💔17💔
En estos momentos, el rubio estaba completamente roto por dentro y sus ojos se convirtieron en pequeñas cascadas de lágrimas amargas. Cuando su madre lo llamó para que fuera a verla a la ciudad, nunca se imaginó que tendría que ir con ella a reconocer el cuerpo sin vida de su padre.
Ver a aquella mujer fuerte y llena de felicidad deshacerse en llanto mientras tomaba la mano fría y pálida que yacía a un costado del cuerpo sin vida, le provocó un profundo dolor y un vacío en el pecho. Ella la frotaba contra su rostro, temblando y sollozando sin parar, incluso se arrodilló junto a la camilla. A su vez, él no podía creer que había perdido a una de las personas que más amaba en el mundo. Las lágrimas brotaban sin cesar, y decidió acercarse lentamente a su madre para abrazarla en esa misma posición.
Nunca pensó que un día así podría llegar tan rápido. Está claro que todos, en algún momento, tenemos que dejar este mundo, pero Hoseok sentía que era muy injusto ser alejado de su padre ahora: ni siquiera pudo despedirse. Sin embargo, debía enfrentar la realidad y entender que ya no tenían a ese hombre que adoraba su trabajo y a su familia, y que haría todo lo posible para conservarlos. Él se había ido, y recordarlo le provocaba un dolor inexplicablemente fuerte que comprimía cada órgano de su cuerpo, dejándolo débil y sin fuerzas.
A pesar de eso, tuvo que volver a petición de su madre, quien le ordenó que fuera a recoger sus cosas y que de paso, trajera consigo a Jimin y a Namjoon, mientras que ella organizaba el funeral. Sabía que su madre era fuerte y que no se dejaría caer, por mucho dolor que sintiera. A partir de ahora, se tendría que hacer cargo de la familia sin su esposo a su lado. Pero lo que no se esperaban, era que este doloroso incidente secaría por completo su corazón.
Antes de llegar a su casa y darle la trágica noticia a los demás, decidió que tenía que ver a Yoongi primero. No había respondido sus llamadas porque su teléfono se había quedado en casa, pero al ver los mensajes y llamadas perdidas, sintió la necesidad de avisarle lo que había pasado. Necesitaba su abrazo y su consuelo; ahora más que nunca se moría por volver a verlo. Pero no quería alterarlo cuando oyera su voz, así que decidió escribirle un corto mensaje a su tío al subir al autobús para que él se lo avisara.
Sin embargo, apenas puso un pie en el pueblo, las ganas de llorar volvieron a atacarlo, y no pudo evitar llamarlo. Ya no le importaba nada, solo quería verlo.
El rubio decidió esperarlo en uno de los bancos del parque, donde había bebido un par de cervezas, intentando aliviar su dolor o por lo menos olvidarlo. Pero este no se fue, ni siquiera cuando se terminó la tercera lata. A pesar de que, de un momento a otro, el cielo se tornó gris y las gotas frías comenzaron a mojar su camisa, no se movió; tomó su sombrilla para cubrirse y continuó esperando, manteniendo la cabeza gacha y ocultando su tristeza que se manifestaba en incesantes lágrimas.
Aún su mente no aceptaba la idea de haber perdido a su ídolo, al hombre más amable y honesto que había conocido. No podía creer que aquel que le mostró que existía el amor incondicional se había ido; tampoco pensaba que llegar a sentir un dolor tan fuerte era posible, ni tolerable.
—¡Hoseok! —gritó una voz, y cuando alzó la vista, se encontró con un pelirrojo agitado y completamente empapado.
Yoongi se quedó estático al mirarlo directamente; su corazón se aceleró al volver a ver a su novio, al chico que no había dejado de esperar. Sin embargo, en él persistía un horrible remordimiento y un indestructible nudo en su garganta que casi no lo dejaba respirar. Todo el peso de lo que había hecho lo presionaba contra sus sentimientos.
Pero aún así, trató de mostrarse sereno.
—Yoo... Yoonie —susurró, dejando caer el paraguas al suelo y acercándose rápidamente a abrazarlo—. Yoonie, te... te necesitaba tanto...
Murmuró contra su pecho, haciendo pequeñas pausas por los sollozos. El contrario comprendió de inmediato lo que sucedía y cerró los ojos con fuerza para no pensar en nada más, solo en calmarlo; ahí empezó a acariciar su cabello.
—Tranquilo, ya estoy aquí. Puedes llorar todo lo que quieras, cariño —y solo eso bastó para que Hoseok se desahogara. Lloró con tal intensidad que cada grito y sollozo le desgarraba el alma. Cuando sus piernas se debilitaron y cayó de rodillas frente a él, Yoongi no dudó en volver a abrazarlo.
—Me-me duele mucho perderlo —confesó, dejando ver su fragilidad en ese momento, mostrándose completamente indefenso—. Mi papá... él.... él me dejó, hyung. Ya no está conmigo, esos... esos malditos me lo arrebataron.
Yoongi no sabía qué decir. La idea de que de los labios de Hoseok pudriera salir una maldición o un insulto hacia él, cuando se enterara de todo, le resultaba aterradora. Pero debía concentrarse en llevarlo a un lugar seco y seguro, ya que podrían enfermarse si seguían ahí, bajo esa abundante lluvia. Además, notó cuánto había bebido Hoseok, así que con más razón debía actuar.
Pero no podía llevarlo ni a su casa ni con sus tíos, así que se le ocurrió un lugar donde podrían estar tranquilos sin ser abrumados por preguntas.
—Sé que te duele mucho haberlo perdido, pero será mejor que hablemos en otro lugar. Vámonos de aquí, ¿si? —lo ayudó a levantarse y lo cargó en su espalda, para llevarlo al hotel del pueblo.
Podía sentir los sollozos del rubio en su cuello y cómo cada vez se aferraba más a él, apretando con todas sus fuerzas la tela de su camisa. Las gotas de lluvia en su cara casi no lo dejaban ver bien el camino y se sentían heladas cuando tocaban su piel, pero eso no impidió que continuara hasta llegar a la residencia.
Yoongi pretendía hablar con Hoseok sobre lo de su padre, explicarle cada detalle de lo que había sucedido y que este le diera un voto de confianza; que lo escuchara. Sin embargo, además de no saber cómo empezar, el rubio estaba ebrio y no tenía idea de cómo reaccionaría ante todo eso.
Cuando ambos entraron a la recepción del hotel, Yoongi bajó a Hoseok de su espalda con sumo cuidado y lo sentó en uno de los sofás en la sala de espera, mientras que él iba reservando la habitación.
—Bienvenido a nuestro hotel. ¿Tenía una reserva previa o viene a alquilar directamente una habitación? —empezó el chico con cordialidad.
—Ah.... Hola. En realidad, no tenía una reserva hecha porque no estaba en nuestros planes hospedarnos aquí, pero debido a las circunstancias, me gustaría alquilar una habitación, por favor —explicó, mientras sacaba su billetera.
—No se preocupe, enseguida veré las que hay disponibles —dijo el recepcionista, dirigiendo la mirada a un pequeño ordenador que tenía frente a él. Verificó las habitaciones que quedaban libres, y luego de unos segundos, apartó la mirada para buscar algo en uno de los pequeños cajones—. Su habitación es la N°13, está en el segundo piso, a la derecha.
Indicó mientras le entregaba la llave, y Yoongi le mostraba su identificación y le pagaba.
—Muchísimas gracias. Subiremos ahora entonces —el contrario asintió con una pequeña sonrisa. El pelirrojo se acercó a Hoseok para pasar su brazo por encima de sus hombros y sujetarlo con la otra mano por la cintura para llevarlo hasta la habitación.
Hoseok estaba algo mareado, pero aún sollozaba de manera silenciosa. Sus piernas seguían débiles y le resultaba difícil caminar un metro sin tropezar. Su nariz y mejillas se mostraban ligeramente sonrojadas, al igual que la punta de sus orejas. Yoongi aún pensaba en cómo abordar el tema que lo carcomía por dentro; escuchar los murmullos de su novio sobre querer que su padre volviera no lo ayudaban a calmarse.
Cuando llegaron a la puerta, el pelirrojo la abrió y ambos entraron en la habitación. Yoongi lo dejó cuidadosamente sobre la cama, y este se mantuvo sentado con la mirada clavada en el suelo, mientras de vez en cuando sorbía su nariz en silencio. Yoon se arrodilló frente a él para lograr que lo mirase.
—¿Crees que puedas darte un baño tú solo? —preguntó con suavidad, acariciando su mejilla con cuidado, este asintió.
—Yo puedo, hyung —dijo, llevando su mano hasta la que acariciaba su mejilla para tomarla con ambas y acariciar el dorso de esta, hasta que lo miró directamente a los ojos—. Siento... siento mucho lo que hice, hyung. No debí haberme ido sin decirte nada. Solo.... tenía miedo de que no me entendieras y de que pensaras que estaba sobreprotegiendo a Jimin..... Aunque, a decir verdad, sí lo hacía. Pero ahora estoy intentando darle espacio.
—Lo sé, Seok. Entiendo que quieras proteger siempre a los que amas, pero en serio me preocupaste cuando te fuiste de repente —respondió Yoongi, notando cómo los labios del rubio se abultaron como señal de que volvería a llorar. Sin embargo, en lugar de eso, se acercó a él y unió sus labios.
Eso tomó a Yoongi por sorpresa, pero no pasaron más de unos segundos para que le siguiera el beso, uno tímido y lento, pero que demostraba lo mucho que se extrañaron durante todo ese tiempo. Esa fuerte sensación de añoranza elevó mínimamente la intensidad de aquel beso. Sin embargo, cuando el pelirrojo recobró sus sentidos, la culpabilidad lo alcanzó y se separó primero, dejando a Hoseok ligeramente confundido.
—Creo... Creo que deberías ir a ducharte primero, Seok —se levantó con los nervios a flor de piel, acompañado de una presión en el pecho—. Yo llamaré a tu tío para avisarle que estás conmigo, ¿está bien?
—Ah.... está bien —respondió, para poco después encaminarse al baño con un paso lento y algo torpe.
Al cerrarse la puerta, el pelirrojo reprimió sus ganas de llorar con todas sus fuerzas. Sus sentimientos estaban completamente mezclados y eso no era para nada bueno. Él extrañaba demasiado a Hoseok, tanto que habría hecho lo que fuera por tenerlo cerca cuando se había alejado, pero ahora no sabía qué hacer.
De alguna manera, se sentía como cuando su antiguo Hoseok estaba vivo y lo alejaron de él.
Terminó enviándole un mensaje a Namjoon, diciéndole dónde estaban y que se quedarían ahí por la lluvia. Al principio, Namjoon no estuvo muy de acuerdo; quería ver a su sobrino con desesperación, pero aún así, accedió a dejarlo en manos del pelirrojo.
Entonces, a su mente vino el pensamiento de que Hoseok aún no había comido nada, y ya eran más de las dos de la tarde. Así que bajó hasta la recepción para que lo guiaran al comedor y pudiera buscarle algo de alimento. El hotel en realidad no era muy lujoso, sino que tenía un estilo bastante rural. Hubiese sido más fácil llamar para pedir algo, pero el aire de esa habitación lo estaba ahogando; necesitaba salir.
El chico de antes lo ayudó, y terminó con una bandeja que contenía un tazón de sopa, algo de fruta picada, especialmente fresas, y una cajita de leche. Se concentró en elegir algo liviano, ya que sabía que Hoseok se negaría a comer o simplemente diría que no tenía apetito, pero él no lo dejaría sin comer.
Al regresar a la habitación, se encontró con el rubio acostado en la cama abrazando una de las almohadas y vistiendo una de las batas blancas del hotel. Al verlo, Hoseok se sentó rápidamente, observando en silencio cómo el contrario ponía la bandeja en la mesita de noche.
—Te demoraste mucho, hyung. Pensé que te habías ido —confesó su temor, con tristeza.
—Sabes que nunca te dejaría solo —respondió, sentándose en una esquina de la cama y observándolo detalladamente—. Solo fui a buscarte algo para que comieras.
Acercó el tazón hacia él, y comenzó a mover el líquido con la cuchara, mientras lo soplaba con suavidad. En ese momento, Hoseok se acercó sigilosamente y lo abrazó por detrás, hundiendo el rostro en su espalda, que aún se sentía un tanto fría y húmeda porque no sé había cambiado.
—No tengo hambre, Yoonie —murmuró. Al escuchar esto, Yoongi se detuvo y ladeó un poco la cabeza en su dirección—. Solo quiero quedarme así contigo, no necesito nada más.
—No me mientas —dijo, separándose despacio y rompiendo el abrazo para poder verlo a los ojos. Su expresión era bastante seria—. Por favor, hazme caso, ¿si? Ahora necesito que recuperes tus fuerzas y descanses. Cuando estés mejor, tenemos que hablar seriamente.
—¿Pasó algo malo? Si es por lo de Jimin, ya dije que lo...
—No me refiero a eso —lo interrumpió, levantándose para volver a dejar el tazón en su lugar—. Yo.... debo decirte algo muy importante, pero si estás débil o aún ebrio, no podré hacerlo. Cuando me duche espero que hayas terminado.
Y dándose la media vuelta, se adentró en el cuarto de baño, dejando a su novio completamente confundido y, se podría decir, con un miedo palpable por la futura conversación...
Se vienen cosas duras personitas, así que prepárense para sufrir como yo 🤧
¡gracias por leer!
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