arrebatado así, delante de tus ojos. Me la han quitado. Una vez más no la he podido defender. A mi querida niña. A  la que no había visto desde hace doce años hasta ayer-- argumenté 

--Garfio... tranquilízate. Iremos a por ella. No vamos a dejar que ese tipo la haga daño-- me intentó contentar Henry acercándose a mí 

Suspiré sin saber qué decir después de aquello. ¿Iríamos a por ella? El único que debería ir era yo, pues no iba a poner a todos en peligro por querer salvarla.

Regresamos a la casa de los Swan, en silencio. En la calle solo se escuchaban nuestros pasos. Nada más. Cuando volvimos Mary Margaret esperaba despierta con su hijo en brazos. Nos miró preocupada al ver que Nadia no estaba.

--¿No la habéis encontrado?-- preguntó 

--Encontrarla la hemos encontrado, el problema es con quién--  respondió Regina malhumorada 

--¿Con quién estaba?-- preguntó con ansias de respuestas la mujer

Emma se aclaró la garganta seria con intenciones de responder. Sin mirar a su madre formuló las palabras.

--Con Pan

--¿Con... ese Pan?¿Con Peter Pan?¿No estaba muerto?-- cuestionó confusa pasando la mirada por todos nosotros en busca de respuestas

--Sí, con ese Pan. Y sí, está vivo-- respondí haciendo énfasis en la palabras ese

--¿Pero cómo puede ser eso? Es... es imposible 

--No lo sabemos. Pero hay que averiguarlo-- tomó la palabra Henry esta vez

--Dios mío... ¿os ha hecho daño?¿Y a ella?-- inquirió Mary Margaret

--A nosotros no. A ella le ha hecho un corte en el cuello y después... ha desaparecido. Y había un niño perdido, creo que era Félix-- respondió David 

Me recomendaron que fuera a descansar. Me dejarían dormir en la habitación de invitados si no quería volver al barco y decidí quedarme. Me acosté con la misma ropa que llevaba, solo quitándome los zapatos. Miré el techo intentando dormir, pero no podía. No alejaba el temor de mí. ¿Y si la mataba?¿Y si la hería gravemente? No podía dejar que algo así pasará. Pero, en esos momentos, no podía hacer nada. 

Cuando mis ojos se cerraron, ya casi llegaba el amanecer. Soñé que estaba con Nadia en el barco, navegando tranquilamente. La escena en la que defendía a Peter porque Rumplestiltskin jamás había ocurrido, porque el tema no había salido en la cena de mi sueño. De hecho, la cena había sido muy tranquila y cuando habíamos terminado nos habíamos ido al barco. Por eso el relajado paseo en el Jolly Roger por las olas. Pero cuando estábamos algo alejados del puerto, una neblina verde apareció. Cuando se disipó, dos chicos aparecieron. Eran Félix y Peter Pan. Nadia sacó su espada y yo repetí su acción. Sin embargo, Pan sonrió ladinamente y con un gesto de su mano alzó a mi hija con magia empezando a ahogarla. Ella se llevó ambas manos a la garganta buscando aire. Cuando ya prácticamente no le quedaba oxígeno, Peter la lanzó con fuerza contra el mástil del barco, cayendo así la chica posiblemente muerta.

Me desperté de golpe y sobresaltado. Me restregué la cara con las manos para despejar las lágrimas de mis ojos. Había sido horrible. Las pesadillas me habían atormentado durante años noche tras noche hasta que encontré Storybrooke. Esa ciudad las había alejado de mí pero habían vuelto a atacar. Ni en mis sueños me podía sentir ya protegido o aliviado. El sueño me había parecido muy real. Tanto, que otra vez se apoderó de mí el miedo de perderla porque él la mate sin poder hacer algo al respecto. 

Si le pasaba algo a Nadia, no me lo perdonaría en la vida. Por esa razón, quisieran o no los de la ciudad, iría a por ella. Y alguien vendría conmigo por peligroso que fuera. Porque, en el caso de que le pasase algo a esa persona, se lo merecería. Aunque fuese el peor destino que Peter le diera, sería merecedor de ello. Obligaría a Rumplestiltskin a venir conmigo. Iba a trazar un plan que pondría en marcha lo antes posible. Iría a Nunca Jamás con al menos un acompañante, rescataría a mi hija, encerraría al demonio de Pan, y no permitiría que le pasase nada más a Nadia. Mi querida hija ya había sufrido demasiado por una vida, no merecía más sufrimiento aún.

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Aquí el sexto capítulo de esta novela que parece estar gustando mucho. Un voto o comentario se agradece muchísimo y me anima a seguir. 

Besos,

Marta <3


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