Capítulo 2 "El reporte de Heather"

¡Hola, hola! he aquí el segundo one-shot. Muchísimas gracias por las primeras visitas y votos; lo aprecio en verdad ❤.

Bien, aquí básicamente estoy manifestando mi inconformidad por lo que ocurrió en este capítulo de la primera temporada de Dragones de Berk jaja, para mí no hubo el suficiente drama que se pudo obtener con toda la situación tensa que se creó. Espero que los que vieron este capítulo, estén de acuerdo conmigo en algunas cosas xd... ya no los entretengo más, disfruten su lectura.

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POV. Normal

A pesar de que Astrid había perdonado a Heather por todo el descontrol que causó en su equipo con las mentiras para salvar a sus padres, se sentía molesta y no era precisamente con la pelinegra, sino que con el castaño que tenía a su lado.

Ambos se encontraban junto a sus dragones despidiéndose de Heather en el puerto y mientras estaban ahí, la rubia no estaba segura de que volvería a ver a la pelinegra, pero lo que sí, es que con su visita dejó en ella una creciente duda. Hipo confió en Heather incluso por encima de ella; y aunque no lo aceptara en voz alta, le había dolido.

Astrid nunca había dejado de creerle y, sin embargo, él lo hizo con ella. No habían tenido tiempo para hablar sobre el tema porque no se había presentado la ocasión. Aunque, no es que la rubia quisiera hablar con él por ahora, así que agradeció los momentos en los que fue interrumpida la oportunidad para dialogar sobre lo ocurrido.

≈Flashback≈

POV. Normal

La rubia había dado la solución para poder infiltrarse en el hogar de los Marginados y recuperar el libro de los dragones. A todos les había parecido una idea brillante, menos a Hipo, pues este pensaba que era bastante arriesgado aquel movimiento.

- ¿Tienes una mejor idea? -le preguntó la rubia con los brazos en la cintura cuando Haddock le comentó su disgusto por el plan.

-No ahora, pero pensaré en algo que no te ponga en peligro- contestó con seriedad.

-Soy una vikinga Hipo, sé defenderme sola...- respondió con una ligera molestia en su voz.

-Eso lo sé Astrid, no tienes que recordármelo, pero esto es diferente...- dijo intentando convencer a su amiga para que cambiara de opinión.

-Mira, por cómo se dieron las cosas, no hay muchas opciones, tenemos que actuar ya; antes de que Alvin encuentre a alguien que lo ayude a entrenar a sus dragones, lo demás es secundario. No tiene porque pasar algo- respondió la chica mientras buscaba algún material que le sirviera para teñir su cabello de negro.

-Está bien Astrid, tú ganas- dijo el castaño suspirando en derrota- pero, aún quiero hablar contigo respecto a...- intentó formular, pero fue interrumpido por la Hofferson.

-Después Hipo, tengo que darme prisa... tenemos que ganar tiempo- comentó Astrid teniendo en mano las prendas para hacer su vestimenta idéntica a la de Heather.

Y con eso último, comenzó a caminar sin escuchar alguna réplica por parte del chico.

Pasando un rato, ya se encontraban todos en la costa con el bote preparado para que Astrid se fuera a la isla de los Marginados.

Y una vez que esta les diera una paliza a los gemelos por confundirla con Heather, subió al bote.

- ¿Estás segura de esto? -preguntó Hipo con cierta preocupación.

-No- admitió la rubia en un suspiro- pero no hay opción, lo sabes...

-Te estaremos cuidando desde el aire- aseguró el castaño.

-No necesito que me cuiden- dijo la rubia rodando los ojos.

-Solo por si acaso... me sentiré mucho mejor.

-De acuerdo, solo quédense alejados, si Alvin los ve, ya no podremos hacer nada- aceptó después del tono de voz que usó Hipo.

-No te preocupes por nosotros. Recupera el libro y sal de ahí... te estaremos esperando- contestó Hipo con una diminuta sonrisa.

A lo que la chica, solo le asintió con la cabeza antes de que Patapez empujara el bote. Mientras se alejaba, podía ver que el castaño quería decirle algo y cuando parecía que este iba a hablar, calló un segundo para pensar bien en lo que diría; ese no era el momento para disculparse por lo que había pasado.

-Oye Astrid... cuídate- atinó a decir sintiendo todo tipo de sensaciones al ver a la rubia alejarse de la orilla.

Sabía que Astrid estaba molesta con él y más cuando después de sus palabras, simplemente le volvió a asentir como respuesta.

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En otro momento, cuando lograron acabar con las tropas de Alvin, comenzaron a dirigirse a Berk. En ese instante, Hipo acercó a Chimuelo hasta Tormenta para poder conversar con Astrid.

-Astrid, enserio necesitamos hablar- le dijo con seriedad.

-No creo que sea el momento adecuado para eso- respondió esta señalando que no estaban solos.

-Lo sé, pero tengo que pedirte...

Pero Hipo no pudo completar su frase, pues la rubia soltó un grito y aunque Heather intentó sostenerla de la mano, esta cayó de Tormenta. Y todo debido a que Salvaje la jaló con él, solo a Alvin se le había ocurrido la brillante idea de lanzar a uno de sus soldados como munición.

- ¡Astrid! -gritó el castaño al ver que la rubia caía del Nader.

Y aunque Astrid alcanzó a sostenerse de la rama de un árbol, eso no evitó que cayera de golpe al suelo. Pues, el tronco del árbol estaba seco y con el peso de la rubia, la rama se rompió.

La Hofferson ahogó un grito por el dolor que sintió tras la caía. Y cuando apenas había logrado enderezarse, vio a Alvin frente a ella.

Sin piedad alguna, el líder de los Marginados la tomó con fuerza del cabello para después cargarla como a un costal de papas antes de correr al lado contrario de donde estaban los jinetes.

- ¡Astrid! -gritó Hipo nuevamente mientras le ordenaba a Chimuelo que disparara sin herir a la chica.

- ¡Bájame maldito trol! -exclamó la rubia con molestia mientras golpeaba al fornido hombre con fuerza.

- ¡Quédate quieta! -le espectó este antes de tomarla por el cuello para ponerla al borde de un precipicio.

Astrid estaba aguantando las ganas de gritar por el dolor que sentía, pues Alvin solamente la estaba sosteniendo del cuello para evitar que cayera, y ciertamente tenía mucha fuerza, tanto que comenzó a sentir que el cuello le punzaba.

-Ríndete Hipo o yo... bueno, ya sabes el resto- exclamó Alvin con burla.

El castaño miraba desesperado la situación... Astrid estaba en peligro y eso era justo lo que no quería desde un inicio.

-Hazlo amigo- susurró Hipo a Chimuelo para que le disparara a Alvin; no había otra opción.

Cuando Astrid notó sus intenciones, se sobresaltó, pues a Hipo jamás le había gustado arreglar las cosas con violencia. Debía haber otra manera para salir de esa y, como si los dioses la hubieran escuchado, miró hacia abajo un segundo.

Ahí se encontraba la pesadilla monstruosa que había entrenado en la arena de Alvin y, ante ese escenario, un plan se cruzó por su cabeza.

- ¡Hipo, no dispares! -gritó la chica, haciendo que Chimuelo se frenara en seco mientras su jinete observaba las cosas con los ojos bien abiertos.

Y antes de que otra cosa pasara, la rubia sacó una daga que escondía en su bota, tomó el libro de dragones que llevaba Alvin en su espalda antes de clavarle su daga en el brazo para que la soltara.

Alvin pegó un grito y efectivamente, soltó a la chica. Esta cayó al vacío y en ese momento, a Hipo se le vino el mundo abajo.

¿¡Por qué le había dicho Astrid que no disparara!? ¿¡Para sacrificarse!? pensó con desesperación.

- ¡No! ¡Astrid! -gritó Hipo al segundo de ver a la rubia caer mientras le ordenaba a su dragón descender para ir por ella.

Pero, eso no hizo falta, ya que vio que la chica había sido atrapada por una pesadilla monstruosa.

- ¿Quién es ese? -preguntó el vikingo recuperando el aliento al ver a la Hofferson a salvo.

-Solo un nuevo amigo que hice- respondió Astrid mientras se alejaban del lugar.

Y debido al susto que tuvo Hipo, hasta se le olvidó que entre Astrid y él quedaba una plática pendiente.

≈Fin del Flashback≈

Astrid comenzó a sentir que el cuerpo le dolía cada vez más, así que, al ver que el barco de Heather desapareció en el horizonte, se giró sobre sus pies para ir a casa.

-Astrid... ¿estás bien? -preguntó Hipo preocupado por su amiga.

-Perfectamente- dijo con voz ronca.

La rubia se golpeó mentalmente al escuchar como salió su voz. Alvin sí que le apretó con fuerza el cuello, se lo había lastimado lo suficiente como para sentir que al día siguiente tendría algunos hematomas, además del dolor al hablar.

-Eso no es cierto Astrid- exclamó el castaño poniéndose frente a ella con molestia.

Ambos se miraron retadoramente hasta que, Hipo miró su cuello ligeramente hinchado antes de acercar lentamente la mano para tocarle con sutileza la zona afectada.

-Vamos, déjame darte algo para que el dolor disminuya- le pidió con preocupación.

La rubia iba a replicar, pero vio gran preocupación en sus ojos, y aunque estuviera molesta con él, no quería angustiarlo de más. Así que simplemente le asintió en silencio.

Después de caminar un rato, llegaron a la habitación de Haddock. Este se puso a preparar una especie de ungüento en lo que la chica lo esperaba sentada en su cama. Pero mientras eso pasaba, había un silencio incómodo, del cual Hipo no sabía cómo romper.

Al acabar con el ungüento, se giró para colocárselo a la rubia. Esta dejó que Hipo le pusiera la pomada, aunque jamás conectó su mirada con la de él, ni se mostró con ganas de querer hablarle.

-Gracias- dijo la rubia con simpleza una vez que Hipo retiró la mano de su cuello antes de levantarse para salir de la casa Haddock.

- ¡Astrid, espera! déjame hablar o al menos deja disculparme- pidió el chico tomando su mano.

La Hofferson se giró con molestia y al estar frente a frente, se cruzó de brazos mientras le veía con indiferencia.

A Hipo le extrañaba mucho esa reacción por parte de Astrid. Hacía mucho que no la veía molesta con él y eso le comenzó a dar un dolor en el pecho.

-Yo... quiero disculparme, no debí depositar mi confianza en Heather. Por ese error, pude arriesgar a los dragones y en un futuro a Berk... tú tenías la razón desde el inicio, lo lamento. Y también lamento que Heather se llevara a Tormenta cuando quería ir a la isla de los Marginados- sinceró mirándola con la esperanza de que su amiga ya no lo viera tan indiferentemente.

-Dime porque- contestó secamente.

- ¿Decirte qué? -preguntó extrañado.

- ¿¡Por qué confiaste en Heather antes que en mí!? -soltó con evidente molestia- se supone que tú y yo somos un equipo, que nos contamos todo, que confiamos plenamente en el otro... se supone que somos mejores amigos- dijo aún más molesta- te la hubiera pasado si no le creyeras a los gemelos o a Patán... ¿pero a mí?

-Lo siento en verdad Astrid, no sé qué me pasó- exclamó el chico con arrepentimiento y dejando que la rubia le reprochara todo lo que quisiera, pues era verdad, la había regado.

-No pensaste las cosas claramente y dime... ¿qué hubiera ganado yo al decir chismes de Heather? ¡nada! me creíste loca y de no ser por mí, el libro seguiría con ellos- reprochó la rubia intentando controlarse lo más que podía.

- ¡Lo sé Astrid! ¡Lo sé! fui un tonto... ¿¡pero que más quieres que te diga!? -preguntó con desesperación.

-Nada, ya dejaste las cosas en claro- respondió con frialdad antes de darse la vuelta- sabes algo... acepto tus disculpas. Aunque, debo confesar que el cuerpo me duele demasiado, pero no tanto como el hecho de que no confiaras en mí- añadió dándole una mirada que le dejaba en claro cuánto le había dolido lo que hizo.

Hipo se sintió terrible. Jamás había visto a Astrid de esa manera, pero antes de poder decir algo más, la chica ya había bajado las escaleras de su casa.

- ¡Astrid! ¡Por favor, no podemos dejar las cosas así! -le gritó intentando seguirle el paso.

- ¡Déjame en paz Hipo! -exclamó haciendo un sobresfuerzo para hablar.

Y al abrir la puerta de la casa Haddock, se encontró con el jefe.

-Buenas tardes jefe, con permiso- se despidió la rubia con respeto antes de darle una última mirada furiosa al castaño para que no la siguiera.

Después de eso, cruzó la puerta.

Estoico había escuchado solo las dos últimas frases por parte de los chicos. Y ciertamente le sorprendió que su hijo tuviera una pelea con la chica Hofferson. Nunca había visto eso, pero supo que la discusión fue fuerte, pues, cuando miró a su hijo, este estaba mirando hacia el costado mientras intentaba controlar inútilmente las lágrimas que caían por sus ojos.

-Hijo... ¿qué ocurre? ¿por qué Astrid está tan molesta? -preguntó el pelirrojo cerrando la puerta de su hogar.

Pero Hipo no quería hablar sobre el tema, pues sentía que rompería en llanto si decía algo de lo ocurrido, así que simplemente le negó con la cabeza. Además que no quería llorar delante de su padre, ya que no quería verse vulnerable.

- ¿Fue por esa chica Heather? -preguntó Estoico al ver que su hijo necesitaba desahogarse.

Hipo lo miró a los ojos antes de asentir dolorosamente.

-Me reprochó que porque había confiado en Heather antes que en ella... no supe responderle... la lastimé y ahora no quiere verme- reveló con pesar mientras se quitaba bruscamente las lágrimas del rostro.

-Ay Hipo... bueno, Astrid tiene un punto, es decir, es tu mejor amiga... ¿por qué no creíste en su palabra? -interrogó el jefe sutilmente a su abatido hijo.

-No lo sé papá, no lo sé...- dijo el chico sentándose un momento en el comedor.

- ¿Fue por qué te gustó esa chica? -volvió a preguntar mientras se sentaba delante de él.

- ¿¡Qué dices!? ¡No! -exclamó de inmediato- sabes que solo me ha gustado una chica en la vida... -agregó con pena por tocar ese tema con su padre.

- ¿Entonces? ¿Qué pasó?

-Supongo que me dejé llevar por los halagos... Heather se mostró asombrada por la manera en que entrenaba a los dragones... por mi conocimiento, porque sabía un poco de cómo se construían mis inventos, tanto que me ayudó a mejorar el prototipo de la cola de Chimuelo... supongo que, porque compartíamos algunos gustos; jamás quise que Astrid saliera herida... fui un tonto. Ya me había pasado varias, la dejé plantada un día por probar la mejora en la cola de Chimuelo con Heather, no le creí cuando me dijo que se mostraba demasiado interesada en los dragones, tampoco creí cuando me dijo que la vio hablando con Salvaje... en fin, la regué muchas veces- sinceró cabizbajo.

-Eso mismo tienes que decirle... Astrid lo va a comprender; solo sé sincero. Mira, antes de que tu madre y yo nos casáramos, fuimos mejores amigos y también tuve algunas peleas con ella, debo decir que yo tuve la culpa. Recuerdo que le dije a Bocón que ella ya no me hablaría nunca más... y pensaba que me odiaría por siempre...- dijo el pelirrojo riendo al recordar aquellos momentos con su esposa.

- ¿Y qué pasó?

-Simplemente fui sincero, le dije como fueron las cosas y ella me perdonó. Tu madre me dijo que me perdonaba porque éramos amigos y que, por una pelea, no acabaría lo que teníamos...

-Pero tú viste a Astrid, papá... ella me dejó en claro que no quería verme y aunque me dijo que aceptaba mis disculpas, sigue dolida conmigo- externó decayendo de nuevo.

-Astrid estaba molesta, estoy seguro que no quiso decirte esas cosas en realidad, además, los Hofferson tienen un carácter muy fuerte; tuviste suerte de no morir al enfrentarte a la hija de Erick. Deja que las cosas se calmen y habla con ella en unos días, ya verás que todo volverá a la normalidad- animó Estoico dándole una palmada en la espalda mientras se levantaba para preparar la cena.

-Gracias papá- contestó un Hipo más calmado mientras se ponía de pie para ayudarlo con la comida.

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Como le dijo su padre, Hipo esperó tres días antes de intentar acercarse a la casa de Astrid. Pero cuando estaba por llegar a la casa Hofferson, vio a la rubia salir a toda velocidad antes de montarse en Tormenta y dirigirse al bosque.

-Bueno amigo, vamos al bosque- le dijo el jinete al Furia Nocturna, a lo que este alzó el vuelo.

Cuando Astrid llegó a su lugar favorito para entrenar, comenzó a arrojar su hacha sin piedad contra los árboles. Durante esos tres días, se dedicó a sanar los golpes que obtuvo por la última pelea contra los Marginados y, hasta el día de hoy pudo retomar sus entrenamientos.

En ese tiempo, también estuvo pensando en la pelea que tuvo con el castaño. Cuando el coraje se le pasó, pensó en que se había pasado en la forma en la que le habló, no quiso decirle las cosas tan fríamente, pero también quiso que notara que le había dolido lo que hizo.

Pero lo más importante; es que pensó que lo correcto sería hablar con él hoy después de su entrenamiento para aclarar las cosas, ya que realmente lo extrañaba.

Aunque, se dio cuenta que ya no tendría que irlo a buscar a la herrería o a su casa, pues en un momento, escuchó a Chimuelo acercándose.

No se dio la vuelta, pero detuvo su lanzamiento de hacha cuando escuchó que Hipo se bajaba del Furia Nocturna.

- ¿Astrid? ... ¿po-podemos ha-hablar? -preguntó el castaño con nerviosismo.

La chica al escucharlo, se dio la vuelta.

-Hola Hipo, claro- concedió dándole un pequeño asentimiento mientras se dirigía a una roca para sentarse.

El chico la siguió y se sentó a su lado.

-Perdón por no haberte dado una respuesta justa el otro día, pero te tengo una ahora...- dijo para saber si lo escucharía y al mirarla, se dio cuenta que le estaba prestando total atención, con eso como motivación, siguió- me dejé llevar por los halagos de Heather, compartimos algunas cosas en común y no sé, fue agradable hablar con otro tipo de persona; fue interesante escuchar que alguien ajeno a la isla aprecia algunos talentos que tengo... pero nunca fue mi intención lastimarte, confío en ti por sobre todos. Perdóname Astrid, no quiero perder a mi mejor amiga por esto- sinceró el castaño sintiendo un nudo en la garganta.

La chica analizó las palabras del castaño y antes de responderle, lo jaló para darle un abrazo. Hipo abrió los ojos con sorpresa ante aquella acción, pero le correspondió gustoso. No era muy seguido cuando Astrid mostraba ese tipo de afectos, pero cuando lo hacía, su corazón se ponía a latir con fuerza.

-Perdóname también Hipo, no debí gritarte de esa manera. A veces soy demasiado brusca con mis palabras y a quién menos quiero dañar es a ti. Acepto tus disculpas, ahora entiendo todo... creo que también me hubiera emocionado por saber que alguien compartía algunos gustos- dijo con una pequeña risa- ya no te apures por eso... y no me vas a perder; siempre vamos a ser mejores amigos- le dijo suavemente en su oído.

- ¡Gracias a Thor! tuve miedo de que no fuera así- sinceró soltando un suspiro de alivio- aunque, no quiero que vuelva a pasar algo así... desde ahora te contaré lo que pasa por mi cabeza y no te ocultaré nada jamás; lo prometo- aseguró separándose del abrazo para darle una sonrisa.

-También te prometo eso; sin secretos- respondió de vuelta con una sonrisa.

-Hey ¿cómo está tu cuello? -preguntó ahora viendo que tenía algunas marcas en la piel.

-Estoy mejor, el ungüento que me diste sirvió de mucho, gracias Hipo- explicó mientras dejaba que este tocara sutilmente la zona lastimada de su cuerpo.

-Me alegra- respondió el castaño mirándola con una sonrisa.

A lo lejos, escondidos en unos arbustos, se encontraba el jefe de la aldea y su mejor amigo.

-Lo ves Bocón, ya se encontentaron- dijo Estoico con emoción- ella va a ser mi nuera algún día...

-Esperemos que sí se case con ella; tiene que ponerle los pies sobre la tierra a ese chico... -respondió el nombrado con diversión.

-Lo hará... Hipo dice que Astrid ahora es solo su mejor amiga, pero sé que miente. Estuvo enamorado de ella mucho tiempo como para que solo en unos meses dejara de hacerlo. Solo observa cómo la mira- dijo Estoico con energía.

-Puedo verlo, lo tiene en la perdición... pero algo me dice que Hipo tardará un buen rato en decirle lo que siente... no sabemos lo que piensa Astrid, recuerda que los Hofferson son algo difíciles de impresionar- dijo Bocón pensativo.

-Lo sé y más porque su principal objetivo no es enamorarse, sino luchar- mencionó Estoico con gracia.

-Tendremos que rezarles a los dioses porque Hipo se aplique- respondió Bocón estando también emocionado por ver algún día a su pequeño aprendiz de la mano de la chica rubia.

-Pues yo ya estoy haciendo un buen trabajo con las oraciones, mira- señaló el pelirrojo con una gran sonrisa.

Cuando el hombre rubio miró hacia donde estaban los más jóvenes, tuvo que aguantar las ganas de soltar una carcajada. Pues Hipo y Astrid se habían puesto a combatir cuerpo a cuerpo y como Astrid venció al castaño, había terminado encima de él.

Ambos se vieron un segundo a los ojos y después de darse cuenta de la posición en la que estaban, se separaron sonrojados.

-Vámonos Bocón, dejemos que Hipo conquiste ese corazón Hofferson- dijo con orgullo, sabiendo que un día su hijo llegaría con él a decirle... "papá, amo a Astrid; voy a pedirle matrimonio".

Mientras los mayores se retiraban del lugar, Hipo y Astrid se sentaron en el césped para regular sus respiraciones después del combate.

-Ya sé sincero Hipo, mejor dime que te gustó Heather y que por eso no me creíste- dijo la rubia con burla.

- ¡Astrid! -exclamó el castaño totalmente sonrojado- ¡no! ella no me gustó, es solo, es solo que-que... -intentó responder, pero su tartamudeo se lo impidió.

-Estoy jugando Hipo- respondió la Hofferson dándole un ligero codazo- mejor vamos al gran salón a comer algo- invitó mientras se ponía de pie.

-Está bien- dijo Haddock con una tímida sonrisa y recuperando su voz.

Y mientras subían a sus dragones, Hipo pensó... "solamente una chica ha hecho que mi corazón lata con fuerza... y esa chica fuiste tú; Astrid Hofferson".

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Cortito, pero bonito xd bueno, eso espero. 

Espero que les esté gustando estos one-shots, los escribo con mucho cariño. Otra cosa, siento no actualizar tan seguido aquí, pero con la Universidad y teniendo tantas tareas, a veces me es difícil hacer espacios para escribir.

Por cierto... ¿cuál creen que sea el capítulo en el que me basaré para el siguiente one- shot? los leo UwU

Es todo por ahora, nos vemos pronto :)  


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