Gobierno coherentemente artificial
El 12 de noviembre de 1971, Stafford Beer, un famoso investigador cibernético, mantuvo una importante reunión con el entonces presidente chileno Salvador Allende para discutir el despliegue de una herramienta revolucionaria en la gestión económica. La entrevista fue extremadamente importante para Beer porque el proyecto necesitaba el apoyo del presidente. Durante diez días, trabajó incansablemente con un pequeño equipo de chilenos para desarrollar un plan para un sistema tecnológico innovador para gestionar la transición económica de Chile de acuerdo con los principios socialistas durante la presidencia de Allende.
El proyecto, más tarde conocido como Synco en español y Cybersyn en inglés, tenía como objetivo establecer una conexión directa entre cada empresa nacionalizada con una participación cada vez mayor en la economía chilena y el centro de computadoras en Santiago. Esto permitiría al gobierno comprender rápidamente el estado de la producción y proponer respuestas a las crisis en tiempo real. Aunque Allende había sido informado del proyecto con antelación, Stafford Beer se encargó de explicarle el sistema al presidente y persuadirlo para que recibiera apoyo del gobierno. Este enfoque basado en la tecnología tenía como objetivo racionalizar la toma de decisiones para mejorar la eficiencia económica y de gestión.
Acompañado solo por su traductor, un exoficial naval chileno llamado Roberto Cañete, Stafford Beer se dirigió hacia el palacio presidencial de La Moneda, mientras el resto del equipo esperaba ansiosamente en el bar de un hotel cercano. "Un observador crítico podría sugerir que me dejaron solo para enfrentar el desafío por mi cuenta", expresó más tarde. "Recibí esta misión como uno de los mayores gestos de confianza que jamás me hubieran concedido, porque me permitió expresar libremente mis ideas" (Beer, 1981: 257). La reunión transcurrió de manera favorable. Una vez que estuvieron cara a cara, con Cañete en el medio traduciendo discretamente la conversación, Beer inició la explicación de su trabajo en gestión cibernética, un campo que él mismo fundó a principios de la década de 1950 y que continuó desarrollando en publicaciones posteriores. El núcleo de su trabajo era el "modelo de sistema viable", una estructura de cinco niveles basada en el sistema nervioso humano, que Beer consideraba común a todas las organizaciones estables, ya sean biológicas, mecánicas o sociales. Salvador Allende, formado como patólogo, comprendió de inmediato la inspiración biológica del modelo cibernético de Beer y asintió atentamente durante la explicación. Esta reacción dejó una profunda impresión en Beer. "Le expliqué todo el plan y el modelo de sistema viable de un solo golpe... nunca antes había trabajado con alguien en la cúspide jerárquica que entendiera tan claramente lo que estaba diciendo" (Beer, entrevista).
Stafford Beer, al reconocer los desafíos inherentes para lograr un control económico en tiempo real, enfatizó que un sistema fundamentado en la comprensión sólida de los principios cibernéticos podía superar barreras tecnológicas consideradas insuperables en el mundo desarrollado, incluso frente a los recursos tecnológicos limitados en Chile. Después de que Allende adquirió familiaridad con la mecánica del modelo de Beer, impulsó los aspectos políticos del proyecto, insistiendo en que el sistema adoptara un enfoque "descentralizado, con participación de los trabajadores y de manera antiburocrática" (Beer, 1981: 257). Cuando Beer finalmente alcanzó el nivel superior de su jerarquía sistémica, el espacio que Beer había reservado para Allende en el modelo, el Presidente se reclinó en su silla y dijo: "finalmente... el pueblo" (Beer, 1981: 258). Con esta expresión concisa, Allende reinterpretó el proyecto para reflejar sus convicciones ideológicas y su visión del liderazgo político equiparando este con la voluntad popular. Al concluir la reunión, Beer había asegurado la aprobación de Allende para dar continuidad al proyecto. Aunque a primera vista, un encuentro entre un cibernético británico y un presidente chileno, especialmente uno tan controvertido como Allende, pueda parecer inusual, se destaca que la breve presidencia de la Unidad Popular (UP) ha inspirado más investigación académica que cualquier otro período en la historia chilena. A pesar de la cantidad de escritos existentes, se sabe relativamente poco sobre el experimento del gobierno chileno con la cibernética durante este período y, aún menos, sobre su contribución al experimento de la UP en el socialismo democrático.
La reunión entre Beer y Allende revela la importancia de explorar el papel de la tecnología en uno de los períodos más estudiados de la historia de América Latina, arrojando luz sobre una faceta poco examinada de la revolución chilena. Documentar la construcción de este sistema no solo proporciona información sobre las capacidades tecnológicas chilenas en los primeros años de la década de 1970, sino que también ofrece una ventana para entender nuevas tensiones dentro de la UP, Chile y la comunidad internacional en general. Las impresiones y aspiraciones expresadas por los participantes del proyecto ofrecen una historia alternativa del tiempo de la UP, basada en el optimismo tecnológico y la fusión de ciencia y política para generar un cambio socioeconómico. Este acontecimiento sostiene que el experimento de la UP con la cibernética y la computación constituye una característica innovadora y poco explorada del camino hacia el comunismo. En este sentido, el análisis de este proyecto tecnológico promete enriquecer la comprensión de este complejo momento en la historia chilena, y también el futuro que podríamos darle a este proyecto que nunca fue en el presente.
El análisis de este esfuerzo tecnológico no solo enriquece la historia de la ciencia y la tecnología, especialmente la de la cibernética y la computación, sino que también revela un panorama intrigante. El encuentro entre Beer y Allende insinúa que la cibernética, una disciplina interdisciplinaria que aborda "todo el campo de la teoría de la comunicación, ya sea en máquinas o animales" (Wiener, 1948: 11), adquirió relevancia en Chile durante ese periodo. La disposición de la revolución chilena de Allende a considerar las ideas de la cibernética y su aplicación destaca un aspecto subestimado de la historia de esta disciplina y nos pone a pensar como podría experimentarse en otras regiones en este momento.
A pesar de que las discusiones sobre cibernética han estado mayormente centradas en su evolución en contextos norteamericanos y europeos, la historia chilena proporciona un ejemplo valioso de cómo estas ideas migraron y se adaptaron en otras partes del mundo, como América Latina. Este caso demuestra la importancia de incluir las experiencias latinoamericanas en el estudio de la cibernética, subrayando cómo un escenario geográfico y político alternativo puede propiciar nuevas articulaciones de ideas cibernéticas y fomentar usos innovadores de la tecnología computacional y algoritmica.
En primer lugar, esto proporciona una exposición detallada sobre cómo la cibernética ingresó en la conciencia chilena, capturó la atención del presidente de la nación y orientó la construcción de este sistema tecnológico singular. Desde una perspectiva distinta, la reunión entre Beer y Allende también destaca la importancia en la edificación del proyecto Synco en términos de solidez tecnológica e ideología política. A pesar de la ambición tecnológica inicial del proyecto, es crucial no simplificarlo como un mero intento de regular la economía. Para los participantes del proyecto, Synco representaba la posibilidad de materializar la revolución socialista de Allende, una suerte de "computación revolucionaria". Además, el sistema debía alcanzar este objetivo de manera coherente con la ideología política de Allende.
Como se demostró, las tensiones en torno al diseño y la construcción de Synco reflejaban la lucha entre centralización y descentralización, tensiones que obstaculizaban la realización del ideal de democracia comunista. A lo largo de su presidencia, la polarización política ejerció una fuerte influencia en la percepción del proyecto y su papel en la sociedad chilena. La interacción entre ideas cibernéticas, la ideología marxista y la tecnología computacional en el proyecto revela cómo la ciencia y la tecnología contribuyeron a las concepciones chilenas de gobernanza durante la primera mitad de la década de 1970, influyendo en la posibilidad de una transformación socialista. Explorar esta compleja relación constituye el enfoque central, destacando cómo el estudio de la tecnología puede enriquecer nuestra comprensión de los procesos históricos y sobretodo, está nueva experimentación actual administrativa de políticas ligadas exclusivamente a IA en América Latina.
Neurocerebralismo Sintético
La noción de "Gobierno Cibernético Neurocerebral" implica la aplicación de principios cibernéticos, que involucran la retroalimentación y la autorregulación, en la administración gubernamental. Se busca una gestión más adaptativa y eficiente al utilizar sistemas que aprenden de la información disponible.
En cambio, el "Gobierno Algorítmico Sintético" se refiere a la implementación de algoritmos y tecnologías de inteligencia artificial en la toma de decisiones gubernamentales. Esto implica el uso de algoritmos para analizar datos y generar recomendaciones o decisiones en diversas áreas.
Ambos enfoques buscan aprovechar la tecnología para mejorar la eficiencia y la toma de decisiones en el ámbito gubernamental, pero difieren en los principios subyacentes: el cibernético se centra en la retroalimentación y la autorregulación, mientras que el algorítmico se basa en la capacidad de los algoritmos para procesar grandes cantidades de datos de manera eficiente.
La idea de un "Gobierno Cibernético Chileno" podría referirse a la aplicación propia de Allende de principios cibernéticos en la administración gubernamental de Chile, donde se buscó una gestión más adaptativa y eficiente mediante el uso de sistemas que aprenden de la información disponible. Esto podría incluir la respuesta constante para ajustar políticas y estrategias en tiempo real.
Por otro lado, la noción de un experimental "Gobierno Algorítmico Argentino" sugeriría la implementación de algoritmos y tecnologías de inteligencia artificial en la toma de decisiones gubernamentales en la República Argentina. Esto implica el uso de algoritmos para analizar datos y generar recomendaciones o decisiones en diversas áreas, con el objetivo de mejorar la eficiencia y la precisión en la toma de decisiones.
Ambos conceptos reflejan la tendencia global hacia la digitalización y la incorporación de tecnologías avanzadas en la administración pública para mejorar la política y la eficacia de sus propuestas.
Stafford Beer, una figura poco convencional en los círculos de negocios y cibernéticos, destacó en una fracción por su enfoque disruptivo. A diferencia de muchos contemporáneos, no obtuvo un título formal, interrumpiendo sus estudios de filosofía durante la Segunda Guerra Mundial. Su carrera en la industria del acero lo llevó a aplicar principios cibernéticos después de leer "Cybernetics" de Norbert Wiener en 1950. Esta conexión lo llevó al MIT y a una amistad con destacados como Wiener y Heinz von Foerster. Beer, con su mente inquieta, buscó aplicar la cibernética para promover el cambio social, evidenciado en su obra "Platform for Change". Su imagen, caracterizada por una larga barba, un vaso en mano y el hábito de fumar, le otorgó una presencia única, descrita como una mezcla entre Orson Wells y Sócrates.
Tras su experiencia en United Steel, Beer renunció para liderar Science in General Management (sigma), una consultora francesa aplicando técnicas de investigación de operaciones a problemas empresariales. Su ambición era utilizar estas técnicas para cambiar la industria y el gobierno mediante la construcción de modelos matemáticos, inspirado por el impacto de la investigación de operaciones en el desarrollo militar durante la Segunda Guerra Mundial.
La reputación creció, atrayendo una clientela internacional. En 1962, el director de la industria del acero chilena solicitó sus servicios. Aunque Stafford Beer no viajó personalmente, formó un equipo de empleados para viajar a Chile. La labor de sigma se expandió desde la industria del acero hasta los ferrocarriles. Durante este período, el equipo empleó a estudiantes, incluido Fernando Flores, un joven chileno estudiante de ingeniería industrial en la Universidad Católica de Santiago.
Siendo un apasionado del trabajo, Flores se sumergió en los principios de la cibernética y la investigación de operaciones practicados en sigma. Tras familiarizarse con el trabajo de Stafford Beer, especialmente a través de lecturas como "Decision and control" (1966) y "Cybernetics and management" (1967), obtuvo un cargo docente en la Universidad Católica. A la edad de 27 años, se convirtió en decano del Departamento de Ingeniería. Al igual que sus semejantes, Flores participaba activamente en círculos académicos y políticos.
En 1969, un grupo de jóvenes intelectuales de la Universidad Católica, liderado por Flores, se separó de la Democracia Cristiana para establecer el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), un partido político crítico de la Democracia Cristiana y alineado con comunistas y socialistas de la Unidad Popular (UP). La unión de la MAPU a la UP fue significativa en la ajustada victoria de Salvador Allende en la elección presidencial de 1970.
En reconocimiento a su lealtad política y competencia técnica, el gobierno de Allende designó al joven Flores, entonces con 28 años, como gerente general técnico de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), la agencia estatal de desarrollo encargada de la nacionalización de la industria chilena. Esta posición, la más alta dentro de Corfo asignada a un miembro del MAPU, fue crucial para el control cotidiano de las fábricas nacionalizadas y marcó un hito en la implementación de las políticas de nacionalización propuestas por Allende.
Allende consideraba prioritaria la nacionalización de las principales industrias como el "primer paso hacia la realización de cambios estructurales". Este esfuerzo buscaba devolver la propiedad de empresas extranjeras y privadas al pueblo chileno, eliminando los "pilares donde se afianzan las minorías". La mayoría dentro de la Unidad Popular creía que al modificar la base económica, podrían promover cambios institucionales e ideológicos dentro de los límites del marco legal chileno, estableciendo así un camino único hacia el socialismo en Chile.
Después de la asunción presidencial de Allende en noviembre de 1970, el gobierno implementó políticas basadas en la economía estructuralista y el keynesianismo de estímulo. Se buscaba lograr el crecimiento económico mediante el aumento del empleo y el poder adquisitivo salarial para superar la recesión heredada. Las reformas agrarias y la asistencia estatal a trabajadores rurales aumentaron la capacidad de compra en el sector agrario, mientras que los trabajadores industriales experimentaron un aumento promedio del 30% en el salario real durante el primer año de la presidencia de Allende.
Inicialmente, estas iniciativas de redistribución de ingresos tuvieron éxito al crear un sector creciente con capacidad de consumo, estimulando la economía y aumentando el apoyo popular a la UP. Durante el primer año de gobierno, el producto bruto interno creció un 7,7%, la producción aumentó un 13,7% y los niveles de consumo subieron un 11,6%. Sin embargo, estas políticas pronto generaron problemas, como la creciente inflación y la escasez masiva de productos de consumo, que se volvieron en contra del gobierno de la UP.
En el frente productivo, el gobierno aceleró la expansión del sector de industrias nacionalizadas, llevándolo a un nuevo nivel. Hacia finales de 1971, se habían transferido las mayores empresas mineras y otras 68 compañías privadas al sector público. El rápido ritmo del programa de nacionalización, carente de una estructura clara y consistente, intensificó los temores e inseguridades entre los pequeños y medianos empresarios chilenos. Además, las promesas de cambio social contribuyeron a una revolución desde abajo, donde los trabajadores a veces tomaban el control de las fábricas, incluso en contra de los deseos del presidente Allende. Menos de un cuarto de las firmas expropiadas durante el primer año de Allende estaba en la lista original de nacionalización del gobierno.
Los inversores extranjeros en el sector minero chileno y las compañías de telecomunicaciones, como International Telephone & Telegraph, complicaron la situación al oponerse a las expropiaciones sin considerar suficiente la compensación monetaria (Davis, 1985). En julio de 1971, los democratacristianos acusaron al gobierno de aprovecharse de lagunas en la legislación para apoderarse de las industrias más deseables. Propusieron una enmienda que requería la aprobación del Congreso para todas las expropiaciones, argumentando que el gobierno utilizaba una ley de la Gran Depresión de 1930 para evitar despidos y cierres de plantas, permitiendo la nacionalización después de que los trabajadores fueran a la huelga. Esta propuesta buscaba limitar las nacionalizaciones y debilitar el poder ejecutivo de Allende.
El rápido crecimiento de las empresas nacionalizadas creó un problema difícil de resolver para el gobierno, ya que el número de empresas bajo control gubernamental y el número de empleados siguió aumentando, lo que las hizo difíciles de controlar. Aunque se trajeron “intervencionistas” para reemplazar a los antiguos administradores y monitorear las operaciones de las empresas nacionalizadas, esta acción a veces creó nuevos problemas.
La división equitativa de puestos entre los partidos, independientemente de su capacidad y talento, contribuyó a la ineficaz gestión del sector de los nuevos activos sociales (APS).
Algunos intervinientes no estaban calificados y las elecciones basadas en cuotas partidistas fueron criticadas incluso por miembros de la coalición gubernamental. Los conflictos políticos entre intervencionistas, que se veían a sí mismos como representantes políticos de su partido, afectaron las operaciones diarias de las fábricas y crearon tensiones entre los trabajadores.
En medio de la imperante recesión económica y el aumento de la inflación de Chile, las reformas de largo plazo de Allende crearon desequilibrios. El consumo supera la producción, el gasto deficitario del gobierno está creciendo y la situación se complica aún más por las limitaciones en el acceso al financiamiento externo. Aunque el programa de expansión industrial inicialmente aumentó la producción, una vez que se alcanzó el límite de la capacidad instalada, el exceso de mano de obra condujo a una reducción de la productividad. La crisis económica se ha convertido en un problema aparentemente irresoluble.
Sin embargo, en este contexto, Fernando Flores, encargado de la Corporación de Fomento a la Producción (Corfo), recurrió a Stafford Beer en busca de asesoramiento sobre la aplicación de los principios de red en la gestión de las empresas nacionalizadas. La entusiasta respuesta de Beer sugirió un nuevo enfoque para resolver los problemas económicos de Chile.
Un mes después, Flores viajó a Inglaterra para encontrarse con el hombre cuyo trabajo había estudiado mientras trabajaba para sigma. Se encontraron en el club londinense Athenaeum. A pesar de la barrera del idioma (Flores no hablaba mucho inglés, y Beer no hablaba castellano), lograron comunicarse en una mezcla de francés, inglés y latín. Flores le informó a Beer que había reunido un pequeño equipo gubernamental y le pidió al especialista que viajara a Chile para liderar los esfuerzos de aplicación de los principios cibernéticos al proceso de nacionalización. En noviembre de 1971, Beer arribó a Santiago. Su llegada coincidió con el primer aniversario de la elección presidencial de Allende. En un discurso ante una audiencia en el Estadio Nacional, el Presidente resaltó la importancia de la "vía chilena" hacia el socialismo. Poco después, el ministro de Finanzas anunció un financiamiento externo que superó las expectativas.
Durante su visita inicial de diez días, Beer se entrevistó con varios funcionarios influyentes en el gobierno chileno, incluyendo al ministro de Economía Pedro Vuskovic y al propio Allende. Flores, durante este tiempo, seleccionó personalmente a un equipo chileno que incluía representantes de diversas disciplinas académicas. Esta colaboración interdisciplinaria sentó las bases para el proyecto Synco. La mayoría de los miembros iniciales eran amigos de Flores, y la colaboración comenzó de manera informal, buscando apoyo entre conocidos.
Dada su posición como gerente técnico general en Corfo, Flores tenía control sobre recursos significativos y pudo obtener el financiamiento necesario para cubrir los considerables honorarios diarios de Beer, que ascendían a 500 dólares, así como otros materiales y recursos para el proyecto. Su liderazgo en Corfo le permitió seleccionar personas con el conocimiento experto requerido. Flores destacó el poder que tenía para tomar decisiones, afirmando que la cantidad de dinero involucrada en el proyecto era pequeña en comparación con los recursos que manejaba en la economía. Exmiembros del equipo elogiaron la importancia de la personalidad de Flores, describiéndolo como un "operador sutil" y un "negociador diligente".
Mientras Beer se familiarizaba con la economía y política chilenas, cada miembro del equipo leía la versión manuscrita de su libro "Brain of the Firm" y traducía el lenguaje de gestión de Beer a su propio marco de referencia (Beer, 1981). En este libro, se presentaba un "modelo de sistema viable" que Beer consideraba capaz de describir el equilibrio presente en seres vivos, artefactos y organizaciones sociales y políticas. La comprensión de este modelo resultó fundamental en el diseño del proyecto Synco, desempeñando un papel central en la convergencia entre la política del gobierno de Allende y la concepción de este sistema tecnológico.
El análisis de Beer se basa en el marco de los sistemas reales, presentado por primera vez en The Brain of the Firm y que sigue siendo relevante hoy en día, según la revista académica de cibernética, Kybernetes (2000).
Se establece como un enfoque sistemático que es sostenible, consistente, integral y cuenta con los mecanismos necesarios para el crecimiento, el aprendizaje y la adaptación (Beer, 1981).
La "diversidad" de un sistema, determinada por el valor de sus "variables", tiene una relación directa con la "ley de la diversidad forzada" de Ross Ashby. Esta ley establece que, para que un sistema pueda mantener su estabilidad frente a la variabilidad del entorno, debe ser lo suficientemente complejo como para manejar esa diversidad.
En otras palabras, la ley de la diversidad forzada sugiere que un sistema debe tener una variedad interna suficiente para adaptarse a una variedad externa, es decir, necesita contar con una amplia gama de opciones y respuestas posibles para poder enfrentar eficazmente los desafíos y cambios que surjan en su entorno.
Esta es fundamental en la teoría de la cibernética y la teoría de sistemas, ya que destaca la importancia de la complejidad y la diversidad en los sistemas para garantizar su estabilidad y capacidad de adaptación en entornos dinámicos y cambiantes.
Beer ha desarrollado un modelo de cinco niveles de sistemas funcionales basado en la estructura del sistema nervioso humano y este modelo se puede aplicar a muchos campos diferentes, como empresas u economías, un cuerpo y un gobierno. En su forma básica, se asemeja a un simple diagrama de bloques que conecta los cinco niveles jerárquicos del sistema.
Beer utiliza metáforas de máquinas, organizaciones y organismos para describir el propósito y función de cada capa. En este contexto, se explicaría cómo esto se aplica a la industria chilena, enfocándose en un mapa de cinco niveles de empresas chilenas en el Sector de Activos Sociales; concepto utilizado en economía y desarrollo social para describir una parte de la economía que incluye activos intangibles que no se reflejan fácilmente en los mercados financieros tradicionales. Estos activos sociales pueden incluir la confianza mutua, las relaciones sociales, el capital humano, el capital cultural y otros recursos que contribuyen al bienestar y la prosperidad de una comunidad o sociedad.
En lugar de centrarse únicamente en activos financieros tangibles como edificios, maquinaria o efectivo, el Sector de Activos Sociales reconoce la importancia de estos recursos intangibles para el desarrollo económico y social. Por ejemplo, el capital humano se refiere al conocimiento, las habilidades y la educación de las personas en una sociedad, mientras que el capital social se refiere a las redes de relaciones sociales y la confianza mutua entre los miembros de una comunidad.
Si bien el prototipo original de Synco es operado dentro de la estructura gerencial de Corfo, a un nivel superior se presentó un modelo de empresa y gobierno único. Cabe señalar que la cadena de mando asumida no reflejó las empresas nacionalizadas del país hasta ese entonces.
El modelo establecía una distinción de cinco niveles jerárquicos:
Sistema 1 (actividades operativas): Este nivel es responsable de las operaciones diarias de cada fábrica, asegurando una alta productividad. Cada configuración funciona automáticamente y transmite estos indicadores al Sistema 3 a través del Sistema 2.
Sistema 2 (interacción y transmisión de datos): Actúa como canal de comunicación entre las empresas individuales y los sistemas de gestión de nivel superior (Sistema 3).
Facilita la transferencia de datos e información entre niveles operativos y de gestión.
Sistema 3 (gestión de operaciones). Este nivel recibe datos e información enviada desde plantas individuales a través del Sistema 2. Es responsable de controlar las operaciones diarias y coordinar las operaciones de toda la empresa.
Sistema 4 (desarrollo y planificación futura): Este es el nivel dedicado al desarrollo y planificación del futuro de la empresa. Proporciona espacio para debates y decisiones sobre el desarrollo a largo plazo. Sirve como un vínculo importante entre el control voluntario y automático en la gestión industrial.
Sistema 5 (gestión ejecutiva): Este nivel es un puesto de "gerencia ejecutiva" desempeñado por un controlador designado. Determina la dirección general de la empresa y el nivel de producción requerido. Responsable de tomar decisiones de alto nivel y supervisar las operaciones generales de la organización en función del bien de esta.
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