Perdóname
Jimena
Cuando creí que no podría ser más cobarde y desgraciado, logra sorprenderme y resulta que puede hacerlo mejor. Y saber que me señaló tantas veces, pero como era de esperarse, siempre habla quien menos puede.
Ese viaje fue un tormento. A pesar de que deseaba disfrutar de estas pequeñas y forzosas vacaciones, se volvió un martirio tener que cruzarme con ese imbécil a donde quiera que fuera.
Ya fue suficiente diversión. Me he dejado arrastrar por ese idiota y no quiero pasar por lo mismo. No puedo continuar ocultándole esto a Emmanuel. No quiero que lo nuestro se arruine por completo, por haber sido tan tonta y por dejarme llevar por un desliz sin relevancia. Debo asumir las consecuencias de mis actos.
Me había prometido a mí misma que tan pronto regresara del viaje, enfrentaría a Emmanuel y le contaría la verdad. Por esa razón, acudí a citarlo en mi casa y preparar una deliciosa cena, como acostumbraba a recibirlo los fines de semana. Hace un tiempo no me presento a su consultorio, porque los horarios me atan a la oficina, al igual que los suyos.
Llegó a la puerta de mi casa perfumado, bien vestido, con mi vino y dulces favoritos. Esos detalles que siempre he considerado algo demasiado cursis pero bonitos, son los que me causan un mal ahora, porque había llegado el momento de ser valiente y enfrentar las consecuencias de mis errores.
Ya sentados en la mesa, luego de haber cenado y fingido que todo estaba bien para no dañar el ambiente, logré llenarme de la suficiente valentía para traer el tema.
—No pienso ablandar las cosas antes de decirlas, porque no hay forma de ablandar esto que estoy a punto de decirte.
—¿Quién es él?
Su pregunta me dejó atónita, pero sobre todo, el tono calmado que utilizó.
—¿Qué?
—¿Quién es ese alguien que tiene a mi princesa llena de dudas?
—No se trata de dudas — negué con la cabeza.
—Lo siento, te he desatendido mucho debido al trabajo.
—No se trata de eso.
—Déjame terminar. Jimena, los dos somos adultos, sabemos lo que está bien y lo que está mal. Llevamos muchos años juntos, te conozco como la palma de mi mano. ¿Crees que no he notado tu indiferencia y cambios? No sé si el amor ya se acabó o se enfrió de tu parte, y es algo que, no te voy a mentir, me duele. Siempre has sido un témpano de hielo. Así te conocí y me encantaste desde ese primer día. Todavía ahora te sigo amando y mucho más fuerte que antes.
—Un engaño es un engaño, aunque no haya ocurrido a mayores. Fue un momento de debilidad y no pienso justificar mi falta, porque eso no quita, ni mucho menos minimiza el dolor y la decepción provocada.
—No me siento decepcionado de ti. De hecho, si hay algo que he admirado tanto de ti, es que siempre has sido transparente conmigo. Aunque a veces te tomas tu tiempo en decirme las cosas, siempre lo haces, por más duro que sea. Tampoco diré que estoy orgulloso de saber que hay alguien más tratando de arrebatarme al amor de mi vida, porque estaría mintiéndote. Lo único que deseo tener claro es cuán importante es esa otra persona, como para tomar la decisión de terminar lo nuestro. Te aseguro que si tomas esa dura decisión la respetaré, te daré tu espacio y me saldré del medio, porque lo menos que quiero es convertirme en una piedra en tu zapato que evite que seas feliz.
—Yo no quiero que lo nuestro se termine. Emmanuel, si de algo estoy segura en esta vida, es de que te amo. Me dejé cegar por la lujuria, por la venganza, por mis deseos egoístas y reprimidos, y por el hecho de haber tenido el control en mis manos por primera vez, pero eso no implica que haya dejado de amarte.
—¿Venganza?
—Ese alguien es el idiota que destruyó mis sueños hace muchos años atrás. Ya hemos hablado de él anteriormente, pero no sabía que la vida iba a traerlo a mí y me daría luz verde de cobrarle las que me hizo. Sé que suena patético haberme rebajado tanto, a sabiendas que él es el culpable de todos mis complejos y situaciones que he tenido que enfrentar.
Se levantó de la silla, poniéndose de rodillas a mis pies y descansando su mano sobre mi muslo.
—Tranquila, mi princesa. Cada acción tiene su consecuencia y su razón de ser. Si tú consideraste que esta era la forma de descargar, así fuera un poco, ese dolor que llevas cargando desde tu adolescencia, no soy quien para juzgarte. Para mí significa mucho saber que, a pesar de todo, lo nuestro no está irremediablemente roto y hay oportunidad de trabajar en esto juntos. Siempre y cuando ambas partes estemos de acuerdo, todo se puede superar en conjunto.
—Lo sé, es solo que existen ciertos aspectos que me gustaría que trabajemos e implementemos en nuestra relación.
—¿Qué aspectos?
—Como pareja nos entendemos muy bien, pero íntimamente siento que lo nuestro ha ido deteriorándose lentamente. La monotonía nos está afectando, al menos a mí me está afectando. ¿Estás dispuesto a trabajar esto conmigo?
—Por ti soy capaz de bajarte la luna si me la pides.
—Perdóname por lo que hice. Sé que es egoísta esperar que me perdones algo así.
—No hay nada que deba perdonarte— acarició mi mejilla—. Soy yo quien debe disculparse por no haberme dado cuenta de que no te estabas sintiendo cómoda. Solo te pido que no te calles más las cosas, ¿sí?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top