Curvas

El viaje se hizo corto, pues estuve entretenida con las miradas que me estaba dedicando Oscar desde su asiento. Según pisamos Phoenix, Arizona, ya nos estaban esperando para llevarnos a nuestro destino. Hace un tiempo había venido con la Sra. Collins, aunque no a quedarme. De hecho, la vida es tan irónica que tuve que presentarme al velorio de ese señor que tronchó mis sueños. Ahora las circunstancias son distintas, pero miento si todavía no le guardo rencor a ese señor, a pesar de estar tres metros bajo tierra. Si bien conozco que mi peor defecto es ser rencorosa y es algo con lo que debería trabajar, pues sé que no deja nada bueno, pero es difícil y más lo sería renunciar a esta oportunidad que me dio la vida para cobrarle con creces todo lo que vivi en el pasado, a ese imbécil prepotente. 

Ha caído la noche, la ciudad y las calles se ven tan espectaculares. Pasamos por un restaurante antes de seguir de largo al Hotel. Mañana a primera hora iremos a visitar a esa familia de locos. 

—¿Dónde se ha metido mi hijo?

—No lo sé, Sra. Collins, no lo he visto desde que llegamos. 

—Debe estar visitando el sendero del jardín de cactus. Cuando era niño le gustaba venir con su papá. No hubiera querido que viniese. 

—¿Por qué?

—Sé lo mucho que le afecta todo lo relacionado a su padre, por eso intento mantenerlo lejos de todo lo que represente sufrimiento para él. 

Me siento como una hipócrita. A pesar de que he estado chantajeando a ese idiota, no tengo pensado causarle algún mal a ella con todo lo que sé del hijo. De hecho, ni siquiera tengo pensado contarle a nadie. Solo lo he usado para vengarme y de paso cumplir con mis más enfermas y retorcidas fantasías. 

Oscar

Tenía planeado instalar una videocámara, pero debía hacerlo antes de que ella viniera a la habitación que reservó hace varios días, es solo que no contaba con que esa mujer apareciera tan pronto. El único lugar donde tuve tiempo a esconderme fue en el baño, pero sabía que no tenía tiempo que malgastar, debía esconderme en alguna parte donde no fuera descubierto por ella o le estaría dando más material para tenerme en sus manos. 

El único lugar que encontré fue el armario, pero estaba sumamente apretado. No puedo creer las cosas que debo hacer por esa mujer. Nunca imaginé encontrarme en una situación así, pero esta mujer saca la peor versión de mí. 

La tensión se volvió más intensa cuando la vi entrar al baño. Estaba casi seguro de que iba a atraparme si se daba la vuelta. Mi rostro debía estar violeta por haber aguantado la respiración por tanto tiempo con tal de no ser descubierto. 

Deseaba obtener material comprometedor y frente a mis ojos estaba teniendo gran parte de lo que necesitaba. Mi mente en varias ocasiones había tenido un lapso dónde se volvía vulnerable y la curiosidad era tanta que se hacía ideas de cómo se vería desnuda, pero no logré acercarme ni un poco. 

¿Quién iba a siquiera imaginar que debajo de ese horroroso uniforme de oficina se ocultaba un cuerpo tan voluptuoso? No es el tipo de cuerpo que acostumbro a ver o a tener en mi cama, pero es el que despertó un hambre voraz. 

Su piel trigueña, con esas curvas salvajemente atractivas, que encajan a la perfección con sus pechos, con el ancho de sus caderas, de sus muslos grandes y trasero gelatinoso que, aún con marcas, no le restaba absolutamente nada de belleza. 

Este material no será suficiente para tenerla en mis manos. Conociéndola como lo hago, sé que esto no le va a intimidar en lo absoluto. Además, sacar a la luz este video no causaría ningún tipo de disgusto a quien lo viera. Lo conservaré, pero solo con el propósito de tener algo a la mano con el que fastidiarla en un futuro. 

—¿Ya saciaste tu curiosidad? — cuestionó, ya dentro de la bañera, dejando el agua recorrer por su cuerpo y sin siquiera cerrar la cortina.

¿Cómo demonios lo supo? Me jode saber que he sido descubierto por esa mujer. 

—¿Qué te trae por aquí, perrito acosador? ¿No me digas que estabas tan ansioso por descubrir lo que tu dueña estaría dándote de comer? 

Su sonrisa maliciosa fue lo que me llevó a salir y enfrentarla. Me saca de quicio esa sonrisa. Siento tantas ganas de acabarla. 

—Casi acabas con mi relación, lo justo sería acabar yo con la tuya. Con este material creo que será suficiente. 

—¿Así que por eso estás aquí? Eres más tóxico que Chernobyl. ¿Por qué mi novio podría sorprenderse de ver este cuerpo desnudo, si es el mismo que se come a diario? — soltó una carcajada que solo me produjo una severa molestia. 

No lo había visto de esa manera. Era evidente que ese no era mi propósito, pero bajo enojo uno dice miles de pendejadas. Hasta me he delatado sin querer.

—¿He saboteado tus planes, perrito? 

Cuanto quisiera callarla y atragantarla hasta el fondo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top