Capitulo ST 19
Capítulo 19
Louis:
Vi la moto alejarse, Rees iba lento pero seguro, confiaba en que nada les pasaría, pero tendría una plática seria con Rees acerca de la seguridad de andar con moto y tomando al mismo tiempo. Estaba cansado de repetirse una y otra vez. Teníamos dos choferes a nuestra disposición, que tanto le costaba pedir que los llevara. Las motos de por si eran inseguras, le gustaba correrlas, no cuando tenía a Holly atrás, pero la moto era su debilidad. Temía porque algún día sufriera algún accidente.
No me había gustado ver la cara a Holly, las palabras que dijo me penetraron de una manera imposible de ignorar. Le había dolido verme con Tammy y entendia hasta cierto punto. Esto era lo que más temía, que llegáramos a sentir tanto que no pudiéramos controlarlo, que no supiéramos como manejarlo. Rees no era estúpido, se daría cuenta en segundos de la reacción de su hermana. Por otro lado, sabía que lo intentaría ignorar, se haría el desentendido. Me tomé el pecho relajando el bombeo de mi corazón unos segundos. Teníamos que parar esto. No podíamos seguir con esta relación a escondidas, no quería ya que Holly era como una droga, así de adictiva era esa mujer en mi sistema.
Cuando regrese a la pizzería, Tammy estaba súper metida en una plática telefónica. Reía como nunca la había visto reír. Tenía mucho de no verla de ese modo, antes, cuando recién empezamos a salir, recuerdo que era el que provocaba todas esas risas, hace mucho que no le saco ninguna. Me senté frente a ella ignorando el hecho que ella apenas si me había notado. Dos minutos después colgó el teléfono dándome una sonrisa apenada. Siempre hacia lo mismo.
—Lo lamento —dijo tomando su té frio.
—No tienes que disculparte. El que debería hacerlo soy yo, lo lamento, Tam.
—Se lo que está pasando, bebe —dijo después de un momento incomodo de silencio.
Levanté la mirada de mi plato. Los ojos de Tammy estaban puestos en los míos. Un frio mierda recorrió mi cuerpo dándome cuenta que quizá nos había escuchado. Contuve la respiración, unos segundos antes de soltar el aire poco a poco. Esto sí que se estaba saliendo de control. ¿Qué pasaría si se enterara de todo? La lastimaría, de eso no había vuelta atrás, no quería lastimarla, ya mucho había hecho con Holly. ¡Mierda! Me estaba volviendo una mierda total.
— ¿Qué sabes?
—Lo tuyo con Holly.
Si aún quedaba un poco de sangre en mi cara, se acababa de ir mil veces a la mierda. Dios esto si estaba mal, muy mal. Tapándome la cara con las manos, no pude evitar susurrar un “maldición” que gran problema. Levanté la mirada unos segundos a punto de empezar a pedir perdón cuando Tammy hablo.
—Necesitas dejar de cubrirla. Adam le está pegando a Holly y eso tiene que parar. ¿Le viste la cara al momento que Rees levantó las manos? Lo vi en tus ojos, sabias lo que estaba pasando.
Bueno, eso no era la respuesta que estaba esperando. Definitivamente no lo que pensé que diría. Asentí con la cabeza sintiéndome mal, Tammy tenía razón, no tenía que cubrirla. Estaba haciéndole un daño pero se lo prometí que no diría nada, no podía traicionarla. Sería un golpe demasiado duro de hacer. Por más que odiara a ese imbécil, debía controlarme. No era mi pelea, tenía que dejar que Holly saliera sola, con mi apoyo pero sola.
¿Qué apoyo? Lo que menos estaba haciendo era apoyarla, solo la estaba lastimando más. No físicamente, pero si en el ámbito sentimental. Muchas veces ese dolor era peor que un pequeño golpe. Realmente debía arreglar esto. Me estaba sintiendo completamente impotente en este sentido, no podía manejar mi corazón y las cosas que sentía. Necesitaba distancia. Holly era lo que quería y no podría tener. Soñaba con tenerla en mi cama, abrazarla, besarla. ¿Pero cómo tener lo que quieres sin lastimar a las otras personas? Levanté la mirada para ver a Tammy, tenía que cubrirla hasta cierto punto, sentía que era parte de nuestro secreto.
—Tammy, es mucho más complicado de lo que te imaginas. Estamos trabajando en eso. ¿Puedo pedirte algo, cariño?
—Sí, amor lo que quieras.
—No digas nada, no aun. No queremos que la élite se entere, no es lo que parece —Ah, no puedo creer que este cubriendo a ese hijo de puta. Realmente merecía estar en el infierno.
Tammy asintió con la cabeza tomando su pedazo de pizza cambiando completamente de tema. En mi relación con Tam nunca tuvimos una pelea, o alguna discusión. Realmente éramos tranquilos, bastantes maduros para nuestra edad. En dos años de estar saliendo, o mejor dicho acostándonos, éramos unidos. No fue hasta hace un año que nos unimos un poco más y me di cuenta que realmente podía pasar mi vida con ella. No estaba enamorado, pero pronto lo estaría, todo llegaría con tiempo. Al menos eso decía Will.
Veía todas esas relaciones, llenas de problemas. Las discusiones de celos, las inmadureces, los lloriqueos tan insoportables de las mujeres. No conocía nada de eso, Tammy no era como todas las mujeres, era diferente. Ese pequeño show que había montado Holly de “yo que pensaba dejar a Adam” no era algo que me gustara. Nunca lo había pasado antes, ni una escena de celos. Ni una sola. Tampoco quería comenzar ahora con eso.
Cuando tomamos el automóvil de regreso a casa, Tammy iba besando mi cuello. Tentándome a que la llevara a la cama. Una parte de mí quería hacerlo. Tomarla de la cintura sintiendo su humedad contra mis piernas, sus gemidos y su manera de retorcerse en la cama. Sus besos estaban surgiendo efecto en mí. La quería en varias posiciones.
—Mi casa —le susurre cambiando de dirección. Mamá no estaba, había salido con Michael, su pareja de hace cuatro años. Irían a cenar con William y Abbi.
Sus manos bajaron hasta el zipper de mis pantalones, me gustaba esta excitación en el carro. Sentirme impotente de no poder tocar al tiempo que ella trabajaba en mí, la concentración en la carretera… todo eso mezclado, era demasiado para mi coherencia.
Cuando aparque el automóvil, me acomode un poco la camisa. Bajándome con la urgencia de tenerla en mis brazos, le abrí la puerta tomándola de la cintura para que envolviera sus piernas en mis caderas. Tammy era delgada, a pesar de ser bastante alta, podía cargarla sin dificultad.
Subiendo las escaleras de la mansión, dejé que Tammy gruñer de deseo cuando mis manos bajaron a su culo, sobándolo de arriba abajo. Besando sus labios, escarbando su lengua con la mía, sabia tan normal. Escuche un gruñido más de sorpresa que de excitación. Definitivamente no era de Tammy levantando la vista de su cuello me topé con esos ojos azul cielo, viéndome fijamente con lágrimas en los ojos. ¡Oh Dios! ¿En qué me había metido? Bajando a Tammy susurre.
— ¿Holly?
—Lo… mmm, lo lamento. No sabía que tenías compañía y quería… olvídalo.
Ella comenzó a bajar las escaleras de la entrada tomando la dirección de su casa. La cabeza baja y los hombros flojos. Limpiándose la cara comenzó a correr. Iba llorando. Esas lágrimas me dolieron como mi vida entera. Sabía que esto no era fácil. Teníamos que dejar esto, no podíamos seguir. Los dos estábamos comprometidos, no había nada que hacer.
—Eso fue… creo que te necesita —dijo Tammy como siempre tan tierna.
—Más de lo que te imaginas —dije sintiéndome muy mal por engañarla todo este tiempo. No se lo merecía.
—Creo que deberías ir con ella.
Quizá era lo correcto, yo había ocasionado esas lágrimas, era mi culpa que ella estuviera mal. No sabía de lo que era capaz de hacer. No lo hice, siempre salía detrás de ella y esas reacciones nos llevaron a estos sentimientos que teníamos el uno por el otro. Por estos malditos arrebatos ella se estaba enamorando de mí. Este amor era imposible, tenía que frenarlo antes que fuera demasiado tarde. Negando con la cabeza hice lo más difícil del mundo.
—Hoy no, mañana hablo con ella. Hoy solo necesito dedicarte tiempo. Vamos adentro.
Las cosas con Tammy no se sentían iguales, nada era igual. Ningún sentimiento sería tan puro como este que teníamos con Holly. Pero era hora de pararlo. Quizá era solo la gana de tener lo prohibido. Era eso de querer lo que no se podía tener. Probar la fruta del Edén o como sea que diga la biblia. Llevando a Tammy a mi habitación, quise que esto fuera distinto, quizá que Tammy no fuera la hija de uno de los mejores amigos de mi padre, que Holly no fuera tan prohibida y quizá, solo quizá, que esta relación fuera eterna. Podía ir a dejarla a casa, pero sería obvio. No iba a acostarme con ella, eso era seguro. No quería tener nada con ninguna de las dos hasta que mi corazón tuviera un sentido en común. Tenía que definir mis sentimientos antes de dar el siguiente paso.
— ¿A qué hora llegaras mañana a la cena? —preguntó Tammy acomodándose en mi pecho antes que la película empezara.
—Siete —dije sin emoción. No había emoción en ir a su casa a una cena con sus padres, eso aumentaba mi culpa.
—Mi hermano dice que los dejaste tirados en Grecia.
Charlie era su hermano mayor, buen amigo de Rees y mío. Estudiamos juntos en el Royal Academy desde pequeños. Los padres de Tammy y Charlie eran muy buenos amigos de mis tíos y mi madre, y en su tiempo de mi padre. Tammy se parecía mucho a su madre, Cora era una mujer despampanante, llena de tatuajes al igual que su hermano mayor, Harry. El rebelde de la élite. Nunca se casó con una mujer de sangre real. Aun así, era toda una súper estrella con esos viejos amigos de él que tenían una banda increíble. Eran toda una leyenda del rock. Por otro lado, Charlie era igual a su padre, Blake. Su estilo de macho Alpha, creo que William, Blake y Lui, eran esos malditos en su época, me hubiera encantado conocerlos de jóvenes. He escuchado historias increíbles de ellos. Sin mencionar de cómo se fueron enamorando los tres.
Esta era una de las razones que no podía dejar a Tammy, Blake tenía la ilusión que su hijita estaba con el hijo de uno de sus mejores amigos que ahora —según sus palabras— lo cuidaban desde el cielo.
Nos acomodamos viendo la película más mierda del mundo. Llena de miel y escenas románticas. Esa clase de porquería era la que le gustaba a mi futura esposa ¡Genial! Yo las odiaba. Prefería la acción, carros, mundos distopicos, robots o algún robo. No besos, sexo y algún problema jodido en los personajes.
Holly:
¡No puedo creerlo! Definitivamente era una idiota por creerle. ¿Cómo es posible que me hiciera eso? Yo sé que ella es su Agapí, pero pensé que quizá el quisiera cambiar de Agapí, de tomarme enserio. Verme como su primera opción, no como su secreto. En mi habitación tiré a la mierda las almohadas, no era suficiente. Grité de frustración. Esto no era justo, para nada justo. Quería romper algo, romperlo en mil pedazos hasta que todo fuera un desastre. Me gustaría hacerlo, pero no podía, no cuando no tenía ganas de limpiarlo después. La haraganería gano y decidí no romper nada.
Era el maldito secreto de alguien y eso era la peor sensación del mundo. Los hombres no cambiaban. Solo te utilizan para tener sexo, solo para eso te quieren. Tomando el teléfono molesta, marque el número que casi borro de mi mente y teléfono. Tenía que escapar de esta sensación que se formaba en mi corazón.
— ¿Vienes por mí? Necesito verte.
—Estoy ocupado —respondió molesto, claro que está molesto. Le mande ese mensaje de “creo que no estamos funcionando” pero que estúpida.
— ¿Por favor?
—Media hora ¿Te quedaras conmigo? —preguntó Adam.
—Si —respondí al borde de las lágrimas.
Sabía a lo que me estaba metiendo. Pero una parte de mí necesitaba el castigo que me darían, una parte de mí necesitaba que él me gritara para que entrara en razón. Prefería mil veces la época en la que me dolían los golpes, donde lo único que sentía era miedo. Ahora sentía el corazón destrozado y era diez veces peor.
Cualquiera me gritaría idiota, pero no podía pararlo. Louis había roto mi corazón y dolía como una mierda. Nunca debí confiar en sus besos, o sus abrazos. ¿Por qué diablos confié en que podía ser espacial para él? Al parecer no valía nada en esta vida. Para él ni para nadie.
Arreglando mis cosas, espere a que mi Agapí llegara. No tenía motivos para sonreír, ni mucho menos las ganas de hacerlo. No me encontré a Rees en ningún lado cerca y lo agradecí inmensamente, no quería verlo. Las preguntas al venir a casa habían sido eternas. Era de esperarse que sospechara que algo estaba mal. El vio mi cara de miedo, escucho mis gritos y vio la reacción de Louis. Mi hermano no era estúpido.
Adam no se bajó a abrirme la puerta, o a saludarme como todo un caballero. Espero a que pusiera mi maletín en la parte trasera del automóvil, Me subí dejando salir el aire que estaba reteniendo por la tensión y que le diera un beso corto en los labios. Nada fuera de la rutina. Normalmente iría cantando, hablando he intentado de todas las maneras posibles de agradar a Adam. Esta vez iba viendo el camino como si me acercara a mi propia muerte. Sabía que mi cabeza estaba alucinando todo esto, pero una parte de mí se sentía de ese modo.
La impotencia de sentir que la persona que más quieres en este mundo no te quiera, ese sentimiento que se junta en mi pecho, que quiere salir gritando pidiendo ayuda. Estaba metida en un agujero sin salida, uno muy profundo donde hacerme daño era el único método que conocía. No era fuerte, era débil, más débil de lo que jamás pensé en llegar a ser. Estaba quebrada por dentro.
Mi Agapí me hacía sentir como si no valiera nada, como si fuera la única opción que tenía, como si se tuviera que conformar conmigo. Cuando pensaba que nada podía ser peor, Louis aparece, con esa cara de “Voy a ayudarte” una cosa lleva a la otra y paro acostándome con él. Desearía decir que en nuestra relación solo había sexo, solo sexo y nada más. Pero lo que sentía por él crecía en mi interior como un virus de gripe, como esa mierda contagiosa que te volvía loca. Estaba jodiada en muchos sentidos y para más arruinar mi vida, tenía que aceptar el hecho que no era nada para él. Tengo baja autoestima y eso no es un secreto. Tenía ganas de llorar, gritar, buscar a Louis y decirle desde el fondo de mi corazón… ayúdame, te necesito. Es el único que sabe lo mal que estaba mi relación y aquí estaba yo, metiéndome más profundo en todo esto. En lugar de alejarme, me junto al veneno, ese veneno que algún día me mataría.
Retorciendo mis manos en mi regazo decidí cambiar un poco la conversación, desviar el tema. Tenía que pensar en cualquier otra cosa para no romperme aquí, justo al lado de mi Agapi.
— ¿Qué tal el viaje de regreso? — pregunté sabiendo que hace un par de horas que había aterrizado.
—Normal —dijo con indiferencia. Sí, seguro estaba molesto. Solo tenía que provocarlo un poco. Solo un poco para que estallara. Era la única manera de quitarme ese pensamiento de dolor de corazón. Estaba siendo estúpida, lo sé, pero no podía evitarlo.
Al llegar al hotel, Adam bajo mi maletín y el de él. De seguro nos quedaríamos todo el día metidos aquí. Esa era la costumbre. Ordenar comida, ver televisión, pasar tiempo juntos, ir a la piscina y tener una cantidad de sexo estúpida.
—Tenemos que hablar —dijo cuando todo estaba colocado en su lugar.
—Imagino que sí —dije acomodándome en la cama.
— ¿Pretendías dejarme por alguien más? Hol, te amo y lo sabes. Esta mierda es solo… es una… es solo una etapa —el dolor en su voz era evidente. Le dolía todo esto.
—Adam, sé que es una etapa, pero tienes que liderar con esta mierda. Me haces daño, me pegas me manipulas, me haces creer que no soy nada. Eso duele y duele mucho —dije mandando al diablo la cordura.
—Bebe, no…
—escúchame bien. Te quiero y sé que en lo más profundo de tu alma sientes lo mismo que yo. Pero tienes que componerte Adam, si quieres que esto funcione, lucha por mí.
Los ojos de Adam cambiaron de color, su ira estaba ardiendo. Podía sentirlo en mis venas en mi sistema. Lo veía venir, iba a estallar con toda su demencia de Adam-TheFighter. Lo veía venir. Negando con la cabeza espere lo peor. Podía hacerlo. Podía enfrentarlo sin temerle.
—Mira Holly —dijo acercándose —, sé que estoy mal, sé que esta etapa te hace daño ¿Crees que no lo sé? Pero no puedes alejarte, eres la única que puede ayudarme. Te amo, bebe. No me dejes, no me abandones. No ahora. No cuando más te necesito.
Las palabras “te necesito” surgieron un efecto extraño en mí. Él me necesitaba. ¡Dios mío! Alguien en este mundo me necesitaba. Si algo puedo contarles, es ese sentimiento de sentirte como si no encajas en nadie y de un momento a otro alguien te necesita y esa simple palabra te cambia todo el panorama. Me sentía como si volviera a valer algo en esta vida ¡Valgo algo!
—Lo lamento, bebe —dije acercándome a él. No podía provocarlo, no ahora que veía tanto dolor en sus ojos —. No voy a dejarte, pero deberíamos buscar ayuda.
Adam me tomó en sus brazos, envolviéndome en ellos como si todo lo que estaba jodido en nuestra vida no importara. Nada importaba. Éramos una unión inseparable. Él me amaba, yo lo amaba. Lograríamos salir de esto juntos.
—Voy a pedir ayuda Hol, todo para que tú y yo funcionemos.
— ¿Lo prometes? —dije con un hilo de voz lleno de esperanza.
—Lo prometo —dijo antes de besarme.
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