Capitulo ST 7

Capitulo siete

Tres largos días habían pasado, seguía sin tener noticias de Adam. Lo intente llamar un par de veces pero me mandaba directo a buzón. No quería contestarme, era obvio. Definitivamente ya no tenía novio. Quizá era lo mejor pero... lo amaba y necesitaba estar cerca de él. No podía imaginar mi vida de otra manera. Tomándome el estómago retuve las lágrimas que se acomodaban en mis ojos. No quería llorar. Estaba cansada de sentirme débil, de no hacerme valer. Sabía que todo estaba mal, aun asi, Adam era tan adictivo que no quería salir de ahí. Estaba atrapada.

Alguien tocó la puerta de mi habitación, no me sentía con el ánimo de demostrarles que estaba bien. No había nada que ocultar, había perdido a mi novio. Sentándome en mi cama vi a mi hermano entrar con dos cafés fríos. Sabía que estaba de bajón y quería subirme mi humor. Recibí el café de Starbucks colocándolo en mi mesita. Sabía que vendría una larga plática de verle el lado positivo a la vida. Mi hermano no solo era mi hermano, era mi mejor amigo, mi confidente. Odiaba tener que mentirle acerca de lo que pasaba con Adam, la verdadera historia, no la que habíamos montado con Louis.

 —Sisi, tienes que subir ese ánimo. Ese idiota no vale la pena. Tienes que pensar en cosas positivas.

— ¿Qué tiene de positivo? Nadie me quiere Rees, Adam estaba destinado a ser mi Agapi ¿Qué voy a hacer?

Nadie más me interesaba, nadie me llamaba la atención, no de ese modo. Tomé un sorbo del café frio sintiendo el chocolate con cafeína bajar por mi garganta. Estaba delicioso. Mi hermano se sobó el cabello como solía hacerlo cuando buscaba las palabras correctas. Su camisa blanca se marcaba perfectamente en su cuerpo. Cada vez tenía más músculos.

—Eres mi gemela, somos idénticos y tengo muchas mujeres y hombres detrás de mí. Tu ahora no lo vez pero siempre has tenido pretendientes esperando a que ese idiota la cagara para tener una oportunidad. De seguro algo aparece en poco.

Pero no quería a otra persona. No quería a nadie más que a Adam. Mi vida estaba prendiendo de un hilo y no quería cortarlo. Quería que Adam me quisiera y todo fuera como hace tres años, cuando éramos la pareja perfecta, la pareja que todos envidiaban. Quería regresar al pasado donde él me quería.

— ¿Ya has salido con alguien? —pregunté para desviar el tema.

—Cinco —dijo tomando un sorbo de su café —. No me acosté con ninguna si esa es tu pregunta.

— ¡Cinco! —Grité — ¿Cómo es posible que con cinco? Nuestro cumpleaños no es hasta dentro de dos días y ya saliste con cinco. Mierda Rees, tienes prisa.

—No, Sisi. No tengo prisa pero son ciento cincuenta mujeres.

Negué con la cabeza sabiendo que mi hermano era un caso en todo esto. ¡Dios Mío! No pensaba en verdad salir con las ciento cincuenta ¿o sí? Esperaba que no. Eso solo le subiría su ego y a "Big Rees"

La tarde empezaba a caer en todo Londres. Era un milagro que el clima estuviera estable y calido. Amaba el verano, permitía que pudiera usar ropa más pegada. Era esa época del año donde podía enseñar lo mucho que me esforzaba en ese maldito gimnasio.

—Tengo una idea —dijo Rees sacando su teléfono. Levanté una ceja interrogativa ¿Qué idea tenia ahora? Normalmente sus ideas eran muy malas.

—Lou, cine en casa. Te toca traer las palomitas y pasa por unas alitas de pollo picante a Chicken Jackie. De las extra picantes y... —mi hermano me vio un momento antes de agregar — una porción de las que no pican tanto. Sisi es una niñita para el picante.

Colgando el teléfono, se encogió de hombros explicándome que veríamos una película con su nueva televisión de realidad virtual. Conociéndolo sería esa nueva película que tanto le gustaba ver de viajeros en el tiempo. Mi hermano era extraño en sus gustos.

Me quede pensando unos segundos en Louis. No quería verlo, no después de todos esos pensamientos que había tenido de él. Incluso había soñado con él, desnudo haciéndome el amor de una manera tan romántica que costaba creerlo. Era cariñoso, besaba todo mi cuerpo mandándome al quinto cielo de Louis. Era una idiota por pensarlo. Era como si me acostara con mi hermano. ¡Asqueroso!

En el momento que Louis llego, yo ya estaba sentada en el sillón del salón virtual. Tenía puesto un pequeño short de pijama y una blusa blanca sin mangas. Me recogí el cabello encima de la cabeza y decidí no verlo a los ojos. Esto era una locura ¿Por qué no podía verlo? Obligándome a saludarlo como siempre lo había hecho, levanté la cabeza para toparme con sus ojos. Nuestras miradas se quedaron fijas unos momentos antes que él la bajara ignorándome por completo.

Como era de esperarse, Rees y Junior colocaron las palomitas, las alitas y todas las cosas en la mesa. Agarre la botellita plateada de reciclaje que usaba para ir al gimnasio, di pequeños sorbos viendo como los hombres acomodaban todo. Rees salió a traer un par de aguas gaseosas dejándome sola con Louis. Fije la vista en la ventana para no tener que verlo. Esta sensación de tenerlo cerca se estaba volviendo incomoda.

Me gire al tiempo que sentía el sillón hundirse del lado derecho. Louis estaba a un centímetro, observando mi brazo. Lo tomó viendo donde hace unos días había marcas de dedos. Ya no estaban. No queda absolutamente nada ahí o en mi labio. Subiendo la mirada inspecciono mi labio. No tenía nada que alegar. No había marcas, al menos visibles.

— ¿Cómo están los chupones de tus pechos? —mi cara completa empezó a hervir. Qué vergüenza.

—Bien —dije bajando la mirada para que no me viera ponerme roja como un tomate.

—Sisi ¿Estas avergonzada? —ya vamos otra vez con lo de Sisi. Antes me encantaba que me llamaran de ese modo con Rees, me recordaba que era la hermana pequeña. Ahora ya no quería ser su hermanita.

—Estás hablando de mis pechos, Lou, claro que me da pena.

—No sé en qué momento te crecieron tanto, pero debo de admitir que son de los mejores que he visto y eso que no llegue a tocarlos o morderlos — me quede con la boca completamente abierta. ¡¿Qué?!

— ¿Morder qué? —Rees se sentó junto a Louis distrayendo nuestra plática. Junior abrió los ojos quedándose como piedra. Mi querido hermano lo había sorprendido.

—Morder pelotas —dijo intentando buscar una excusa. Por lo visto la peor que encontró.

— ¿Morder pelotas? —Rees negó con la cabeza pensando en qué diablos estaba mordiendo.

—Le decía a Hol acerca de que te gusta morder pelotas —Louis se metió a una historia de cómo de pequeños, Rees mordía las pelotitas de goma que le daban a los bebes para cuando le salían los dientes. Era una historia estúpida, pero el ego de mi hermano lo tenía fascinado que hablaran de él mordiendo unas estúpidas pelotitas. ¡Patético!

Después de que Louis se quitara el problema de las manos, nos concentramos en la película. Amaba como toda la habitación cobraba vida. Esta tecnología era toda una odisea de último momento. Eso me encantaba. Metiéndome en la película, grite, salte, me cubrí los ojos y suspire desde lo más profundo de mi alma cuando André Lei, el actor de moda, apareció sin camisa en la playa. ¡Pero que pasada! Ese hombre estaba en todo.

Hace unos días, decidimos con Anabeth ver todas sus películas de un tirón. Llegamos a la quinta y de ahí no pasamos. Eran increíbles. El era un adonis de la antigua Roma. Cada mujer en este mundo tiene uno de esos, un actor, cantante, modelo... que las hace suspirar. El hombre en esa televisión era el mío.

— ¿Hol? —Louis se acercó mucho a mi oído para que mi hermano que ahora dormía como un oso en el sillón no se despertara. Acercándome a él escuche a lo que sea que tenía que decirme —. Dime que no vas a regresar con ese idiota.

— ¿Qué? —pregunté sorprendida ¿Qué tenía que ver eso?

—No quiero volver a verte con Adam. Es una mierda, princesa. Si te quisiera, te valoraría, cuidaría y guardaría en una pecera de cristal como yo planeo hacer contigo.

Me gire para verlo completamente. Esto era demasiado sobreprotector. No tenía por qué meterme en ningún lado, era estúpido. Yo sabía cuidarme sola. Nada malo me había pasado en toda mi vida. Negué con la cabeza, no iba a admitir que era una estúpida. ¿Nada malo? Solo dejaba que el idiota de mi ex me pegara. Solo eso, como si no fuera una gran cosa. Claro que lo era, mi padre siempre nos trató de inculcar el respeto y de más, Adam realmente no me quería, era su juguete. No iba a admitirlo, no en voz alta.

—Adam no me ha... —quería terminar la frase, pero el nudo en la garganta no me dejaba. No podía ponerme a llorar ¡Que idiota!

— ¿No te ha pegado, no te ha...?

—Hablado —dije molesta — ¿Por qué siempre tienes que pensar lo peor?

— ¡Geez! Vamos Hol, el idiota te pegaba ¿Cómo diablos no voy a pensar lo peor? Discúlpame si lo hago, pero una buena imagen de ese imbécil no tengo.

Louis había subido la voz a un nivel bastante alto. No podía dejar que todos escucharan esta platica, menos mi hermano que seguía durmiendo al lado del gritón. Me levanté haciéndole señas que me siguiera. Teníamos que hablar pero no cerca de mi familia. Si ellos se llegaban a enterar de esto sería el fin.

Subiendo las gradas de caracol, deje que mi primo me siguiera a mi habitación. La casa era enorme, de dos pisos con grandes pasillos llenos de retratos y pinturas antiguas. Mamá amaba tener todo de última tecnología, papá era todo lo contrario, por lo que la casa era una gran mezcla de ambos mundos. Al entrar a mi habitación, las luces se prendieron, era un excelente sistema que solo reaccionaba conmigo.

—Ahora sí, hablemos —dije sentándome en mi cama de color rosa con amarillo.

Louis se paseó un poco por la habitación antes de decidir sentarse frente a mí. Un nerviosismo se formó en mi estómago. Como si mil malditas mariposas volaran en mi interior.

Sus ojos grises estaban fijos en los míos. Una sensación extraña se formó entre mis piernas ¡¿Pero qué diablos parecía tan erótico en él?! Desviando la mirad decidí que era lo mejor. Si no lo veía, no me daría algo en el corazón.

—Quiero que sepas una cosa. Solo una, princesa.

— ¿Qué? —respondí incapaz de verlo a la cara.

—Primero mírame cuando te hablo — ¡Mierda! Lo que no quería era verlo. Con toda la fuerza que ameritaba, levante la vista para perderme en esos ojos.

—Vales demasiado para dejar que alguien te trate mal. Vales demasiado para que alguien te diga que no es de ese modo. Quiero que sepas, princesa, que eres todo lo que él te dice que no eres. No quiero que pienses lo contrario.

Las lágrimas se acumularon en mis ojos. Nunca me habían dicho algo tan lindo, solo mi padre que todos los días me decía cosas lindas, pero no se comparaba. Nada se comparaba. Louis acerco su mano a mi mejilla sobándome con su pulgar.

—Si tan solo supieras lo linda que eres, lo increíble que eres... todo sería diferente. Prométeme que sabrás cuidarte. Apóyate en mí cuando creas que todo está mal.

— ¿Apoyarme en ti? —pregunté.

—Sé que es difícil salir de una relación. Sé que te sentirás sola, sé que pensaras que es el fin del mundo. Para eso estoy yo, para recordarte que nada es como tú crees. Me tienes a mí. Nunca estarás sola, nunca.

Y así, fue como me perdí en el amor caótico de la única persona que no podía enamorarme. Esto era imposible. Era mi hermano, mi primo, mi amigo. La persona con la que crecí. Si el supiera lo que sus palabras causaban en mí, quizá nunca las diría. Dándole una sonrisa forzada, me adentre a lo que era una distracción preguntando por Tamy y él. Algo de lo que después

Twitter: @NikyMoli

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top