No te soporto

—¿Qué demonios me hiciste? — logré formular, seguido a acariciar su mejilla—. Has sabido cómo envolverme, cachorrito. Haces unas expresiones tan únicas, genuinas, atrayentes y sensuales. No puedo dejar de mirarte un solo segundo.

Pasó saliva, permitiendo que acariciara sus labios con mi dedo. Cuando me disponía a darle un beso a ese tierno cachorrito, el timbre de la puerta me lo impidió. Eso es extraño.

—¿Esperabas a alguien?

—No, no estaba esperando a nadie.

—Tal vez es tu exnoviecito.

Ese tono de disgusto me llamó la atención. Es tan lindo cuando se enoja.

—Con esa insistencia, lo dudo mucho.

Nos pusimos en condiciones antes de ir a la sala. Él se mantuvo detrás de la puerta en espera de que abriera. Cuando vi a la Sra. Collins por el agujero de la puerta, negué varias veces seguidas con la cabeza.

—Es tu mamá.

—¿Qué?

—De nada vale que te ocultes.

Le abrí la puerta, porque sabía que su presencia en mi casa debía ser porque ya estaba enterada de la situación. Y es que, detrás de ella vino Suzan, pero ella no se atrevió a pasar.

—¿Dónde está mi hijo? Ni intentes esconderlo de mí. He visto su coche estacionado afuera— la Sra. Collins pasó a la casa sin saludar, con una actitud que dejaba claro que las cosas no iban a terminar bien.

—Yo… quise evitar que viniera— me confesó Suzan—. Te juro que no le dije nada de ti. Ella fue a visitar a Oscar a su apartamento y como no lo encontró para enfrentarlo, vino directamente para acá y por más que traté de calmarla, ha sido imposible. Te llamé para advertirte, pero no respondiste — se escuchó sincera su versión.

—Adelante, guapa — salí del medio para permitir que entrara y así poder cerrar la puerta.

—Ahí estás, condenado— la Sra. Collins le ha dado una bofetada tan fuerte a Oscar que Suzan y yo nos miramos automáticamente.

No, no me agradó para nada que se atreviera a golpearlo delante de mí. Aunque sea su madre, eso no le da derecho alguno de abofetearlo. Tal vez soy la menos indicada, después de todo lo que le hago, pero no es lo mismo y no se puede comparar. Le he guardado un gran aprecio y cariño por el tiempo que he trabajado con ella, especialmente por la oportunidad que me brindó de trabajar en su empresa, pero una cosa no tiene que ver con la otra.

—¿Cómo pudiste abandonar a una mujer que ha estado contigo por tantos años, por una maldita aventura con mi asistente? ¿En qué demonios estaban pensando ustedes dos? — nos miró a los dos furiosa—. Especialmente tú, que sabes muy bien que encontrar una relación estable con una buena mujer a estas alturas no es fácil— volvió a mirarme—. Y tú, eres una cínica, una desgraciada de la peor clase. Ya sabía que algo se traían entre manos ustedes dos, pero que hayas sido tan descarada para negarmelo en la cara cuando te confronté, eso sí que no lo esperé de ti. Deposité mi absoluta confianza en ti, creyendo que eras una mujer decente y confiable, pero me equivoqué. No se muerde la mano a quien te da de comer.

Debí premeditar que esto ocurriría. Ya no podré conservar el trabajo, probablemente esto me cierre muchas puertas, lo mismo que ocurrió hace tantos años atrás, pero no pensaba quedarme callada. Cuando iba a cantarle sus tres verdades en la cara, Oscar me tomó por la cintura y me atrajo hacia él. Fue una acción que no esperaba de su parte, y menos luego de esa bofetada y su miedo a enfrentar a su madre.

—Jimena es la mujer de quien estoy enamorado. A quien debía dejarle las cosas claras, fue a Suzan y ya lo hice. Ella comprendió que las cosas entre los dos ya no estaban funcionando y como dos adultos lo suficientemente maduros, decidimos cortar nuestra relación, y así cada quien por su lado. Fuera de eso, ella me mintió diciéndome que estaba esperando un hijo mío, pero por fortuna, ese no fue el caso.

No salía de mi asombro por las agallas y esa actitud tan de hombre que sacó. Me debilitó hasta las piernas. Me gusta cuando está manso, pero cuando es así me derrite por más que me esfuerzo en no demostrarlo. Ni siquiera me inmuté a desmentirlo.

—Esas deben ser tus aspiraciones; ser un hombre recto, que lleve las riendas de la empresa y convertirte en un buen padre de familia. ¿Cómo puedes alegrarte de que no tendrás descendencia? ¿Quién cuidará de ti y se quedará a cargo de la empresa que con tanto sacrificio le tocó sacar adelante a tu padre?

—Lo que yo haga con mi vida o la mujer que elija, no tiene nada que ver contigo. Estoy bastante grandecito y viejo para que me quieras controlar. Ni la empresa, ni darte un nieto, ni casarme bajo presión, nada de eso me interesa y te lo he dejado saber. Mis aspiraciones no tienen porqué ser igual que las tuyas. Lo mismo trataste de hacer con mi padre. Me trajeron al mundo por presiones y caprichos ajenos, no porque realmente me hubieran querido tener. Desde antes de nacer, ya tenías planeado mi futuro, como si eso dependiera de ti. Pues lamento informarte que no seguiré más tu juego. Siempre te lo he dicho, tu destino será quedarte completamente sola, porque así como mi padre ya no te soportaba, yo tampoco lo hago.

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