I 𝒜𝓋𝒶𝓇𝒾𝒸𝒾𝒶
El tictac de un reloj resonaba con intrépida devoción, respetando con obsesiva precisión el paso del tiempo que fluía sin miedo.
La noche era oscura, sin estrellas, y la luna no sabía que estaba a punto de presenciar la deshonra de un alma atribulada.
Las pocas chicas que quedaban en la calle rebosaban de deseo, dispuestas a satisfacer a amantes desconocidos para ganar algo de dinero. Jóvenes huérfanos corrían sonrientes por las calles iluminadas por tenues luces, y hombres de ropa humilde y comerciantes de porte impecable se disponían a llegar a sus familias con excesiva urgencia.
Un solo hombre, aristocrático en apariencia y movimientos, pasaba desapercibido dentro de un callejón desaliñado, con un ojo oculto por un monóculo de considerable valor.
Tarareaba alegremente la melodía de una canción que llevaba años vibrando en el corazón de niños y adultos, añadiendo un tono inquietante a cada frase pronunciada.
Quien habría sido confundido con el escurridizo Jack el Destripador no percibió miedo alguno, aunque el ambiente que lo rodeaba se había vuelto sombrío. Sus sentidos le habían sugerido que algo sorprendente sucedería en breve y había aprovechado esa oportunidad para verificar su fuerte intuición.
Jack esperó apoyado contra la pared gris de un edificio en ruinas. Las manecillas de su reloj de pulsera parecieron detener brevemente su interminable danza mientras unos pasos lentos comenzaban a acercarse más y más.
La niebla había aumentado, ocultando tras ella a las dos figuras que estaban destinadas a encontrarse, llenas de intenciones todo menos virtuosas.
-Estabas esperando mi llegada. Humano, tu ambición es mayor de lo que pensaba.-
-<<La sustancia de lo ambicioso es la sombra de un sueño. Un sueño no es más que una sombra.>>- Jack sonrió enigmáticamente: -¿Existe en algún lugar una existencia privada del riesgo del peligro? Satisfacer las curiosidades es perjudicial y fundamental.-
-Esta curiosidad podría matarte.-
-El riesgo es alto, pero usted no especificó si la suya es una observación, Sir. Sin embargo, estoy dispuesto a afrontar esta eventualidad. Temo que mi sed de conocimiento se convierta en ruda inquietud.-
El demonio de ojos rojos sabía que el humano era consciente de quién estaba frente a él: era un sujeto singular, además, imposible de engañar.
Le habían dado un regalo increíble al nacer, por lo que se había asegurado de darle un uso adecuado a lo largo de los años. Un uso visceral, insidioso, innoble y brutal, digno de la crueldad de una bestia.
Debajo del caballero de sonrisa amable, yacía la reencarnación de la maldad humana. Un mal puro y letal, que actuaba bajo la mirada disgustada de deidades omnipotentes y orgullosas.
Beelzebub estaba reuniendo un gran botín y llevaría a cabo un gran experimento aquella fría tarde de otoño.
-Quieres conseguir un color auténtico y veraz. Un color que puede calentarte y brindarte el amor necesario, un sentimiento fuerte que tu madre no te dio.-
El demonio nunca lo había mirado a los ojos, sin embargo percibió un leve movimiento de los brazos del asesino. Era un eufemismo decir que lo había asombrado.
-Puedo conseguirte el amor que anhelas poseer.-
-Conseguirlo requeriría un precio alto.- no era una pregunta. Jack sabía bien que esperar tener algo tan importante gratis era impensable, especialmente si quien establecía ciertas condiciones era un ser que emanaba una profunda maldad y colores oscuros que podrían haber hecho huir despavorido a cualquiera.
-Precio que estaría dispuesto a aceptar. Tu pecado no es difícil de detectar; ambos sabemos cuál será tu respuesta.- con estudiada calma, Beelzebub sacó una manzana de su bolsillo. La manzana era roja y perfectamente redonda, perfecta. Demasiado perfecta para venir de un lugar corrupto como la Tierra.
-Dale un mordisco a la manzana, y el pacto se establecerá.-
Agarrar esa fruta no fue difícil para Jack. Apenas ocultando una sonrisa exagerada y las mejillas rojas de emoción, tomó la manzana entre sus manos y la analizó ambiciosamente. La manzana se había convertido en una joya a sus ojos, un objeto de inestimable valor que le aseguraría algo más que una simple riqueza material.
No habría dado la espalda a una oportunidad afortunada, si hubiera corrido el riesgo de perder totalmente la cabeza o mancharse con la sangre de inocentes.
-Pecado Original, ¿eh?- y le dio un mordisco.
Independientemente de lo que el demonio quisiera a cambio y de las atrocidades que estuviera cometiendo, Jack se aseguró de saborear con avidez el sabor. No dejó de sonreír.
-No tendrás que esperar mucho.- fue la última frase de la criatura del Infierno, y para Jack esto fue suficiente.
No tendrás que esperar mucho.- fue la última frase de la criatura del Infierno, y para Jack esto fue suficiente.
Asumir el Amor habría sido una tarea gratificante.
La belleza que el mundo tenía para ofrecer era inmensa y Jack era consciente de ello desde hacía mucho tiempo.
Cuando era pequeño contemplaba los majestuosos colores de su madre, llenos de un amor que nunca le había demostrado realmente. Eran los colores de la pasión, de una esperanza visceral que pretende no desaparecer con la nada, la paciencia constante que se convierte en una bestia salvaje, dispuesta a descargar su ira sobre quienes no han satisfecho sus necesidades.
Y la mujer llamada Mary había sido esto: un cascarón vacío, carente de ambiciones y tratando de aferrarse a las de los demás, para ganar dinero.
Quería una vida mejor, ser el centro de atención de un hombre que no la amaba.
Había sido codiciosa, a su manera. Una codicia que no había satisfecho, que había dejado imbuida. Y si lo pensaba bien, Jack se sintió invadido por una emoción que podría definir como "tristeza".
Porque su querida madre no había tenido suerte. Se había dejado engañar por la inflexibilidad despiadada del mundo y no había decidido luchar por lo que esperaba lograr. Ella se había rendido.
Como caballero, no podía permitirse el lujo de cometer el mismo error fatal. Quería apropiarse de una felicidad interminable y permanecer en contacto con sensaciones que pudieran satisfacer continuamente su gran egoísmo. Porque ¿cómo podrías vivir sin ser al menos un poco egoísta?
-Es humano caer en la tentación, y un pecado ignorar los propios deseos.-
-¿Y por qué llegaste a esta conclusión?-
-Porque la vida es corta y hay que vivirla. ¿Es acaso un delito querer satisfacer objetivos, Sir?-
Tomando una taza llena de té, Jack comenzó a beber su contenido con lenta meditación, decidido a analizar el comportamiento del hombre que había despertado en él una inmensa curiosidad.
Hércules se reveló inmediatamente como un sujeto interesante, alguien dispuesto a echar una mano a los necesitados. No quería obtener recompensas, no quería que la gente lo mirara; sólo exigió que la justicia triunfara a pesar de las dificultades, no pidió nada más. Y Jack quedó impresionado por una actitud tan noble.
-No lo encuentro mal, pero creo que depende del contexto. El egoísmo puede alcanzar alturas peligrosas si no sabes aprovecharlo.- aunque las palabras pronunciadas siguieron el hilo de un discurso serio, los labios de Hércules no habían perdido la sonrisa: -Pero tú eres el primero en exponer este punto de vista. Realmente eres un ser humano peculiar, Jack.-
-El placer de haber conocido a alguien tan perfecto debería ser mío. Pasamos unas horas hablando, y unos instantes me bastaron para comprender lo predestinado que estaba este encuentro.- Jack dejó la taza de té con elegancia, levantándose de la silla de ese pequeño bar que le encantaba frecuentar, para tomar La mano de Hércules y deposita sobre ella un delicado beso: -<<¿Quién ha amado alguna vez que no ha amado a primera vista?>>-
Tomado completamente desprevenido, Hèrcules no pudo evitar sentirse avergonzado. Y Jack había entendido bien esa vergüenza, ya que los colores que tanto amaba hablaban con claridad.
"Es hermoso." se encontró pensando, sintiendo una sincera y gozosa felicidad infantil.
Hércules no podía saberlo, pero el que era conocido como "El Artista de la Muerte" llevaba varios días observándolo por las calles de Londres.
Un hombre de cabello largo y particular que recordaba el atardecer había caído en su camino como una rápida pero cálida caricia. Sus movimientos apresurados y la forma en que había mirado insistentemente a su alrededor le hicieron comprender inmediatamente que sí, que no debía ser de esos lares.
Incluso parecía chocar con la propia ciudad inglesa, apareciendo como una criatura etérea de otro mundo. Por eso había decidido seguirlo, observar atentamente cada uno de sus movimientos, percibiendo que si hubiera escuchado ese pequeño capricho suyo, su existencia habría enfrentado un cambio radical.
¿Realmente hubiera sido así?
-Sin embargo Sir, todavía no he tenido la oportunidad de preguntarle de dónde es. A juzgar por su apariencia, no es de por aquí.-
-¿Eh? No... definitivamente no.- vio a Hèrcules toser levemente, pero consciente de haberlo tomado desprevenido no se hizo demasiadas preguntas: -Vengo de muy lejos, de hecho.-
-¿Y hay alguna razón concreta que empujó a un hombre tan interesante a venir aquí, a la caótica ciudad de Londres?-
-¿Era obvio?- ciertamente no podía decirle que era un semidiós, el griego lo sabía perfectamente, pero tal vez contarle algunos detalles sobre la tarea que le habían encomendado no hubiera estado mal: -Bueno, tengo que encontrar una persona cuya identidad desconozco. Lamentablemente no creo que sea muy bueno en ciertas cosas.-
-Oh.- ahora todo se volvía intrigante: -Es una empresa bastante difícil. Sin embargo, no es imposible. Al fin y al cabo, Hamlet también tuvo que afrontar diversas complicaciones a la hora de buscar al asesino de su padre, y al final logró obtener la verdad, aunque a un alto coste.-
Citar las obras de Shakespeare era fundamental para Jack, ya que frases enteras escritas por el famoso dramaturgo reflejaban plenamente la esencia de toda la raza humana. Acciones, sentimientos, relaciones, pensamientos, elementos todos que encajaban perfectamente y que en un solo momento podían interpretarse con la máxima dedicación. Si Shakespeare se había ocupado de transcribir en papel lo que le rodeaba, Jack, por el contrario, quería hacer vívidas estas unicidades en recuerdos eternos.
-Diría que estoy en la misma situación que Hamlet, entonces.- Hèrcules no sabía quién era el dueño del nombre que Jack había pronunciado, pero esperaba resolver su búsqueda sin recibir consecuencias: -Tú que has sido aquí más tiempo que yo, habrás notado que los criminales actúan sin ser molestados.-
-Sí, y últimamente ha aumentado la tasa de criminalidad.-
Hèrcules asintió, sin poder ocultar su decepción: -No es casualidad que esto haya sucedido. Adivinamos, es decir, mis colegas y yo hemos descubierto que detrás de todo esto hay una mente brillante y cruel. Está planeando algo malo y oscuro y, en comparación con otros seres vivos, ha cruzado la línea hace mucho tiempo. Está manchando leyes muy importantes e inviolables.-
-Leyes muy importantes e inviolables, ¿dice?- era bastante extraño pensar que todos trabajarían para respetar ciertas reglas, siempre habría alguien dispuesto a empañarlas, pero Jack prefirió no expresar esa opinión inadecuada. No estaba en su carácter.
-No puedo permitir que un tipo así siga cobrando víctimas para satisfacción personal, tengo que hacer algo.- Hèrcules se limitó a suspirar: -Manipular a las personas y empujarlas hacia la aniquilación es imperdonable.-
-¿Y entonces le gustaría conocer a este hombre para detenerlo y entregarlo a la policía? ¿O...?- no terminó la frase, no hacía falta.
-Tengo la intención de capturar a esta persona, es verdad.- admitió el otro, con tal determinación que hizo brillar aún más sus majestuosos colores: -Debe afrontar las consecuencias de las atrocidades cometidas, pero sin embargo, no cambiaría nada. Ya no sería justicia. Debido a esto...-
Los labios de Jack temblaron levemente, incapaz de describir lo que estaban contemplando. Nunca podría agradecer lo suficiente a su amada madre por haberlo traído al mundo.
-Yo la salvaré.-
Un acto noble, digno de las hazañas de los héroes literarios. Robin Hood, Sherlock Holmes, el Rey Arturo... siempre que sean fruto de la fantasía, Jack ya había visto en Hércules algunas de sus características más conocidas.
Justicia, determinación, coraje.
A Jack le resultaba difícil creer que realmente había conocido a una criatura que no reflejaba los estándares de una sociedad individual y corrupta. El trato hecho con el demonio había sido rentable y superó sus propias expectativas.
Habría mordido mil veces más esa fruta prohibida si hubiera podido disfrutar de ese espectáculo por la eternidad. ¿Qué significaba para un asesino ganar más pecado? ¿Una pieza extra para lograr una locura sin retorno, o un rayo de luz listo para recibirte calurosamente?
-Eso es muy atrevido de su parte. Estoy convencido de que su valientes intenciones traerán a usted el éxito deseado.-
Y cumpliría su tarea. Jack no necesitaba una bola de cristal para predecir lo que le depararía el futuro.
Esos colores hubieran sido suyos y de nadie más. Y esa era una gratificación que todavía le resultaba extraña.
-Esperamos iniciar una fructífera colaboración, es imprescindible pasar un día juntos para conocernos mejor, Sir.-
-Este lugar me parece perfecto. ¡Tuviste una gran idea, Jack!-
Hércules, mirando el parque lleno de niños ocupados viendo un espectáculo de marionetas y sus padres parados a un lado conversando, pensó que era imposible que alguien no pudiera sentir placer de ser parte de tanta serenidad.
Sentarse en un banco era relajante y tener a alguien como Jack a tu lado era bastante adormecedor. No podía entenderlo, pero Hércules había notado que se sentía más relajado a su lado. Le encantaba ayudar a los débiles y fortalecer la presencia de la justicia en el mundo, pero ¿desde cuándo no se toma un día para sí mismo? Ni siquiera recordaba si había tenido un día de relajación total, entre otras cosas.
Castor lo había regañado mucho por no tomar descansos de su período y, sin embargo... ah, darse cuenta personalmente de ello tuvo un efecto decididamente diferente.
-Vengo aquí a menudo cuando necesito leer un libro o descansar. Se ha convertido en una cuestión de costumbre.-
Hércules cerró los ojos, disfrutando de la brisa fría que alborotaba su cabello y lo envolvía aún más en esa atmósfera fascinante.
-Si yo también hubiera vivido en Londres, quedarme aquí y disfrutar de unos minutos de descanso probablemente hubiera sido un lindo pasatiempo.-
-Hablando de minutos.- Jack sacó con cuidado su reloj de bolsillo, escudriñando la hora. Las dos de la tarde era un buen momento para hablar y comer algo en concreto.
-Nos reunimos diez minutos antes. ¿No es esta una extraña coincidencia? Prácticamente llegamos juntos.-
-No, no lo creo, my hero. Quería volver a verte, y la espera se había vuelto agotadora.-
-My hero-?- Hércules sintió una gran vergüenza. No estaba acostumbrado a escuchar ese tipo de confesiones y recibir apodos dulces. Jack lo estaba volviendo loco sin nada, a pesar de que sólo habían pasado dos meses desde que el Destino había hecho que sus caminos se cruzaran.
-¿No le gusta este apodo?-
-No quise decir eso, Jack... de verdad.-
Jack sintió que su corazón se comportaba de una manera extraña: sus latidos se ralentizaron durante unos segundos, y en los segundos siguientes tendió a moverse aturdido.
¿Qué estaba sintiendo exactamente? ¿Podría ser esto una prueba clara de su interés?
Familiarizarse con ciertas sensaciones le resultaba casi incómodo, un obstáculo para sus felices intenciones de contemplar verdaderas obras de arte.
-Estaba bromeando. Su amabilidad me desconcierta y me llena de felicidad con sólo contemplarla.- el inglés le estrechó la mano con calculado descaro, sin perder de vista su mirada pura y genuina: -¿Le gustaría dar una vuelta por la zona? Hay que aprovechar los raros y claros días soleados.-
-Ni siquiera tienes que preguntar. Si eso es lo que quieres y eso es lo que yo también quiero, no tiene sentido que te sientes aquí.- volviendo su atención a los niños que aplaudían al final del espectáculo de marionetas, donde el infalible detective había llevado ante la justicia a su enemigo jurado. Hércules quedó atrapado por un pequeño detalle. Era una tontería, pero la velocidad con la que se le había ocurrido lo había dejado casi desestabilizado.
-¿Qué te impulsó a convertirte en investigador privado?- la pregunta era intrusiva, quizás inapropiada, pero Jack nunca había parecido alguien que mantuviera ciertos asuntos ocultos.
De hecho, Jack permaneció sereno, y en la mano con la que aún le devolvía el apretón, el semidiós no percibió ningún indicio de agitación o molestia. Sólo una educación particular y compuesta.
-Ser protagonista de casos brutales es tentador, sería absurdo negarlo. La curiosidad es una de las armas más letales para el ser humano, un defecto mío particular, por así decirlo. Salvar vidas es fundamental, embellecer a los pecadores es una bendición.-
-¿Una "bendición"?- alguien más se habría asustado al escuchar esas palabras, otros habrían inventado una excusa para alejarse de él. Hércules, que no era una persona común y corriente, se quedó a escucharlo.
No sintió ira ni disgusto, desconcierto o incredulidad. La curiosidad genuina lo había engañado, probablemente porque había comprendido que la capacidad de Jack para observar los colores de las emociones de otras personas estaba mucho más desarrollada y era única de lo que parecía.
-¿Alguna vez ha sentido un cosquilleo en el pecho, Sir? ¿Pasión, amor, interés por una fortuna que puedes captar durante unos minutos, pero que hace que estos momentos sean tan evocadores que vivan eternamente en tu mente? Me pasa a mí, a menudo. Acontecimientos, momentos que desearía que se hicieran eternos.-
Jack se inclinó hacia adelante para colocar una mano en la mejilla de Hércules. No era educado, pero la moral y los buenos modales en su compañía no parecían tan necesarios. El egoísmo que lo consumía lo empujó a exigir más. Para volver a ver ese Amor, en todo su esplendor.
-¿Es la eternidad lo que anhelas?- Hércules contuvo la respiración.
-Sí. La verdad es que he llegado a esta conclusión después de pasar estos días con usted, Sir. La observé durante mucho tiempo, y nunca había conocido a nadie que despertara tanto asombro en mí.- sonrió el inglés. La sonrisa de quien sabía que había ganado: -Hace mucho tiempo que esperaba que este inmenso Amor pudiera manifestarse exclusivamente para mí. Ser totalmente mío. Y ahora me doy cuenta de la suerte que tuve de tener esta habilidad. Un regalo que me ofrece directamente una entidad superior.-
Y no tenía motivos para denunciar una mentira más. Una vez más, aunque con mayor intensidad, se sintió la persona más feliz del mundo.
-No podría pedir nada mejor.-
Y con impaciencia contenida, se ocupó de presionar sus labios contra los de el. Los saboreaba con avidez, no queriendo arruinar el significado del gesto realizado y mucho menos el acto en sí.
Sentir los brazos de Hércules rodeándolo, y oírle devolver el beso, hizo que su corazón se agitara.
Ese cálido abrazo le recordó a su amada Anne quien, durante las frías noches de invierno, le permitía dormir con ella para no pasar frío. Al pequeño Jack nunca le había gustado el olor del alcohol, pero era crucial para poder asociar ese gesto de cariño con un refugio seguro e irremplazable.
Jack apenas respiraba, aferrándose a Hércules con extraña desesperación. ¿Por qué había pensado en Anne y no en su amada madre? Porque de repente, el recuerdo de aquella mujer, tan brusca como amable, le dolió el corazón?
Entre Hércules y Anne, Jack sinceramente no sabía quién era capaz de sembrar en él, en su alma, la semilla de la duda y la incertidumbre.
-You are absolute perfection.-
Pero podría pensar en esas reflexiones más tarde. Una hermosa y añorada eternidad junto a Hércules no podía posponerse.
Un copioso flujo de sangre fluyó lenta, inexorablemente, hacia el suelo. El grito desgarrador de un hombre de mediana edad se había reducido a un jadeo lastimero, incapaz de hacer nada más que pedir perdón por sus pecados mientras se ahogaba en su propia sangre.
Jack contempló esa garganta cortada con profunda admiración; ¿Cómo no sentirse fascinado por la razón que había causado tanto dolor a un hombre? Esa expresión entonces, ah, resumía perfectamente la belleza de ese color que nunca dejaba de examinar.
Porque sí, era hermoso, pero no tan bueno como el suyo.
-Jack.- quien había sido llamado cerró los ojos con desilusión. ¿Me equivoco o sentiste tristeza en esa voz que tanto querías?: -Se escapó, pero aún podemos atraparlo. Su cómplice está muerto, no tiene sentido quedarse aquí.-
-Oh. Tiene razón Sir, perdone mi mala educación.-
Un investigador privado que utiliza métodos extremos para castigar a los criminales y luchar en nombre de un ideal honorable para defender a los débiles. ¿Qué mentira podría ser más vil que esta?
A diferencia de él, el apuesto héroe que lo acompañaba no podía entender sus mentiras y sus medias verdades. Colgaba de sus labios y las dudas no se permitían dentro de su alma.
Era inocente y justo, y Jack no pudo evitar sentirse impotente ante esa confianza desarmadora.
Casi se sintió culpable. Sin embargo, volver atrás no era una opción a tomar en consideración, el riesgo era alto y desaconsejable. Recibir su odio habría sido devastador.
-Ese maldito no puede salirse con la suya. No después de lo que les hizo a esas pobres niñas.-
Violencia contra niñas huérfanas y prostitutas. Un clásico.
Golpear a los olvidados por los poderosos e ignorados por los económicamente estables era normal para muchas familias nobles.
-Él no irá a ninguna parte. Preparé una trampa especialmente para atraparlo, pero no puedo hacerlo solo. Obtener una valiosa ayuda sería una gran fortuna para este gentleman.-
Hércules sonrió y Jack no pudo evitar preguntarse cómo logró aferrarse a la razón. Tarde o temprano habría cedido: -¡Significará que te ofreceré mayor ayuda de la que puedas imaginar!-
-Saber esto me pone menos nervioso. Es motivo de mucha alegría para mí.-
-¿Agitado?- cuando comenzaron a caminar rápidamente, Hèrcules no dejó de darle sincera atención: -¿Matar a ese despreciable bastardo te dio algún tipo de molestia? Lamento preguntarte, pero verte enojado es extraño. Deberías expresar más tus emociones, Jack.-
"No te decepcionarías."
Cortés en su vida diaria, grosero e insolente en sus pensamientos. Quién sabe cuándo se volvió tan descarado.
-Intentaré escuchar este precioso consejo.-
Decepcionar a alguien seguía siendo un acto de extrema grosería, no podría haber sido tan descarado con quienes le tenían un gran respeto. Había que mantener cierto equilibrio.
-¿Cómo capturamos a ese criminal?- Hércules comenzó a hablar nuevamente después de unos segundos, con un sentimiento de resentimiento aún presente en su mirada cristalina. La aversión hacia quienes habían decidido abrazar el inframundo debió ser muy intensa: -Dijiste que necesitabas mi ayuda. ¿Qué tengo que hacer?-
-Sólo una cosa.- Jack se detuvo de repente, señalando con su dedo hacia otro estrecho pasillo oscuro. A Hércules le pareció absurdo que una sola ciudad, de noche, pudiera resultar tan angustiosa: -Tendrá que quedarse allí, Sir, otra conecta con este caminocito. En unos minutos nuestro buscado tendrá el valor de tomar este atajo, pero no saldrá según lo planeado porque se encontrará bloqueado. O cortado, si queremos ser específicos.-
El semidiós no sabía a qué se refería Jack, pero su sonrisa maníaca lo tenía bastante confundido. Se le había aparecido como un hombre tranquilo y muy inteligente, capaz de resolver casos y ayudar a las personas sin esfuerzo, pero...
Había algo inquietante en esa sonrisa.
Esperaba estar equivocado, no haber visto correctamente.
Cuando volvió a parpadear, esa manifestación de repentina crueldad había desaparecido, como si la oscuridad de la noche, cómplice secreta y confiable, estuviera encubriendo esa prueba irrefutable.
-Está bien. Eres un verdadero genio, Jack.-
Esas palabras fueron dictadas por la más inocente de las verdades; el inglés era extraordinario, y en otra época habría sido un excelente guerrero - el semidiós pensó que era una pena que Jack naciera en un período histórico tan depravado y deshonroso -. Su inteligencia no podía pasar desapercibida.
Sin embargo, la inquietud aún habitaba en su indomable corazón. Era imposible intentar fingir que todo estaba bien.
-Y tienes una memoria absurda. Para conocer estas calles a la perfección, debes haber frecuentado estos lugares muy a menudo.-
-Mas que necesario. A veces, pasear de noche puede ser más interesante de lo que imaginas.-
Hércules no añadió nada.
Se aseguró de permanecer quieto en el lugar que le habían indicado, esperando que Jack también respetara la parte de la táctica que le habían propuesto.
-Caminando de noche, entre esta gente y en total oscuridad...- murmuró Hércules, sin terminar su observación.
Incluso cuando sus oídos escucharon el acercamiento de pasos apresurados, no le dio demasiada importancia. La aprensión prevalecía sobre la justicia. ¿Qué le estaba pasando?
Demasiado tormento lo estaba desgastando. ¿Alguna premonición le susurró que Jack podría estar en peligro? ¿Que algún día, en su ausencia, podría verse aplastado por sus propios planes? Era un humano, no era un guerrero infalible.
-¡¡Tienes que alejarte de mí...!!-
El cómplice del inmundo criminal que ya llevaba unos diez minutos muerto corría sin aliento, con los ojos brillantes y la adrenalina bombeando. Era más joven que su difunto colega, pero ni siquiera una edad más próspera le habría dado la oportunidad de escapar.
Cojeaba y, como un animal herido, corría a ciegas. Su pierna derecha estaba perdiendo mucha sangre, y Hércules inmediatamente comprendió que había sido alcanzado por un arma punzante, obviamente una intención por parte de Jack de obstaculizar aún más su patético intento de escapar.
-¡Y tú, no te quedes ahí parada! ¡D-Detenlo-!-
-Has condenado a muerte a personas inocentes con tus acciones. ¿Realmente debería proteger a alguien que no se ha esforzado por llevar una existencia digna?-
No tenía información decisiva sobre ese hombre, excepto que se llamaba Karl y había sembrado sufrimiento dondequiera que iba.
Karl debió haber comprendido que no había escapatoria para él, pero continuó aferrándose obstinadamente al más pequeño de los más débiles granos de esperanza que intentaba identificar.
Por indigno que fuera el perdón, Hércules nunca le habría deseado una muerte indigna y llena de agonía. Eso no podría considerarse una muerte justa.
-Te entregaremos a la policía.- Hércules dio un paso adelante, olvidándose por un momento de lo que Jack le había dicho; de no movernos: -Prométenos no resistirnos, e incluso podríamos pensar en curar esa herida.-
Su propuesta pareció ser escuchada. Vio al criminal bajar una mano hacia la herida, visiblemente cansado y tratando de no detenerse. Pero entonces, justo cuando el héroe griego tenía la impresión de que se daba por vencido, lo vio apretar los dientes con fuerza y sacar una pistola del bolsillo del pantalón, con un brillo loco en los ojos y dispuesto a apretar el gatillo con ferocidad impulsiva.
La locura de un hombre condenado a la más devastadora de las desgracias.
"La raza humana todavía tiene mucho que aprender."
Hércules se preparó para recibir un golpe que nunca llegó.
Un grito espeluznante había resonado por las lúgubres y heladas calles del barrio londinense y aunque Hércules estaba preparado para la más inesperada de las eventualidades, quedó petrificado al ver aquel cuerpo siendo despedazado, el papel que parecía haber reemplazado a su piel.
-Qué-!?-
Un destello no muy lejano llamó su atención de repente, su mente rápidamente conectó las piezas de lo que acababa de suceder y que parecía ajeno a cualquier lógica.
Alambres de hierro por todas partes, en la entrada de la calle que había resultado infernal.
Una mano, el pie, la oreja derecha. Todo lo que físicamente había pertenecido a ese Karl estaba en el suelo, al igual que su rostro desfigurado por el terror, ahora sin vida. La sangre fluyó profusamente hasta sus pies y si no hubiera sido tan fuerte, el semidiós probablemente se habría sentido mareado debido a esa macabra miseria de la que sus ojos no podían despegarse.
Era una visión macabra que hubiera sido anormal, si no hubiera sido por la presencia de esa trampa que había resultado fatal.
-Esto, no...- Hércules sintió que sus hombros se ponían rígidos, fuertes emociones lo abrumaban: -¿¡Tú planeaste todo esto, Jack!?-
Unos pasos se acercaron lentamente al cadáver destrozado, las suelas de sus zapatos entraron en contacto con el líquido rojo que fácilmente podría haberlos rodeado, debido a la inmensa cantidad.
El graznido de un cuervo a lo lejos hizo que la atmósfera fuera más enfermiza, más inquietante. Demasiado realista.
-Tiene una excelente intuición, Sir. ¿Fue difícil deducirlo?-
Hércules apretó los dientes, intentando contener su imparable instinto. Estaba decepcionado, amargado. Pero todavía estaba lo suficientemente lúcido como para exigir las explicaciones que se le debían.
-¡Deberíamos haberlo encerrado en una celda, honrar a quienes lucharon para entregarlo a la policía, no destrozarlo!-
-Ya no provocará dolor, ni contribuirá a la aparición de colores desagradables.-
-¿"Colores desagradables"? Como...-
Aquí está de nuevo, la sonrisa escalofriante de un alma dolorida y llena de claro sadismo.
Jack casi se rió; lo contempló fascinado, demostrando que sentía una incuestionable fascinación por algo en particular.
Hércules se llevó una mano a los ojos y dejó escapar un suspiro. Él, semidiós de la fuerza y la justicia, se sentía agotado. Completamente desheredado de la alegría que lo había acompañado en aquellos días de aire helado y lluvioso.
-Triunfamos, eso es lo que importa. La agitación del futuro es impredecible para cualquiera, incluidas las mentes brillantes.-
-Estas equivocado. Hemos fracasado, porque esto no puede considerarse un acto loable.-
-Pero el mundo es conocido por su perfecta imperfección. Está habitada por seres humanos, es natural. La brutalidad del hombre puede ir mucho más allá de la mediocridad banal.- Jack no dejaba de sonreír, por lo que la ira del héroe no pudo contenerse por mucho tiempo: -Sir Karl y su jefe están muertos, y otro caso puede darse por concluido. La tragedia es un factor importante para un actor. ¿No lo crees?-
Jack no se alejó cuando Hércules lo agarró por el cuello. Podía sentir su temblor y falta de aliento, y sus colores eran intensos e increíblemente brillantes; no podían ser ignorados.
-Es increíble lo que dices: eres un investigador, no puedes adoptar las actitudes típicas de un sociópata. ¡No eres así!- Hércules soltó su agarre sólo en el instante en que Jack interrumpió su alegría desenfrenada, sustituida por una apatía desarmante.
-Esta noche vi suficiente.-
Y aunque no llovía, el semidiós no fue el único que sintió que su corazón se convertía en un peñasco y corría el riesgo de derretirse en una total decepción.
Decepción.
Jack se acostumbraría a escudriñar esa emoción con decepción a partir de ese día.
No todos los colores podían estar llenos de encanto, pero él se daba cuenta bastante tarde, ya entrada la noche y con el corazón roto.
-Un bocado no es suficiente. La manzana hay que saborearla con gusto, con ardor.-
Beelzebub se mantuvo fiel al pacto y le ofreció nuevamente la manzana roja, llena de pecado.
-Hay alguien que a diferencia de ti ha minado su deseo y contribuido a sacar el monstruo que llevas dentro.- Beelzebub no quiso agregar nada más: -El héroe Hércules es una excelente pareja, para alquien como tu.-
-Hércules, el poderoso semidiós que se encargó de completar los doce trabajos... ah, nunca hubiera pensado que las divinidades pudieran ser tan majestuosas.-
-Esta obsesión tuya me confunde.- la indiferencia del demonio no se correspondía con su afirmación: -Admirar sus colores en sus últimos momentos de vida es una contradicción. ¿No deberías fingir que lo quieres para ti "para siempre"? - la última frase fue pronunciada con evidente sarcasmo. Jack no le dio importancia, o simplemente estaba demasiado divertido como para centrarse en el tono de voz utilizado por su interlocutor.
Los colores eran demostraciones perfectas, eso era todo lo que necesitaba.
-Oh Sir, "para siempre" es un final feliz que tengo contemplado y que podré obtener, aunque de diferentes maneras. El color de su profundo amor permanecerá vivo en mi corazón traicionero, impreso en mi mente, en el alma podrida de un caballero que no puede hacer nada más que abrazar extasiado el Pecado. La eternidad puede ocurrir a través de diferentes modalidades.-
Jack se llevó la manzana a la boca y le dio un pequeño mordisco, queriendo saborear con avidez el sabor.
-Sin embargo, por mucho que me duela admitirlo, este no es un deseo que pueda lograrse rápidamente. Quién sabe si este pacto me ayudará a lograrlo.-
Beelzebub lo miró a los ojos, genuinamente atónito por esa inesperada revelación. Jack resultó ser una sorpresa constante.
-Tienes un anhelo preciso y calculador. Aceptaste mis condiciones sin decir palabra, sabiendo que aun así alcanzarías tu punto de referencia y lo harías tuyo. Tienes un plan preciso.-
-Tal vez.- Jack le dio un tercer mordisco a la manzana, de la cual ya solo quedaba la mitad. La inquietante felicidad representada por su perversa sonrisa no desaparecería fácilmente.
-Seguiré el patrón mental preestablecido y saldré victorioso. La paciencia es el talento más desconocido de los hombres, que si se explota sabiamente, puede reservar dones inesperados.-
Jack miró fijamente la luna, que brillaba menos que las noches anteriores.
-Sir Hércules pasará a ser mío en toda su esencia. Mi sugerencia sería disfrutar del espectáculo, Sir. Alguna otra noche maravillosa vendrá a alegrarnos la vida.-
-Das por sentado que habrá otras noches.-
Jack le dedicó una sonrisa enigmática: -Una eternidad con Hércules es lo que más aspiro.-
Y su deseo pecaminoso había sido concedido.
Un deshollinador, manchado de ceniza y tierra, miraba con nostalgia la puesta de sol. El destino no habría sido amable con él si hubiera podido ofrecerle un trabajo tan agotador y mal pagado como ese. Lo mismo podría decirse de los niños huérfanos que, a pesar de necesitar protección y amor, con su inocencia se animaron y persistieron en jugar animadamente, agradecidos por fragmentos fugaces de alegría que no durarían mucho.
No podían saberlo, por supuesto, pero no se resignaron a la desesperación ni al agobio de un sadismo que crece cada vez más en el pecho, antes de llegar al cerebro como un parásito viscoso, imposible de detener.
Y Hércules, por mucho que hubiera llegado a amar y apreciar a Jack, sabía que algo andaba mal. Lo había comprendido desde el primer día que encontró su mirada, pero no había querido aceptarlo... o tal vez su orgullo medio divino no le permitía escudriñar la verdad con claridad.
¿Debería haber investigado a Jack? Imposible, no habría sido propio de él invadir la privacidad de alguien, aunque fuera por una buena causa. Y entonces Jack lo habría desenmascarado en dos segundos, y no habría solucionado otra cosa que aumentar esa relación de desconfianza que estaba en peligro de nacer y crecer.
-El atardecer alegra las almas más inquietas con increíble eficacia.-
-No tardaste en llegar.- Hércules no se giró, pero sintió a Jack sumamente cerca. Tratando de contener su nerviosismo, mantuvo sus ojos azules fijos en el sol poniente, pero no ayudó mucho.
-Llegar a tiempo es de buena educación, llegar temprano es una precaución necesaria.- Jack lo miró con falsa perplejidad: -¿Hay algo que le molesta?-
-Muchas cosas, si tengo que ser honesto.- Hércules exhaló con falta de calma, incapaz de mantener ocultas innumerables dudas.
-No eres un investigador, ¿verdad?-
Dolía preguntar, más aún al observar la ausencia de indignación o confusión en la actitud perfecta y caballerosa de Jack. Podría intentar tener un porte impecable sin cesar, pero eso no impediría que Hércules se dejara engañar una vez más.
-Esta observación me asombra.- Jack colocó una mano cerca de su mejilla derecha, y no hizo nada más. Tocó su piel como si una bofetada invisible lo hubiera despertado de sus ilusiones, pero la indiferencia de su mirada no coincidió con la incomprensible agitación de su corazón.
-¿Por qué no me dijiste cómo estaban las cosas?- Hércules apretó un puño con fuerza: -Podría haberte detenido.-
-¿Detenerme? ¿Y por qué?- Jack miró hacia el atardecer, sin sonreír ni mostrar ningún otro sentimiento. Parecía incapaz de hacerlo: -No habrías podido. De todos modos ya habría sido demasiado tarde.-
-¡No es así!- Hércules alzó la voz, desviando insistentemente su concentración hacia la corriente del río más agitada de lo necesario: -¡Sabes muy bien que lo que hiciste es inaceptable, incorrecto y penado por la ley! ¿Es posible que no puedas entenderlo, Jack? Los riesgos que corres si...-
-¿"Sigues matando gente"?-
Permanecer en aquel antiguo puente era una ventaja, porque le permitía ahogarse en aquel hermoso paisaje sin ser más burlado por la injusta realidad que había detrás de él.
-Creo que tengo algo de experiencia en este sentido. Atraparme no será una tarea fácil. Scotland Yard no conoce la verdadera identidad del Artista de la Muerte, y si alguien se enterara, no viviría mucho para revelarla.-
-"El Artista de la Muerte."- Hércules sintió una punzada en su corazón, un dolor que no hubiera creído posible.
Jack, embelesado por la belleza de los colores que emanaba el otro, se permitió una sonrisa alegre.
El atardecer en cambio, ante tanta belleza, se volvió banal.
-No era mi intención mentirte, le pido perdón. Pero las pasiones de un hombre son difíciles de hacer invisibles.-
Tarde o temprano lo descubriría de todos modos.
En su última misión se había revelado demasiado. Una resistencia adicional y efímera habría sido en vano.
-¿¡Cómo...cómo pudiste hacer eso!?- la voz de Hércules estaba llena de dolor, furia: -¡Me engañaste a mi y a todos! ¡No eres un investigador privado, sino un asesino asqueroso y loco!-
El Artista de la Muerte no se sorprendió al recibir una reacción tan desgarradora. Esos insultos no le habían afectado en lo más mínimo, los había esperado y valió la pena.
En otra ocasión se habría sentido insatisfecho, pero ésta no era exactamente otra ocasión.
-Ven conmigo.-
Jack extendió una mano hacia él, una sonrisa cruel y alegre, sus iris cromáticos corroídos por una perversión abismal e inocente.
-¿Dónde?-
Hércules estaba herido, enojado, todavía confundido. Al permanecer en guardia y no dar un paso, sabía que le sería imposible hacerle daño a Jack. Realmente no tenía fuerzas para herir a quien lo había conquistado.
Era un monstruo, pero Hércules lo amaba. La justicia que tanto invadía su corazón contrastaba marcadamente con la pasión que lo había devorado asiduamente.
-¡En un lugar más acogedor y apartado, donde puedo admirar mi arte en su máxima expresión! Tus colores... oh sí, ni siquiera en situaciones como esta pierden su rarísimo esplendor.-
María nunca había amado a un hombre. Se había aferrado a la primera persona que le había concedido un efímero rayo de esperanza, engañándola, utilizándola.
Jack amaba a un hombre. Se había aferrado a él después de un cuidadoso análisis, reconociendo su preciosidad. Iluyéndolo, usándolo.
Después de todo, Jack se sentía honrado de parecerse un poco a esa madre cuya compañía había disfrutado tanto. Sin embargo, no se sentía honrado de parecerse al hombre que la había engañada.
-¡Sean cuales sean tus objetivos, yo, Hércules, semidiós e hijo de Zeus, no permitiré que acabes más vidas por puro sadismo!- el héroe, con valentía intrépida, hizo aparecer su arma.
Muchas personas ya se habían refugiado en sus casas desde hacía varios minutos, por lo que no podían ser conscientes del duelo antinatural que amenazaba tener lugar.
-Un "semidiós"...- Jack lo miró fijamente, con los ojos brillantes y conscientes, luego sacudió la cabeza: -Los demonios y semidioses no pueden ser las únicas criaturas existentes en este Universo enfermo. ¿Hay otras criaturas?- pensativo, cerró los ojos por un momento: - No, qué estoy diciendo. No importa. Lo descubriré por mí mismo pronto.-
Hércules lo fulminó con la mirada y dio un paso adelante.
-¿¡Qué quieres decir!?-
A Jack no le importó su pregunta. O tal vez lo hizo, a su manera.
Sonriendo una vez más, como hipnotizado por el cielo rosa y violeta, coloreado por el perezoso descenso del sol, se echó a reír.
-Finally! ¡Comprender los deseos nunca ha sido tan satisfactorio!- Jack sonrió locamente: -Después de todo, ya habías comprendido que la eternidad es mi ambición.-
El humano agradeció en silencio al despiadado demonio que le había hecho tanta suerte. Más de lo que había sido hasta entonces.
¿Que los colores de las emociones de otras personas fueron un regalo de las traicioneras bestias del Inframundo? ¿Que las deidades no estuvieron involucradas en todo esto en absoluto?
Cualquiera que fuera la respuesta, Jack se sentía la persona más afortunada del mundo.
Y había conseguido lo que quería incluso antes de quererlo.
-Deseo pasar la eternidad admirando tus majestuosos colores.-
Y el primer deseo acababa de convertirse en Pecado.
Hace meses que quiero comenzar y publicar esta historia, pero administrar varias historias y actualizarlas es más difícil de lo esperado 🥲❤️
Serán siete capítulos en total, incluido un octavo que será el epílogo. Los capítulos estarán todos conectados entre sí, sin excepción, por lo que te recomiendo leerlos todos. Obviamente la decisión depende de ustedes lectores, no están obligados.
Las publicaciones no serán regulares, porque los capítulos en general serán muy largos y todavía tengo que decidir la tercera pareja a elegir. Estoy un poco indecisa...
Ah, y no es casualidad que Beelzebub sea el diablo tentador del momento. Tiene un plan claro en mente y no permitirá que nadie se interponga en su camino, eso es todo lo que diré.
Y no sé si algunos de ustedes se dieron cuenta, pero en este capítulo hay referencias al especial de Jack: por ejemplo, un apodo muy común que se le da es el de "Artista de la Muerte", y nadie sabe quién es realmente.
O que Jack está dispuesto a cambiar su identidad para divertirse con sus víctimas: aquí se hace pasar por un investigador privado, en el manga se hace pasar por jardinero y camarero, por ahora. Su capacidad para adaptarse a cualquier situación es impresionante.
El spin-off se llama "Jack The Ripper Cases Files"🖤
Dicho esto, ¡espero que hayas disfrutado el capítulo!
Hasta la proxima,
- LadyFraise💜
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