Capitulo ST 30




Gracias por tenerme paciencia, la operación dolia más de lo que me imaginaba, pero ya esta. Espero lo disfruten y gracias por votar y comentar. Saludos y besos.

@NikyMoli


Definitivamente este capitulo se lo dedico a Lucy Fion, Gracias por ayudarme con los términos médicos y a crear este capitulo.


Capítulo 30


Louis:


Estaba parado en la entrada de la sala de espera de emergencias, la mujer o la doctora seguía sin salir. Una parte de mí comenzaba a odiarla, otra muy dentro la amaba por salvar a Rees. "No es nada grave" había dicho una hora antes, después cuando se cumplieron veinticuatro horas de accidente resulta que el hematoma creció y ahora necesita una unidad de sangre, lo peor, él imbécil tiene sangre complicada ¡Que putas con este mundo! Necesito que me faciliten la vida, no que me la compliquen. Habiendo tantos tiempos de sangre, los gemelos tienen la complicada ¡No me jodan! ¿No podían ser más difíciles en esta vida?

Sé que cuando la doctora salga y me dé el visto bueno que Holly es la única donante compatible, tengo que entrar y explicarle que tiene que donarle sangre a su hermano menor. No será un problema, lo único es que tengo que hacerla tomar mucha agua y unas vitaminas por los medicamentos que le metieron antes de coserle las heridas. ¡Maldita sea! Todo tenía que ser en el mismo momento. Estas se están volviendo en las cuarenta y ocho horas más largas de mi vida.

Odiaba los hospitales, el aroma a antiséptico, los gritos, las lágrimas, las exclamaciones de felicidad, los suspiros... todo era tan extremo, nada parecía ser fácil en este lugar. Odiaba la sangre y más la incertidumbre de no saber qué está pasando, es tan odioso, que me desespera.

Cuando las puertas se abrieron, Will y Abbi ya estaban a mi lado. Los dos estaban pálidos como si estuvieran muertos en vida. Para que no, sus dos hijos estaban en el hospital y hasta cierto punto, me sentía culpable.

— ¿Señores Hamilton? —preguntó la morena alta de bata blanca y traje azul verdoso abajo. Sus ojos grandes oscuros eran toda una dulzura, inspiraba confianza y seguridad —. Rees ha experimentado un trauma cráneoencefalico moderado, eso quiere decir que no existe riesgo en pérdida de memoria, la tomografía de ingreso evidencia un hematoma que ha crecido en las últimas veinticuatro horas por lo que si será necesaria una unidad de sangre 0-.

—Holly —susurra Abbi llevándose la mano al pecho.

—Sí, usaremos la sangre de su hermana en cuanto este estable. Ya se han suturado las heridas superficiales y se le ha tratado el golpe en el parpado derecho. Se dejara en observación para ver cómo responde a la transfusión sanguínea y la evolución de su estado neurologíco y control tomografico de cuarenta y ocho horas. De todo lo demás, el paciente está estable.

Me quede observando a la doctora Lucia hablar. ¿Pero qué mierdas acaba de decir? No entendí absolutamente nada de lo que dijo solo que Holly podrá donar sangre y que va a estar bien, y alguna mierda de la pérdida de memoria. ¡Vaya! no sé si sentirme bien o decirle que lo vuelva a explicar pero que esta vez sea en español. Antes que pueda hablar William se me adelanta.


—No entendí una mierda de lo que dijo.

— ¡William! —Abbi lo reprende.

—Quiere decir que su hijo está algo letárgico, pero estará bien. No se preocupen —dijo amablemente con una sonrisa en la cara. Ella era dulce, sin mencionar lo exótica que se veía con esas pestañas y esos labios carnosos. No quería ni pensar en lo que diría Rees al verla. De seguro pediría quedarse unos días más bajo su cuidado.

—Gracias y gracias por salvar a mi hijo —dijo Abbi en un mar de lágrimas.

—Para eso estamos aquí, ahora, deberían ir a descansar un poco, no quiero tener que ingresar a los papas también —dijo antes de sobarle el brazo a Abbi y retirarse al interior de emergencias.

Explicándole a Will y a Abbi que me quedaría para cuidar a Holly en este tiempo que le sacaban la dosis para Rees, como era de esperarse, me mandaron a la mierda. Abbi se acomodó en uno de los sillones en la habitación de Holly. Las dos estaban profundamente dormidas mientras William y yo admirábamos a las mujeres que tanto amábamos. A eso de las cinco de la tarde, William me pidió que lo acompañara fuera de la habitación, salimos al último piso del hospital con toda la vista al parqueo, no era una mala vista, pero no había mucho que ver. El atardecer caía detrás de los arboles frente a nosotros pintando todo el ambiente de naranja con rojo. Era una mezcla extraña, tranquilizadora. Hasta cierto punto relajante.

William saco su celular para tomar una fotografía, lo cual me pareció bastante estúpido. Me senté a su lado cuando él se dejó caer en la pared viendo el atardecer. Era raro verlo con el traje formal sin corbata, tirado en el suelo de un hospital, con las piernas pegadas al pecho observando el atardecer. Intente verlo con otros ojos, concentrarme en como podía verlo William, pero ni idea.

—Sabes Lou, tu padre era más de amaneceres, vimos atardeceres juntos pero los amaneceres eran especiales. Recuerdo el más especial de todos, cuando estábamos llegando a Santorini en su último viaje. No cabía de la felicidad, era un sueño hecho realidad, había conocido a una linda griega en el barco, estábamos en camino de una gran aventura he ignoraba el tanque de oxígeno que tenía que cargar. Ahí me hizo su mayor confesión — ¡Mierda! William estaba hablando de mi padre, amaba cuando lo hacía, hace mucho que le pedí que no me hablara de él, estaba enojado con la vida por no darme un padre que decidí no saber de él, ahora, quería muchos detalles —. Era un grandísimo imbécil, no voy a decirte que era un santo y que no hacía nada, ese hombre era un gran vividor, pero vio algo en tu madre que hizo querer que ella fuera la que te trajera al mundo.

— ¿Qué confeso? —pregunté muy curioso.

William soltó una carcajada al tiempo que me daba unas palmaditas en la espalda para darme esos ánimos que no necesitaba. Sus ojos estaban llorosos, creo que las emociones lo estaban invadiendo.

—Que quería acostarse con Abbi, pero ese no es el punto. El punto es...

— ¡¿Mi padre y la tía Abbi?! —pregunté al borde de la risa, eso si no me lo hubiera imaginado.

—Bueno si, los dos tenían un extraño trato que ya supere. Lo odie, pero hizo darme cuenta cuanto la quería. El punto es —dijo aun riendo —, y esta vez no me interrumpas, es que él te quería mucho. Hubiera dado todo para estar aquí y no sé qué me estaría diciendo "Mi hijo quiere desvirgar a tu hija" aunque estoy muy seguro que Holly ya no es virgen, pero de igual manera, estaría molestando con algo así. Lamento lo que paso con Blake, pero estoy feliz, hasta cierto punto, que seas tú quien este con Hol.

—la amo, Will —dije con toda sinceridad. No había otro modo de describir lo que sentía, estaba loco por ella. Nunca me imaginé parar de este modo ¿Quién diría que ella sería la mujer de mi vida? Intente alejarme, seguir con mi diario andar, intente todo, pero siempre acababa a sus pies. Me domino como ninguna antes lo había hecho. Estaba loco por ella.

Escuche a William suspirar. Aun con la vista perdida en el atardecer que casi llegaba a su fin. Will tomó su teléfono para escribir un mensaje de texto. Sí, la curiosidad es mi mejor amiga, me acerque a él para ver a quien le mandaba la foto. Sorprendido de que fuera a Abbi, me obligue a desviar la mirada. Era muy inapropiado que espiara. Después le preguntaría.

— ¿Por qué el atardecer? —pregunté cuando termino de mandar la fotografía.

—Mi vida con Abbi fue complicada, no empezamos bien y peleamos mucho, me costó que fuera mía por completo —soltó un suspiro seguido de una risa como si dijera "que estúpido" —. Cuando terminaba el día y empezaba el atardecer, agradecía que ella estaba a mi lado sin importar el día de mierda que habíamos tenido. Cuando deje de tenerla, en cada atardecer, pedía que ella regresara. Se volvió nuestra costumbre y ahora cada atardecer, agradecemos estar juntos.

Me quede con la boca ligeramente abierta. Nunca había visto a William tan miel como ahora, siempre que estaba con Abbi lo era, pero ahora era un signo de dulzura mezclado con amor y pasión. Quizá debería de empezar a hacer algo parecido con Holly, algo que agradezca que la tengo al lado y quizá alguna otra mierda para agradecer que tengo a Rees. ¡Mierda! Estos gemelos me iban a sacar las canas azules algún día. Eran difíciles de manejar.

—Gracias por pasar este atardecer conmigo, hijo —soltó Will. Sorprendido me di la vuelta uniendo un rompecabezas que debí de haber unido años atrás. Papá nunca me dejo solo, él sabía en las manos de quien me dejaba.

—Papá —dije tocando el hombro de William, era la primera vez que lo llamaba de ese modo —, quiero casarme con tu hija algún día. Espero me des tu bendición porque en cuanto salgamos de todo esto, pretendo mandar mi carta. No quiero ser el novio, quiero reclamarla mía.

La sonrisa de William se ensancho tanto que pensé se le abriría la cara. Sí, bueno, nunca lo había llamado papá y estaba seguro que eso lo sorprendía muchísimo. Poniéndose de pie sin decir nada, me dio las manos para que lo acompañara.

—Mi bendición la tienes y no necesitas que una carta dicte si Holly es tuya o no, desde ya te pertenece. Aprende esto, hijo porque al parecer nunca te lo enseñe... La elite es una gran porquería, tú eliges a quien amar sin necesidad de un título real o lingue. Ahora, ya sabes, vamos que Abbi y Holly ya despertaron, Abbi quiere que les llevemos algo de comer, ya sabes cómo se pone Holly cuando no la alimentas.

Imagine a una Holly verde al estilo Hulk, de verdad que sí ella era como Rees cuando tenía hambre, no quería estar cerca sin un plato de comida. Más cuando la tuvieron con medicamentos y suero, seguramente la pobre Abbi está sufriendo.

—Planta baja —dije presionando el elevador —, ahí está la cafetería.

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