5. Corazón de Oro

(Lucy Maud Montgomery/Louisa May Alcott, AtsuAku)
(Ooc, Fluff, universo alternativo, mención de parejas secundarias, confusión de sentimientos)

Capítulo V
Corazón de Oro.

I get so lost inside your eyes
Would you believe it?
You don't have to say you love me
You don't have to say nothing
You don't have to say you're mine.
Just let me adore you, Honey.
Adore You, Harry Styles.


Chocolate.
Es el aroma que inunda toda la habitación, y pese a que la esencia debería ser deliciosa, solo marea a los dos. Es demasiado fuerte para el gusto de ella y el pobre gato que ha salido disgustado del lugar.

Lucy reconoce que la casa no siempre tenía esa esencia de chocolate amargo o galletas quemadas, antes solía oler a dulces panquecitos de zarzamora o con chispas de chocolate, todos productos de Fukuzawa quien le estaba enseñando a prepararlos.

Acepta que no estaría mal pedirle ayuda, pero justo en esos momentos, él se encuentra con su hijo para celebrar su cumpleaños.
No le molesta, después de todo, ella también hubiera querido tener un padre que la quisiera de la misma manera que Fukuzawa quiere a Edogawa.

Suspira abatida, no termina de entender que sale mal en todas las recetas que hace.
La mezcla de ingredientes es perfecta a su parecer, y el punto de cocción debería ser igual al de la receta.

Panquecitos, galletas y un pastel, esas son las recetas que han sido limpiadas de su mente por lo horribles que salen todas y cada una de ellas.

Observa detenidamente la cocina, el horno se encuentra completamente manchado de hollín, las bandejas de los cupcakes están repletas de pastelitos sin esponjar, completamente quemados. Y las galletas ni siquiera se atreve a decir que son para consumo humano o animal.

Un pequeño lamento escapa de sus labios, dejándose caer por completo en la fría madera de la cocina, no entiende cómo es que Yukichi puede hacerlos tan ricos y apetecibles al primer intento, desea descansar para olvidar su evidente fracaso, pero en el fondo también se sentiría mal.

Recuerda la última conversación que había tenido con ella, esa muda pero dulce plática había sido suficiente para cubrir sus heridas, la única que se preocupó genuinamente por ella mientras Atsushi no estaba a su lado, la única que la acogió aún cuando todo el mundo se iba en su contra, sentir sus cálidas manos sobre las suyas mientras le entregaba aquella pequeña muñeca le derritió el corazón como si de miel al fuego se tratara.

La similitud que tenía con Anne era asombrosa, aún cuando sabe que jamás conoció a su única amiga. Recuerda con cariño el hechizante aroma de la cafeína mezclada con la leche que tenía la muñequita en sus manos, sin mencionar que pudo ver algunas cicatrices en sus dedos: Lo hizo por mí.
Ese era el pensamiento que la había enamorado, gastó su tiempo y su integridad física por un gesto de amor y generosidad.

Ya desde antes sentía cariño por ella, pero jamás pensó que ese sentimiento se transformaría en algo más allá de un simple cariño, sus sentidos y palabras con el paso del reloj tomaron la forma que hoy conoce.

La forma de algo completamente inverosímil, tan extraño y hermoso a la vez, dulce como la misma miel pero también amargo como dolor.

La extraña, no sabe porque, pero lo hace, desea verla sonreír alegre, quiere ver el magnético brillo que aparece en sus ojos cuando habla de sus libros y estrategias. Desea sentir la calidez de sus dedos entrelazados con los suyos. Bufa molesta al recordar que hay un brillo en particular que adora, pero la molestia crece en su interior al saber por quien era producido.

Admite que su odio a ese hombre es mucho y aún no entiende la insistencia de ella por estar con él. Los celos que se agitan como las aguas marinas en su interior, son demasiado para controlar su desagrado por él; cierra los ojos mientras recuerda todo lo que ha vivido en los últimos meses con ella.
Navega en sus pensamientos, tal y como lo haría un barco en las tempestuosas aguas del mar, en búsqueda del porqué lo ha hecho y que conseguiría si llegase a su destino.
Las noches en las que tenía pesadillas y ella la consolaba, sus pláticas interminables durante las tardes de verano, los intercambios de regalos, sueños y aspiraciones. En ese tiempo comprendió que no sentía lo mismo que llegó a sentir por Atsushi Nakajima—quién también ya tenía pareja—, su corazón late como el mismo mar, tan indomable, tan descontrolado que siente como si fuera a desbordarse. Sus nervios crecían con cada roce o palabra bonita que decía a su persona.

Entiende que Alcott casi no habla mucho, pues teme al daño y la ansiedad que la rodea es demasiada. Recuerda cuando tuvo que ayudarla en un ataque de pánico por convivir con desconocidos. Una sonrisa tejida en la melancólica se forma en sus labios, en especial al recordar como Poe le advirtió de los cuidados que debía tener, sabe que ambas son muy diferentes, pero no quiere rendirse como con Atsushi, quiere pelear por lo que más ama.

Suelta un bufido frustrado; un sonrojo sutil se apodera de su rostro al recordar como Louisa le permitió ayudarla, sabe que sólo había dos personas quienes tenían oportunidad y privilegio de ayudarla en sus ataques o problemas.
Poe y Scott—a quien aún no puede aceptar—. Edgar era un gran amigo de ella, no era un mal muchacho en lo más mínimo. Pero, no podía decir nada de Scott, a quien consideraba molesto, y al cual le tiene un grado de envidia.

Abre sus ojos y observa sus manos, aún no entiende porqué Lousa lo prefería a él, no negaba que era guapo, pero no era su tipo. Su personalidad era demasiado extravagante y el uso extraño de palabras que frecuentaba le resultaba anticuado. Pese a ello, no diría nada si eso la hacía feliz. La amaba tanto que no importa si su corazón se rompe como el frágil cristal, la amaría siempre. Y esperaba que al menos ese idiota la haga sentir el placer de ser amado sin condiciones.

Suspira agobiada, dejando de lado la autocompasión, observa una vez más la cocina, gira su mirada al reloj arriba del refrigerador, y sabe que sólo faltan unas tres horas para reunirse con Louisa en el parque, mira de reojo el calendario colgado a tan sólo unos centímetros del reloj: Lo siento, no pude hacerlo.
Piensa mientras se levanta del suelo y comienza a recoger los utensilios para lavarlos y poder ordenarlos en su lugar.

Toma sin cuidado las galletas que están en las bandejas; su memoria le hace recordar cuando ella misma creyó que Atsushi le había dado galletas de amor. Sus ojos se abren de inmediato, sonríe contenta al saber que puede hacer para esa fecha, no está sola.

~°°°~

Caramelo, chocolate y vainilla.
Eran los aromas que predominan en toda la casa, ya no sólo en la cocina, estos estaban opacando el aromatizante a canela y naranja.

Lucy decora orgullosa la gran canasta que tiene delante, moños rosados, papeles decorativos y pequeñas notas con la caligrafía más hermosa posible, sonríe enternecida al contemplar la belleza que ha creado ella misma. Atsushi por su lado termina de limpiar un poco la última bandeja que ha utilizado en galletas de vainilla con chispas de chocolate.

Escucha a su amiga tararear una extraña pero pequeña estrofa, reconoce la canción de inmediato al solo oírla, no necesita más para saber que ese regalo es para aquella chica que le ha robado el corazón. Y por la cual ha intentado cocinar por primera vez en mucho tiempo. Anne estaría orgullosa de ti, Lucy.
Piensa mientras deja de lado la bandeja y se acerca a su amiga, la observa detenidamente, el brillo sutil pero mágico aparece en sus ojos, lee una de las pequeñas notas en la canasta.

—Louisa —habla calmado mientras la chica se sonroja al escuchar su nombre, he intenta dar un sin fin de explicaciones, sonríe tímido al ver la pequeña rabieta que hace— ¿Para ella eran las plumas y stickers?

Se aventura a preguntar, observando el sonrojo de Lucy expandirse hasta sus orejas, la escucha y solo puede decir que se ha enamorado de la chica, pues lo que en un inicio comenzó como simples explicaciones sin sentido por el regalo se han convertido en tan poco tiempo en pensamientos y sentimientos dichos a forma de divagaciones.
Que por muy extrañas que se escuchen, son la forma más encantadora que pudo encontrar para demostrar su amor.

—Lucy —la llama para que detenga su habla, ella lo observa detenidamente. Sus miradas se cruzan y solo eso basta para que ella entienda su sentir.

No lo niega, sus dedos índices juegan entre ellos mientras agacha la mirada, es obvio incluso para alguien tan despistado como lo era su Nakajima.

—Te aceptará —lo escucha hablar calmado pero con un toque de seguridad muy bien fingido, ella lo mira por unos segundos mientras niega ante la afirmación.

—Ella lo ama a él —su voz es quebrada, más de lo que deseaba, se arrepiente al mostrar un deje de inseguridad.
Su corazón se estruja en su interior, pues su mente no deja de atormentarla con los recuerdos de Louisa al hablar de alguien muy especial para ella.

Una lágrima pequeña se escapa de sus ojos, tan rebeldes como solo ella podía ser. Atsushi reacciona rápido; el calor y la conformidad que siente cuando sus brazos la estrechan contra su pecho es suficiente para que ella busque el contacto ajeno. El aroma a menta y limón la maravillan, quizás la camisa no sea de Atsushi.

En el pasado, ese simple acto hubiera bastado para derretir su corazón, para hacerla sonreír como tonta e incluso la hubiera hecho sentirse como un barco, uno que surca los mares del amor con la suerte de encontrar su más añorado tesoro, pero ahora, solo quería un poco de la confianza que le faltaba para decirle lo que siente a aquella persona que ha robado hasta su último suspiro y pensamiento.

La adoraría sin necesidad de palabras, ya no harían falta, tampoco con los materiales superfluos, tan solo necesitaba un simple roce con el cual demostraría todo lo que su corazón ha guardado como un lindo secreto, escondido en lo más recóndito de su interminable deseo.

—No lo ama a él.

Acaricia su cabello, buscando consolarla, sus palabras son sinceras y llenas de seguridad. La separa lentamente, secando así sus lágrimas, las cuales han formado pequeñas cascadas en sus mejillas. Nakajima sonríe contento al ver que estas se han detenido, aprecia sus ojos y en ellos puede ver la bondad que en antaño casi nunca se mostró.

—¿No? —pregunta curiosa intentando soltarse del agarre, evitando así la vergüenza que se ha apoderado de ella con el paso de los minutos.

Él asiente en respuesta; Lucy sonríe mientras le da un pequeño golpe en el brazo y corre escaleras arriba para poder arreglar el desastre de ropa que lleva puesto.

Atsushi suelta una risita al recordar que así veía a Rampo actuar con Poe, a Kyoka con Kenji o incluso a él mismo con Akutagawa.
Niega nervioso al ver los evidentes celos que siente Lucy hacia Fitzgerald.

No lo conoce en persona pero según por lo que escuchó de Allan, Scott anda detrás de otra persona y las veces que ha estado con Alcott es para pedir su ayuda además de que ella confía mucho en él pero jamás le vería con ojos de amor, después de todo, él es solo un amigo más para ella.

Observa contento la canasta que ha dejado en la mesa, todos esos chocolates y postres le fascinarán a Alcott.

Dedicada a Miushi, quien me dijo que si podía escribir algo bonito.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top