Capítulo 5 "Un dragón que viaja"
Ya sé, me tardo demasiado en actualizar, una disculpa xd... pero aquí estamos de nuevo. Por los tiempos, este será el último capítulo que subo en el año 2020, pero nos leemos en el 2021, tómenlo como mi regalito de navidad y año nuevo. Y no lo olviden, disfruten de estas fechas con aquellos que aman.
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POV. Normal
En un día como cualquier otro, los jinetes de dragones habían viajado a Berk por la mañana para recoger algunos suministros que les sería de utilidad en la orilla del dragón, ya que la mayoría de sus reservas estaban por agotarse. Hipo le había pedido a su equipo que llevaran únicamente lo necesario, pero, como era de costumbre, la mayoría no le había prestado atención a su indicación por completo, a excepción de cierta rubia.
-Astrid, antes de que se me olvide, ten tus nuevas dagas que te había prometido hacer hace unos días- dijo el castaño acercándose a la Hofferson mostrándole una sonrisa.
-Muchas gracias Hipo, no te hubieras molestado por hacerlas tan rápido; todavía podía esperar un rato... aunque me las has entregado en una buena época, ya tengo con que amenazar a Patán- respondió la rubia admirando sus nuevas adquisiciones- oye jefe, los cabezas de carnero están cargando suministros de más a sus dragones... ¿no deberías decirles algo? -agregó al ver que el resto de los jinetes habían desobedecido a la orden inicial.
- ¿Qué? ¡ay, por el amor a! ... ¿existirá el día en que me hagan caso? -preguntó en voz alta.
-Con un milagro de los dioses, algún día puede pasar... pero que esperabas Hipo; son vikingos. Hacer lo que se les da la gana es una de sus virtudes. Lo que sí, es que te felicito por no haberte vuelto loco siendo su líder; yo ya los habría ejecutado- contestó risueña señalando a los gemelos y a Patán especialmente.
-Gracias supongo, pero tú tienes más carácter de líder que yo ¿no te quieres encargar? -preguntó en broma.
-No gracias... si me dejas al mando, te prometo que Patán terminará muerto en unas horas, los gemelos en una fosa de jabalíes y Patapez encerrado en su cabaña. Además, tengo más personalidad de General, pero eso ya lo sabes... por algo soy tu mano derecha ¿o no? -preguntó con una sonrisa burlona- yo mantengo el orden y tú diriges.
-No puedo encontrar fallas en tu lógica- admitió en una risa antes mirar a los chicos- bueno mi General, voy a repetirle a los chicos que no lleven tanta carga a la orilla, regreso en un momento- agregó antes de acercarse a estos.
Pero, no pasó mucho tiempo cuando Estoico se acercó a los chicos pidiendo explicaciones sobre el responsable que había estado hundiendo algunos barcos pesqueros de la aldea por la mañana.
Los jinetes se desconcertaron con las palabras del pelirrojo debido a que ninguno había abandonado los alrededores de Berk y se suponía que ellos eran los únicos que montaban dragones o quizá... ¿existiría la posibilidad de que hubiera un jinete solitario por ahí?
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Los chicos dejaron lo que estaban haciendo y de inmediato fueron al lugar donde anclaron los barcos que habían sido destrozados para tratar de averiguar qué había pasado, además de notificarle a Estoico sobre quien había sido el responsable de los daños. Cuando llegaron, la primera pista fue hallada por los gemelos; quienes encontraron una púa de dragón similar a las que tenía Tormenta en su cola. Eso daba pie a que el dragón del jinete solitario era de la misma clase que la Nadder; la clase afilada.
Así que después de usar el ojo del dragón con ayuda del fuego de Tormenta, se dirigieron a la isla que brindaba el alimento de esta nueva especie de dragón que se reveló; el látigo afilado.
Al arribar al lugar, Hipo ordenó dividirse para cubrir más terreno y que la búsqueda fuera más sencilla, pero mientras la pandilla se adentraba a la isla, el jinete del látigo afilada, quien desde luego notó que no estaba solo, actuó con rapidez asustando y dejando fuera de la búsqueda a la mayoría.
El jinete solitario tuvo que tomar mayor precaución para perder de vista a la rubia, ya que sabía lo rápida, inteligente y ágil que podía ser. Así que, optó por mantenerse oculto entre las sombras y con discreción, arrojar dentro de una cueva una pieza de pollo, la cual Tormenta percibió al instante gracias a su gran sentido del olfato. De lo maravillada que se puso la Nadder con el olor de la comida, bajó la guardia y no lo pensó dos veces antes de correr hacia la cueva gorjeando de felicidad.
- ¡Tormenta, espera! -gritó la Hofferson al percatarse de hacia donde se dirigía su dragón.
Corrió hasta alcanzarla y, cuando lo consiguió, notó que su Nadder estaba disfrutando de una pieza de pollo. La Hofferson comprendió todo en ese momento; había caído en una trampa. Se golpeó mentalmente la cabeza por no haberlo visto venir antes.
Se giró rápidamente hacia la entrada de la cueva para salir y enfrentarse a su rival, pero antes de poder dar siquiera un paso, se topó cara a cara con este. El jinete solitario no le dio ninguna oportunidad de hablar, sencillamente le ordenó a su dragón que derribara las rocas que estaban en la parte superior de la cueva para bloquear la salida.
- ¡No, espera! -gritó la chica corriendo para intentar detenerlo.
Pero, había sido demasiado tarde. Una gran avalancha de rocas se había acumulado en la entrada; no había forma de salir de ahí.
-¡¡Esto tiene que ser una maldita broma!! -gritó Astrid furiosa mientras golpeaba las rocas con sus puños.
Le llevaría por lo menos un tiempo quitar todas esas malditas rocas para estar de nuevo en la batalla y desafortunadamente con eso, el jinete solitario podía irse sin que nadie le detuviera. Así que, mientras desbloqueaba la entrada con ayuda de su Nadder, rogó porque la suerte estuviera a favor de Hipo para que pudiera atrapar al enemigo y que no se saliera con la suya.
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Los dioses habías escuchado las plegarias de Astrid, puesto que Hipo y Chimuelo lograron que el jinete solitario se separa de su dragón un momento, dándole así la oportunidad al castaño de que le ordenara al Furia Nocturna que apuntara al desconocido para inmovilizarlo.
Al verse atrapado, el jinete solitario optó por revelar su identidad.
- ¿Heather? ¿Qué se supone que es todo esto? -preguntó el castaño con asombro y desconcierto.
-A decir verdad, quería evitar este encuentro por el bien de todos, pero todo tiene una explicación, lo juro... aunque, antes de darla deberíamos ir por los demás, intenté perderlos de vista- dijo la pelinegra con algo de pena.
Haddock abrió los ojos con sorpresa ante lo que soltó, así que montaron a sus dragones para buscar al resto de los jinetes.
A Patán lo encontraron a la orilla de un río secando su ropa, del cual Heather lo había arrojado cuando estaba en pleno vuelo sobre Colmillo mientras que a Patapez lo hallaron colgando de un gran árbol junto a Albóndiga. Después de encontrar a todos ellos, únicamente les faltaba encontrar a Astrid y a los gemelos.
- ¿Qué se supone que usaste como distracción para Astrid? -preguntó Hipo al no ver a su mejor amiga por ninguna parte.
-Bueno... Astrid era demasiado difícil de perder si la enfrentaba directamente, así que, para evitar perder tiempo, la encerré en una cueva- soltó Heather con una risa nerviosa.
- ¿¡Qué hiciste qué cosa!? -preguntó Hipo mirándola con sorpresa.
- ¡No debiste hacerlo Heather! ¡Astrid te cortará el cuello en cuanto te vea! -exclamó Patapez con horror al conocer el carácter que tenía la chica.
-Lo sé, pero era correr el riesgo- admitió la pelinegra en un suspiro.
-Llévanos, tengo que saber que está bien- ordenó Hipo tomando vuelo.
La chica así lo hizo y al llegar a la cueva, los jinetes notaron que aún había pilas de rocas cubriendo la entrada.
-Thor... te pasaste de la raya con Astrid, Heather- comentó Hipo con molestia mientras se bajaba de Chimuelo.
-Lo siento, no me di cuenta de cuantas rocas le cayeron encima...- confesó con vergüenza.
- ¡Astrid! ¿¡Me escuchas!? -gritó el castaño con fuerza desde la entrada bloqueada.
- ¿¡Hipo!? ¡Sí, muévete, estoy por tirar las rocas! -gritó la rubia desde dentro.
Dicha la advertencia, el líder de los jinetes retrocedió al ver movimiento. De golpe, la pared de rocas se derrumbó, revelando así, a una rubia llena de polvo hasta el cabello y bastante furiosa.
-¡¡Tú!! -señaló la Hofferson con enojo a Heather.
-Astrid, puedo explicarlo...- intentó decir la pelinegra, pero le fue imposible debido a que la rubia se le había lanzado encima.
No hubo mucho forcejeo entre las chicas. Puesto que, por el enojo, la rubia hábilmente logró someterla, poniéndole un pie en el pecho y apuntándole peligrosamente al cuello con ayuda de su filosa hacha.
-Hey, hey, Astrid... qué tal si bajas esa arma- pidió Hipo con sutileza acercándosele.
- ¡Me acaba de encerrar en una maldita cueva! ¡Pude morir aplastada ahí dentro! -contestó Astrid sin intención de moverse de su posición actual.
-Lo sé, pero As...- intentó formular Haddock algo lógico para salvar a la pelinegra, pero no se le ocurrió nada válido; su amiga rubia tenía razón.
Y después de ver la mirada molesta que le lanzó, dio un paso atrás. Dejando así, que ella decidiera que hacer.
Astrid miró a Heather con enfado una vez más mientras se tronaba el cuello para intentar relajarse y después de unos estresantes segundos, liberó de su agarre a la pelinegra antes de alejarse de ahí a paso lento, colgándose su hacha hábilmente en la espalda.
-Perdón Astrid, en serio- sinceró la chica al momento en que la soltó.
Aunque claro, la mencionada no le respondió de vuelta; sencillamente siguió caminando.
-De acuerdo, ustedes encárguense de buscar a los gemelos... yo intentaré calmar a Astrid por lo mientras- comentó el castaño antes de ir tras la rubia.
- ¿No es peligroso que Hipo se le acerque ahorita? -preguntó la pelinegra en un susurro al ver que el castaño iba con demasiada confianza hacia donde estaba la vikinga.
-No, Astrid siempre trata de controlarse cuando se trata de Hipo. Nunca hemos visto que explote contra él, así que estará bien, no te preocupes- contestó Patapez con calma mirando a todas partes para encontrar a los gemelos.
Ante esa respuesta por parte del jinete del Gronckle, Heather sonrió ligeramente. No podía evitar pensar en lo adorables que eran Hipo y Astrid juntos... tanto que, una idea cruzó por su cabeza... ¿esos dos ya serían novios? tenía que preguntárselo a la rubia cuando se le bajara el enojo.
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- ¿Astrid? -preguntó el castaño suavemente para que esta no se exaltara- ¿estás bien?
-Después de soltar un suspiro, la nombrada habló- Sí, estoy bien.
-Entonces ¿crees que puedas no matarla en lo que averiguamos que pasa? -preguntó con nerviosismo.
-Bien. No haré nada que sea mortal para Heather- prometió rodando los ojos antes de mostrarle una pequeña sonrisa que el chico le correspondió enseguida.
-Pero yo me refiero a nada de violencia Astrid- soltó con una risilla- y ambos sabemos que, aunque me digas que no será nada mortal, eso no evita que sea riesgoso.
-Mmmm... así le quitas lo divertido a la vida Hipo, que aburrido eres a veces- comentó con burla.
- ¡Hey! no soy aburrido, pero tengo que centrarme en lo importante y no puedes matar a nuestra única testigo y...- intentó explicar, pero fue interrumpido.
-Tranquilo Haddock, estoy jugando- dijo guiñándole un ojo- además, yo no desobedezco las ordenes de mi líder... ¿o sí? -preguntó mirándolo con diversión.
Ante eso, Hipo estaba a punto de hablar, pero se lo pensó dos veces antes de responder.
-Ehhh... ¿puedo asentir y negar a la vez? -soltó riendo.
A cambio, obtuvo pequeño golpe en el hombro que lo dejó adolorido, pero supuso que se lo merecía. Después de todo, ninguno podía negar que de vez en cuando les gustaba molestarse un poco.
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Al llegar a la orilla del dragón, los jinetes notaron lo osada que se había vuelto Heather durante todo ese tiempo y aquel detalle no pasó desapercibido por el castaño, quién le observaba desde lejos en compañía de la rubia.
-Después del enojo, puedo ver que no está mal que Heather esté aquí, su actitud me encanta- admitió la rubia.
-Sí, es grandiosa, definitivamente creció mucho desde la última vez que la vimos.
-Hipo, pasaron tres años, éramos niños. Todos hemos crecido mucho- comentó con una sonrisa.
-Sí, pero era tan dulce y ahora es... no lo sé...- respondió confundido.
- ¿Osada? ¿Pero qué tiene de malo? ...me gusta- sinceró emocionada.
-Astrid, es osada, pero destruye barcos. Algo que todavía tengo que preguntarle- respondió más serio.
-Tienes razón, pero, hazme un favor. Primero deja que le pregunte por su hacha de batalla, quiero que me enseñe a hacer una para mí- pidió mirando a la pelinegra, quién estaba luchando contra los gemelos- ¿lo ves? es la onda.
Pero antes de que Hipo le diera alguna respuesta de vuelta, Astrid ya había corrido con emoción a tener un duelo contra Heather. Esta vez uno por mera diversión.
-Ay dioses... sigo sin entender porque a Astrid le fascinan tanto las armas... pero, sé que después tendré que ayudarle a hacer esa hacha para que esté feliz ¿correcto? -le comentó Hipo en un susurro a Chimuelo.
El dragón lo miró y le gorjeó en respuesta como diciéndole que así era.
- ¿Y supongo que tú no quieres hablar con Heather, verdad amigo?
Ante la pregunta, Chimuelo prefirió ignorarlo y correr felizmente al lugar de la batalla, derribando a Hipo en el acto. Ya que parecía ser más interesante que una charla.
-Lo imaginé... sí, gracias de nuevo a los dos- exclamó Hipo para sí mismo desde el suelo refiriéndose a Astrid y Chimuelo.
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Hipo sabía que Heather ocultaba muchas cosas aún y confirmó sus sospechas esa noche al seguirla hasta llegar con Johan, quién le informó que la pelinegra se dirigía a enfrentar a Dagur para acabar con su vida.
Y si no hubiera sido porque la siguió, Heather habría sido capturada por las tropas del Berserker.
Tras convencerla de que lo que quería hacer era un acto suicida, regresaron a la orilla del dragón siendo de día, donde la pandilla observó a Heather con cara de pocos amigos.
-Te gusta encerrar a las personas y a los dragones ¿verdad? -preguntó Brutacio de brazos cruzados.
-Lo lamento, esa no era mi intención, no confiaba en que me dejarían ir- dijo la pelinegra con pena.
-La confianza debe ganarse con las personas y los dragones- opinó Patapez con calma.
-Gracias por entenderlo Patapez- agradeció Heather mientras se ponía un mechón detrás de la oreja.
-Yo tampoco confío en ellos Heather- mencionó Patán.
- ¿Sabes que podemos oírte? -preguntó Astrid con fastidio.
-Los celos son algo malo Astrid, pero tranquila; lo entiendo. Por cierto, Heather, preparé un hueco para que duermas en mi cabaña- añadió el pelinegro con coquetería.
-Y yo te dije muy claro Patán que no se queda en tu cabaña- intervino Hipo cruzándose de brazos.
- ¿La piensas mandar a dormir a los establos? -preguntó el mencionado con desagrado.
-No seas cabeza de carnero Jorgenson- comentó la rubia rodando los ojos- Heather se quedará en mi cabaña.
Y mientras el resto de jinetes seguía hablando con Heather, Astrid se acercó a Hipo.
-Espero que tengas una buena excusa por haber salido tras ella- mencionó mirándolo con el ceño fruncido- sin mí- recalcó.
-No la tengo esta vez; lo siento, pero no había tiempo para llamarte- respondió el castaño rascándose la nuca con nerviosismo.
-Más te vale entonces contarme todo lo que pasó allá afuera- soltó con voz autoritaria.
-Te lo diré, lo sabes, pero primero hay que sacar a Heather de ese evidente interrogatorio- mencionó señalando a la pelinegra.
Quién estaba siendo incomodada por las preguntas que estaban haciéndole los demás jinetes, además de que los gemelos estaban invadiendo su espacio personal.
-Déjamelo a mí, jefe. Pero después de esto, hablaremos.
-De acuerdo- prometió antes de ver a la rubia dirigirse a Heather.
-Es hora de un tiempo de chicas- mencionó Astrid jalando a la pelinegra del brazo lejos de todos.
-Buena idea- contestó Heather antes de seguir a la Hofferson.
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Lejos de las cabañas, las chicas se encontraban entrenando lanzamientos de hachas mientras tenían una conversación amena.
-El elemento sorpresa... me gusta- dijo Heather con una sonrisa.
-Es una de las tácticas favoritas de Hipo- mencionó sin más la rubia antes de ir a tomar un hacha.
En ese momento, Heather pensó que era el momento perfecto para preguntarle a Astrid sobre su estado de relación con Hipo.
-Y... ¿ustedes tienen algo, cierto? -preguntó con sutileza tomando un hacha.
Pero, esa pregunta hizo que la rubia se desconcertara, al grado que terminó arrojando su hacha hacia la punta de un árbol en vez de al tiro al blanco.
- ¿Qué? no, somos amigos- contestó rápidamente para aclarar la situación.
-Por favor- respondió con diversión; no creyendo en lo que decía antes de arrojar su hacha- veo como son cuando están juntos.
-No, en serio, amigos- volvió a decir, asegurándose de recalcar la última palabra- Hipo es mi mejor amigo, pero hasta ahí, no hay más.
Heather en ese momento la miró con cara picara antes de tomar otra hacha.
-Es algo lindo, veo que en estos años cambió muchísimo ¿no crees? -mencionó dándole ligeramente la espalda para ver si así, Astrid decía algo más.
-Supongo... si te gustan los jinetes de dragón que no aceptan ser héroes- respondió lanzando su hacha y sintiendo un rubor en las mejillas.
-Vamos Astrid, conoces a Hipo desde siempre. Tu relación con él no es como la que tienes con el resto... ¿segura que no hay un sentimiento de por medio?
Antes de contestar, la rubia pensó un momento en lo que diría.
-Lo admiro en verdad... Hipo es único, nunca deja de sorprenderme, pero te repito, nos comportamos como lo que somos... mejores amigos que confían uno en el otro.
-Está bien- dijo Heather por último para cerrar el tema.
"Haré como que te creo, pero, insistiré después... ya que ese sonrojo no es por cualquier cosa" pensó esta con una sonrisa discreta.
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Horas más tarde, después de una intensa charla, Heather convenció a los jinetes ir a por Dagur, mientras Hipo iba a Berk en búsqueda de algunas respuestas sobre el pasado de Heather. Ya que, la chica le había mencionado que fue separada de sus padres biológicos desde que era muy pequeña y que el único recuerdo físico que tenía de su padre era un cuerno que siempre llevaba consigo sujeto a su cinturón.
Hipo se había asombrado cuando miró el cuerno, pues este tenía un sello grabado; pero no cualquiera, sino que era el sello del jefe de Berk; su padre.
Así que, una vez que Estoico le aclaró las cosas a su hijo, este se dirigió a la orilla del dragón para contarle a la pelinegra la verdad sobre su familia, pero al llegar al lugar, no encontró a nadie.
Al ir a la casa club, halló un mensaje de parte de Astrid donde le indicaba el paradero de todos. No perdió un segundo para ir a alcanzarlos.
Y como es común en las batallas, todo ocurre bastante rápido.
Cuando el jinete del Furia Nocturna encontró a la pandilla, le dijo a Heather la verdad de su pasado y esa era que, ella era la hija menor de Oswald el Agradable, quién también era padre de Dagur.
La noticia le cayó a Heather como un balde de agua fría, así que después de tremendo shock, Hipo les pidió a todos retirarse de la batalla y regresar a casa.
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Al arribar de nuevo a la orilla, Heather tomó la decisión de irse para pensar sobre todo lo ocurrido a solas.
Astrid la ayudó a empacar sus cosas para el viaje y antes de partir, le dedicó unas palabras.
-Gracias Astrid, fue bonito volver a tener una amiga- mencionó con una pequeña sonrisa.
Dicho eso, la Hofferson se despidió de ella agitando la mano mientras Hipo se acercaba a ellas.
El castaño se detuvo al lado de Astrid y desde ahí, se despidió de la pelinegra con un pequeño asentimiento de cabeza, que fue correspondido de la misma manera por esta.
Después de eso, Heather y Cizalladura emprendieron vuelo. Y mientras se alejaban, Astrid e Hipo observaron en silencio hasta que, este tomó la palabra.
-Ya sé que ustedes se hicieron muy amigas, lamento que la pierdas.
La rubia sonrió ligeramente al escucharlo antes de acercarlo a ella jalándolo por el hombro tiernamente.
-Pero, aún te tengo a ti- confesó con una sonrisa más amplia- y eso es todo lo que necesito.
- ¿Estás segura?
-Que preguntas tan raras haces a veces- mencionó risueña- contigo siempre me la paso bien, además que siempre estás para mí... o dime ¿acaso tú te aburres conmigo?
-Eso jamás podría pasar- dijo sonriéndole.
-Ahí está. Ahora, andando Hipo, que tú y yo tenemos una charla pendiente ¿lo recuerdas? -contestó comenzando a caminar lejos de la casa club; lugar donde despidieron a Heather.
-Es cierto, ahora sí tenemos tiempo para eso- concordó siguiéndole el paso mientras le sonreía.
Y mientras Hipo iba contándole todo lo que ocurrió desde que siguió a Heather aquella noche, la jinete del Nadder no pudo evitar pensar en las palabras de su amiga... "y... ¿ustedes tienen algo, cierto?". Se sonrojó al pensar en ello nuevamente. No, Hipo y ella eran mejores amigos, nada más...
- ¿Segura que quieres seguir hablando de esto? ¿No te has aburrido? -preguntó Hipo de repente, sacándola de sus pensamientos.
-No estoy aburrida Hipo.
-Pero tú dijiste que lo era- le recordó con gracia.
La rubia rio fuertemente ante ese comentario.
-No eres aburrido, pero, reconozcamos que no te gustan mucho las cosas extremas ni las competencias como a la mayoría- respondió rodando los ojos con diversión.
-Supongo que es parte de mí- dijo con una pequeña mueca- ¿crees que eso esté mal?
- ¿El qué? -preguntó mirándolo confundida.
-El no ser como todos los demás vikingos- susurró sintiendo un conflicto consigo mismo.
-El que seas diferente a los demás vikingos es lo mejor, así es Hipo Haddock- mencionó poniéndose frente a él y sujetándolo por los hombros- un chico con ideas que la gente jamás pensaría que se pueden realizar, alguien que usa la cabeza en vez de la fuerza, eres alguien que cree que las personas pueden realizar grandes hazañas... eres increíble Hipo, eres un gran líder para nosotros- terminó de decir sonriéndole con fuerza.
-Ya sé que no somos mucho de esto, pero... ¿me dejas darte un abrazo? -preguntó con timidez.
La chica se desconcertó al principio por su petición, pero casi de inmediato, se puso de puntitas para darle un abrazo ella misma, rodeándole el cuello.
Y en cuanto sintió que Haddock le correspondió abrazándola por la cintura, sonrió internamente.
-Gracias Astrid... siempre sabes que decir para aclarar mi cabeza y organizar mis pensamientos- le susurró cerca de su oído; haciéndola estremecerse al sentir su respiración cerca.
"Solo somos mejores amigos, solo somos mejores amigos", pensó mientras seguía abrazada a él.
Hipo por su parte, pensaba en lo agradable que era tener a la Hofferson entre sus brazos y sin poder ocultar su sonrisa, olió discretamente su cabello. Amaba su aroma y tras esa acción, pensó en lo increíble que le hacía sentir Astrid.
Aún no terminaba de comprender por completo lo que sentía por ella, pero de lo que sí estaba seguro era que, aquel sentimiento iba creciendo dentro de él conforme pasaban los días a su lado.
Al separarse del abrazo, se sonrieron antes de continuar con su andar por las cabañas teniendo una plática bastante entretenida de otros temas.
Y mientras esta se llevaba a cabo, ambos trataban dejar de lado esa sensación de tener mariposas revoloteando en sus estómagos cada que el otro le decía algo para evitar perderse de nuevo en sus mundos. Para otros vikingos, incluso para sus amigos, aquellas charlas que tenían eran algo monótonas, pero para ellos; ese simple intercambio de palabras, iba mucho más allá.
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Es todo por ahora, gracias por seguir apoyando mi trabajo; de verdad estoy muy agradecida con ustedes. Sus votos y vistas me motivan mucho a seguir escribiendo, como propósito de año nuevo trataré de actualizar más seguido aquí xd.
Y para no perder la bonita costumbre en este libro ¿qué capítulo creen que será el siguiente que mencionaré 7u7?
Nos vemos pronto y feliz año nuevo :)
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