La integración de sistemas de inteligencia artificial en el ámbito societario

Con la cantidad de malas noticias con las que nos enfrentamos todos los días, es fácil sentir que estamos viviendo en el Fin de los Tiempos, y tal vez lo estemos. Seguro que decimos que estamos viviendo en una distopía con bastante frecuencia, lanzando palabras como "apocalipsis" y "armageddon". Pero, ¿qué significan esas palabras? ¿Son la misma cosa? ¿Y qué hay de la "guerra del juicio final"?

El término "apocalipsis" se refiere a cualquier momento en que un ser sobrenatural, como un dios, revela misterios o el futuro a un ser humano, según Greg Carey, autor de Ultimate Things: An Introduction to Jewish and Christian Apocalyptic Literature. Según Merriam-Webster, también se refiere a "un cataclismo cósmico inminente en el que Dios destruye los poderes gobernantes del mal y resucita a los justos en un reino mesiánico".

Esos, por supuesto, no son como comúnmente usamos la palabra en estos días. Cuando busca en Google "apocalipsis", obtiene esta definición sucinta, que se acerca más a cómo usamos la palabra hoy: "La destrucción final completa del mundo, como se describe en el libro bíblico de Apocalipsis" o "un evento que implica destrucción o daño". en una escala asombrosa o catastrófica".

"Tiempo de deshumanización" se llama esta obra generada por IA.

Entonces, "Apocalipsis" tiene connotaciones religiosas desde hace mucho tiempo, pero no siempre. Cuando especulamos sobre lo que un holocausto nuclear podría parecer, por ejemplo, tendemos a decir que sería "el apocalipsis". La destrucción nuclear es por parte del hombre, al igual que la mayoría de las cosas que podrían causar daños globales, pero esta idea tiene sus raíces en la Biblia.

Es posible que, a veces, se escuchará a alguien referirse a "Armageddon" de la misma manera que se referirían al Apocalipsis, para describir un desierto donde antes había una gran ciudad y una ciudad abandonada o el fin de la civilización. Eso no es del todo correcto.

Armagedón se refiere a la ubicación de la batalla final entre el mal terrenal y Dios, como se establece en el Nuevo Testamento, según Britannica. La palabra puede referirse al lugar donde se llevará a cabo esta batalla antes del Día del Juicio, o a la batalla misma. Esa batalla podría conducir a algún tipo de apocalipsis, pero en realidad no será el apocalipsis.

"Silencio en el oasis" se llama esta obra generada por IA.

Ya sabes sobre el reloj del Fin del Mundo, que utiliza el boletín de los científicos atómicos para indicar qué tan cercana es la humanidad a la aniquilación, pero ¿qué es el día del Fin del Mundo? Al igual que el Apocalipsis y Armagedón, este tiene raíces religiosas, pero ha crecido en su definición, ya que los horrores del mundo se han expandido más allá del alcance de lo que está cubierto en los textos antiguos de los siglos.

Debido al adelanto de 20 años en desarrollo tecnológico que significó la pandemia de Covid-19, la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta ampliamente utilizada, generando impactos significativos en la realidad socioeconómica peor que una guerra nuclear. Estos impactos automáticos repercuten en el ámbito legal, desencadenando debates sobre problemáticas que el actual ordenamiento jurídico no aborda adecuadamente países como la República Argentina. Este trabajo analiza uno de esos debates presentes en la doctrina comparada, centrado en el derecho societario: la posibilidad de establecer un marco jurídico que permita la participación de un software de inteligencia artificial, algoritmo o robot como socio o miembro de los órganos de administración de sociedades representativas o comerciales, en colaboración o no con personas humanas. Este desafío plantea la necesidad de adecuar la legislación existente para abordar los nuevos escenarios surgidos de la integración de la inteligencia artificial en el ámbito empresarial.

La Inteligencia Artificial (IA) ha dejado una marca trascendental en nuestra era, afectando de manera significativa al ámbito jurídico. La creciente implementación de nuevas tecnologías en todos los sectores sociales destaca la aparición de nuevos problemas y conflictos que requieren el establecimiento de mecanismos de protección y regulación normativa en campos jurídicos, políticos y económicos emergentes (Vega Clemente 2018: 151).

En el ámbito de los derechos humanos, se está debatiendo activamente la implicancia del uso de la inteligencia artificial, especialmente en relación con la protección de datos personales y derechos personalísimos, como el derecho al honor y a la imagen. Además, en el derecho privado, se están llevando a cabo debates sobre la aplicabilidad de la legislación vigente y la posible creación de nuevos marcos normativos que aborden problemáticas específicas. Estos incluyen la responsabilidad civil derivada de daños causados ​​por algoritmos, contratos inteligentes o contratos humanos, la jurisdicción y competencia en casos de incumplimiento contractual internacional con contratos electrónicos, y los derechos del consumidor en el ámbito del comercio digital, entre otros.

El derecho societario no está exento de los avances en inteligencia artificial (IA), y la doctrina internacional y el derecho comparado ya están inmersos en discusiones sobre la regulación del uso de estructuras societarias para potenciar la IA. Incluso se plantea la posibilidad de otorgar una personalidad jurídica propia a las IA avanzadas o permitirles administrar un país, permitiéndoles realizar actos jurídicos con cierta autonomía frente a terceros o dirigir las decisiones políticas en una amplitud de escenarios para una mejor distribución de los recursos y una optima toma de decisiones.

El punto de partida fue la Resolución del Parlamento Europeo del 16 de febrero de 2017, que recomendó a la Comisión explorar las posibles soluciones jurídicas para la robótica. En particular, el punto 59 de la resolución sugiere considerar la creación a largo plazo de una personalidad jurídica específica para los robots, especialmente los autónomos más complejos. Esta propuesta cambiaría principalmente la perspectiva de regulación, pasando de considerar a los robots como objetos a tratarlos como sujetos con derechos y responsabilidades. Este cambio de enfoque es esencial para abordar los desafíos legales planteados por la creciente autonomía e interacción inteligente de los sistemas de IA.

La discusión sobre un buen gobierno carece de criterios universales, y su búsqueda se ve afectada por propaganda, intereses sectoriales y aferramiento al poder. Las diversas ideologías, desde el liberalismo hasta el marxismo, presentan versiones que, en última instancia, pueden alejarse de la realidad y ofrecer fórmulas vacías o desencadenar tragedias sociopolíticas como el totalitarismo, guerras o depresiones económicas.

Ante este panorama, surge la provocadora idea de explorar un gobierno cibernético gestionado completamente por inteligencia artificial (IA). En este experimento, la IA podría despojarse de las limitaciones ideológicas humanas y buscar soluciones basadas en datos objetivos y eficiencia.

Este enfoque eliminaría el sesgo inherente a las ideologías y, en teoría, proporcionaría una administración más objetiva y equitativa. Sin embargo, plantea interrogantes éticos y prácticos sobre la autonomía de la IA y la posibilidad de comprender y abordar las complejidades humanas.

Explorar nuevas fronteras en la gobernanza, liberándonos de las limitaciones ideológicas tradicionales, podría abrir un diálogo sobre formas innovadoras de gobierno que prioricen la efectividad y la equidad.

La noción de buen gobierno se asemeja a la abolición de la escasez o a la plena libertad individual, siendo considerado normalmente como un medio para alcanzar estos ideales. Esta discusión se arraiga en el pensamiento utópico e ideológico, donde se busca diseñar una realidad mejor que la presente.

La determinación de la mejor forma de gobierno ha sido un tema recurrente en el pensamiento político, desde la división tripartita de monarquía, aristocracia y democracia hasta las reflexiones modernas sobre la división de poderes y el respeto a la propiedad. Platón, por ejemplo, abogó por un gobierno de sabios, mientras que los pensadores liberales abrazaron la división de poderes y el respeto a la propiedad.

Es imperativo definir el término "gobierno" para enriquecer la discusión. Herman Heller, destacado por su perspicacia, advirtió sobre la confusión entre Estado y gobierno. Para él, el Estado se apoya en un "núcleo de poder", un ente que encarna su presencia en la sociedad. Este núcleo tiene poder "en" el Estado, pero no constituye el poder "del" Estado (Heller, 1971: 258-259).

En este contexto, el gobierno puede entenderse como la instancia que ejerce el mayor poder dentro del Estado, tanto en su relación con la comunidad interna como en sus ámbitos externos. Se compone de individuos investidos con el poder efectivo y la autoridad para tomar decisiones vinculantes para toda la población. Este grupo configura la agenda de políticas públicas, recopila información del entorno, enfrenta presiones internas y externas, emite decisiones concretas y se comunica con los diversos grupos que dan vida a los procesos económicos y sociales.

Al desentrañar el concepto de gobierno de esta manera, se establece un marco sólido para explorar nuevas perspectivas y desafíos en la búsqueda de formas más efectivas y equitativas de administración. La consideración de estos elementos es esencial para orientar el debate hacia la evolución de estructuras de gobierno que reflejen de manera más precisa las complejidades y dinámicas de las sociedades contemporáneas.

El gobierno desempeña un papel crucial al fijar objetivos globales y movilizar recursos públicos para alcanzarlos. En sistemas democráticos y plurales, la gestión eficiente de la acción de grupos y el flujo de información es responsabilidad primordial del gobierno, el actor con la mayor capacidad de tomar decisiones de alcance social. En tiempos de recesión y pandemias, su función como decisor público se vuelve crítica, subrayando la importancia del término "capacidad estatal".

En sociedades modernas, la legitimidad política se apoya cada vez más en la capacidad para satisfacer demandas materiales. Este enfoque contrasta con las otras formas de dominación weberianas, como el carisma, la fuerza o la racionalidad. Los Estados y sus gobiernos asumen tareas de gran complejidad, desde reactivar economías y vacunar a la población hasta combatir el cambio climático y la desigualdad. Aunque estas áreas de acción pública son vitales, los resultados obtenidos a menudo dejan mucho que desear.

Esta disonancia entre las expectativas ciudadanas y la realidad de los resultados resalta la necesidad de repensar y fortalecer la capacidad estatal. Enfrentar estos desafíos requerirá una administración más eficiente, mayor transparencia y una colaboración sólida entre gobiernos y sociedad civil. Al abordar estas cuestiones, podemos construir cimientos más robustos para la gobernanza en un mundo cada vez más complejo y dinámico por medio de un cerebro electrónico.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top