El proceso de información como uso analítico

La IA, al desafiar la visión tecnocrática, propone un gobierno basado en datos, eliminando el monopolio del conocimiento y buscando la equidad en la toma de decisiones.

En 1823, Saint-Simon anticipó un gobierno liderado por industriales, vislumbrando una clase superior basada en la producción y el conocimiento, buscando la máxima libertad y bienestar para la sociedad. Su visión comparte similitudes con la idea actual de descentralizar el poder hacia algoritmos imparciales en el gobierno dirigido por IA.

La tecnocracia, al buscar soluciones técnicas, puede carecer de la flexibilidad necesaria para abordar la complejidad de los problemas sociales, ignorando factores importantes y mostrando tendencias autoritarias. Sin embargo, no se puede descartar completamente, ya que aspectos técnicos son esenciales en la gestión pública y sus objetivos. La clave está en encontrar un equilibrio que permita abordar los desafíos sociales considerando la diversidad de perspectivas y respetando los principios democráticos.

La evaluación del buen gobierno va más allá de la mera consecución de objetivos; implica considerar la naturaleza de esos objetivos, su determinación, el destinatario, los valores involucrados y los costos asociados. La implementación efectiva es crucial, ya que es en esta fase donde las políticas públicas toman forma concreta. En el contexto político, mantenerse en el poder es un objetivo evidente, pero puede entrar en conflicto con los intereses de la sociedad y dar lugar a tensiones. Desde la perspectiva cibernética, la represión en dictaduras limita los canales de comunicación, obstaculizando el cumplimiento de metas complejas a largo plazo.

La jerarquía de objetivos en un sistema, como plantea Deutsch, abarca distintos niveles de importancia y complejidad. Desde los objetivos de satisfacción inmediata dentro de las operaciones diarias (primer orden) hasta los ideales de trascendencia filosófica o religiosa (cuarto orden). Es esencial reconocer la complejidad creciente del sistema a medida que se asciende en la jerarquía, lo que demanda mecanismos más sofisticados para alcanzar objetivos de niveles superiores. Este enfoque jerárquico es fundamental para comprender la dinámica de los sistemas cognitivos y redes de información.

El enfoque funcional considera a la sociedad como un sistema con subsistemas especializados, cada uno cumpliendo funciones específicas para el rendimiento general. Talcott Parsons identifica cuatro procesos fundamentales: mantenimiento de pautas (socialización), integración (control y respeto de normas e instituciones), adaptación (producción) y el político (logro de metas mediante capacidades organizativas). La coordinación entre estos subsistemas es crucial para el desarrollo exitoso de la sociedad.

En este contexto, las políticas públicas, decisiones coordinadas para alcanzar objetivos específicos, impactan directamente en la legitimidad política. En sociedades contemporáneas, los objetivos de bienestar material, como la creación de empleos y la vivienda, son prioritarios. Satisfacer estas demandas contribuye al apoyo del grupo gobernante y del sistema en general. La intervención del gobierno requiere un alto contenido técnico y de información, destacando la importancia de los canales de comunicación en el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas.

Desde la perspectiva cibernética o de sistemas autónomos, la retroalimentación implica un continuo esfuerzo de aprendizaje en el gobierno. La recopilación de información del entorno impacta el rendimiento del sistema algorítmico, y los ajustes internos deberían mejorar los resultados gubernamentales al utilizar de manera más eficiente la nueva información. Los dispositivos de "memoria" almacenan y codifican la información para mejorar la toma de decisiones y acercar el estado del sistema a los objetivos.

El gobierno obtiene información de diversas fuentes, como encuestas, demandas ciudadanas, inteligencia militar, medios de comunicación, estadísticas económicas y consultas con grupos de la sociedad civil. Cada canal de comunicación se convierte en una vía para el flujo de datos. Sin embargo, también es posible que los canales se cierren gradualmente, y los decisores dejen de recibir información relevante, lo que puede resultar del desmantelamiento de la burocracia, crisis económicas o la centralización creciente de la toma de decisiones. Las crisis políticas a menudo contienen este elemento, y las respuestas pueden variar desde el uso de la fuerza hasta intentos de reforma, como se observó en la reforma del Estado en Venezuela o la Glasnost y la Perestroika en la Unión Soviética en la década de 1980.

Fluyendo en Algoritmos: Navegando los Canales del Gobierno del Mañana

En el tejido empresarial y político, la información es el faro que guía nuestras decisiones y determina nuestra posición en el tablero estratégico. Desde la estructura organizativa que se despliega en un organigrama hasta las tácticas sostenibles delineadas en el Mapa de Conocimiento de Sostenibilidad, la información es la columna vertebral que sostiene el desarrollo y la competitividad.

En el corazón de esta revolución informativa, la inteligencia artificial se erige como un aliado insustituible. Así como el sistema de precios sintetiza complejas realidades sociales para indicar qué producir, la IA, con su capacidad para procesar vastos conjuntos de datos, se convierte en el arquitecto del futuro gubernamental. En este nuevo paradigma, la información fluye libremente, eliminando barreras y desatando el potencial estratégico de la sociedad.

No es solo un reconocimiento tardío, sino un despertar a una nueva gobernación. La información, antes intangible, ahora se convierte en el motor que impulsa la eficiencia, la sostenibilidad y el progreso. Como en la ciencia, la información debe ser comunicable, y en este escenario político, la IA se erige como el conducto que garantiza que la información no solo exista, sino que fluya, transformando nuestra manera de tomar decisiones y redefiniendo la ventaja estratégica en la política y en la guerra.

En este gobierno del futuro, la IA no solo es una herramienta, es la brújula que nos guía hacia una sociedad más eficiente, sostenible y equitativa. Desde el organigrama empresarial hasta la implementación de políticas sostenibles, la IA es la fuerza que desata un flujo constante de información estratégica, alterando la ventaja relativa de los actores y posicionando a la sociedad en la vanguardia del progreso.

Bienvenidos a la era donde la información fluye en algoritmos, navegando los canales del gobierno del futuro.

El análisis de aglomeraciones industriales destaca la complejidad de factores que influyen en la ubicación de empresas. Alfred Marshall, en sus Principios de Economía, señala elementos como la facilidad de comunicación, población, fuentes de materias primas y factores históricos. Sin embargo, las teorías fácilmente generalizables son limitadas. Avances teóricos exploran las ventajas de la aglomeración, destacando el ciclo virtuoso que refuerza la ubicación de empresas en un área. Marshall introduce el concepto de externalidades o knowledge spillovers, donde la información y el conocimiento se dispersan en el aire, permitiendo que todos se beneficien sin costos directos.

En la estructura económica, la aglomeración industrial despierta un fascinante análisis, donde la mera geografía no basta para explicar la ubicación empresarial. Marshall, en sus Principios de Economía, destaca la complejidad de factores como las comunicaciones, la población y los caprichos históricos, introduciendo conceptos como el "patronato de las cortes" y la riqueza de trabajadores especializados.

Pero más allá de las circunstancias, la verdadera esencia de la aglomeración reside en sus ventajas sostenibles. Empresas se congregan, desencadenando un ciclo virtuoso donde la proximidad genera beneficios compartidos. Marshall, pionero en su tiempo, vislumbra las externalidades o knowledge spillovers, donde los misterios industriales no están estructurados, flotan "en el aire", transmitiéndose de manera inconsciente, sin costos.

Este fenómeno es un recordatorio de que la información y el conocimiento, lejos de seguir canales rígidos, se dispersan como el aire que respiramos, nutriendo a todos los interesados. La aglomeración se convierte así en un baile armonioso donde la información, como el viento, impulsa el aprendizaje y la prosperidad de manera colectiva, desafiando las estructuras preestablecidas y abrazando la naturaleza fluida del conocimiento.

Las concepciones fundamentales de la economía contemporánea reconocen progresivamente el valor económico inherente a las ideas. La productividad, fundamentada en la destreza de los trabajadores, la integración de conocimientos técnicos y un entorno institucional propicio para la generación de riqueza, constituyen requisitos esenciales para elevar el bienestar de las sociedades. El creciente cuerpo de estudios sobre la Productividad Total de los Factores (Total Factor Productivity) revela que para lograr un crecimiento sostenido y equitativo, no basta con agregar trabajo y capital; es imperativo obtener rendimientos eficientes basados en el aprendizaje y la innovación. En palabras de Jones y Romer, "[…] las ideas, las instituciones, la población y el capital humano son ahora el núcleo de la teoría del crecimiento, relegando al capital físico a la periferia" (Jones y Romer, 2010: 226).

Cuando nos referimos al capital humano, es crucial realizar ciertas precisiones. Este concepto, en primer lugar, alude a un grupo determinado de trabajadores que aplican su esfuerzo y conocimiento a la producción de bienes y servicios. La dimensión numérica es relevante, ya que una población laboral más extensa implica mayores recursos para la creación de riqueza, especialmente cuando se dispone de capital físico y se coordina mediante instituciones que establecen incentivos adecuados.

No obstante, el capital humano también encarna ideas en su sentido más amplio. Estas ideas se traducen en conocimiento científico, aplicaciones tecnológicas, así como en nuevos productos, modelos de negocio, procedimientos, formas de organización, cultura y entretenimiento. Las ideas, como motor de crecimiento, presentan una ventaja significativa sobre el capital físico: no exhiben rendimientos decrecientes, pueden replicarse indefinidamente (son no rivales), generalmente no son patentables, lo que facilita su adaptación generalizada, y en un mundo globalizado y conectado por redes de telecomunicaciones, circulan con creciente velocidad y alcance.

Robert Hall y Charles Jones (1999) postulan que las disparidades observadas en la acumulación de capital y la productividad entre países, factores determinantes del producto por trabajador, están intrínsecamente ligadas a lo que ellos denominan infraestructura social. Este término refiere al conjunto de instituciones que configuran el entorno en el que se desenvuelven los agentes productivos. "Una infraestructura social propicia a niveles elevados de producto por trabajador proporciona un ambiente que favorece las actividades productivas, la acumulación de capital, la adquisición de habilidades y la transferencia de tecnología" (Hall y Jones, 1999: 84). Un contexto propicio para la producción e innovación resulta, en gran medida, de la efectiva circulación de información a escala global. En la sociedad de la información, como diría Marshall, "las ideas están en el aire", y cada individuo las aprovecha para su propio beneficio. Este entorno, por supuesto, se asocia a la disponibilidad de capital físico y humano para explicar las variaciones en productividad que determinan la prosperidad de las naciones.

En la sociedad del conocimiento y la información, los principales canales de comunicación son digitales. Las redes de telecomunicaciones transportan imágenes, textos, videos, voz y símbolos, posibilitando una comunicación instantánea entre millones de personas. Las externalidades de redes se vuelven imperativas: nadie puede permanecer al margen sin correr el riesgo de aislarse socialmente. El Internet, al combinar tecnologías y medios anteriores (radio, televisión, prensa) y agregar la capacidad de almacenar, combinar y distribuir información en cantidades sin precedentes, se convierte en un tema crucial de políticas públicas de IA. Su penetración resulta vital para difundir la información que sustenta el crecimiento económico y la innovación.

La teoría de las redes emerge como un esquema conceptual fundamental para comprender las sociedades de la información. Las redes no se limitan a entidades físicas, sino que abarcan vínculos intangibles entre individuos, homólogos y entidades diversas. La información constituye la materia que circula a través de estos enlaces. Las redes, en su diversidad de canales, generan capital social al fomentar la cooperación y fortalecer la confianza mutua.

Este entramado eficiente no solo divulga las mejores soluciones técnicas y los precios más competitivos, sino que también revela o refuerza problemas de reputación, actuando como un contrapeso ante asimetrías de información en el mercado y ámbitos regulatorios. Aplicada a fenómenos tan variados como actividades criminales, pandemias o búsqueda de empleo, la red se convierte en una herramienta integral.

En el ámbito político, donde la información se erige como insumo esencial para la toma de decisiones, surgen cuestionamientos sobre la centralización y descentralización. ¿Qué ordenamiento político garantiza el cumplimiento eficaz de los objetivos gubernamentales? Desde una perspectiva cibernética, se plantea la pregunta de cómo gestionar de manera más eficiente la información disponible para satisfacer las demandas de aquellos que toman decisiones. La descentralización política y administrativa, al distribuir la gestión de los asuntos públicos entre distintos niveles de gobierno, emerge como una forma organizativa que busca responder eficazmente a la diversidad de demandas de la población y grupos organizados.

La centralización del poder de decisión en los niveles superiores del gobierno conlleva la necesidad de un mayor número de canales de comunicación, recursos humanos y financieros, así como una capacidad ampliada de procesamiento de información y atención simultánea a diversos frentes administrativos. En la realidad gubernamental, la burocracia vertical y tecnificada de tipo weberiano a menudo se desvanece, dejando espacio para la influencia de grupos políticos, corrupción e intereses sectoriales.

La descentralización surge como alternativa, proponiendo que al acercar la gestión de problemas a instancias institucionales más cercanas a los ciudadanos, la información será procesada de manera más efectiva (con mayor "fidelidad"), y el control ciudadano contrarrestará la ineficiencia de las estructuras centralizadas, al menos en teoría. Sin embargo, los vicios de la centralización pueden persistir en ámbitos de menor escala si falta participación política y los recursos son limitados.

Estos debates se integran en discusiones más amplias sobre la eficiencia de las democracias liberales en comparación con modelos como el representado por la tecnocracia china. Desde una perspectiva cibernética, la forma de gobierno liberal destaca al contar con un mayor número de canales de comunicación y la capacidad de asimilar un flujo más extenso de información, otorgándole ventajas en la consecución de objetivos políticos. Además, los valores liberales, como la división de poderes y el respeto a los derechos humanos, fomentan la circulación de información en la sociedad, un recurso que puede ser aprovechado por individuos y organizaciones para alcanzar sus metas específicas. Se podría argumentar que estos planteamientos también tienen dimensiones ideológicas.

Desde una perspectiva cibernética, el enfoque proporciona criterios teóricos para evaluar el desempeño gubernamental a través del uso de la información disponible. Sin embargo, la realidad muestra que la información puede ser manipulada, banalizada o monopolizada, y no siempre está al servicio de quienes la necesitan. Además, la toma de decisiones políticas no se basa exclusivamente en conocimiento técnico, ya que los grupos de presión a menudo aprovechan su acceso privilegiado a los formuladores de políticas para influir en las decisiones y obtener beneficios.

Este mismo análisis se extiende a la opinión pública, ya que no hay una "voluntad general" claramente definida ni un interés colectivo identificable. La opinión pública refleja más bien las opiniones de grupos e intereses sectoriales con influencia, así como de influencers que filtran y presentan la información de manera conveniente. La opinión pública no siempre constituye una base eficiente de preferencias individuales y puede ser moldeada por argumentos banales, erróneos o falsos, especialmente con la influencia de las redes sociales.

A pesar de estas complejidades, la cibernética sigue siendo un enfoque valioso. Reconociendo que la información es un factor de poder, un insumo para la toma de decisiones y un componente del aprendizaje organizacional, el enfoque cibernético conserva su utilidad teórica como herramienta analítica.

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