Capítulo 19
*
No pensé que estos tres años hubieran muerto tantos. No parece ser el tipo de lugar que lo ronda la muerte en cualquier esquina, salvo por el Laberinto, el claro y el resto del lugar es tranquilo. Inspecciono cada tumba, una cruz tiene el nombre de Chris.
-¿Qué te paso Chris? -pienso en voz alta.
Continuó recorriendo la zona. Algunas cruces son muy viejas, posible ellos hayan muerto desde el inicio. Encontré cierta caja de cristal con una inscripción:
"QUE ÉSTE MEDIO LARCHO SIRVA DE ADVERTENCIA PARA TODOS USTEDES: NO SE PUEDE ESCAPAR POR EL HUECO DE LA CAJA".
¿Medio larcho? Es ridículo. Con la palma de mi mano desempolvo un poco el cristal, ahogo un grito cubriendo mi boca. ¡Shuck! En verdad hay un larcho partido a la mitad.
Intentaron de todo para salir de aquí. Inclusive pasar por hueco por donde suben y este pobre pago las consecuencias. Un hormigueo se apodera de mi al sentirme observada, como si algo en el bosque me asechara desde la penumbra. Miro en todas direcciones para ver si descubro a mi depredador. Así es como me siento, como una presa asechada.
Brinco en mi lugar al escuchar algo romperse a mis espaldas. Espero ver de nuevo a un garlopo con aires de loco que intente matarme; pero es solamente Thomas el que aparece.
-Hola, desconocido -bromeo.
En respuesta sonríe levemente. Supuestamente estamos aquí para arreglar el asunto por el cual estamos peleados; el detalle es que no decimos nada y miramos a cualquier parte excepto al otro.
-Quiero que... -hablamos al mismo tiempo. Sonreimos por haber pensado lo mismo.
-Tú primero -hace un gesto con la mano.
-Lamento lo que paso. Cuando desperté él estaba ahí y creí que eras tú, pero no te quedas a dormir conmigo si no te lo pido. -no tengo idea de donde poner mis manos. Estoy tan nerviosa, ¿y si de nuevo deja de hablarme?-. Lo eché por la buena, no hizo caso y comenzó a decir puras patrañas y fue cuando...
-Te besó -termina por mi. Trago saliva. Dios te ruego que por favor arreglemos las cosas-. Yo también lo lamento, Ángel. Es que siempre estoy celoso, no quiero que ningún Larcho, aparte de Newt y yo, se te acerque. Vivo inseguro por el miedo que me da perderte, que un día me digas adiós. No era una persona celosa y ¡mirame ahora!, quiero estrangular a todo aquel que pose sus ojos sobre ti.
¡Rayos!, ¿Alby es profeta o algo así? Tenía toda la jodida razón. Debería ser el predicador del Área, ganaría bien.
Acarició la mejilla de Thomas, cierra los ojos disfrutando de mi caricia. Su cabeza se inclina hasta apoyarse en mi mano. Viéndolo bien, en realidad esos lunares en su rostro lo hacen ver asquerosamente sexy. Pienso en sus palabras; me imagino a mí diciéndole adiós para correr a los brazos de otro guey. Como si eso fuera posible, habiendo setenta chicos en este lugar, lo elegí a él. Y lo seguiría haciendo mil veces más.
-Eres la razón por la que cada mañana salgo al Laberinto -posa sus manos en mi cadera mientras se acerca-. Porque quiero que estés... que estemos en un lugar mejor. Fuera de estos muros, tú y yo.
-Yo quiero lo mismo, Thomas -acortó la distancia entre ambos. Nos besamos lento, sin prisas.
Lo extrañaba tanto. Sus manos me aferran a mis caderas, pegando más nuestros cuerpos, juego con su cabello y muerdo su labio inferior levemente, haciéndolo gemir.
-Te quiero, mi Ángel -dice sobre mis labios.
-No volvamos a pelear por culpa de un garlopo con complejo de niño bonito. Que no se repita, ¿ok? -deposito un casto beso en sus labios.
-Pedire que te hagan una camiseta que diga: propiedad de Thomas. No tocar, excepto Thomas -frota su nariz con la mía.
-Hazlo. Con gusto la usaré y se la voy a restregar en la cara a todos.
Que bobada. Ya me imagino a mí corriendo por el Área restregandoles a todos mi camiseta. Escuche por ahí que Sartén preparo algo diferente esta vez; estofado. Que tiene de todas las verduras y carne de res, acompañado de arroz. Tan sólo pensar que no comeré sopa (otra vez) me entra un hambre de los mil demonios.
Interrumpo nuestro bello momento para ir a comer. Después podemos continuar con la sesión de besos y caricias, ahora es momento de darle a mi panza lo quiere; y ya quiere ése estofado.
Thomas pasa su brazo sobre mis hombros y yo lo rodeo por la cintura. En el trayecto al comedor le cuento algunas cosas, entre ellas que hice lo así como las pases con el líder de los constructores. También le conté sobre la fabulosa casa para aves que hice, aunque Newt diga lo contrario, quedó perfecta, tiene muchos pisos para diferentes aves.
La mirada curiosa de mis amigos se hizo presente en cuanto Thomas planto un beso en mi frente antes de ir a buscar nuestra comida. Insistí en ayudarle pero se negó y, literalmente, me empujó hacia la mesa.
-¿Y bien? -pregunto Winston, me mira con picardía y con su codo me da leves empujones.
-¿Y bien que? -devuelvo la pregunta. Continúa con esa cara y enpujandome -. Winston, amigo, ¿qué fumaste?
-¿Tú y Thomas? -mueve las cejas de una forma extraña.
-Hablo en serio, deja las drogas -sugiero.
Winston se golpea la frente en un notorio gesto de desesperación.
-¡Alguien hable con ésta niña!
-Lo que Winston quiere preguntarte, pero tiene que complicarlo todo -Alby lo reprende con la mirada-, es que ¿si Thomas y tú ya solucionaron el mal entendido?
Antes de responder, Thomas llega sentándose frente a mí. Desliza en mi dirección el estofado y un pequeño plato con una rebanada de tarta de manzana. Estoy comenzando a pensar que tal vez nos cambiaron a Sarten. No lo he visto esmerarse tanto en la comida, nunca en la vida.
-¿Alguien más piensa que Sarten no es Sarten? -pregunto a nadie en específico.
-Eso que importa, hay comida buena. Nada más no prueben el agua de sandía -advierte Chuck.
-¿Por qué? -Thomas frunce el ceño, con el vaso sobre sus labios.
-La preparé yo -responde Chuck.
Thomas escupe el agua dentro de su vaso, busca algo con que quitar algo de su lengua y opta por quitarlo con una servilleta.
-Chuck, ¡¿Qué le pusiste?! -limpia frenético su lengua.
-Puede que quizá haya confundido la sal con la azúcar.
Las muecas y los gestos de asco que hace son muy graciosos. El pobre niño lo ve apenado. Ahora entiendo el porqué solamente limpia en vez de ayudar con otra cosa.
-¡¡HERMANITA!! -me sacuden como maraca.
-¡No me sacudas!
-Perdón, pero es que eres tan sacudible -aprieta mis mejillas.
Primero Winston y ahora Newt, ¿qué fue lo que bebieron?
-Se exedieron con la bebida de Gally. ¿Sabías que si bebes demasiado te emborracha?
-No lo sabía, mas ahora lo veo -le digo a Minho.
Continuamos hablando de cosas triviales. Entre los mil temas de los que hablamos, las locuras del borracho de mi hermano y las miraditas que nos damos con Thomas, me doy cuenta de que estoy frente a las mejores personas que jamás encontraré de nuevo en mi vida. Imagino estar en un lugar sin ellos, sería un sitio frío y desolado sin los aires de diva de Minho, la constante presencia de mi hermano tras de mi, sin el enano, sin Thomas, sin Winston y obviamente sin la mamá de los pollitos, Alby.
Es lindo estar con estos Larchos.
-¿Saben? Es mucho mejor molestarlos cuando están juntos que separados -comenta Minho.
-¿eh?
-Mira, es más fácil porque así nos podemos burlas de los cariños que se hacen -argumenta Chuck.
-¿Cuáles cariños? -Thomas sonríe.
-¿No fueron ustedes los que estaban en el bosque contándose los lunares del cuello? -inquiere Chuck inocentemente.
Por debajo de la mesa lo pateo. Maldito niño. Newt procesa lo que acaba de escuchar, y al igual comenta con inocencia:
-Pero Ángela no tiene lunares en el cuello.
-Ay, amigo -murmura Minho, sujetando el puente de su nariz.
-No es más inocente porque no tiene el cabello más largo -comenta Alby, conteniendo una carcajada.
Fueron tres minutos lo que le tomó a Newt darse cuenta de lo que Chuck divulgó a medio mundo. No parecía muy feliz.
Poco a poco cada quien se fue, el cansancio era más que las ganas de convivir. Thomas fue tras Chuck para alcanzarlo antes de que se fuera.
-Oye, ¿no quieres quedarte un rato más?
-No, Thomas, estoy cansado. Las sandías son pesadas -movió el brazo formando círculos.
-Bien, descansa -alboroto sus rizos.
-¡Adiós, Angie! -grito.
-¡Adiós! -grito de igual forma-. ¡Vuelve a divulgar algo así y te cuelgo de los calzones!
Chuck me ve horrorizado antes de correr por su vida. Thomas suspira cansado, apoya su cabeza sobre la mía.
-Creo que también iré a dormir -hace el intento de irse a su hamaca.
-¿a dónde crees que vas? -lo jalo de la camiseta-. Tú vienes conmigo.
Ríe. Me subo a su espalda y nos vamos a mi cabaña. Ya que me trae sujeta de las piernas, con sus pulgares forma círculos en éstas.
Al llegar lo primero que hago es arrojar mis botas lo más lejos. Me lanzo a la cama, con los brazos y las piernas extendidos.
-Extrañaba mi cama -tomo las sábanas y me hago un rollito.
Thomas me observa con una sonrisa tierna. Me muevo dejando su lado de la cama despejado, ya que no puedo palmear la cama porque sigo atorada en la sábana, le hago una seña para que se acueste.
-Deja que te ayude -toma un extremo de la sabana y mientras el tira de ella, yo dejo de ser un burrito humano.
-Mi héroe -digo dramática.
-Mi Ángel -besa mi frente.
Él se acuesta y yo apoyo mi cabeza en su panza, quedando de forma horizontal en la cama. Acaricia mi cabello lenta y pausadamente. Estamos en silencio y la verdad no hace falta decir mucho. Así es perfecto.
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