Mi mente repite las palabras "debo mantenerme indiferente, debo mantenerme indiferente" como si de un mantra se tratase. Si acallo mis sentimientos me será más fácil fingir que no tengo corazón.

Debo pasar por el mundo con ojos ciegos ante la injusticia que día a día presencio. Injusticia que tiene como origen una niña malcriada, egoísta y orgullosa. A pesar de su rostro angelical e inocente, su alma es perversa y oscura.

Entrego mi amistad y mi obediencia en espera a que mi luz le de calidez a su frío ser. En ocasiones me ha hecho sentir apenas una mota de polvo en un infinito universo. Pero siempre he regresado a ella, iluminando las sombras con más fuerza. No perderé la esperanza, sé que puede llegar a ser una buena persona.

Mis esfuerzos por hacerla ir hacia la luz me han llevado a crear a mi alrededor una burbuja donde la soledad es mi compañera. Las barreras que yo sola he levantado me aíslan de mis compañeros y de relacionarme con ellos.

Intento ayudarles cuando tengo ocasión. Y si alguno consigue algún tipo de triunfo, me alegro como una más, desde detrás de la figura que me oculta lo celebro y doy mi apoyo.

Aunque el precio más alto que he pagado es renunciar al amor.

Le miro desde lejos, a distancia porque no me atrevo a acercarme. Si dejará que se supiese de mi amor por él, sería blanco de burlas y de bromas crueles. Tristemente y con seguridad de aquella que llamó "amiga".

También sé que él no me ama. Sus suspiros tienen dueña. Una princesa de cabello oscuro y ojos celestes. ¿Cómo voy a competir con ella cuando yo me hallo oculta en las sombras?

Mis heridas cicatrizaran con el tiempo, y seguiré mi camino. Mi amor morirá poco a poco. Espero. Pero de momento, te amo Nathaniel.