Capítulo ST 38
Capítulo 39
Holly:
Mi mundo se derrumbaba, no me había dado cuenta que estaba deprimida hasta que mi hermano me saco del pelo, literalmente, a comer algo fuera de casa. Estaba ocupada viendo películas románticas de la época del 2000 al 2015, todas aquellas de las cuales mamá disfrutaba cuando tenía mi edad. Vi el repertorio de antigüedades que mis viejos solían ver, no era nada raro que todas fueran miel, problemas y unas que otras con escenas bien explicitas de sexo.
Iba al Royal, recibía un par de clases, me montaba al carro de Rees y regresábamos a casa para que pudiera hundirme en mi soledad, deje de ir a fiestas, de salir con Beth y los demás del grupo, deje que nada de lo que pasaba a mi alrededor me distrajera.
-Así que... ¿Helado, hamburguesas o pizza? -peguntó Rees saliendo de la mansión.
-Me jalaste el pelo. Idiota -dije sobándome aun mi cabello.
-Te lo mereces. Has estado en ese modo desde hace dos semanas.
Dos largas semanas. Después de haber ido a ver a Adam, la cosa se vino en picada, mi hermano me entendía, mi familia también, todos entendían que algo estaba mal y las terapias no estaban ayudando del todo. Me sentía más sola que nunca, pero jamás iba a volver a admitírselo a Lou, el merecía cumplir su sueño. En dos días el mes de prueba terminaría, lo malo, no cambiaba absolutamente nada. Sí decidía quedarse, que ya era más que obvio, solo tendría que enviar su carta de retiro de Cambridge, así de sencillo para él. Tendría que esperar dos meses más para que el tuviera unas cortas vacaciones y pudiera venir a Londres por cuatro días. Realmente era todo muy retrasado. Estaba cansada de no tenerlo cerca.
Sé que me estoy comportando como una chiquilla, pero tampoco puedo evitarlo. ¡Quiero a mi novio junto a mí! ¿Qué tanto estoy pidiendo? Maldita distancia, iba a volverme loca.
- ¡Hollywood! -dijo Rees llamando mi atención moviendo las manos de arriba abajo -. Si me dejas a escoger, quiero las hamburguesas, con mucha grasa y...
-Quiero pescado y frituras -dije sonriéndole a mi hermano. Este platillo era muy tradicional desde años atrás en Londres, me encantaba pedir pescado frito con frituras, era toda una delicia, más si se comía en los puestos de la calle.
- ¡Diablos! Tienes mejores ideas que las mías.
No tenía que preguntar de qué tipo era el que quería. Manejando camino a La Torre de Londres, paramos en uno de los parqueos públicos cercanos. Caminamos hasta llegar a las taquillas de ingreso, observe como los turistas se revoloteaban por toda el área, niños corriendo y brincando por todas partes. El sol pegaba deliciosamente sobre nosotros a pesar que había un frio de mil demonios.
Nos acercamos a uno de los muchos puestos que había en la calle, compramos tres porciones, una para Rees, una para mí y una porque nunca es suficiente comida para estas dos vacas. Nos sentamos en una de las mesitas con vista a las grandes paredes de rocas, La Torre de Londres, era de mi lugares favoritos. La antigüedad que albergaba era tan única, tan exquisita.
- ¿Recuerdas como comer? -dijo Rees atorándose de la risa. Amablemente le saque el dedo medio con todo mi cariño -. Lo siento, Sisi, es que has bajado mucho de peso. La próxima vez que te vea Lou se va a asustar.
-Lo sé, tengo un par de meses para recuperarme un poco y no me vea tan... ¿Mal?
-No te ves mal, solo descuidada -dijo extendiendo su gran sonrisa.
Sabía que últimamente no me estaba cuidando del modo que debería, me faltaba un buen tratamiento y corte de pelo, unas mechas talvez, quizá un manicure, y un facial. Sin mencionar que debería de estar comiendo mejor. Suspire, al menos no estaba participando en ninguna pasarela o sesión fotográfica, daría pena de ser así.
-Te propongo algo -dijo metiéndose una fritura a la boca -. Después de aquí te llevo al salón de belleza. Te dejas que te hagan de todo y yo te espero como buen hermano que soy.
- ¿Tan mal me miro? -dije frunciendo el ceño.
-Un poco, pero quiero llevarte como mi cita a una fiesta de gala, muy elegante que se va a celebrar este fin de semana. Tienes aun... ¿Qué? cinco días para buscar un vestido. De preferencia que sea blanco.
- ¿Para qué quiero un vestido blanco de gala? La mayor parte de veces no se vuelven a usar -dije pensando en lo mal que iban los vestidos blancos largos. Parecería novia.
-Te verás como un ángel -dijo tomándome de la mano.
Me quede pensando unos minutos si de verdad ir a una fiesta de gala sin Louis era correcto, además no había escuchado acerca de esto. Normalmente Beth me hubiera mandado un mensaje al ser anunciada la gala, pero esta vez me entere por Rees, ¡Rees! El que nunca se entera de nada. ¡Madre mía! El mundo estaba al borde de la locura.
Cuando finalmente terminamos de hablar, comer y reírnos durante horas, decidimos que era mejor ir al salón de belleza el jueves. Le explique la pintura de uñas se vería mucho mejor si me la trabajaban dos días antes, no cinco días antes del baile. Tomé el teléfono para hacer cita con Klaus Klin, uno de los mejores diseñadores de Londres, normalmente él me trabajaba todos mis bebes de gala.
Como era de esperarse, tenía la agenda llena por tantos vestidos a último momento, pero hizo un espacio para mí mañana a las once. Le pregunté a mi hermano si le hacía cita a mamá y a Mary, de seguro ellas también necesitarían uno. Aún más extraño, contesto que ellas habían ido hoy. ¿Por qué mamá fue sin mí? Ella sabía que necesitaría uno. Eso era muy, muy molesto.
Al siguiente día, Rees estaba listo -como era de esperarse -con panqueques de caramelo y nutella, una bomba para cualquier persona con problemas de sobrepeso, para mí, ningún maldito problema. Comiéndome cada pedazo de pan esponjado en mi palto, hable del traje que llevaría Rees.
-También me ayudaran a escoger el mío aunque casi seguro uno con pajarita. Esas cosas son sexys.
Imagine a mi hermano de ese modo y no pude evitar echarme a reír. Estaría increíble de ese modo, de eso seguro. Por otra parte, mi mente viajo a Louis con pajarita, sin nada más, con su pecho al descubierto, sus abdominales increíblemente sexys y todo mi mundo de cabeza. Cuanto daría porque estuviera aquí, junto a mí.
-Bienvenidos, señores Hamilton, por este lado -dijo Roxanne, una de las ayudantes de Klaus. Después de que mi hermano desapareciera en el área de hombres con otro joven que no conocía, Roxanne hizo su trabajo escogiendo muchos vestidos. Unos eran azul pavo, otro de lentejuela negra, otros rojos sin espalda... Dios nunca podría decidirme en todo esto.
Vestido tras vestido, me probé cada uno de los que la chica había traído. Cuando Rees apareció con un traje negro de tres piezas y esa pajarita tan linda, supe que él era todo un caballero de cuentos de hadas. Se veía perfecto.
-Dije blanco Sisi, nada de lo que hay allí es blanco -se quejó.
-El blanco no es mi color -dije cruzándome de brazos.
-Al parecer esta noche sí -Klaus aparecía unos segundos después con varios vestidos blancos. Negué con la cabeza, no quería ir de blanco. No parecía lo correcto.
Me probé uno y otro y otro. Pero nada se comparaba con lo que yo imaginaba, hasta que Rees llego corriendo con un vestido en las manos, la mezcla de blanco y rojo era toda una odisea. Se lo dio a Klause con la sonrisa puesta en la cara, señalo el vestidor y me despidió al tiempo que se sentaba en el sillón blanco.
- ¿Te vas a probar tu ese vestido? -dije levantando una ceja.
-No seas tonta, Sisi, entra y pruébatelo. Te quedara como un ángel encabronado, lo prometo.
Negando con la cabeza, me adentre al vestidor con el querido amigo gay. Este observo como me ayudaban a ponerme la elección de Rees. Cuando finalmente me subieron la cremallera, observe el buen gusto de mi hermano. Como quería, era blanco con el escote en forma de corazón, pegado en todo mi dorso hasta unos dedos arriba de la rodilla. De la parte baja, salía una abertura que revelaba la tela roja brillante, nada en exceso, con pequeñas capas de tul abajo para darle volumen. Las piedras que decoraban la parte derecha, uniendo la abertura y la tela blanca eran preciosas. Me di vuelta para ver la parte trasera, la cola estaba lleno de pequeños brillantes color rojo, la espalda expuesta hasta la mitad, era toda una preciosidad.
-Tenemos que hacerle unos ajustes, este algo grande pero lo tenemos para el sábado en la mañana -dijo Klaus.
Asentí con la cabeza caminando de puntillas con ayuda de Roxanne. Rees abrió mucho los ojos cuando me vio salir, se paró y sin pensarlo me abrazo con fuerza. Me veía de arriba abajo, como si no se lo creyera. La emoción en sus ojos fue todo lo que pude agarrar ¡Dios! No podía creerlo, estábamos fundidos en gritos de excitación como si esto fuera lo mejor del mundo.
-Este es perfecto -dijo Rees dándome media vuelta para ver la cola -. Madre mía, mira el detalle que tiene, los brillantes le dan un toque único. Además, Klaus ¿Ya viste como resaltan los ojos? Imagínala con el cabello alto, unas perlas y... ¿Por qué me estás viendo de ese modo? -dijo frunciendo el ceño.
-Nada, solo es raro verte primero como Rees "Race" Hamilton y en dos segundos en Rees "Fashion Diva" Hamilton. Toda una experta en modas -dije conteniendo la risa.
-Vete a la mierda, Hol -dijo cruzándose de brazos -. Que sepa lo que se le ve bien a mi hermana no quiere decir que sea experto en este tema.
Klaus me recogío el cabello, me puso una pequeña diadema para disimular un peinado. Me coloqué unos zapatos altos que combinaban a la perfección, Rees pido que los pusieran de una vez, estaban hermosos. Esta era la primera vez en años que Rees y yo hacíamos algo como esto juntos. Salimos de la tienda, cantando, bailando, riendo. Definitivamente esto era lo que necesitaba para volver a la realidad, un poco de vida, de esperanza. Un baile de gala era ideal.
Caminábamos a una cafetería cruzando la calle, aun cantábamos y Rees hacia un baile bastante gracioso. Mi hermano sabía exactamente como mejorar mi humor. Tomándome de la mano, me dio media vuelta riéndose como loco. Antes de llegar a la cafetería escuchamos a unos chicos riéndose a todo pulmón. Rees se quedó estático viendo sea lo que sea que estaba atrás de mí.
- ¿Qué pasa Hamilton? -una voz grave me llego de inmediato - ¿No quieres seguir bailando?
Me di media vuelta para ver a Brat, su enemigo número uno en la pista de carreras. Definitivamente era un odioso, asqueroso y... simplemente nuestro dolor de cabeza o como diría Rees "Mi dolor de huevos". Vi a mi hermano suspirar antes de sacar esa sonrisa sarcástica, esa que daba cuando iba a mandar a alguien a la mierda. Adiós Brat, estas a punto de tener un poco de los Hamilton.
-Sí, quiero seguir bailando. Si no te importa, no me gusta que maricas como tú me miren mientras muevo el culo, sé que es una delicia, pero esta hermosura no es para tus ojos.
Todos a su alrededor estallaron en risas, incluso la pelirroja al lado de Brat, una vez más la reconocí de inmediato, Renny, ahora ya conocía su nombre y sabía que mi hermano guardaba cierto gusto por ella. No debí, juro que sería mucho más fácil solo ignorarlos, pero la mirada que le lance a la pequeña tatuada fue letal. Su risa se redujo en segundos. Sí, nena, tenme miedo y respeto, soy celosa con mi hermano.
-Mira imbécil... -empezó a decir Brat pero Rees levanto una mano para silenciarlo.
-Juro que me gustaría quedarme a escucharte, imagino que ha de ser una cabronada bien hecha, pero estamos muy ocupados para hacerlo, pero seguramente tus amigos lo escuchan por mí -tomándome de la mano empujo la puerta de la cafetería para dejarme pasar.
Juro por mi vida que Rees es tan diferente cuando está cerca de ellos, si de costumbre ya era sarcástico y contestón, frente a ellos era multiplicado al mil. Sonreí pidiendo mi chai tea de vainilla. Delicia en el paladar. Decidí no decirle nada acerca del encuentro, pero podía verlo voltear a ver dónde estaba la pequeña aun recostada en la ventana.
-Se ve que ella es problema -le dije a mi hermano en su quinta volteada a ver.
-Lo sé, solo no puedo evitar sentirme atraído a ella.
- ¿Aunque sea hablas con ella? -era sano preguntarlo.
-No aun, pero pronto.
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