Mío
—Ya has llegado lo suficientemente lejos con esto.
—Eso es lo que lo hace más interesante y divertido. ¿Me dirás que la adrenalina no deja un buen sabor de boca?
Le ayudé a quitar el gabán, dejándolo sobre el espaldar de la silla. Luego le abrí los botones de la camisa, alimentando una vez más la vista.
—Inclínate y levanta bien el trasero. Que se note las ganas locas que tienes de ser empalado.
—Esto es humillante — murmuró para él, aun así, lo escuché.
—Todavía no has saboreado el verdadero sabor de una humillación — saqué el tapón anal de mi bolso y lo lubriqué con el producto que Altagracia me recomendó.
Ese olor a fresa hacía más deleitable y agradable el asunto. Tan pronto me vio acercarme con el tapón en la mano, se enderezó.
—¿A dónde crees que vas con eso?
—Deja el drama. Te he visto colocar objetos más grandes y ahí sí no te quejas. Callado te ves más bonito. Inclínate — le ordené nuevamente, en ese tono autoritario que me caracteriza cuando me hacen enfadar.
Entre resoplidos, se inclinó sobre el ventanal, dejando elevado su trasero. El tapón consta de solo tres patrones de pequeñas pelotas, pero son lo suficiente para estimular esa zona y más con la vibración que sentirá en unos breves momentos.
Lo adentré con calma, sin prisa, escuchando a la par sus intensos y largos suspiros. A medida que su ano iba dilatándose, fue mucho más fácil el proceso de llevarlo hasta el fondo. Cuando activé la vibración, oí su gemido de sorpresa y vi la forma en que se apoyó del ventanal con la frente, llevando sus dos manos a sus nalgas y despejando la vista para mí. Sus piernas estaban flaqueando y me llenó de orgullo saber que he sido la causante de sus espasmos. Por Dios, el cuerpo de este hombre fue creado para cumplir con cada una de mis fantasías.
—Eso ha sido muy erótico de tu parte. Quédate así.
El último juguete que compré, debía dejarlo para el final, para cerrar con broche de oro. La vagina de bolsillo será nuestra acompañante. Escogí la textura más realista, que lo va a engullir completamente, succionar y vibrar. Sé que no durará mucho siendo estimulado al mismo tiempo, esa fue otra de las razones para dejarlo para lo último.
—Aquí descargarás todo lo que llevas retenido. Este será tu retrete personal.
—¿De dónde demonios has sacado todo esto? — dijo tembloroso.
—Lo he comprado para ti como premio. Te lo has ganado por ser obediente.
Esa vagina devoró cada centímetro de su pene como si nada. Dentro de mí, existía esa curiosidad de saber lo que debía estar sintiendo ahora que lo he puesto a funcionar y su rostro lucía tan distorsionado. A veces quisiera convertirme en un hombre para experimentar todo esto.
—¿Te gusta?
Sus temblores y gemidos no le permitían hablar con claridad. Por unos instantes parecía que estuviese perdiendo la cordura. Ni siquiera estaba midiendo sus gruñidos y gemidos. Agitaba mi mano rápidamente, cuestión de que pudiera sentir esa vibración y estrechez más intensamente. Las ansias de darle sus buenas nalgadas no pude evitarlas. Sus palpitaciones lucían claras para mí, pues se notaba a simple vista que en cada nalgada, su ano se ajustaba al tapón. Es lindo verlo doblemente sonrojado y con mi mano marcada.
—Te he hecho una pregunta, maldita perra— atraje su trasero hacia mí por la cintura con la mano libre, y simulé penetrarlo, dándole unas buenas estocadas, alternando con algunos roces de forma circular intencionalmente, para que pudiera sentir esa presión del tapón hundirse, a la par de escuchar el sonido de mi pelvis golpear con su trasero.
Ascendí mi mano a una de sus pinzas para provocarle ese dolor que tan placentero se vuelve a medida que transcurre el tiempo y más excitado se encuentra.
Era extasiante ver su reflejo en la ventana de cómo mordía sus labios, hasta que sus caderas se comenzaron a mover por su cuenta. Es sorprendente, su resistencia ha sido más de la que creí. Esta perra no deja de sorprenderme y envolverme como únicamente él sabe hacer.
Sus expresiones fueron cambiando a unas más eróticas y perversas, cada una mejor que la anterior. Mi cuerpo ardía de calor, de lujuria, de deseo. Podría fácilmente tener un orgasmo con solo mirarlo a través del reflejo, mostrando su lengua, mordiendo de vez en cuando sus labios, cerrando los ojos con fuerza y dejando escapar esos gemidos tan extasiantes.
Todas y cada una de sus expresiones quedarán guardadas en mi memoria; como la primera vez que lo hice mío.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top