Capitulo ST 39




Capítulo 39

Holly:

El lugar era hermoso. Desde que nos bajamos del carro y caminamos por la alfombra roja, hasta la gran sala de baile donde todo estaba decorado en tonos plateados y negros. Era una decoración muy juvenil para ser una gala de elite. Observe los arreglos de flores en medio de las mesas, grandes barras de hierro, disimulando árboles secos, foquitos alrededor que se prendían y apagaban, como si fueran luciérnagas. Era un bosque seco, o al menos eso parecía para mí. Camine por el suelo de madera, acercándome a donde estaba mi madre y mi padre sentados. Los vestidos de todas las damas decoraban el lugar, en rosa, rojo, amarillos, celestes, multicolor y plateados. Me sentí mal por ser la única mujer en blanco, normalmente siempre habían más blancos y dorados en las galas, era raro no ver a nadie más que a mí.

Las miradas de todos, con sonrisas estúpidas se decoraban en sus caras, no me gustaba la manera en que me veían, pero tampoco me parecía raro que nos vieran a Rees y a mí, éramos malditamente idénticos. Tomando el brazo de mi hermano, tomamos asiento en la misma mesa que mamá. Mary y su pareja estaban sentados, viéndose totalmente enamorados, Mamá y papá se susurraban cosas al oído. Para mi sorpresa Cora y Blake estaban sentados en nuestra mesa, pero no había señal de Tammy por ningún lado. Agradecí que no estuviera presente, no quería verla y recordarme lo que ella tuvo con Louis.

Louis... ¡Dios! Estoy tan enojada con él, tiene dos malditos días sin hablarme, sin responderme los mensajes, su celular suena apagado y mi jodida existencia no lo soporto. Quizá este de perro con alguna puta estadounidense, eso me encabronaba mucho más. Rees decía que su teléfono había muerto, pero existía la computadora, el portátil, su reader, el reloj sincronizado con el teléfono y todas las demás cosas que sabía que él tenía y podía usar para comunicarse, esto es imposible. Cuando pensaba que estábamos bien, él me recordaba que algo estaba malditamente mal, odiaba la distancia. Nos había alejado no solo en cuerpo y alma.

Muchos decían que no estábamos listos para estar juntos, que si nuestro amor fuera demasiado fuerte como yo creía, la distancia nos alejaría solo de cuerpo pero no de alma. En estos momentos, estaba segura que la distancia me alejo en cuerpo y alma, lo cual anunciaba como poco a poco lo perdía, perdía a mi novio y no podía evitarlo.

—Estas preciosa, Holly —dijo papá poniéndose de pie para darme un beso en la mejilla. No sabía a qué se debía, pero mamá estaba con los ojos llorosos al igual que Mary.

—Gracias, supongo... ammm ¿Y estas que tienen? —dije señalando a las dos amigas.

—Sentimentales, el vestido esta hermoso —aclaro mi hermano tomándome una vez más de la mano para jalarme a la pista de baile. Me tomó de la cintura obligándome a bailar con él, su ritmo suave al compás de la música que sonaba de los violines de las personas sentadas en la tarima. La mujer que emitía una hermosa melodía, era toda una cantante pro, impresionante.

Recosté mi cabeza en el pecho de mi hermano, dejando que él fuera el que me guiara por la pista, estaba enojada y no era un secreto, pero por esta noche, olvidaría todo y me concentraría en mí, en lo que tanto quiero para mi vida, al final del caso, es mía y yo decido por ella.


























Louis:

Me acomode el corbatín esperando a que Rees terminara de bailar la primera pieza con ella, no se imaginaba nada, aun no sabía que yo estaba atrás de ella. Vi cómo se recostaba en el pecho de Rees, sabía que estaba molesta, vi sus mensajes, vi las fotos que me envió lista para la gala, la vi impecable con ese vestido blanco y supe que Rees había hecho bien su trabajo.

Cuando llame a mamá para decirle que no podía seguir separado de Holly y que debía volver, casi pega el grito al cielo, ella quería que estuviera allí, que fuera parte de América, simplemente no lo era, las clases eran fantásticas, la gente, todo a mi alrededor apuntaba a un futuro feliz y alegre, pero no entendía mucho de esa cultura, me sentía desterrado y extraño.

Sabía que Holly era muy pequeña para lo que le propondría, si siguiera con Tammy, de seguro tendía que hacerlo en poco por ley. Era una ley estúpida, pero esta vez quería acatarla, no solo por necesidad de despertarme junto a ella cada mañana si no porque fuera parte de mi vida eternamente.

Ella me necesitaba más que nada en esta etapa de su vida, necesitaba seguridad y estabilidad. Eso era exactamente lo que iba a darle. Tomándome de valor, observe como Rees besaba su frente, esa era mi señal.me adentre en la pista cuando todas las miradas caían en mí, la música dejo de sonar. Este era el momento, no sabía cómo reaccionaría Holly, como haría esto de la mejor manera. Dándole una mirada a la mesa donde estaba mi madre y mis tíos, asentí con la cabeza. William alzo los dedos en señal de aprobación y eso me dio más valor para hacer lo que estaba a punto de hacer.

Hoy en la mañana Will me dio una carta, una carta que mi padre escribió para mí antes de mí nacimiento, una incluso antes de que se enterara que estaba en camino. Cuando William me explico toda la historia de cómo había recibido esta carta y de cómo había planeado dármela, supe que debía leerla antes de tomar mi última decisión. En efecto, fue el momento correcto. Sin la carta de mí padre, dándome aliento he incentivándome a dar este paso algo absurdo por nuestra edad, esta sería una gala normal y no una donde le pediría a Holly que se casara conmigo.

La vista de Rees cayó en la mía, le da una sonrisa viendo como el asentía con la cabeza para darme lugar. La mujer que me daba la espalda tenía un vestido blanco con rojo increíble, su cabello negro recogido por encima de su cabeza, las peinetas que resaltaban en el oscuro eran una fantasía y sabía que al momento de verla dar media vuelta y enseñarme esos ojos azules que tanto me gustaban, sería mi fin.

Le di un golpecito en el hombro aclarándome la garganta.

— ¿Me permite el siguiente baile? —pregunté antes que diera media vuelta.

Vi como todo el cuerpo de Holly se quedaba tenso, no se movía, no decía nada. Estaba estatica viendo a su hermano que le daba una sonrisa obligándola a dar media vuelta. Cuando sus ojos encontraron los míos, la vi contenerse. Sus ojos estaban repletos de lágrimas, de sentimientos encontrados, de dolor, tristeza, alegría y todo lo que se podían imaginar al mismo tiempo.

—Louis —dijo con un susurro, la voz rota. Quería llorar, de eso no había duda.

—Tengo algo que decirte Holly y quiero hacerlo frente a esta gente que nos rodea, aquí hay familia, amigos, miembros del consejo... —vi como Rees me entregaba un micrófono ¡Maldita sea! Esperaba a que no tuviera que hacerlo tan a los oídos de todos —... y toda la gente que importa de la elite inglesa. Esta noche vengo a pedirte frente a toda esta gente que aceptes ser mi agapí, mi carta esta entregada y firmada por tus padres, solo me falta tu aprobación, Holly, quiero ser esa persona, esa que tiene que estar a tu lado siempre.

La observe perdida, anonadada. No se lo esperaba, no se lo imaginaba siquiera. Tenía que darle tiempo de asimilarlo antes de pasar a la siguiente pregunta. Holly sonrió asintiendo con la cabeza, no podía siquiera emitir sonido, lo cual me hizo que me dieran ganas de abrazarla y besarla en lo más profundo.

—Te quiero —susurro finalmente —. Sí, quiero comprometerme contigo.

Las lágrimas encontraron su salida recorriendo todo su rostro. Me acerque dándole un profundo beso escuchando los aplausos y vítores de todo el mundo. Sabía que Will había hecho algo parecido, el día que se comprometió. Fue un secreto para Abbi, yo estaba haciendo lo mismo, solo que con un pequeño agregado, uno mínimo y pequeño.

—Si me amas tanto Holly, tanto como yo lo hago, quiero que pongas atención. Él día que me di cuenta que estaba empezando a sentir cosas por ti, el día que me di cuenta que estaba metido en un maldito problema, fue después del primer beso. No debía amarte, no debía desearte, pero no podía detenerlo, desde tiempo atrás te amaba... eras como mi hermana y ese amor se intensifico demasiado a tal punto que necesitaba tenerte. Es tanto mi amor, tanto lo que siento, que estoy dispuesto a cambiar de sueños con tal de tenerte a mi lado, sonriendo y superando toda la mierda del pasado.

— ¿Qué pasa con Harvard? —preguntó ignorando que estaba aquí declarándole amor eterno.

—Regreso a Cambridge, me quedo a tu lado. A eso viene mi siguiente proposición. La ley dicta —Empeze a recitar el mandato — que a los veintiún años, el caballero elite llega a su mayor de edad, dándole la libertad de casarse, de juntarse a vivir juntos o hacer algún acuerdo con su agapí. En diez días cumplo veintidós años, por lo que la libertad de poder casarme con la persona que quiera se me es concedida.

Respire hondo acercándome a ella, sabía que mi cumpleaños estaba cerca y quería celebrarlo con ella, en nuestro apartamento, despertando con ella a la par, dándome besos apasionados y llenos de amor. ¡Mierda! Quería esto más que nada en el mundo.

— ¿A qué te refieres? —dijo Holly acercándose un poco.

—Quiero casarme contigo, ya aceptaste ser mi agapi, por lo que solo tienes que aceptar a casarte conmigo. Me amas Holly, lo sé, lo siento en cada una de tus venas, sé que soy para ti y tu eres para mí. Mi vida no tiene sentido si no estás. Quiero despertar cada mañana y ver el inicio de una vida juntos. Quédate a mi lado, acepta ser mi esposa.

Mi cuerpo estaba tenso como una piedra. Esperando a que ella digiera el sí, maldita sea, esperaba a que fuera un sí, si no todo esto sería muy vergonzoso, nunca pensé en eso hasta ahora, debí hacerlo en privado. Sabía que ella lo quería pero todo esto era una sorpresa y corría el riesgo de que se negara. Estaba molesta porque desaparecí por dos días, pero el maldito vuelo había sido eterno.

Negué con la cabeza, viendo como todo mi mundo se iba a la mierda, su mirada estaba fija en la mía, sin lágrimas, sin expresión. Su boca ligeramente abierta, sorprendida. No sabía si eso era bueno o no lo era, hasta ahora todo parecía eterno.

—Olvídalo, no contestes —dije acercándome un paso, mi respiración era rápida y estaba nervioso —. Quizá deberíamos salir, no debí hacerlo frente a todos, lo lamento bebe. Lamento todo esto, no lo pensé con claridad. Sé que te amo, sé que no puedo estar sin ti. Nada tiene sentido, no si no estás a mi lado. Salgamos y lo hablamos bien... tranquilos y quizá...

—Sí que hablas mucho cuando este nervioso —me interrumpió Holly —. Louis André Montgomery, sabes que quiero esto tanto como tú lo quieres, nada acerca de mí dice lo contrario. Me importa poco que digan que no tengo la edad. Seguramente en cinco años voy a querer exactamente lo mismo. Así que sí, quiero esto, te quiero a ti.

La vi unos segundos antes de pensar en que estaba pasando, no fue hasta este momento que me di cuenta las bendiciones que tenía mi vida, ella era la principal, estaba enamorado y no era un secreto, quería casarme con ella, quería pasar el resto de mi vida. Cuando le dije a Rees esta locura, casi le da un ataque del corazón, pero en realidad, no había manera sensata de hacerlo, no cuando quería las cosas para ayer. No cuando estaba tan desesperado por tenerla en mi vida.

Sé que la edad no es la correcta, que el protocolo estaba roto desde el momento que engañamos a nuestros agapis... toda esta relación empezó mal, pero nada de eso importaba, nada importaba cuando la veía a los ojos y sabía que la sensatez no era parte de esto. Mía, solo mía.

—Cásate conmigo hoy —dije tomando su rostro en mis manos para ver esos ojos azules —. No esperemos más, tengo todo listo, estas vestida, están todos aquí.

— ¡¿Hoy?! ¿Tenías todo preparado para hoy? —preguntó confundida. La tomé de la mano sacándola al jardín real. Donde estaba todo iluminado en pequeños focos y faroles. El deck de madera con tela blanca parecía un cuento de hadas.

La luna estaba llena, redonda como una pelota. Me di la vuelta para verla, viendo el lugar con una sonrisa enorme, eso basto para saber que estaba de acuerdo conmigo. Nos casaríamos hoy ¿Quién iba a decir que fuera a acceder?

Los invitados empezaron a tomar sus lugares, Abbi llego por Holly llevándosela a la parte trasera. Beth, estaba con su vestido rojo en similitud con Holly, sabía que era a la única que iba a querer a su lado. Por mi parte solo tenía un caballero, uno que me había acompañado no solo en mi vida, si no en mis locuras. Rees estaba hablando con... ¿Renny? Me quede observando como intentaba meterla en la boda y ella se negaba. Me acerque a ellos no entendiendo que hacia ella aquí. No encajaba para nada con ese vestido negro largo que se pegaba a su cuerpo a la perfección. Su cabello en risos sueltos y poco maquillaje. Se veía hermosa, extraña con tanto tatuaje, algo que en la elite no era bien visto. Ni porque el tiempo pasara, ni porque todo mundo estuviera marcado por arte, la elite era cerrada en eso.

—Hola —susurre viéndola incomoda.

—Hola —respondió suspirando.

— ¿Rees? —espere respuesta de qué diablos hacia ella aquí, no es como si me molestara, al contrario, pero la curiosidad puede más que yo.

—Es una maldita apuesta —dijo Renny ignorando que no le estaba preguntando a ella —. Ya vine, Rees, ahora deja que me largue de este lugar.

—No, la apuesta decía hasta que la boda termine. Perdiste y ahora estas aquí, así de sencillo.

Solté una carcajada al ver que la chica le enseñaba el dedo de en medio. No tenía ni idea que tenían estos dos, pero ver a Rees de este modo, tan relajado y contento era algo único. Dándole la bienvenida a la chica de ojos verdes, camine a mi lugar, frente al sacerdote. Mi madre se levantó a darme un beso y arreglarme el corbatín.

—Tu padre estaría orgulloso de ti —dijo mamá al borde de las lágrimas.

— ¿Crees? Yo pienso que estaría diciendo que soy un gran idiota por hacer las cosas tan rápido.

Mi madre ahogo una carcajada. Me sobo la cara con ternura antes de añadir.

—Tu padre era igual de impulsivo, si no fuera de esa manera quizá no estarías hoy aquí. Créeme.

— ¿Eres feliz mamá? —preguntando después de un buen tiempo teniendo eso en la mente. Quería asegurarme que mamá fuera feliz.

—Lo soy, siempre lo fui. Hasta en los momentos más difíciles —dándome un beso en la mejilla, se alejó a su asiento junto a su pareja actual. Realmente era lo único que necesitaba saber.

Cuando la música empezó a sonar, todos a mí alrededor se pusieron de pie. Beth fue la primera en desfilar por la entrada, con un buqué pequeño de flores blancas, sabía que detrás de ella estaría Will y Holly. Abbi estaba parada junto a mi madre con los ojos completamente empapados de lágrimas, estaba completamente perdida en sus pensamientos.

Para el momento que vi a Holly acercarse por la esquina, mi corazón ya parecía al punto del colapso, palpitando tan rápido que pensé que me desmayaría. Iba con su vestido blanco con rojo, pegado a la perfección en su cuerpo, le habían retocado los labios, tenía un buqué de rosas rojas y me veía fijamente. Mientras todos la veían a ella, ella me veía a mí, solo a mí, en ese instante todo encajo en su lugar. ¡Voy a casarme! Carajo, esta sensación de pertenencia es tan grande que no sé cómo expresarla.

En cada paso que daba ella, cada vez me contenía de salir corriendo y abrazarla ¿Por qué tienen que caminar tan lento? Debería tenerla ya en mis brazos. Cuando finalmente estaban frente a mí y el sacerdote pregunto el típico "¿Quién entrega a la novia?" Will anuncio con una sonrisa en la cara.

—La familia Hamilton entrega a Holly Marie Hamilton, futura señora Montgomery.

Me acerque a ella para recibirla. Abrace a William, el hombre que me crio, mi segundo padre. El asintió con la cabeza susurrando "Tu padre estaría orgulloso" era la segunda persona que lo decía y estaba seguro que mi abuela me lo diría más tarde.

Al momento que tomé la mano de Holly para llevarla a lo alto del altar, todo en esta vida adquirió sentido. Mi pequeña, mi otra mitad era mía.

La vida normalmente es una montaña rusa, que baja y sube... quien diría que meses atrás, Holly y yo encontraríamos un camino que nos llevara a estar juntos. ¿Quién diría que esto era mi destino? Sabía lo mucho que ella significaba para mí, sabía que era mi vida entera. Cuando estaba con Tammy, mi vida era seguir la corriente y vivirla porque no había opción, mi enojo era constante y la maldición a la vida que tenía era todo lo que encontraba. Ahora que tenía a Holly, todo tenía más sentido, la amaba y la quería eternamente.

La ceremonia fue linda, quisiera decir que puse atención en la mitad de las cosas que el hombre frente a nosotros decía, pero tenía tanta cosa en la cabeza que no lo hice. Estaba sumido en mis mierdas como todo buen hombre haría. Teníamos que armar el departamento que había visto, era céntrico, cerca de todo pero al mismo tiempo alejados de la elite. Era lo mejor.

—Ahora los declaro, marido y mujer —el hombre de túnica blanca se me quedo viendo con una sonrisa pícara. Definitivamente no era ningún santo —. Bésala como nunca lo has hecho.

Dicho esto. Tomé a Holly de la cara atrayéndola completamente a mi boca. La bese como el sacerdote había dicho, como nunca antes lo había hecho. No solo era la pasión, el deseo, el amor... no solo eran todos estos sentimientos que se juntaban en mi interior, era todo lo que me formaba como persona. Ahora era su esposo, nada podía separarnos, nada ni siquiera todos los problemas futuros que fueran a venir.

Siempre dicen que los cuentos de hadas se acaban en el matrimonio, para mí, esto solo es el comienzo de una aventura, una que quiero vivir junto a ella.

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