Único

[OMEGAVERSE]
La historia plantea estereotipos.

My only one, my only love

Ser un omega es difícil de por sí. Hay cosas injustas en este mundo, una de ellas, es pertenecer a una extensa jerarquía. Te catalogan por tu dinero, tu casta, tus genes, y por el color de tus ojos, por tu apariencia y por todo. Si TaeHyung no fuera un omega, sería más fácil vivir. Pero lo es. Es un omega, es débil, es pequeño y es maleable. Eso es lo que le hacen creer, aunque al verlo, probablemente, piensen que es un alfa por su estatura y sus facciones no tan finas. Pero no... Es lo que es, un omega.

     No estuviera tan mal, tan pero tan mal. En teoría, no debería de estarlo. Quiere decir, tiene los mismos derechos. La situación no está horrible; sin embargo, la cosa de las feromonas comienza a molestarlo. Le resulta imposible no oler a los alfas y cerrar los ojos por un segundo e imaginar una vida a su lado. Pero eso solo pasa cuando su necesitado cuerpo se lo pide, no es como si de verdad quisiera a toda la orda de estúpidos alfas. No lo hace. No los necesita. Él es más que suficiente para lo que sea que quiera. Perros alfas. Los odia.

     Excepto a uno.

     A lo lejos ve a JungKook. JungKook es un alfa extraño. Bueno, no es que sea extraño. De hecho, si lo miras con cuidado, todo en él es sumamente normal. Desde su cabello hasta la punta de los dedos de sus pies, todo en él está bien. En Jeon JungKook lo raro es el olor que emite, es una combinación muy curiosa, peculiar, pero no lo llamaría un deleite. Simplemente está bien, le parece bien. Hay muchos omegas como TaeHyung que piensan igual. Ha intentado llegar al fondo de ese pensamiento, de ese deseo, ¿qué es lo que hace a JungKook extrañamente irresistible? No lo sabe. No sabe ni siquiera si realmente es su olor el que lo tiene así tan... atraído hacia él.

     Lo único que sabe es que lo encuentra constantemente. Por eso TaeHyung se toma el tiempo de observarlo cada día. Odiaría parecer un acosador. No es como seguirle los pasos hasta hartarle, y mucho menos hacerlo sentir incómodo, o pretender encontrarse con él en la biblioteca en el pasillo más estúpido y poco probable de hallarlo (el de investigación). Cuando dice que observa a Jeon JungKook, se refiere a que, cuando pasa a un lado suyo, voltea a verlo hasta que se pierde en la multitud. Cuando está frente a él a escasos metros mientras hace sus cosas, se toma el tiempo de dirigir sutilmente sus ojos hasta él, hasta que se da cuenta que alguien lo mira y empieza a buscarle. Cuando al entrar a algún lugar, él está ahí, y TaeHyung le ve un segundo antes de fingir que no le gusta y continuar su camino. O también, cuando piensa en él, y de repente como si el destino lo marcara, JungKook aparece a su alrededor.

     No le pasa seguido. Raras veces me lo encuentra. El tipo es como un experimento de laboratorio, un hámster escurridizo, difícil de ver a la luz del día. No obstante, la vida le abrió los ojos en este momento.

     Cuando entra al gimnasio y ve todo lo que se expone por la feria de ciencias, JungKook se coloca enfrente suyo tan pronto como Tae pone un pie en el suelo, y le extiende una hoja.

     —Hola.

     La voz suya es cálida. Es una melodía suave que hace a TaeHyung entrar a un ciclo interminable de felicidad. Entonces no resulta tan extraño que él, sencillamente, alce las cejas tomando el papel.

     —Eres TaeHyung, ¿no? —Continúa hablándole, sin embargo no le brinda ninguna expresión especial. Aún hay algo en JungKook que le incomoda, algo que le es difícil de superar—. Ah, muchos hablan de ti.

     —Ah, ¿en serio? —Lleva los ojos a la hoja.

     Ese es su vago intento de no dejar salir al estúpido omega que gobierna sus sentimientos. Ojalá existiera una medicina que suprimiera los deseos más estúpidos que crecen en el interior de las castas. Al día de hoy, resulta imposible que no se desarrollen la clase de complementos que ayude a los omegas a ser más autómatas y no depender de un animal interno que te grita por simple instinto. Lamentablemente, ese animal también lleva la batuta en cuanto a tus sentires, podrías no hacerle caso, pero es como si supiera exactamente cómo hacer una reacción en cadena con tu química corporal.

     —Bueno, es que luces como un alfa.

     Esa es la clase de razones por las que los alfas le parecen a TaeHyung, algunas veces, unos idiotas. "Luzco como un alfa", qué mierda. ¿Y qué si la naturaleza le dio características que se asimilan con un alfa? O sea, bueno, sí, ok que les parezca interesante, pero, ¿hay razones para decirlo siempre que lo ven? Ni siquiera es como si estuviesen interesados en TaeHyung, ¿verdad?

     Solo porque es Jeon JungKook y su química hace que tenga un olor que le atrae, es que TaeHyung no le suelta ninguna respuesta a l comentario.

     —Acabo de ofenderte, ¿no?

     —No me ofende que digas que luzco como un alfa. Pero preferiría no escuchar esa clase de comentarios.

      —Lo siento, no era mi intención. Solo quería... Hacer un comentario amistoso.

     —Debes trabajar en esos comentarios.

     —Cierto. Lo siento otra vez. Bueno, es que realmente es extraño ver a omegas como tú. Eres muy alto y tus facciones fuertes, al igual que tu olor.

     —Sí... En serio debes trabajar en esos comentarios.

     —Ay, perdón. Lo que quiero decir es que-

     —¿Qué es esta hoja?

     —¡Ah, la hoja! ¡Sí, sí! Bueno, el viernes- ¡mañana! Mañana. Vamos a hacer una colecta de ropa... es para las personas que más lo necesitan. —JungKook se queda en silencio un segundo, siente algo de incomodidad ante los ojos de TaeHyung—. Ojalá puedas venir o traer ropa.

     TaeHyung quita los ojos de encima al pobre alfa, que a simple vista luce bastante perdido en sus pensamientos. Cuando ve el volante, es obvio que lo hizo alguien que tiene cero conocimiento acerca de las herramientas digitales que te facilitan el dibujar un montón de ropa en las esquinas del anuncio y dibujarse a sí mismo con el pulgar arriba, en un muñeco de palitos con orejas de lobo. El omega ladea la cabeza, divertido, y por fin voltea hasta JungKook.

     —¿Puedo traer algo más?

     —Em... ¡Ah, sí! Aquí al lado- Jennie —llama a su amiga, pero ella tiene los ojos en el celular—. Jennie, ¡Jennie! ¡Dame un folleto tuyo! —La chica extiende otra hoja, pero aun así no les presta del todo atención a los chicos—. Jennie organizó una colecta de juguetes, también puedes traer eso.

     —Oh, bien. Entonces vendré.

     —¡Sí! Sí. Ven.

     —Ok. Gracias.

     —Sí. ¡Nos vemos aquí!

     Alzando el pulgar, TaeHyung el omega sale de la cancha. Mientras observa el papel, recuerda que el viernes comienza un ciclo muy importante: el celo. Pero, más enojado que preocupado, se enoja al creerse a sí mismo un débil chico que no puede ir en contra de sus instintos. Si los alfas pueden reprimir sus estúpidos deseos siento volátiles, ¿por qué él, siendo un omega, no podría?

[...]

TaeHyung toma el último suéter de su cama y lo avienta a la caja. La carga, se cuelga la mochila y cuando está a punto de salir siente que se le olvida algo. ¿Qué podría ser? Ah... Pues bien. No le importa mucho. Así que camina hasta las escaleras y cierra la puerta. La habitación se queda en silencio, mientras los supresores reposan en el borde del mueble.

     Un segundo después, TaeHyung abre una vez más la puerta de su habitación, extiende el brazo hasta el mueble y toma sus pastillas.

     —Mierda, no. Todo, menos tener un cachorro. —Llevándose dos pastillas a la boca y agarrando un poco de agua de un vaso de la noche anterior, TaeHyung toma su supresor y vuelve a cerrar la puerta de su habitación.

     El camino a la universidad transcurre con normalidad. El transporte público tan incómodo como siempre, la entrada de alumnos concurrida y tardía, y sus pasos largos también le aburren. Básicamente a su alrededor todo está como suele ser, y no hay nada en su cuerpo, ni nada acerca de su estado de salud actual que lo haga sentirse mal. Incluso cuando a lo lejos ve a Jeon JungKook, no le provoca nada. No hay ni siquiera la mínima advertencia por estar a punto de hacer la clase de cosas que "suelen pasar" cuando un omega se haya envuelto de la química corporal que te hace rogar, literalmente, por tener un hijo.

     Que asco. Sinceramente, TaeHyung piensa que es horrible. Todas estas estúpidas cosas que pasan porque a ALGUIEN, se le ocurrió que era buena idea que tus sentidos se inhibieran al estar con alguien que te gusta. Cuando Tae deja de observar el techo del recinto, se acerca a pasos ligeros a los puestos de donativos. Jennie Kim, la amiga de JungKook, acomoda en un sinfín de cajas los diferentes juguetes que se reciben, y al lado, JungKook dobla una a una la ropa por secciones.

     —Mm, hola. Traje algunos juguetes y... —Jennie le sonríe en grande a TaeHyung; no está muy seguro si ella es un alfa, omega o si es beta, pero sea lo que sea, hay algo agradable en la forma que sonríe, así que le sonríe de vuelta—. Ropa.

     —Yo tomo los juguetes. Muchas gracias por traerlos.

     —Está bien.

     —Puedes dejar la ropa ahí con... ¡JungKook!

     El pelinegro levanta los ojos de la blusa extraña que ha intentado doblar. Cuando se encuentra con el rostro de TaeHyung alza las cejas por un segundo, como si estuviera intentando reconocer su rostro. Aunque no es el caso. Al contrario, JungKook está sorprendido porque de verdad asistió a la causa y se halla ahí con una caja de ropa. Unos pocos segundos después, la expresión de JungKook cambia a una confundida, observa sutilmente a TaeHyung hasta ponerse de pie y extender la mano hasta sostener la caja. Termina sonriendo de forma muy sutil.

     —Viniste.

     —Amm... Sí. Vine.

     JungKook lleva los ojos a la caja, después a TaeHyung. —Trajiste mucha ropa.

     —Ah. Sí, bueno... Hay ropa que ya no me agrada tanto.

     —Bueno, gracias. La doblaré.

     Sentándose otra vez en el suelo, JungKook lleva las manos a lo que hacía antes, pero ya ni le dirige mirada a TaeHyung. El omega se siente extrañado, pero no lo suficiente como para interpretar las acciones del chico.

     —¿Quieres ayudarme?

     —Mm... —indeciso, el omega ladea la cabeza de lado a lado—. ¿Puedo?

     —Claro. —Exclama el pelinegro. Abre un espacio sobre el plástico tendido en el suelo—. Siéntate aquí.

     —Bien. —Se sienta, deja sus cosas a un lado, y empieza con los dobleces—. ¿Es la primera vez que haces una colecta?

     —No. Bueno, es el segundo año que lo hago. No tengo mucha experiencia, como verás, pero es divertido.

     —Hay mucha ropa para niños. Yo traje algunas de mi hermanito.

     —¿Sí? Qué bien. Mm... Sí, hay mucha ropa de niños. La mayor parte se va para la gente que no tiene hogar, orfanatos. Ahí hay chicos que pocas veces tienen la oportunidad de estar... ya sabes... Muchos viven bastante limitados.

     —¿Te agradan los niños?

     —No creo que ningún niño deba ser infeliz. No sé. Es aterrador pensar que estás en un lugar solo, no tienes a nadie más que a ti mismo. —JungKook suspira, arruga la nariz—. Supongo que no quisiera que ningún niño pase por eso.

     —Debe haber alguna razón importante.

     —Nací con el amor de mis padres. Eso me impulsa. Quiero retribuir eso al mundo. —JungKook de detiene. Rebusca en el lugar, intenta encontrar una caja vacía, pero no la halla. En un segundo se pone de pie, entonces se voltea hasta TaeHyung.

     —Tengo que ir por unas cajas, ¿me esperas aquí?

     —No, te acompaño.

     —¡Bieeen! Jennie, cuida la ropa por favor.

     Los dos emprenden un viaje hasta los vestidores de la escuela. En los vestidores se suelen guardar un montón de cajas para cuando los jugadores de los distintos cuerpos deportivos necesitan transportar materiales, insumos o lo que sea a los partidos. El camino es, increíblemente, bastante cómodo. Aunque ambos, alfa y omega no se conocían, es verdad que les resulta sencillo estar en la compañía del otro. TaeHyung no va a negar que su cabeza de omega le hace tener una cirfta afinación por la clase de alfas a las que pertenece JungKook, una muy específica clase de alfa, pero más allá de eso, no cree que el estar con Kook logre perjudicarlo en algún sentido.

     Al llegar a los vestidores y percatarse que está solo, y apenas es posible escuchar el oído lejano de la cancha de techada, TaeHyung se sienta en una banquita y ve a Kook acercarse a una esquina para desocupar lo necesitado.

     —¿Te gusta alguien?

     El castaño pestañea.

     Si pudiéramos contar los silencios, sería algo así...

     Un silencio.

     Dos silencios.

     TaeHyung no emite una palabra.

     Tercer y cuarto silencios.

     Se da cuenta que debería decir algo.

     Abre la boca, aspira aire inconsciente, y niega. —No. Nadie.

     Desde la lejanía, JungKook se nota un poco distraído. TaeHyung lo observa esperando no encontrarse en un momento de película. No quiere hallar sus ojos en un dilema al verlo desde la otra esquina de la habitación y preguntarse si ese era su ser amado. Esas cosas son una mierda. Sólo por esa razón, TaeHyung se mantiene un poco alerta ante las acciones de Kook.

     —¡Ta-tan! Aquí están. Ah, yo creo que tres son suficientes, ¿no?

     —Sí.

     —¿Puedes llevarlas al lugar, por favor? Tengo que ir al baño para lavarme la cara, me siento un poco mareado.

     Como si se tratara de un rayo, JungKook sale casi corriendo hasta su destino. TaeHyung, perplejo, de pregunta las razones por las que el chico comienza a actuar extraño. Bueno. Aunque es la segunda vez que habla con él, hay un mensaje implícito en todas las acciones que Jeon comete. Es obvio que Kook no es la clase de persona que te habla bien un día pero al siguiente te odia. Duda mucho que alguien que busca hacer caridad de forma desinteresada, tenga un corazón tan poco empático. Tampoco es que le importe demasiado, sencillamente puede alejarse otea vez de JungKook y olvidar su aroma y el proceso químico que éste le provoca.

      El omega alza las cejas, palmea sus muslos y se pone de pie con el propósito de llevar las cajas hasta donde se encuentra Jennie. Así camina. Pero es más la curiosidad que le gana al pasar a unos metros del sanitario, y escuchar el atracón de alguien allá adentro. TaeHyung se pregunta si podría ser JungKook en un mal momento; sin embargo, eso no le permite moverse más aunque quisiera. Hay muchas posibilidades para el momento; si JungKook estaba entrando en un ciclo sin salida, la entrada de TaeHyung sería una condena.

      Sí... no... Esa es la cuestión. Dejar morir a alguien por creer que te hará daño, o ayudarle con esas posibilidades.

     Cuando hay un segundo atracón, el cual se asimila con el sonido de una garganta regurgitando la comida, TaeHyung decide entrar al lugar. Ahí, halla a JungKook hincado en el borde de la taza sosteniendo la cerámica blanca, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adentro del inodoro.

     —¿Vomitaste?

     —No. Solo tengo esa sensación... Me siento mareado.

     El castaño se apresura a acercarse al diminuto cubículo, pero da un paso hacia atrás cuando el intenso aroma hace que sus orejas se pongan rojas y su piel se le erice. 

     —¡¿Estás en celo?!

     —TaeHyung —pide JungKook mareado, le es difícil hablar y por lo tanto, lo hace lentamente—, trae mi mochila por favor.

     —¿No tomaste tu medicamento? Pero... —TaeHyung apesta en las situaciones donde se lo requiere actuar rápido.

     —Ve por la mochila. —JungKook agita la mano desde el suelo, en dirección a la puerta.

     —¿Cómo puedes ser tan inconsciente?

     —¡Aún no era el tiempo! —Voltea a verlo directamente. Al mismo instante cuando los dos distinguen la cara del otro, JungKook tapa su boca, cierra los ojos y regresa el rostro en dirección al baño—. No debía llegar hasta dentro de dos semanas.

     Pero esa clase de cosas suelen suceder cuando las personas son poco precavidas, cuando te encuentras en situaciones que sabes que te podrían dañar, y lo tomas a la ligera. De todos los alfas en la escuela, a TaeHyung le resultaba tan pero tan complicado creer que JungKook era el olvidadizo chico que no sabe controlar su cuerpo, ni emociones, porque simplemente no parecía serlo. JungKook era el único alfa que conocía de la escuela que no tenía ni siquiera rumores de haber hecho algo "característico de los alfas", no se metía en problemas y tenía un perfil bajo, aunque le gustara a muchas personas. No era altanero, ni abusaba de posición en la pirámide mundial, ni siquiera hablaba con la estúpida voz de alfa que los tipos sacan desde el fondo de sus gargantas para intimidar a los demás. No hay nada de eso en él. Y quizá, muy aparte de su aroma, eso es lo que tenía a TaeHyung tan centrado en su persona y en todo lo implicado en él.

     Sin embargo, viéndolo desde el lavabo, se pregunta, ¿es este el alfa JungKook que conozco?

     —¿Cómo puedes ser tan descuidado?

     El tono de voz provoca que JungKook lleve los ojos desde el cubículo hasta TaeHyung. El castaño, desde la lejanía, ya luce algo atolondrado debido al olor que se encierra en el lugar. Es fácil darse cuenta que a TaeHyung comienza a controlarlo una fuerza imaginaria, la misma fuerza lo hace hablar de forma suave, sin reclamos ni enojo, es como si le estuviera diciendo "Oh, qué tonto eres".

     —TaeHyung, sal de aquí.
 
     —¿No me quieres cerca?

     Ahora, hay que entender bien que TaeHyung no está del todo cuerdo, lo cual es extraño considerando que ha tomado sus propias pastillas antes de ir a la escuela. ¿Por qué el estado de calor en el otro le provoca un sentimiento tan raro, al grado de removerlo y hablar como un idiota?

     Si TaeHyung escuchara lo que dice, se daría un golpe en la cabeza.

     —Te está haciendo mal esto. Ya salte de aquí, ve por mi mochila, traela.

     —¿No quieres que me quede mejor?

     —¡Despierta, despierta! —le grita espantado. No conoce a TaeHyung, de hecho realmente jamás habían hablado tanto colo en los últimos dos días, solo lo había observado a la distancia. No es suficiente para conocer a alguien, pero de todo lo que ha escuchado le queda bien claro a JungKook que Kim TaeHyung es todo, menos adorable—. Cuando recuerdes todo esto te querrás golpear.

     Kim TaeHyung no es un "omega clásico". Es bastante rudo, y duro con sus palabras. Juega a ver a los alfas hasta que estos le quitan los ojos de encima, le gusta intimidar, responder brusco y no detenerse hasta que todos lo perciben como un alfa más. Le gusta ser misterioso, callado y reservado, y hablar con los demás como si ellos fuesen insignificancias en el mundo.

     No es el chico que dice "¿No quieres que me quede?".

     —No digo mentiras. ¿Por qué voy a querer pegarme?

     —Escucha —JungKook está luchando contra un sinfín de síntomas peligrosos. Preferiría morirse antes de hacer las estupideces que todos creen que es instinto. No es un instinto. Es más como un deseo profundo que pareciera ser involuntario. Quizá sí lo es, tal vez es un deseo involuntario. Pero lo que no lo es, es el momento de decidir si ceder a él o no. JungKook no cedería a nada a menos que fuese mutuo—, estás así por mi olor, no significa que-

     —No, yo tomé mis supresores.

     —¿Qué?

     —No es mi celo. —Apunta repetidas veces al chico, aún de pie cercano al espejo—. Es tu olor, me inhibe.

     —¿De qué hablas?

     —Me gustas. —Apunta otra vez. Es como un anciano señalando lo más obvio—. Por eso me siento así, y hablo así.

     —Despierta y ve por Jennie.

     —¿Por qué quieres a Jennie aquí?

     —¿Ah? —incrédulo, JungKook junta sus cejas. Al primer paso que da TaeHyung en su dirección, el chico abre la mano y lo detiene—. ¡No! ¡No te acerques!

     —¿Te gusta Jennie?

     —¡¿De qué hablas?!

     —La quieres aquí. ¿Quieres que tenga a tus hijos?

      —¡¿Cómo es que estás tan perdido si tomaste tus supresores?!

     —No estoy perdido. Solo soy sincero con lo que pienso. Los supresores me ayudan a no quedar noqueado, pero puedo estar perdido aun así.

     —Vamos a tener un gran problema si no te vas ahora y traes a Jennie.

     —Yo puedo cargar a tus hijos.

     JungKook abre la boca en grande. En otra situación, fuera muy gracioso. Sí. Fuera divertido ver a Kim TaeHyung, el odiaalfas3000 decir esa clase de cosas, y según él ser sincero; pero, en ese momento, da miedo. Da miedo creer que están apunto de pasar una situación que podría ser una mala memoria para ambos. Si JungKook se pierde un poco más, estarán en problemas, lo recordarán y el momento será borroso.

     —¿Eso es lo que piensas sobre mí?

     —No, yo no. A mi cerebro le gustan otras cosas de ti, pero...

     —Estamos en los baños. No tenemos un buen estado de salud ahora, así que da un paso atrás.

     —¿Siempre eres tan cuerdo?

     TaeHyung camina unos tantos pasos hacia él. JungKook se aleja lo más que puede, aunque habrá un momento en el que choque con la pared.

     —No estás en tus cinco sentidos, TaeHyung.

     —Sí lo estoy.

     —No, no. No lo estás.

     —Te prometo que sí. —No se detiene en su caminar.

      Omega dominante. Alfa dominante.

      —Me gustas —admite JungKook—, pero no quiero que esto sea así.

      —Si no quieres, entonces sí me detendré. ¿No quieres?

      —No... No aquí.

     —¿Pero quieres?

     No recibe palabra alguna. Así, tampoco TaeHyung se mueve. Necesita una señal clara, algo más que dos ojos que casi comienzan a perderse y el sonido de una feria con música muy a la lejanía. Necesita una invitación, un sí o un no, una mirada explícita o algo, algo, por más sencillo que fuese. Así, cuando TaeHyung está a punto de luchar contra su animal y dar la media vuelta, JungKook le toma de la muñeca, aún tirado en el suelo, impulsándolo hacia abajo, dentro del cubículo.

[...]

Jennie Kim usa tacones bastante altos, pero gruesos. Aún así, la rapidez con la que corre no se compara con la de ningún omega o alfa. Aunque es una mujer beta, Jennie Kim es capaz de mucho más que cualquier otro ser viviente en el mundo. Así pues, en el momento en el que dobla la esquina del pasillo, sus zapatos la hacen resbalar deslizándose por un segundo; mas, logra detenerse al sostener la pared, para correr en dirección al baño. Cuando llega a este, aunque no es para su género, Jennie empuja la puerta y alza la mochila en alto.

     —¡JungKook! ¡Traje tu mochila!

     El alfa la mira desde el lavabamanos. Recargado en la pared, está el otro omega, cruzado de brazos mientras ve el suelo. El ambiente es incómodo, se siente hasta pesado. Ya habían pasado unos veinte minutos desde que Jennie había recibido un mensaje de JungKook, cuando apenas se dirigía por sentirse mal.

     Ya saben. Si cinco minutos ya son suficientes para que las tragedias sucedan, imaginen un lapso de veinte.

     —Jamás pensé que tardarías tanto en leer un mensaje.

     —Es que... —Jennie está un tanto preocupada, voltea a ver hacia atrás repetidas veces, como buscando una excusa del camino por el que llegó—. Yo... No sé... Estaba... Es que ni yo me la creo que no lo leí antes. ¡Nunca me ha pasado esto!

     —Gracias por la mochila, Jenn.

     La chica los examina de arriba abajo, nota el aura tensa, al grado que ninguno quiere ver al otro y la ignoran por completo. Jennie aún no comprende del todo la situación, de vez en cuando le gustaría saber la urgencia detrás de esa clase de situaciones, el necesitar rápidamente una mochila, unas pastillas o un momento a solas. Pero, inmediatamente después de que piensa eso, termina llegando a la conclusión que es mejor no saberlo.

     Si los alfas y los omegas tienen problemas de ese estilo, imaginarse a sí misma dentro de ellos no es grato. De por sí, siendo beta, hay demasiadas cosas de qué cuidarse, comenzando por la raza humana en general.

     —La gente ya comienza a irse. —A Jennie le interesa poco encontrarse en el baño designado a los chicos—. El evento fue todo un éxito. Mañana iremos al orfanato y... —Ella los mira, pero no hay ni una reacción en ellos están perdidos—. Lo repartiremos...

     —Qué bien, Jenn.

     TaeHyung prefiere no decir ni una palabra.

     Más bien, se hunde en pensar todo lo que ha sucedido. No comprende cómo es capaz de recordar, pero todo está ligeramente borroso. Se hace un sinfín de cuestionamiento y casi ignora el hecho de haber caído en la misma estupidez que quiso evitar desde un principio. Menos mal que tomó los supresores antes de llegar, de otra manera muy probablemente su cuerpo ya estuviera preparándose para tener un hijo. La peor decisión de su vida. No lo repetiría a menos de ser necesario, y claro, solo está sumamente tranquilo por el hecho de ser ligeramente responsable y ni olvidar sus supresores.

     El omega talla su cara con frustración al notar a JungKook cabizbajo.

     —Los dos están bien, ¿verdad? No necesitan que llame a la enfermera.

     —Perfectamente, Jennie. —Sonríe Kook en un mal intento de tranquilizarla—. Creo que ya deberíamos regresar.

     —Está bien. Los espero afuera... Ah, Dios, no puedo creer que entré a este lugar —Jennie camina sosteniendo la fuera, entre balbuceos acerca del baño—, está realmente asqueroso... Ew...

     JungKook se voltea hasta TaeHyung, aun con las manos recargadas en el lavamanos. El omega le observa desde su lugar, sin quitarle los ojos de encima. Transcurre un minuto de silencio, donde los parlantes son el par de ojos que examina y el otro par que duda. Ninguno ha estado en una situación similar, no hay forma en la que puedan decir algo que aminorice o al menos, calme, los sentimientos del otro.

     —TaeHyung, yo...

     —Deberíamos hablar de esto después. En otro momento. Cuando no esté tan... incómodo.

      JungKook baja los hombros, palmea el costado de sus propios muslos y asiente. —Está bien.

     —Gracias.

     —No hay de qué.

[...]

TaeHyung revisa el calendario. Han pasado tres semanas desde el incidente. No han habido problemas. De hecho, la vida escolar sigue tan aburrida como siempre. Son los mismos horarios y la misma rutina, las mismas personas y los mismos accidentes. Es como su el mundo siguiese girando. Al menos así es para los demás. Sin embargo, para muchos omegas, es el inicio de algo terrible. Más bien, podría serlo.

     Como para TaeHyung. Kim TaeHyung revisa el calendario una y otra y otra vez, pero hay algo que no cuadra.

     —No es tiempo.

     Sucede que, en los últimos días, han habido una serie de sentimientos extraños recorriendolo. No es como la típica necesidad que suele tener durante el celo. Es, más bien, un anhelo de su corazón, más molesto y más profundo. Solo podría atribuirlo a otro ciclo llegando, un desbalance en su química producto de la tarde aquella con JungKook, un desequilibrio causado por su estado actual de salud mental.

     No obstante, más allá del malestar general, y un mínimo sentir de vómito, nada en su cuerpo lo alerta de un inminente peligro.

      —Te ves bien, TaeHyung. —Cuando Jennie se sienta a su lado, el chico bloquea su teléfono de inmediato. La beta lleva a su boca un poco de comida—. Más sano, fuerte.

     —¿De qué hablas? —TaeHyung lleva la vista hacia sí mismo, de arriba a abajo.

     —Nada en especial. Solo te noto más... No sé. —Bastante despreocupada, se alza de hombros—. Creo que creciste un poco.

     —¿En serio?

     —Te ves más alto.

     TaeHyung se pone de pie en ese mismo instante. Encarga su mochila en un tono de voz preocupado, y hasta que Jennie le dice que está bien, su caminar comienza a acelerarse. Busca por la escuela desde donde viene, se topa unos minutos después con el baño más cercano a su posición, cuando entra, hay algunos ahí, pero nadie le presta atención. Al contrario, es como si todos estuvieran ignorándolo, como si su aroma, su persona fuese un ahuyentador de alfas. TaeHyung mira el suelo, hay un hueco en su estómago, toma una bocanada de aire y, aunque lo intenta, se ve incapaz de quitar los ojos del suelo. Mira una baldosa, luego la otra y luego la de en medio. Hasta que decide que ha sido suficiente, comete el primer error: mirarse en el cristal.

     —Ay, no. —Se queja, colocándose de perfil—. Mierda.

     El más ciego de los omegas podría ver aquel estómago abultarse por lo bajo de una camisa alzada. Hasta el más sordo puede oír las sandeces que a Kim TaeHyung se le escapan por la boca. Y todos los alfas sienten ese aroma tan disgustante: hay un omega embarazado.

      No es que esté más alto. Subió de peso. Los embarazos de omegas son más rápidos que los de los humanos, poco más de la mitad del tiempo, cinco meses y medio, para ser exactos. Así que no es de sorprenderse que a punto de cumplir un mes, pueda verse ese extraño ser dar sus primeras apariciones.

     Primera vez que pierde la cordura, con el único alfa que realmente le ha gustado, y suceden esas cosas.

     Cuando TaeHyung sale de regreso a la cafetería, más perdido que centrado, un ruido hace al castaño detenerse y  prestar atención. TaeHyung lleva los ojos hacia el frente, lo primero que ve es la mandíbula marcada de Jeon JungKook. Kook lleva una camisa desabotonada de color mezclilla, una playera blanca, un pantalón negro y unas botas. De su cuello cae una cadena plateada delgada y en su oreja izquierda hay un aro. El chico tiene en sus manos un envoltorio de color dorado con una base café, la sostiene con fuerza. Lo más triste en él, es su expresión, se halla triste y desconsolado, casi tan perdido como TaeHyung.

     Quien, por cierto, yace petrificado en su lugar.

     —Perdóname. —Pide por tercera vez. TaeHyung no entiende las razones por las que pide perdón. No hizo nada que no quisiera—. Yo... No soy así. Realmente, nunca he sido así y no lo seré. Me molestan esa clase de actitudes como si no tuviera el derecho de controlarme a mí mismo. No sucederá de nuevo.

      —¿Ah?

      —También entiendo si me odias. Y cualquier represalia, tomaré responsabilidad de-

      —No hicimos nada en contra de la voluntad de nadie, JungKook.

      —Ya sabes lo que... dicen de los alfas. No quiero que pienses que soy así.

     —No lo hago.

     Hay un silencio prolongado.

     No es más que silencio.

     Nada más que silencio, dudas y un sinfín de pensamientos extraños.

      Por fin, JungKook habla una vez más.

     —¿Sucedió algo después de ese día? —Ante la pregunta, TaeHyung abre ligeramente los labios. Los cierra de nuevo—. No recuerdo si yo... si nosoteos... O, tú... ¿Estás bien? ¿Cómo siempre?

      En un pestañeo, TaeHyung se pierde en la luminosidad del foco que hay en el techo. Distingue los labios de JungKook moverse una vez, pero no lo oye. Hay un ruido sordo en su cabeza, un golpeteo constante que lo aturde. La pregunta resuena. ¿Estar bien? Bueno, acaba de enterarse que está embarazado, y eso no lo asustó tanto como esa pregunta, ¿estar bien? ¿Qué es estar bien para él? Si le dice que tal vez tendrán un hijo, ¿eso estaría mal? TaeHyung cierra los ojos, y cuando los abre, vuelve a toparse con muchas ondas luminosas que lo hacen perderse. No es hasta que el pelinegro le toma del hombro.

     —No. Nada. —Responde.

     —Debes decirme si sucede algo, ¿lo harás?

      —¿Qué dices?

      —Un cachorro.

     Un cachorro.

     Estar bien.

     Un cachorro o estar bien.

      No combinan muy bien juntos.

      —Estoy bien.

     Está claro que no combinan para nada. Más en el momento en el que JungKook sonríe y emana felicidad, tendiéndole en la mano un dulcesito chocolatoso a TaeHyung, el alfa suspira.

     —Me gustas, TaeHyung. Así que espero que podamos... conocernos mejor

      "¿Cómo podríamos?", se pregunta TaeHyung cuando la campana suena. El pelinegro sonríe, apresurandose a llegar a la clase. TaeHyung lo ve alejarse en la lejanía del pasillo. "Ya no podemos conocernos más, cuando tendrás un hijo".

( . . . )

Segundo mes. ¿Que cómo lo sabe? Bueno...

     —¡Dios mío! ¿Debo llevarte al hospital, TaeHyung mi vida?

      Ya empezaron los vómitos.

     —No, no, mamá —TaeHyung alza la mano, aún hincado en el azulejo del baño—. Estoy bien, es solo una gripe.

     —¿Qué dices? ¡La gripe no provoca esto!

     —No hagas un alboroto, mamá.

     TaeHyung no planea contar absolutamente nada acerca del nuevo inquilino, al menos no hasta estar seguro de todas las posibilidades. Incluso antes de decidir tenerlo, cerró sus ojos ante un destello brillante y pensó, ¿qué es lo que pudiera suceder si...? Al final de cuentas, decidió que no le diría a sus padres hasta ya casi al final del camino, cuando nada ni nadie pudiera intentar separarlo de su hijo.

     No lo crean. Al inicio la cosa sí le daba asco. No era un deseo profundo de su alma, ni siquiera su omega interior estaba tan feliz con la idea de tener en el estómago creciendo un parásito chupasangre. Pero, bueno, digamos que después de unas seis semanas, la cosa comenzó a ponerse seria de verdad. Y entre más pensaba en ese estúpido y gordo parásito que crecería en su panza, y mientras más se imaginaba el color de sus ojos, de su cabello, como serían sus uñas o sus pies, más se encariñaba con la idea. Realmente no estaba aterrado por convertirse en padre, tampoco por no poder darle, al menos, la vida que él tiene. Eso es lo que realmente significa sentirse apoyado por la familia, sabe que, una vez en el barco, sus padres tendrían que ayudarlo.

     Ahora bien, considerando que a menos de un mes de acabar sus clases y a casi dos para presentar los exámenes de admisión para entrar a la universidad, supone que la cosa se atrasará un poco, pero no es nada que no pueda solucionar.

      En cuanto a JungKook...

      Cree que sería mejor no decírselo.

     —Le voy a decir a tu papá que te llevaremos al hospital. ¡Aguarda aquí!

     Bueno... El plan no es perfecto. Tiene algunas fallas. También descuadres de la realidad.

     —¡No! ¡No le digas a papá!

     —¡Pero tengo que llevarte ya! ¿Y si te pasa algo?

      —Mamá, es que ya sé qué es lo que tengo.

     —Entonces, ¡dímelo!

      —Ah, mamá...

     —¿Estás drogándote?

     —Es un hijo.

    La señora Kim ladea la cabeza. La mujer omega no cree estar captando la idea concreta de su chico. ¿Es que oye correctamente o solo empieza a malinterpretar la situación?

     —¿Ah?

     —¿Quieres que me pare y te muestre mi estómago?

      —¿Estás...? ¿Estás- estás-estás... embara- embarazado?

     —No lo digas así. —TaeHyung mueve ay cabeza de lado a lado—. Me da asco escuchar eso.
    
      Es que es hasta irreal. El decir eso ya es la imagen mental de un asqueroso camarón creciendo, como el camarón de las sopas instantáneas que se infla al echarle agua hirviendo. Puah. TaeHyung quisiera vomitar casa vez que eso se le viene a la mente.

      La señora Kim se arrodilla con su hijo, abrazándolo. Por sus ojos comienzan a asomarse pequeñas gotas cristalinas de agua. TaeHyung la mira con extrañeza ante tal reacción, esperaba más un zape.

      —¿Cómo pasó eso?

      TaeHyung se muerde la lengua, evita responder "No creo que quieras saber con detalle, mamá".

      —No le digas a papá... por ahora.

      —Cariño, ¿alguien abusó de ti o de tu confianza? ¿Quién fue el que te hizo esto?

     El omega, recargó la cabeza en la baldosa, pensando bien su respuesta. Un minuto transcurrió, pero, en una expresión muy clara, el chico suspiró.

      —Nadie, mamá.

( . . . )

Los bebés entre alfas y omegas crecen más rápido, por eso es difícil ocultar un embarazo. El día de la graduación, TaeHyung se presenta con una toga. Eso resulta en una gran ayuda. Apenas recibe el papel, se aleja de la situación. Ha faltado a clases el último mes, por una orden estricta de su padre (el que se ha empezado a llamar a sí mismo "el abuelo", lo cual es lo más bizarro a lo que Tae se ha sometido en los últimos meses) así que, la comunicación con JungKook... Bueno. Claramente fue, es y será nula.

      Aunque el día de la graduación, JungKook se acercó a él. Tenía una expresión dolida, al grado que TaeHyung accedió a detenerse aunque su mamá le decía que se apresurara porque tenían que ir a un chequeo.

      JungKook lo examinó de arriba abajo, buscando algo en él, pero no vio más que un TaeHyung aparentemente más alto. Aunque Jeon JungKook no se estaba graduando, logró llegar y entrar tan solo para cruzar con él vagas palabras.

     Un último adiós. Sólo que no lo sabía.

      —¿Estás bien, TaeHyung?

      —Claro.

      —¿Por qué no veniste este último mes?

      TaeHyung se preguntó, ¿debería decirle?

      —Me voy a mudar en unos días. Así que he estado viajando con mis padres.

      —¿Mudarte? ¿A qué área?

     —Del país.

      No lo culpen. Solo tiene 19 años. Es un idiota. No puede comprender que la vida es un poco más complicada que eso, que mentir, al final todo regresa al lugar donde debe estar.

      —¿Cómo? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿A dónde?

      —JungKook, esto es difícil de decir pero... Eres un buen chico. Realmente un buen chico. Tal vez por eso me gustabas —se detuvo un segundo ahí, pero continuó. A TaeHyung le gustaban las cosas cortas, para evitar lloriqueos, preguntas, situaciones incontrolables—. Eres un alfa pero, todo en ti se rige por tu cerebro. Ojalá pudiera ser como tú.

     Ese sí fue una indirecta. Tal vez si TaeHyung hubiese mantenido la postura de ser dueño de sus acciones y no dejarse por el deseo de su omega interior, las cosas fuesen diferentes.

     —¿Solo te vas así y ya, TaeHyung?

     TaeHyung no mostró ni una expresión.

      —Ojalá seas feliz.

     Una vez dicho eso, TaeHyung palmeó el hombro del alfa. JungKook no insistió. No hubo ni un sonido. Solamente TaeHyung se dio la media vuelta, y a mitad de camino, en golpe en el estómago le hizo rodar los ojos, aunque éstos ya se encontraban repletos de lágrimas saladas.

      —Psst —susurra a su estómago en cuanto sube al auto. Echa un vistazo al interior, y nota que sus padres aún no se suben a él—. ¿No podrías odiar un poco a tu otro papá?

(...)

TaeHyung ha cargado con esa panza cinco meses. Ya se ve... no enorme, pero sí bastante... Ay, quién sabe qué. El caso es que no le queda nada. En el momento en el que está pensando en el bebé, se pregunta qué nombre debería ponerle. Debería ser local, internacional, bonito o feo, único o común. Debería ser especial como el de una celebridad o especial como el de una estrella.

      ¿Sería muy extraño ponerle de nombre "patea estómagos"? Tal vez debería buscar más en internet. Cuando TaeHyung se sienta, teclea una seria de letras hasta hallar una página de poco fiar. Son muchos los nombres que aparecen, sin embargo uno le llama la atención.

     —JooWon... Eh, es un buen nombre, ¿no? A ver, busquemos personajes famosos que- ¿Ers el nombre del malo en Love or H-...?

      Tan pronto como esa frase inicia, TaeHyung se retuerce un poco ante el dolor. Es como si el parásito solo estuviese esperando recibir un nombre para salir. JooWon es insoportable, hasta TaeHyung lo admite y quisiera ya pronto pellizcarle la mejilla para hacerlo sufrir.

      —¡Mamá! —grita, lleva la mano a su estómago, suspira—. JooWon, tú en serio- te juro que te mantendré despierto cada vez que sea tu cumpleaños contándote como me haces sufrir. ¡Mamá! ¡YA VA A SALIR!

      —¿¡YA?! —grita ella, entrando a la habitación. Toma a su hijo del brazo, soporta su espalda y lo hace caminar—. ¡¿Ya viene?!

      —Maldito JooWon.

      —¡¿Quién es ese?!

      —¡Este maldito que se quiere salir ya!

      —¡¿Así se va a llamar?!

      —¡Así se quiere llamar!

      —¡Ay, qué bonito! ¡Me encanta! Deberíamos combinar el nombre de tus primas que van a nacer, ¿verdad?

      —¡Mamá! ¡Este en cualquier momento se sale!

     —¡Ya vamos, ya vamos!

    Bajando las escaleras, se oye al señor Kim sujetar todo lo que estaba preparado para el viaje al hospital. A media escalera, TaeHyung suspira entre contracciones.

      —JooWon, ¿de qué color va a ser tu cabello?

( . . . )

Cuando la puerta se abre y JungKook se topa con un omega de tez ligeramente canela, algo más cansado, de pelo color café, lo primero que dice es:

     —No te fuiste del país.

      TaeHyung no es capaz de decir nada. Más bien, se hace preguntas. ¿Quién y por qué le dijo donde vivía? ¿Por qué está ahí? ¿Cómo es que logró llegar a la casa? Aunque TaeHyung vive aún con sus padres, le resulta un poco más que difícil poder encontrar a alguien que te cortó toda comunicación hacía tiempo atrás.

      Mucho tiempo atrás.

      Cuatro años y medio, para ser exactos.

      —¿Qué haces acá?

      —Oye, en serio —JungKook, como siempre, no puede esa clásica cordura que lo caracterizaba—, pensé que me había vuelto loco. Una vez me pareció verte en la calle, otra en el cine y otra en el centro comercial. No lo podía creer. No entendía hasta donde me estaba volviendo loco o si era una culpa extraña o remordimiento. ¿Cómo pudiste decir algo así? Creí que estabas en Canadá, estudiando finanzas o algo así. Pero entonces, Jennie está trabajando en nuestra escuela y me dice que tiene la dirección de tu casa y yo pensé que si venia aquí iba a lograr conseguir algo, pero entonces tú sales y por un segundo pienso que me volví más loco aun, pero...

      —¿Por qué Canadá?

      —De todo lo que te dije, ¿esa fue tu duda?

      TaeHyung de alza de hombros. —Sí.

      —Ah... —JungKook palmea sus costados—. Combina contigo.

      TaeHyung pestañea unas cuantas veces. No lo quiere transmitir pero luce un tanto... Nervioso. Nah. No solo lo luce, literalmente está nervioso. Tiene miedo, un miedo muy incomprensible para su cuerpo. No sólo cree que está repitiendo un error, sino que cabe la muy grande posibilidad de que todo se vaya al caño.

     —No quería... no quería alejarme sin una buena razón.

      —Entonces hay otra razón, ¿no?

      —Supongo que sí.

      —Cuando dijiste que te ibas, realmente mi cerebro se desconectó, ¿sabes? Después de dos días, realmente me pregunté por qué hiciste eso, alejarte y no decir más. Comprendí que lo que pasó esa vez fue... más de lo que se puede ignorar y yo-

      —No fue eso, JungKook.

      —No me digas eso. —Amablemente lo pide. Luce bastante agotado—. Es lo único que pude pensar.

     —JungKook, me encargaría explicarte toda la psicología detrás de esta decisión pero... Creo que no debemos hacerlo ahora. ¿Por qué no mejor vamos a algún lugar y...?

     Recuerden que JooWon es experto en actuar cuando menos se lo amerita.

     —¡Papá! ¡Papá, papá, papá!

      El niño que aparece detrás de TaeHyung, tironeando su playera, tiene un pelo negro como el azabache y lacio como el de su padre.
Cuando JungKook baja los ojos hasta él, nota en su expresión una cara molesta. Eso, por alguna razón, le incomoda de inmediato. Pero, ¿eso qué? Lo realmente intrigante es...

     —¿Es tu hijo? ¿Tuviste un hijo?

      TaeHyung abre la boca para responder a eso, pero JooWon sigue tirando fuerte de su playera, así que prestándole toda la atención a su hijo, el omega lo levanta del suelo y le limpia la cara con la mano, quitando de su vista el cabello que cubre sus ojos.

      —¿Y ahora qué, demonio de tasmania?

      —¿Pastel?

      —Debemos esperar a tus abuelos.

     Pasándole aun la mano en la cara, JungKook se siente confundido por la rareza del momento. No puede creer que TaeHyung haya tenido un hijo, si aún era tan joven y apenas etaria terminando la universidad. El niño ya estaba grande, lo suficiente como para caminar por su cuenta. En medio de esos pensamientos, JungKook entre abre los labios y sus ojos se hacen como platos.

      —¿Cuántos años tiene?

     TaeHyung se queda serio. Mira a JungKook con un poco de empatía, pero más que nada, con pena, como si lamentara la situación.

     Como TaeHyung no le responde, JungKook se dirige al niño.

      —¿Cómo te llamas?

      JooWon es un traídor.

      —JooWon.

      —¿Sí? ¿Y cuántos años tienes?

      JooWon alza sus dedos, pero al estar inseguro de haber levantado los correctos, se dirige a su papá. Como TaeHyung no le ve directamente, el pequeño le toma la mejilla para que lo voltee a ver, enseñándole los dedos.

      —¿Está bien, papá?

      —Sí, son así de dedos.

      —Tengo así —JooWon alza cuatro dedos.

     Son poco más de dos minutos cuando el silencio se apodera, sin novedad, de ahora los tres que se observan con duda. Mientras JooWon se pregunta a qué hora llegarían los abuelos, TaeHyung desearía que la situación no se hiciera un alboroto.

      En cuanto a JungKook...

      —JooWon, ¿por qué no vas por todos —hace énfasis en el "todos" pero cree que debe recalcarlo más—, pero de verdad todos tus dibujos y los traes?

      —Bueno, papá.

      Una vez que JooWon sube las escaleras, TaeHyung se voltea hasta JungKook, quien mira al niño dirigirse muy hábilmente hasta la parte de arriba. ¿El sentimiento en los ojos del alfa? Indescriptible. Es como si estuviera perdido, algo así como flotando. JungKook apenas y se mantiene en pie, hay un sinfín de cosas que su cuerpo está generando, y le gustaría decir que es solo químicamente, pero no, hay más. Es psicológico y es extraño.

      —¿No quieres pasar?

      Al momento en el que Jeon deja de ver la escalera y lo cambia con el rostro de TaeHyung, tiene el instinto de dar un paso hacia atrás. Lo da. Pero no puede dar otro porque TaeHyung, siendo tan él, como siempre lo fue, termina tomándolo del brazo y obligándolo a entrar.

       En la casa, el alfa se topa con las decoraciones de spiderman en todos lados. El arco de la cocina, la sala y la televisión tienen colgados globos, serpentinas y uno que otro pedazo de papel hecho trenza. Todo luce en orden. Incluso el pastel que reposa en la encimera.

      —¿Es su cumpleaños?

      —JungKook —TaeHyung toma una bocanada de aire—, obviamente tienes muchas dudas. Así que las responderé... Ahora.

      El alfa da media vuelta sobre sus pies, preferiría no verle el rostro a TaeHyung, ni agregar vergüenzas ni decepciones a su lista de vergüenzas y decepciones.

      —JooWon... ¿No es ese el nombre del malo en Love or H-...?

      —Él eligió su nombre. —Reclama TaeHyung. Pasando un minuto, donde ninguno habla, el omega se cruza de brazos—. Yo buscaba su nombre y justo cuando dije JooWon, el niño pensó que sería buena idea na-

      TaeHyung logra atrapar a JungKook tocar con el borde de sus dedos una fotografía que reposa en la encimera. La expresión, difícil de leer, su química bastante ajetreada, pero controlada como siempre. No hay un peligro inminente. De hecho, más que sentirse intimidado, tiene pena acerca de todo lo que sucede. JungKook no ha preguntado directamente lo que TaeHyung desea que pregunte; no obstante, Tae no comprende el por qué de ese detenerse. Hay algunas cuantas respuestas. Tal vez no quiere apresurar las cosas, tal vez duda que es el padre y preferiría no ponerse en vergüenza, tal vez se le olvida lo más importante, o prefiere iniciar las cosas con sencillez... O tal vez, pero solo tal vez, no quisiera saber que JooWon es su hijo.

     Esa es siempre una probabilidad.

     Que JungKook no quiera a JooWon.

     Que lo rechace.

     Lo aleje.

     Desaparezca.

     Que lo odie.

      —¿Me puedo llevar algunas fotos de él?

      TaeHyung alza las cejas, algo sorprendido. —Claro, puedes llevarte las que quieras.

      JungKook también se toma el tiempo de analizar la casa de TaeHyung. Se hace algunas preguntas, ¿qué hubiera pasado si...? Ah. Pero el hubiera no existe, ¿qué sentido tiene?

     —No necesitas preguntármelo, ¿verdad? —La pregunta de TaeHyung hace que JungKook se giren en su lugar.

     —¿Sobre qué?

     —Ya lo sabes.

      —Mmm... Bueno, supongo que sí.

     —Sabes que es tuyo, ¿no?

      A pesar de que escucharlo es bastante impactante, JungKook solamente ladea la cabeza y sonríe sin mostrar sus dientes. Hay un poco de lagrimeo que amenaza con escapar de sus ojos, pero no sucede.

      —Todo apunta a que lo es.

     —No —Suelta con sarcasmo—. ¿Por qué lo dices? ¿Lo delata el cabello negro y lacio o la forma de sus ojos?

     —Ninguna. —JungKook responde, su voz ya suena algo agitada. Seguramente es la emoción tardía que de pronto ya entrado por su alma—. Lo delató la forma en me sentí cuando lo vi.

     El comentario es suficiente para hacer a TaeHyung trastabillar en su muy obvia máscara anti lloriqueos. Inmediatamente, sus cejas se pintan hacia abajo, y sus ojos bastante serios comienzan a lagrimear. Aunque JungKook no tenía la intención, no sabe qué hacer al notar que TaeHyung comienza a deshacer la fina capa de fortaleza con la que se había mostrado hasta el momento. Le quita los ojos de encima, dirigiéndolos hasta el niño que carga una caja llena de dibujos. TaeHyung se voltea hacia la ventana en el mismo momento en el que JooWon pone un pie en la sala.

     —Papá, ya traje mis dibujos.

      —Ah. —Suspira, aún sin ver a su hijo—. ¿Por qué no se los muestras a JungKook?

      —Ok. —Volteándose hasta el alfa, quien lo mira atónito, JooWon agita su mano paea que JungKook se agache. El alfa lo hace, quedándose hincado a la altura del niño—. ¿Quieres ver mis dibujos? —JungKook asiente lentamente—. Sentados.

     —Está bien.

     JooWon se sienta en el suelo. Pero el adulto no hace lo mismo, ya que se mantiene hincado sobre sus talones. El pequeño pelinegro mira al alfa, hace sus cejas en una expresión confusa, y toma la mano de JungKook para hacerlo bajar.

     —¿No quieres?

     JungKook mira la mano de JooWon. Ahí, nuevamente le gana el sentimiento. Es tan pequeña, tan frágil, tan suave. Haciéndole caso a JooWon, el joven se sienta, no sin antes pasarse la mano por la cara y ojos, quitándose el residuo de lágrimas que ya salen deslizándose por toda su cara.

      JooWon muestra uno a uno sus dibujos. De repente lleva los ojos hasta su papá, pero el omega sigue viendo detenidamente el jardín desde la ventana así que prefiere prestarle atención al nuevo amigo que ha traído papá.

      —Todos tus dibujos me gustan.

      —A mí también me gustan.

      —Hoy es tu cumpleaños, ¿verdad?

      —Sí.

      —¿Te puedo dar un abrazo de felicitación?

     —¿Otro? —JooWon muestra una cara de fastidio, la que cualquier niño haría—. Papá me mantiene despierto hasta que son las doce para darme uno.

     —Solo si quieres. Si no, está bien.

     —Ok. Solo un abrazo más.

      JooWon abre los brazos, y se lanza a JungKook, apoyando la mandíbula en el hombro del alfa, que de inmediato, ni siquiera dudando un segundo, apunta a abrazar a su hijo y aferrado con fuerza a su cuerpo. Relajado, seguro y decidido, JungKook deja escapar una lágrima por su mejilla.

      La puerta de abre, los abuelos han llegado.

( . . . )

TaeHyung y JungKook se observan algo inconformes con sus apariencias. El alfa lleva la hamburguesa a su boca, y TaeHyung se dedica a comer una de las papas fritas, cuando lleva los ojos hasta la corona de Burger King de JungKook; un segundo después, el pelinegro hace lo mismo con el omega.

       El grito de JooWon los hace voltear a verlo hasta los juegos. —Papá, JungKook, ¿y mi juguete? —A la pregunta, JungKook alza el pequeño Bob Esponja; con eso, JooWon regresa a sus juegos con sus amigos efímeros.

     —Entonces creo que lo mejor es decirle primero a JooWon.

     —¿Crees que pueda...? Ya sabes...

      —Mmm... —Le echa un vistazo a su hijo, el niño está lanzándose desde el borde de los juegos hasta el suelo—. Yo creo que le agradas mucho a JooWon.

     —Lamento haber pasado tanto tiempo lejos de él.

      TaeHyung sabe que eso no es una disculpa, más bien, es literalmente estarse lamentando por perder años valiosos. Aunque TaeHyung intentó grabar todo lo que pudo, la vida y las memorias nunca son suficientes para poder englobar cada momento. Hay un sinfín de cosas que TaeHyung quisiera darle a JungKook: cuando JooWon nació y puso la mano en su rostro la primera vez que se vieron, la primera vez que balbuceó, la primera vez que tocó el pasto con los pies, su primer comida, su primer noche en la nueva casa, el primer intento de caminar, o la primera vez que dijo "papá".

       Son cosas que no volverán a pasar nunca.

       Solo hay una primera vez.

      —Bueno... Tienes una vida entera para recuperar tiempo. Además, él es pequeño aún. Y parece ser que muy en su interior, sabe quién eres.

      —Te puedo preguntar... ¿Por qué lo ocultaste?

       La pregunta es repentina. Puede que no sea tan escandalosa, pero si repentina e inesperada. TaeHyung abre la boca, se queda sin palabras, y la vuelve a cerrar. Practicó muchas veces todo lo que diría. Desde tres meses que JungKook frecuenta a JooWon, fue natural que en los primeros días, el omega castaño se preparará con todas las posibles preguntas. No obstante, pasadas unas semanas en las que el alfa prefería preguntar acerca de JooWon y sus gustos, evadiendo su situación en la preparatoria, naturalmente a TaeHyung se le olvidó todo.

     Todo. La expresión que debía de poner, lo que debía de decir, cómo tenía que decirlo.

       —Yo... Ah... Estuve esperando tanto esta pregunta y no... No sé... No recuerdo qué decir.

       —Solo di lo que pase por tu mente. O lo que pasó por ella.

      "Lo que pasó por su mente". Ojalá JungKook tuviera un manuscrito impreso de lo que realmente pasó por su mente. Cada pregunta, frase y oración que tuvo, cada decisión tomada y las direcciones en las que imaginó que podrían irse. Ojalá. Pero el ojalá es un deseo, un anhelo, y además, eso sería imposible.

       —Es que tú... —TaeHyung se quita la corona de la cabeza, dejándola a un costado de su mano—. Después de lo que pasó, y cuando me hablaste, yo solamente pensé que tú... No sé. Pensé que creerías que yo realmente veía lo del embarazo como un problema.

      —¿Y qué fue lo que te llevó a creer eso?

      —Supongo que fue porque dijiste que eso que pasó fue exactamente lo que odiabas que los alfas hicieran. —TaeHyung desvía la mirada a su hijo, y después regresa los ojos hasta JungKook—. Y después llegué a la conclusión de que tal vez si yo hubiera sido más prudente, esto no hubiera sucedido. Al final, creo que me sentí culpable de... no haber ido por la mochila cuando me la pediste.

     —Entonces, preferiste decirme que te irías. ¿Esa era la solución? ¿Ocultar a JooWon por siempre?

      —Fue la solución de aquel momento. No lo sé. No pensé que las cosas pudieran... estar mejor que esto. Tú y yo... Ah, apenas nos habíamos cruzado. No sabíamos nada del otro. De verdad, nada.

      —Pero te pregunté si estabas embarazado. Te dije que asumiría la responsabilidad.

      —Sí, pero no quería... que pensaras que habías cometido un error. Cuando salimos del baño, recuerdo ver tu cara y sentir que estabas arrepentido.

      —Ay, TaeHyung. —JungKook se cubre todo el rostro con una frustración que es capaz de distinguirse con el hecho de verle la piel. El joven alfa respira calmado, siendo vigilado por TaeHyung—. Todo hubiera sido tan diferente.

     —¿Qué tan diferente? No creo que pudiera ser tan...

      —Muy diferente —JungKook deja caer las palmas abiertas sobre la mesa, moviendo su cabeza de lado a lado con obviedad—. Demasiado diferente. Podríamos haber salido, conocernos, saber si todo iba a funcionar juntos; y después de confirmarlo, porque de por sí tú y yo... —Se detiene en esa frase, mueve efusivamente su mano. La mueve. La mueve. La mueve.

      Ante lo que oye, TaeHyung se siente un poco... Es difícil decirlo. En su mente se proyectan todas las imágenes que JungKook pinta con su voz. Y, simplemente, es triste verlo, al grado que el omega suspira aguantando un mar de lágrimas.

     —Caminar juntos, escuchar música. Pude estar contigo esos cinco meses, comprar tus antojos, dejar que lloraras en mi hombro y conversar hasta dormir. Habría hecho todo eso. Ayudarte a bajar las escaleras, ir al hospital contigo y verlo nacer, y escuchar su llanto... Y hubieras tenido a JooWon, que se llamaría TaeKyung, y los dos pudiéramos... No sé. ¡Tener un hijo! Hacer todo lo que haces con él, pero... juntos.

     Eso es un sueño hermoso.

     Un hubiera perfecto.

       —Pero el hubiera no existe.

      —Pero podemos empezar otra vez. —JungKook no sabe lo que dice. O bueno, sí. Sólo que se está dejando llevar por el sentimiento—. Desde cero. Si eso es lo que quieres.

      —No lo sé. —Al decir eso, cubre su rostro. Permanece callado, incómodo, pero nadie le apresura ni mueve el pie sin pausa para hacerlo sentir nervioso. El sonido de los niños y la gente platicando en su comida, lo mantiene calmado—. Es que esto es...

      —Solo piénsalo. ¿No lo has hecho durante estos años? Pensar qué pasaría con nosotros dos si nos encontráramos.

      No quisiera mentir. Decir que no, sería mentir. Pero, ¿qué estúpido se pondría en evidencia con tal situación?.
  
      —Una vez... —TaeHyung aún cubre su rostro con frustración—. Una vez mi mamá me preguntó quién había abusado de mí confianza, quién era la mala persona que me había dejado...

      —Tal vez por eso me odia tanto. —Bromea.

      —No. —TaeHyung lo mira directamente, el otro entreabre los labios, alfo sorprendido—. Le dije que no había sido nadie... No pensé en ti como alguien que había abusado de mí.

      —Eso... vale mucho para mí, TaeHyung.

      —Tal vez si ella me hubiera preguntado a quién me gustaba y amaba tanto como para cargar a su hijo... —Hace una pausa, prefiere bajar la mirada hasta sus manos y no despegar los ojos de ellas—. Hubiera dicho tu nombre.

(...)

TaeHyung siente una mano pegar en su cara. Una palmada, dos, tres, cuatro. El sol en sus mejillas calienta su rostro, pero no se siente lo suficientemente animado como para ponerse de pie.

      —Papá —llama JooWon—. Papá, escuela, escuela. Aún no haces mi sándwich.

      —JooWon, que tus nueve años sirvan para ya ni requerir tantos cuidados. —Seguido de eso, TaeHyung cierra los ojos de nuevo.

       El niño toquetea de nuevo la cara de su padre. —Mi sándwich, papá.

      —Yo iré.

      El sonido de la cama rechinando, hace que JooWon le de la vuelta a la cama, llegando al otro lado del colchón. TaeHyung cierra los ojos, escuchando el ruido mañanero habitual.

      —Papá, hoy es turno de mi otro papá.

      —¿Me estás diciendo que no te gustan mis sándwiches? —pregunta JungKook.

      —Papá TaeHyung es un flojo.

      —Papá TaeHyung —grita el omega, sentándose en la cama—, estuvo jugando contigo toda la noche porque el niño quería ganar la partida de UNO.

       —¡Te pareces al abuelo!

      —¡Retractate, TaeKyung!

      —¡No me gusta que me digas así! ¡Me llamo JooWon! ¡Tú me pusiste así!

      En un impulso desesperado por no oír más gritos, JungKook levanta al gran JooWon, más pesado que hace algunos años, pero aún lo suficientemente chiquito para ser su bebé. Plantándole un beso en la mejilla a Joo, JungKook voltea a ver a TaeHyung, quien hace sentado, bien despierto, en la cama.

      —Yo haré su sándwich.

      —Nadie te detiene.

     —Regresamos en un momento. —Saliendo de la habitación con su hijo en brazos, JungKook se dirige a JooWon—. Tu papá está cansado, debes de ser empático. Em-pá-ti-co.

      TaeHyung escucha la voz de los dos alejarse por la casa. En un segundo de quietud, sus ojos se dirigen a la ventana. Experimenta una calma tan profunda, que es capaz de respirar con tranquilidad. El sol entrando por la ventana es vitamina, pero la voz de ellos dos, es vida. Al cerrar los ojos, y recordar, casi tiene ganas de llorar. Y eso es lo que domina en la habitación, hasta que pasados diez minutos, JooWon entra corriendo hasta aventarse a su papá TaeHyung, y por detrás viene papá JungKook.

      —¡Cinco minutos más! —grita el alfa, escondiéndose bajo las sábanas.

     TaeHyung cubre su cabeza, a la vez que abraza a su hijo, y su esposo, JungKook, pasa la mano por encima de su hombro.

      "Ojalá esto hubiese sucedido desde el inicio", piensa TaeHyung. Llegando así a una conclusión:

     —Nunca me imaginé —le susurra a los dos amores de su vida—, qué tan feliz podría ser al lado de ustedes dos.

[...]

En un pestañeo, TaeHyung distingue la luminosidad del foco. Pestañea unas cuantas veces, hasta regresar en sí. JungKook se queda observándolo, como esperando algo. Al fin, el alfa lo toma suavemente de los hombros.

     —¿TaeHyung?

     —Ah... ¿Qué? —confundido, TaeHyung respira algo agitado.

     —Te pregunte si te sucedió algo después de ese día. No recuerdo bien.

     —No sucedió nada. —Responde.

     —Debes decirme si hay algo en ti, ¿lo harás?

      —¿Qué dices?

      —Un cachorro.

      —Estoy bien. No te preocupes.

      Dándose media vuelta, justo después de agitar la mano, TaeHyung camina unos cuantos pasos, sobando sus propias manos. Pero se detiene. Respira agitado, repasa lo que su mente ha creado. ¿Tal vez es algo más? ¿Podría significar algo?

     Bueno, realmente... ¿Qué hay para perder?

     —JungKook, de hecho... —regresando al alfa, TaeHyung lo observa. Es cauteloso, el otro espera pacientemente lo que sea que tiene que decir.

      —¿Está todo en orden?

     TaeHyung suspira, está nervioso y tiene mucho miedo. ¿Qué tal si JungKook realmente no quiere al bebé? Entonces, al cerrar los ojos, algo de su imaginación sobresale entre todo lo demás. Un pensamiento. ¿Un recuerdo? Una pregunta.

     Si tuvieran el hijo juntos, ¿cuánta sería la felicidad que recibiría y sentiría?

      Impulsado por lo anterior, TaeHyung toma una bocanada de aire y dice:

     —De hecho, creo que tendremos un hijo.

FIN
     

     

     
     

      
    

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