1. Caminos Separados.

(Ryusui Nanami/Ukyo Saionji)
(Ooc, Reencarnación, amor correspondido, mención de parejas destinadas, mención de otros parejas, cliché)

Capítulo I
Caminos Separados.

Y entonces de repente, te veo entre la gente, durante una mirada, el universo se detiene.
La Oreja de Van Gogh, durante una mirada.

Sal marina.
El viento en su rostro y el salado aroma al mar lo hipnotizan; observa asombrado el hermoso amanecer mientras en sus manos descansa el libro de coordenadas. Los colores naranjas mezclados sutilmente con los del anochecer le recuerdan a un par de amantes, destinados al amor pero incapaces de poder estar juntos el uno al otro. Muy similares a los de una novela romántica pero con un final trágico.

Niega melancólico, la batalla se librará dentro de unas cuantas horas; una lágrima pequeña rueda por sus mejillas ligeramente sonrojadas por el gélido tiempo.

Pelea, sangre, territorio.
Muerte.
Detesta todas y cada una de esas palabras, recuerda asustado los días en el orfanato, aquellos en los cuales el maltrato así como el dolor eran guardianes de sus sueños.
Ver la sangre de inocentes derramada por manos de la propia violencia. Su amante ha visto el horror en la maldad, pero el evento ya no puede postergarse bajo ninguna circunstancia.

Sonríe al escuchar a la distancia sus pasos.
Los fuertes brazos de su amante se cuelan por entre sus ropajes, y el cálido aliento en su nuca le advierten del frío.
Sonríe al sentir un beso en su mejilla, los labios de Ryu están congelados, le producen escalofríos.

—Ukiyo —su nombre es pronunciado por aquel hombre de aspecto atractivo, su voz es tan suave como la misma seda.

Ambos contemplan el amanecer, esperando que el caos llegue a su popa y termine lo que inició.

—Te buscaré sin importar que —habla sereno pero decidido el rubio, tomando con fuerzas los hombros de Saio—, te amo y siempre te protegeré.

Sonríe al ver lo dulce de su amante, la decisión y determinación en sus ojos color miel lo cautivan, asiente en respuesta, sabe que así será, entiende que no importa la era en la que estén, Ryu lo buscará siempre, por algo es el hombre más ambicioso del mundo. Y él siempre será su amante.

Deposita un beso en sus labios, es dulce y gentil sin un atisbo de rencor, sabe que pronto todo terminará. Su padre terminará todo lo que inició y él también lo hará, justo como en aquella novela que tanto lo enamoró. El beso se vuelve un poco más calmado pero no por eso menos fogoso, pues siente el cálido y suave sabor a vino en su paladar es adictivo.

Su última caricia, su último anhelo, observa a Ryu por escasos segundos, buscando consuelo en sus brazos.
Antes de que todo al final se vuelva oscuro. Lo último que escucha es el grito del líder de la tripulación.

~°°°~

—Ukyo-chan.

La voz de Gen lo despierta de su ensoñación, el sueño se ve claro en sus ojos mientras se levanta lentamente, intentando espabilarse.
Mira de reojo a su compañero, Gen le sonríe alegre ofreciéndole un café, lo mira curioso, no entiende el porqué de la bebida. Saionji acomoda mejor sus auxiliares auditivos, nivelando el sonido.

—Deberías dormir más —escucha hablar al azabache con tono juguetón, quitándole el libro de biología marina de entre sus brazos—, no es bueno para tu salud Ukyo-chan.

Observa detenidamente el libro, ya lo entiende, por un segundo sonríe inocente ocultando su confusión momentánea, toma el pequeño termo con el contenido caliente y gira su mirada hacia el exterior de la cafetería universitaria. Su sonrisa aumenta al ver que la lluvia ha menguado bastante.

El atardecer se refleja en las gotas de rocío que ha dejado atrás la pequeña tempestad, sus colores le recuerdan al extraño pero cálido sueño que ha tenido. Suspira con aires fascinados, preguntándose que había sido todo eso.

La mirada traviesa y curiosa de su amigo se posa en él, que sin decir nada comienza a mandarle miradas acusadoras, niega al saber que si no detiene al chico lo tendrá volando a su alrededor con nombres de posibles pretendientes o teorías locas sobre su amorío fallido con el estudiante de artes marciales.

—Gen, no iniciemos esto por favor— le suplica en un vano intento de no iniciar la misma plática de siempre.
Eso solo hace al adolescente sonreír aún más, sin querer había caído en su juego. Se mantiene sereno.

—Vamos Ukyo —habla Gen con el libro aún en sus manos y observando los extraños garabatos que en sus hojas han sido pintados— ¿Quién es Ryu?

Ukyo se queda callado, no responde a la pregunta, pues aunque quisiera contestar, no sabe realmente quién era, aquella mirada jade se posa en la azul, las palabras sobran y Gen comprende que ni él mismo lo sabe.

—Escribiste su nombre —inquiere el practicante de psicología, señalando la inscripción en las páginas. Gen tenía razón, esa era su letra.

Sin embargo, niega ante la evidente situación, pues en verdad no conocía a nadie con ese nombre.
Los dos guardan silencio, ninguno piensa en algo que decir, la incomodidad no es menos inquietante que la idea de alguien con ese nombre.
Saionji le quita el libro de entre sus manos y lo cierra, mientras guarda el termo y sus pertenencias: Necesito dormir más.
Es lo único que piensa cuando ve que Gen ha mirado el reloj en su muñeca.

—Vamos a recoger a tu novio —comenta Ukyo juguetón, dejando un poco de propina en el dulceros de la mesa.

Gen escucha atento aquel comentario, sus mejillas se tiñen de un rosado pálido, guarda sus cosas de manera rápida pero torpe. No quiere admitir en voz alta nada, pero en realidad, Ukyo no estaba del todo equivocado.
Su corazón se derretía cada vez que pensaba en el practicante de ciencias químicas.

Quiere refutar ante la evidente burla, pero solo lo deja ser, no gana nada debatiendo y peleando un punto que le gustaría fuera cierto.

Ambos salen del lugar para ver si pueden ir al parque central de la facultad o quizás a la biblioteca, después de todo, Gen aún debía practicar y comparar algunos datos de su investigación para la tesis. Ukyo admite que su vida no es muy excitante pero así es mejor, los sobresaltos no iban acorde a su monótona vida, de la cual no se queja en ningún instante.

Observa curioso el ambiente que lo rodea, mientras escucha a su amigo hablar sobre su investigación así como los posibles cambios que hará para evitar problemas con la revisión y los profesores; no entiende en qué momento deja de escuchar a su amigo para contemplar enamorado el atardecer reflejado en los rascacielos.

Gen lo deja por unos minutos al saber que su amigo ha estado perdido desde que lo despertó de su pequeña siesta en la cafetería. Tan solo lo mira parado y recargado en una de las tantas bancas del parque, una que deja ver perfectamente el atardecer. Abraza con fuerza los libros y carpetas que tiene escondidos en su gran gabardina.

—Mentalista.

Esa palabra, su voz estremece sus pensamientos y jura que sus palabras se quedan atrapadas en los labios, sonríe nervioso al verse atrapado, sin escapatoria.

—Senku-chan —canturrea juguetón mientras lo ve acercarse a su persona, por primera vez está en soledad con quien ha robado su corazón desde antes de conocerlo en persona.

Ambos permanecen en silencio, Senku está a su lado y al igual que él, también contempla a Ukyo quien sigue sin prestar atención a su alrededor.
No hacen falta las palabras, solo unas cuantas miradas bastan para saber que están al margen de la situación. Su amigo tiene algo que lo inquieta, y eso sucedió desde la expedición al mar abierto.

~°°°~

El viento mueve los pocos cabellos que escapan de su boina, siente el frío tacto del atardecer en su piel, quiere ser indiferente ante esa sensación que se aloja en su corazón desde que pisó la costa, pero no puede, simplemente no puede ignorar que alguien lo busca, que algo le falta, quizás la vida que llevaba realmente no lo fascina como creyó.

Los sueños cada vez son más recurrentes, los silbidos de una magnética canción en sus oídos lo deleitan mientras el hechizante sonido de una misteriosa canción se apodera de su ser, recuerda que Gen le preguntó de esa bella melodía, nunca la escuchó y pese a ello, conoce la letra y el sentimiento que consigo lleva.

Su pecho resuena y el latir de su corazón le indican que hay algo más, no para de pensar que algo no está bien, pero no le asusta. Ese atardecer en particular, lo hace suspirar como si estuviera enamorado, pero no hay nadie que lo haga sentir tan bien como el mar o sus criaturas misteriosas que en su profundidad se alojan.

—Es hermoso, ¿no?

Escucha que alguien le pregunta algo, pero no entiende qué es; gira su mirada a esa persona, solo para ver qué se trata de un joven extraño, es más alto que él, quizás el doble de su altura y una extraña vestimenta. Muy extravagante para su gusto.

—Si, es hermoso.

Contesta cortésmente, no conoce al hombre que está a su lado y no sabe de dónde proviene por sus dudosos ropajes, una gabardina de color negra acompañado de una extraña boina, sin embargo, una parte de su mente está encantado de escuchar la voz de aquel misterioso desconocido.
Lo observa por unos instantes, su cabello rubio destella con los escasos rayos de luz y su sonrisa confiada le transmite serenidad.

La gente pasa, nadie parece prestar atención a ese grupito de estudiantes en particular; el viento se hace más violento, Ukyo sostiene con fuerza sus libros, papeles y boina, al menos hasta que uno de ellos se escapa por entre sus manos, por fortuna es atrapada a tiempo por el desconocido, quien contempla atento la caligrafía preciosa de su acompañante.

Su nombre, eso es todo lo que necesitaba saber, sonríe al ver que después de mucho tiempo, finalmente ha encontrado a su amor. Sin dudar le entrega el papel. Ukyo comienza a hablar, disculpándose por su evidente descuido.

Ryusui no lo escucha del todo.
Tan sólo observa atento los gastados libros y las hojas que lleva, su instituto le dice que son coordenadas y mapas de navegación los papeles que lleva entre sus brazos, pero que el chico ha estado igual de interesado en la biología marina, de ahí los libros.
Desea sonreír al saber que su amor no ha cambiado nada en todo ese tiempo, siempre va a ser un amante empedernido del mar, de sus secretos así como de sus sonidos. Pues entre todos esos documentos observa pequeños discos en donde se lee: Whales singing.

Su mirada se posa en la de Ukyo quien ha dejado de hablar, no saben que sucede pero todo a su alrededor pierde importancia; Saionji no entiende nada, el latido del corazón es más fuerte y se siente en paz, como si una parte de su alma se completará con la simple presencia de aquel desconocido a su lado.

Una fugaz lágrima escapa de sus ojos jade, no entiende porqué pero desea conocer a ese extraño hombre.

Una sonrisa dulce se forma en los labios del rubio, mientras le ofrece un pañuelo para secar sus lágrimas, Ukyo piensa que quizás sólo ha leído demasiado, se encuentra cansado de todo y sólo debe descansar. Ryusui puede ver el escepticismo en la mirada de su futuro amante, no le importa, hizo una promesa y la cumpliría siempre, tampoco se molestaría en volver a conquistar a su enamorado.

Desea escucharlo narrar sus vivencias de nuevo, ver su sonrisa tranquila y dulce todos los días de su vida, deleitarse con el aroma a café y avellana que desprende su ropa producto de noches en vela estudiando. Haría justicia a su promesa, lucharía una vez más por demostrarle que el amor real existe y que él era uno de los afortunados en conocerlo.

Te amo y siempre te protegeré, es todo lo que piensa cuando Ukyo lo invita a la biblioteca universitaria, una vez que llegan a su lado Gen acompañado de Senku.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top