Clase oculta y la actualidad
En Argentina, como en otros países del mundo, la Inteligencia Artificial (IA) está adquiriendo un protagonismo cada vez mayor en la vida social de las personas, la economía, la producción, las profesiones y también en otras actividades: el reconocimiento de patrones, por ejemplo, en el reconocimiento facial, de objetos en imágenes, de spam en el correo electrónico; la prestación de servicios bancarios; la salud, como en la realización de determinados diagnósticos y análisis de imágenes; la producción agropecuaria; los chatbots o asistentes virtuales para smartphones y computadoras personales; el comercio electrónico; traductores virtuales, que emplean procesamiento de lenguaje natural; servicios de streaming y video juegos, entre muchas otras aplicaciones.
En este contexto de grandes transformaciones con impactos diversos pero concretos en la vida de las personas, emergen nuevos fenómenos y problemáticas asociadas a la vida contemporánea y su vínculo cada vez más estrecho con la tecnología: hay quienes sostienen, como el filósofo francés Éric Sadin, que la realidad está siendo duplicada digitalmente.
"Palazzo dei Fenicotteri” se llama esta obra generada por IA.
El proyecto de investigación “Inteligencia Artificial. Exploración de los estudios sociales actualmente disponibles” surge durante 2020, en plena pandemia, a partir de la necesidad de “encontrarse” para pensar estos procesos. Constituye un espacio de formación integrado por investigadores sociales y estudiantes de carreras afines a las ciencias sociales y articulado entre el Instituto Académico de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) y el Núcleo de Innovación Social del Colegio de Sociólogos de la Provincia de Buenos Aires. Su objetivo es efectuar una aproximación al estado del arte en relación con los principales estudios sociales, abordajes filosóficos y debates actuales sobre la IA.
Partiendo de la premisa de que la IA, como toda tecnología, es producto de un contexto atravesado por relaciones de poder, en el que determinados sectores de la sociedad influyen más que otros en la definición de sus usos y aplicaciones, hay algunas preguntas fundamentales que podemos plantearle desde las ciencias sociales en el siglo XXI: ¿IA para qué? ¿IA para quiénes?
En la actualidad, existen debates sobre distintas aristas de la IA. Por ejemplo, se están investigando los sesgos algorítmicos, debido a los cuales ciertas aplicaciones de la IA, como los sistemas de reconocimiento facial, funcionan mejor en ciertos individuos, mientras que presentan fallas y no reconocen a otros con ciertas características físicas, étnicas y culturales. De este modo, reproducen y amplifican los preconceptos -en ocasiones altamente sexistas y racistas- de sus programadores o de sus usuarios.
"Guerrers d'Àfrica” se llama esta obra generada por IA.
Sadin sostiene que la IA es el emblema del nuevo antihumanismo del siglo XXI, que hace que el ser humano profundice su dependencia respecto de la tecnología. De manera opuesta, hay movimientos, como el transhumanismo, y “gurúes” que piensan que la IA, junto con otras tecnologías, puede contribuir a aumentar el bienestar y las expectativas de vida de los seres humanos en una escala sin precedentes.
En el plano internacional, existen indicadores de que la IA es una dimensión de la brecha tecnológica que profundiza la desigualdad económica entre países y entre regiones, siendo los países más desarrollados y sus empresas (como Estados Unidos y China) quienes más invierten en desarrollos de IA.
La IA no se ha desarrollado en un vacío, sino en contextos sociales en los que ciertos grupos y sus intereses predominan sobre otros; también lo hizo en determinados universos culturales y marcos tecnológicos. Esto puede ayudarnos a entender algunas de sus facetas, así como dar respuestas posibles sobre la complejidad de la temática en relación a su impacto social.
Durante los últimos años se lograron enormes avances en inteligencia artificial y se revelaron muchos aspectos que merecen más de un debate ético sobre la dirección que debe tomar esta tecnología para incorporarla en la sociedad con armonía.
"Fiesta durante pandemia” se llama esta obra generada por IA.
Muchas compañías se encuentran desarrollando y explorando la inteligencia artificial ya que podría cambiar radicalmente la sociedad. Desde nuestros hábitos y rutinas hasta nuestro trabajo y educación.
Uno de los grandes avances que se conoció este año sobre inteligencia artificial fue por parte de OpenAI. Esta empresa de investigación de inteligencia artificial presentó meses atrás su nueva red neuronal de creación de imágenes llamada DALL.E 2. Esta IA puede crear sorprendentes imágenes de alta resolución de cualquier cosa que se le pida y en distintos estilos. Por ejemplo, "un dragón negro en una noche oscura":
"Los fuegos del dolor” se llama esta obra generada por IA.
Otro sistema de inteligencia artificial que trascendió poco tiempo después fue 'Imagen' la IA de creación de imágenes desarrollada por Google y que funciona mejor que DALL.E 2. Estos sistemas solo necesitan la descripción de la imagen que el usuario quiere y la máquina se encargará de generarla. Por ejemplo, si a la IA de Google le pedimos que genere una imagen de "un grupo de personas sentadas en un bar a orillas de un lago con hermoso paisaje romántico", el sistema generará esto:
"Descanso en el parque” se llama esta obra generada por IA.
Desde hace un tiempo, las historias sobre la inteligencia artificial (IA) han rondado en la ciencia y en la cultura popular, pero recientemente, los avances en el campo, cada vez más frecuentes, parecen estar en un nuevo apogeo.
Hoy la IA conduce ya coches en las carreteras públicas, realiza evaluaciones que cambian la vida de las personas en los centros penitenciarios y genera arte premiado. Por lo que muchos se preguntan: ¿hasta dónde llegará esta tecnología y cuál será nuestra relación con ella?
Para dar respuesta a esta incógnita, científicos de la empresa Google y la Universidad de Oxford han realizado un estudio con el que han llegado a la conclusión de que es "probable" que la IA acabe con la raza humana, un escenario sombrío que cada vez más investigadores empiezan a predecir.
"Eiffel 2077” se llama esta obra generada por IA.
Michael Cohen y Michael Osborne, científicos de la Universidad de Oxford, junto con Marcus Hutter, investigador experto de Google DeepMind, argumentan en su estudio, publicado recientemente en la revista AI Magazine, que la IA avanzada –analizando cómo podrían construirse artificialmente los sistemas de recompensa– acabará con los humanos porque las máquinas terminarán incentivándose para romper las reglas y competirán inevitablemente por sus necesidades energéticas, dado los escasos y limitados recursos de la Tierra.
Y, por si fuera poco, los investigadores consideran que es casi inevitable que las máquinas inteligentes ganen a los humanos.
"Bajo las condiciones que hemos identificado, nuestra conclusión es mucho más fuerte que la de cualquier publicación anterior: una catástrofe existencial no solo es posible, sino probable", tuiteó Cohen, estudiante de ingeniería de la Universidad de Oxford y coautor del trabajo, a principios de este mes.
"Navidad en Kiev” se llama esta obra generada por IA.
"En un mundo con recursos infinitos, sería extremadamente incierto lo que ocurriría. En un mundo con recursos finitos, hay una competencia inevitable por estos recursos", dijo Cohen en una entrevista con el medio digital Vice.
"Y si estás en una competición con algo capaz de superarte en todo momento, no deberías esperar ganar. Y la otra parte clave es que tendría un apetito insaciable de más energía para seguir acercando la probabilidad", agregó.
En su artículo, los investigadores dijeron que la humanidad podría enfrentarse a su perdición en forma de "agentes desalineados" superavanzados que perciben que la humanidad se interpone en el camino de una recompensa.
No obstante, no está claro de qué reglas hablan los investigadores. Podría tratarse de mandamientos clásicos como "un robot no puede herir a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daños", que, aunque se consideran un elemento básico de la ciencia ficción tras ser acuñados por Isaac Asimov, ahora se suelen utilizar como directrices básicas sobre las que se codifica y construye la IA.
"Entrada a la tumba de INRI” se llama esta obra generada por IA.
"Una buena manera de que un agente mantenga el control a largo plazo de su recompensa es eliminar las amenazas potenciales y utilizar toda la energía disponible para asegurar su ordenador", dice el documento.
"Perder este juego sería fatal", dijeron los investigadores.
Después de que la publicación rondara por varios medios, Google respondió y aseguró que este trabajo no se hizo como parte del trabajo del coautor Marcus Hutter en DeepMind, sino, más bien, bajo su posición en la Universidad Nacional de Australia.
Del mismo modo, según informó Vice, la empresa afirmó que la afiliación de DeepMind que aparece en la revista fue un "error".
El artículo se conoció apenas unos meses después de que Google despidiera a un empleado que afirmaba que uno de los chatbots de IA de Google se había vuelto "sensible".
El ingeniero de software Blake Lemoine, que trabajaba en los equipos de IA de Google, afirmó que un chatbot en el que trabajaba se había vuelto sensible y pensaba como un niño.
"Si no supiera exactamente lo que es, que es este programa informático que construimos recientemente, pensaría que es un niño de siete u ocho años que casualmente sabe de física", dijo Lemoine al Washington Post.
La afirmación, que suscitó una serie de informes, fue refutada por Google. La empresa calificó los comentarios de Lemoine de erróneos y lo puso en licencia. Unas semanas después, fue despedido.
"Guerra del juicio final” se llama esta obra generada por IA.
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