❤️15💔

Los tres chicos no dejaban de mirarse entre sí, sintiendo cómo aquellos sentimientos de añoranza, esperanza, felicidad y amor se reunían de golpe en ese espacio donde se encontraban. Pero el asombro y la confusión también eran parte de aquel festival de emociones.

Por un lado, Jihyun observó lo cambiado que estaba aquel niño risueño y gentil con el que compartió gran parte de su vida. Ahora había crecido un poquito más; su rostro seguía siendo igual de adorable, y su cabello tenía el mismo tono de antes. Sin embargo, en su conciencia persistía la culpa de haberlo alejado y de no haberlo protegido lo suficiente. Aún así, en su corazón había felicidad por el reencuentro, ya que por fin había visto a su hermanito después de casi tres años.

Por su parte, Jimin se encontraba ante  la persona que más admiraba y amaba en el mundo, el único que lo había comprendido y animado en sus momentos difíciles, el que guardaba sus secretos y le daba consejos para todo. Volver a ver a ese chico que, por ley, era su hermano, lo hacía sentir tantas cosas que no sabía como empezar a describirlas. Aunque también le dolía recordar lo duro que había sido en el pasado. Cuando posó su mirada en Jungkook, su corazón se aceleró; no sabía cuánto lo había extrañado hasta ese momento.

En cuanto a nuestro pelinegro arrepentido, su corazón estaba mucho más descontrolado que antes de divisarlo. Cuando se encontró con la mirada de Jimin por un par de segundos y notó la fugaz sonrisa que se formó en sus labios, pudo percibir que sí lo había extrañado un poco. Aunque luego volvió a fijarse en Jihyun, decidió que era mejor dejarlos hablar tranquilamente para que pudieran resolver su problema.

—Creo.... creo que será mejor que espere en el auto —comenzó a decir—. Ustedes tienen muchas cosas de que hablar.

Se alejó hasta el auto y recostó su su cuerpo contra él. Mientras tanto, Jihyun tomó el valor para acercarse a paso lento, perdiendo cada una de las palabras que había preparado como disculpa, dejándose llevar por los nervios que lo hacían sudar, temeroso de la reacción de su hermano.

Apenas estuvo a un metro de él, comenzó.

—Ji.... Ah, ¿có.... cómo estás? —preguntó, esforzándose por mostrarse lo más sereno posible.

—No lo sé.... ¿Cómo crees que debería sentirme, hyung? —su tono, aunque era bajo, sonaba serio y cortante. Dio un paso hacia él—. ¿Por qué vienes a buscarme después de tanto tiempo? ¿Qué excusa utilizó Jungkook para arrastrarte hasta aquí a ver a "la oveja negra de la familia"?

—Jimin, basta —le ordenó, sintiendo cómo cada una de sus palabras eran como pequeñas espinas que se enterraban en su piel, lastimándolo—. Vine..... Me enteré de lo que realmente pasó cuando Jungkook fue a buscarme, y por eso quiero pedir...

Una carcajada sin gracia se escapó de los labios de Jimin, interrumpiéndolo.

—¿En serio? ¿Vas a decir que nunca te enteraste de todo lo que sucedió? Me imagino que usarás la cárcel como coartada —Jihyun intentó responder, sin embargo, él no lo dejó, ya que continuó—. Pero no sé por qué querrías pedirle perdón a alguien que odias porque arruinó tu vida.

—¡Park Jimin! Sé que puedes pensar que soy un hipócrita y un idiota, pero yo no lo sabía —afirmó con sinceridad—. Estos meses después de salir, intenté por todos los medios salir adelante, a pesar de lo difícil que fue. Muchas veces contacté a la abuela para hablar contigo, pero siempre me decía que estabas ocupado o que habías salido. Incluso intenté ir a buscarte, pero mamá no me lo permitió, diciéndome que me había encontrado un trabajo en el que no me juzgarían por mi pasado; ahí fue cuando nos mudamos.

—Tu madre siempre ha sabido cómo manipularte...

—Ella también es tu mamá, Jimin. A pesar de todo lo que ha hecho.

—Mi única familia es la de Hoseok —lo interrumpió, y en sus ojos se reflejaba que lo decía total sinceridad—. Ellos fueron los únicos que estuvieron a mi lado cuando ustedes me abandonaron a mi suerte. Hasta mi abuela, la persona que creía se preocuparía por mí, también pretendió que yo ya no existía.

—¿Qué tengo que hacer para que puedas creerme y entiendas que nunca quise sacarte de mi vida, eh? —le preguntó, sintiéndose perdido y sin saber que más decir para defenderse. A pesar de que parte de la culpa recaía en él, no quería que Jimin pensara que sería capaz de alejarlo de esa manera—. ¿Quieres que me arrodille? Puedo hacerlo si es lo que necesitas.

—¿¡Por qué nadie entiende que el pasado no se olvida con solo decir "te perdono", eh!? —gritó, sin contenerse, permitiendo que algunas lágrimas se deslizaran por sus mejillas—. Dejen que me enoje, déjenme odiarlos al menos por un momento. Quiero que vean cómo me siento, que me duele lo que hicieron. ¡Dime por qué no me dejan!

Jihyun no pudo contener el impulso que tuvo en ese momento al verlo así, por lo que lo abrazó con todas sus fuerzas, tratando de calmarlo, a pesar de que Jimin se resistía a corresponderselo.

—Claro que puedes. Si quieres enojarte, hazlo. Si quieres golpearme, gritarme, castigarme o lo que sea, hazlo —le permitió, sin soltarlo, y poco a poco sintió cómo se iba calmando, mientras que sus sollozos comenzaban a cesar—. Pero solo quiero que sepas que no me iré de nuevo y que esperaré pacientemente a que quieras perdonarme.

—No.... no quiero hacerlo —murmuró, manteniendo su cabeza escondida en el hueco de su cuello, evitando mirarlo—. Ni tú ni él merecen que los perdone.

—Lo sé, pero conozco la hermosa persona que eres, o al menos la que solías ser. Estoy seguro de que sigue ahí —lo alejó un poco para ver su rostro, donde pequeños rastros de lágrimas se dibujaban en sus mejillas y su ceño se fruncía levemente—. No dejes que el odio te consuma, Minnie. Como bien sabes, no merecemos que te conviertas en una persona sin corazón por nuestra culpa.

—Tu.... me estás manipulando de nuevo, ¿cierto?

—Nunca haría eso. Solo te digo lo que puede suceder. Y no quiero que eso pase. Así que, si lo que necesitas es que nos alejemos de ti, lo haremos. Esperaremos todo el tiempo que quieras y haremos todo lo que digas, sin objeciones.

El mayor dio unos pasos hacia atrás, buscando un poco de distancia. Pero en ese momento, su mirada se tornó triste, y se notaba la confusión en su rostro; estaba lidiando con una pelea interna entre sus propios pensamientos.

—Solo.... quédate cerca, ¿vale? Yo decidiré cuándo perdonarte —una pequeña risa fue lo que obtuvo de Jihyun, quien recordó que alguna vez, cuando eran niños, tuvieron una pequeña pelea y ambos actuaron de la misma manera—. ¿En serio te ríes de mí, hyung?

Le reprochó volviendo a fruncir su ceño, pero este negó levemente.

—No, me río de los recuerdos. No has cambiado mucho, Minnie —revolvió mínimamente su cabello, pero Jimin se apartó poco después.

—Ya no soy un niño. Estoy hablando muy en serio aquí —dijo, dándose la vuelta para tomar su maleta y dirigirse al auto, sin querer esperarlo.

—Definitivamente ya no eres un niño, pero yo tengo que empezar actuar como un verdadero adulto —murmuró, para después seguirlo.

Por el lado de Jungkook, este esperaba impaciente por esos dos, dejando caer el peso de su cuerpo sobre el auto, mientras fumaba un cigarrillo por el estrés. Sabía que se había prometido no volver a fumar, pero no podía evitarlo, había algo dentro de él que se lo pedía a gritos.

Cuando cerró los ojos por un momento, después de una profunda calada, sintió como alguien le arrebató el cigarrillo de la mano y lo aplastó en el suelo. Al abrir los ojos, se encontró con la mirada de desaprobación que siempre le dedicaba el rubio cada vez que lo veía fumar.

—Jimin...

—No puedo creer que sigas fumando después de que dijiste que lo dejarías —le reprochó, con los brazos cruzados a la altura de su pecho.

—Bueno, tú habías dicho que siempre estarías ahí para aplastar cada cigarrillo que tocase mi boca —le recordó su promesa de años, haciendo que Jimin se pusiera un poco nervioso al pensar en ello—. Así que espero que sigas haciéndolo cuando decidas perdonarme.

—Tss, no estés tan seguro de eso —evitó seguir con el tema, y llevó su maleta a la parte trasera del auto. Sin embargo, el pelinegro se adelantó y la tomó de sus manos, ya que veía que era pesada para él.

—Déjamelo a mi —dijo, mientras abría el maletero.

—Yo podía hacerlo solo —le aclaró, aunque en realidad no podía.

—Pues estabas pasando bastante trabajo para levantarla —cerró el maletero y se acercó a él—. ¿Cómo les fue?

—A ti no te importa. En primer lugar, no debería estar hablando contigo —intentó abrir la puerta trasera para entrar, pero él pelinegro le puso la mano sobre puerta, impidiéndoselo. Al acorralarlo de esa manera, se mantuvo relativamente cerca de su cuerpo, mirándolo directamente a los ojos; obviemos los milisegundos en los que se centró en sus labios.

—Sé que aún no lo merezco pero, no sabes lo feliz que me haría poder abrazarte ahora mismo —le confesó con suavidad, continuando con la acción de observarlo minuciosamente—. Esperé tantos días. Traté de acercarme a ti de todas las maneras posibles. Te compré lo que más te gustaba para sacarte una sonrisa, pero no pude hablarte, y todo lo que venía de mí terminaba en la basura. Pero no importa, ahora estás frente a mí y te aseguro que no me rendiré. Volveré a ganar tu corazón, y esta vez sin mentiras.

Sus palabras lo hicieron recordar cada vez que llegaban sus flores favoritas todos los días a la misma hora, de cómo sus dulces predilectos le alegraban el día. Aunque no llegaba a probarlos, el simple hecho de recordar lo que le gustaba le daba algo de crédito, pero no cambiaba nada. Debía admitir que aún conservaba una de las flores a escondidas de Hoseok, pero eso es otro tema.

Ahora, al ver lo que hizo, quizás se había ablandado un poquito.

—Mm, puedes seguir intentándolo tanto como quieras, pero trata de estar entero para cuando llegue ese día —dijo, llevando su índice hasta la curita en su mejilla—. No quiero tener que recogerte en pedacitos.

Kook se sorprendió un poco al escucharlo, pero sintió curiosidad al ver cómo el rubio se acercó a su oído y le susurró:

—Gracias por buscarlo. De verdad lo estás arreglando poco a poco.

Luego se separó para verlo a los ojos, y estos brillaban con cierta intensidad, iluminados por una sonrisa de felicidad que hizo que su corazón se acelerara. Jungkook sentía que en ese instante, todo lo que había pasado podría solucionarse con solo mirarse.

—¿Interrumpo algo? —la voz inesperada de Jihyun lo sobresaltó de tal manera que se alejó rápidamente del rubio, como si lo hubieran atrapado con las manos en la masa.

—Ah... yo..

—Solo me estaba ayudando a abrir la puerta, hyung —intervino su hermano, al notar como la intensidad de su mirada recaía sobre el pelinegro—. Será mejor que nos vayamos ya.

Procedió a entrar en el auto, dejando a los otros dos aún afuera.

—Ehm.... ¿arreglaron las cosas? —preguntó el pelinegro, tratando de aliviar la tensión de su mirada inquisitiva.

—Algo así —respondió, llevando ambas manos a sus bolsillos—. Pero tú deberías tomar tu distancia, ¿no crees? Por lo menos en mi presencia. Te recuerdo que aún no me caes bien, Jungkook.

Aquel nerviosismo se disipó al instante, el cuál fue reemplazado por una media sonrisa.

—Yo también lo extrañé, Jihyun —recordó, con seguridad—. Y ahora que él está viendo que de verdad quiero que me perdone, tendrás que ponerte una bendita en los ojos, porque voy a aprovechar cada oportunidad que tenga —le avisó de antemano, advirtiéndole de sus planes para volver a conquistarlo.

La expresión de Jihyun cambió, hizo un leve movimiento de cejas, mostrando curiosidad por lo que planeaba hacer. En ese instante, la ventanilla del asiento de Jimin se bajó lentamente, dejando ver su rostro a medias.

—¿Seguirán murmurando sobre mí o van a acabar de entrar al auto? Estoy cansado, ¿saben? —el tono de regaño hizo reír a los mayores, quienes se dispusieron a entrar en el vehículo.

—¿A dónde iremos? —preguntó Kook, colocándose el cinturón de seguridad, mientras miraba de reojo a Jihyun, sintiendo como la atmósfera se aligeraba.

—Llevemos a Jimin primero. Luego me dejas en un hotel y de ahí te vuelves a tu casa —respondió Jihyun, con determinación en su voz.

—¿No puedo llevarme a mi Mochi a casa? —bromeó Jungkook, mirando el rostro sorprendido del rubio por el retrovisor, disfrutando de su incredulidad. Recibiendo a su vez una mala mirada de Jihyun.

—¿¡Acaso quieres morir!? —oyó decir a la vez al par de hermanos, lo que hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.

—Bueno, está bien. No lo decía en serio, ¿vale? —se defendió, encendiendo el auto—. ¿Acaso no saben que también soy humano? No pueden culparme por extrañarlo —murmuró lo más bajito que pudo, sonriendo al recordar los momentos pasados, antes de marcharse en dirección a su destino.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top