Capítulo 18 "Rey de los dragones"

Primero que nada, no puedo creer que me tardé un año con esta trama; estoy que no me la creo. Es demasiado, pero bueno, hoy es el día; hoy termino con esta bonita historia que me llena de recuerdos preciosos.

Pero antes de irnos a la parte melancólica xd, díganme ¿cuál es su capítulo favorito de todas las series? ¿y por qué? ya sea de Dragones de Berk, Defensores de Berk o Carrera al Borde. Me gustaría saberlo <3.

Ahora sí, con ustedes... el último capítulo de este libro.

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POV. Normal.

"Hipo, tomas cientos de decisiones todos los días; no todas serán correctas. Lo que importa es que sigas tomando decisiones, que después de fallar, sigas hacia adelante".

Aquel fue el consejo que, desde hacía unos días, el líder de los jinetes tenía muy presente en la cabeza. En un momento de vulnerabilidad, Astrid había acudido a él para ayudarlo a reponerse con esas palabras de aliento, con el fin de recobrar la confianza y seguir con su plan.

Pero, las cosas se estaban poniendo cada vez más complicadas. Los días de paz habían quedado atrás y ahora estaban en el estallido de plena guerra.

Era mucho para digerir y más que nunca necesitaba de su equipo, así como de ella. Especialmente porque después de una confrontación que hubo en Berk, Estoico quedó malherido, así que el castaño se propuso hacer todo lo que estuviera en sus manos para acabar con todo antes de que los enemigos se acercaran cada vez más a su hogar.

Además que ya no quería que nadie más resultara herido.

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Con el nuevo ojo del dragón, incluyendo todas las lentes que necesitaban, finalmente descubrieron el hogar del Dramillón Ala Titánica; el rey de los dragones, aquel que era capaz de controlar a los demás contra su voluntad; o eso es lo que decía la leyenda.

Los jinetes sabían que sus enemigos estaban deseosos por encontrarlo, pero no se los permitirían. Sin embargo, antes de que pudieran hacer cualquier cosa, el padre de Patán llegó a la orilla con noticias poco alentadoras sobre el estado actual del regente de Berk.

Ya que, no le daban mucha esperanza de vida a Estoico y el consejo pedía a gritos la asistencia del castaño para que tomara su lugar como correspondía; el jefe de Berk.

No, esa noticia era mucho por ahora, pensó el chico.

-Deben empacar ya mismo para irnos a Berk y a ningún otro lado- ordenó el Jorgenson mayor.

Y debido a que Hipo estaba procesando todo lo que estaba ocurriendo, les pidió a los chicos comenzar a empacar.

La Hofferson sabía que Hipo tenía mucho peso sobre los hombros, pensó que lo mejor sería dejarlo respirar un momento a solas antes de acercarse y ver en qué podía ayudarlo. Así que mientras la mayoría empacaba sus cosas, la rubia tomó su medallón de compromiso con mucho cariño antes de envolverlo en un pañuelo para guardarlo.

Ya que era de lo principal que quería mantener a salvo, pues como le había prometido a su novio, cuidaría del collar con su vida.

Pero, su burbuja se rompió al escuchar las quejas del resto de jinetes. Sobre si era más importante ir a buscar al rey de los dragones o regresar a Berk y como bien se sabía, la chica no era precisamente maestra en el arte de la paciencia, por lo que explotó a los pocos segundos.

-¡¡Basta!! ¡¡Deberían estar avergonzados de su comportamiento!! hemos estado en muchas misiones y hemos visto dragones sorprendentes, pero que creen... a veces la vida real va primero; la familia va primero. Estoico es nuestro jefe y definitivamente va primero- soltó furiosa.

-Creí que Hipo era nuestro jefe- se atrevió a decir Brutacio.

-¡¡Brutacio!! -regañó la rubia- Estoico es nuestro jefe aún y necesita a su hijo. Y a donde va Hipo, vamos. ¿Quedó claro o tengo que repetírselos una vez más? -soltó y al no recibir respuesta, agregó- bien, ahora cállense, dejen de quejarse y empaquen sus cosas antes de que me enoje de verdad y me vea en la necesidad de sacarlos de aquí a golpes.

-Que afortunado el vikingo que tranquilice ese temperamento- susurró por lo bajo Patón con una sonrisa, pues el que una mujer como Astrid tuviera ese carácter, dejaba notar que era un digno ejemplar de líder, además de una mujer inteligente e interesante.

-Sí, dímelo a mí- soltó su hijo con los brazos cruzados y una mueca al saber que en realidad Hipo no tenía problemas con el comportamiento de la Hofferson, ya que nunca la hacía enojar.

Astrid salió de aquella cabaña para darse un respiro y al girar la cabeza, divisó la cabaña de su prometido. Había llegado la hora de ir con él.

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La chica entró a la cabaña sin tocar puesto que la puerta estaba abierta, además que podía escucharlo refunfuñar y maldecir por lo bajo mientras escombraba toda su cabaña, actitud que le preocupaba bastante.

Y después de inhalar profundamente, saludó a Chimuelo de un mimo antes de hablar.

-Lamento todo esto.

-Sí, yo también. Fue bastante malo que el padre de Patán viniera, pero esto, mira este desorden- le respondió el castaño mientras arrojaba cosas por doquier y sin asomarse para verla, puesto que él estaba en la planta alta.

-No te agobies, encontraremos al rey de los dragones algún día; si esta allá afuera, lo buscaremos.

-Lo sé, porque es justo hacia donde vamos- le aseguró dándole la cara finalmente.

-Pero Hipo, el consejo te dio una orden directa- mencionó sin intentar llevarle la contraria.

-Así es. También me nombraron jefe, y si recuerdo correctamente, el jefe no recibe órdenes o al menos mi padre nunca lo hizo- sinceró caminando hacia ella.

-Y hablando de tu padre ¿no crees que deberías ir a verlo? -preguntó con nerviosismo acomodándose su flequillo.

-No, no debería- soltó para sorpresa de su novia- escucha As, si Johan llega a ganar, los aliados y nosotros estaríamos en verdadero peligro. Sería como regresar a los días de Muerte Roja.

-Oye Hipo... -intentó decir, pero fue interrumpida.

-No Astrid, por favor, puedes venir conmigo y pelear a mi lado como siempre o puedes regresar a Berk y orar porque regrese vivo- dijo sutilmente dándole la espalda para seguir preparando sus cosas.

Astrid al escucharlo, rodó los ojos.

- ¿Por qué tienes que ser siempre tan dramático? -mencionó poniéndose frente a él- antes de que me interrumpieras iba a decirte que tu padre estaría orgulloso. Sabe exactamente quién es su hijo y que es lo que consideras correcto; y yo también estoy orgullosa; a donde sea que vayas, yo voy contigo.

Haddock al escucharla, sonrió enormemente. Sintió una calidez inmensa en su corazón, pues la sola idea de pelear sin ella, no le gustaba nada.

-Gracias, de verdad, por todo- sinceró dándole una caricia a su mejilla.

-Por favor recuerda que somos un equipo; las decisiones las tomamos juntos- pidió mientras le regalaba una sonrisa- si no, posiblemente pagarás las consecuencias.

-Te recuerdo que soy tu jefe- enfatizó divertido.

-Eso no impide que pueda decirte las cosas tal cual son, puede que digas que no recibes órdenes, pero lo que yo te diga, es diferente- devolvió en el mismo tono.

-Supongo que sí.

-Mira, hay que apresurarnos para acabar con esto porque entiendo tu punto; claro que entiendo porque quieres hacer esto, pero, también quiero que estés con tu padre. Te necesitará- le pidió tomando su mano tiernamente.

-Es que, no estoy listo para...

-Lo sé, nadie está listo para afrontar eso. Hay que mantener nuestras oraciones a los dioses y, con algo de suerte, estaremos en Berk muy pronto. De cualquier manera, yo estaré contigo.

- ¿Lo prometes?

-Te lo prometo- susurró antes de abrazarlo con fuerza.

Este le correspondió gustoso y al separarse, sellaron aquella conversación con un dulce beso.

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Para cuando llegaron a la isla de los Dramillones, desgraciadamente Krogan y los voladores junto a los Cola Quemantes llegaron antes que ellos y a pesar de que Hipo dividió al equipo para que atacaran las flotas enemigas y fueran a por sus contrincantes, nunca esperaron que los Dramillones se pusieran agresivos.

Patapez explicó que, al ser territoriales, evidentemente actuaban así por proteger algo, y cuando de la nada apareció un enorme dragón frente a ellos, lo comprendieron todo. Era el Ala Titánica; el rey de los dragones y al parecer primo lejano del Ala Cambiante; he de ahí que tenía la capacidad para desaparecer mediante el camuflaje.

A pesar de dejar todo en la batalla, Johan quién aguardaba en la zona de barcos, mandó a disparar un arpón que le dio justo al rey de los dragones. El cual cayó inmediatamente de ser herido y sin poder hacer nada, los enemigos se lo llevaron.

-No te des por vencido, podemos ir a buscarlo todavía. Pero en este momento no podemos atacar; debemos reagruparnos- aconsejó la rubia al ver lo frustrado que estaba su novio.

-Sí, supongo que tienes razón. No hay otra manera- respondió este en un suspiro cansado.

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Ciertamente valió la pena aguardar un poco para seguir con la búsqueda, pues al caer la noche encontraron al Ala Titánica completamente abandonado a la mitad de la nada y aunque a los jinetes se les hizo bastante extraño ese hecho, lo primordial era la salud del dragón.

Por lo cual lo transportaron de inmediato a la isla de los Defensores del Ala, pues sabían que el santuario de Mala tenía todo lo necesario para intentar salvar la vida del Ala Titánica.

Aunque, lo que más alteró por esa noche a los jinetes no fue el pensar si el dragón viviría, sino que, después de que Patapez hiciera ciertos análisis de la estructura fisiológica del dragón, notó que no encajaba con la descripción del rey de los dragones y después de explicárselo a su equipo, concluyó que aquel Ala Titánica no era quien pensaban que era.

Únicamente era la llave final para que con ayuda de su fuego y del ojo del dragón, revelara el paradero del verdadero rey de los dragones; la isla Berserker.

-No puede ser, debemos avisarles de inmediato- exclamó Mala en un brinco, pues evidentemente los enemigos se dirigían al hogar de su prometido.

-Es demasiado tarde como para eso, el mensaje no les llegará a tiempo- aseguró la Hofferson.

-Astrid tiene razón. Debemos irnos ahora para llegar al amanecer y poder ayudarles con el contrataque- ordenó el castaño, a lo que el resto asintió.

Los jinetes se prepararon para partir, pero antes de hacerlo, Hipo se acercó a su novia.

-Ten, será una noche dura y no quiero que te enfermes- mencionó entregándole una pequeña manta que siempre llevaba consigo por alguna emergencia.

-Ohh, muchas gracias Hipo. Todavía en los momentos más duros, sigues pensando en mí y en mi seguridad- sinceró aceptando la manta y rodeándolo en un abrazo.

-Nunca voy a dejar de hacerlo, eres mi prioridad- aseguró dándole un beso de piquito antes de alejarse para montar a Chimuelo, pues no podían perder tiempo; cada segundo era valioso.

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Alcanzaron a llegar a tiempo a la isla Berserker, pero únicamente para poder reagruparse, pues Johan inmediatamente dividió a su equipo para atacar tanto por el norte como por el sur de la isla. Pero esta vez, Hipo estuvo prevenido, había enviado una carta a las Doncellas Aladas y afortunadamente, estas vinieron a ayudarles.

Para lo que seguía después, ya no hubo necesidad de palabras. El gran día había llegado; la batalla final debía darse en ese momento, así que era hora de vencer o morir como los guerreros que eran.

Tras soltar un grito de guerra, todos corrieron a sus dragones para dirigirse a la batalla, pero en cuanto Astrid estaba por alejarse también, Haddock la interceptó, teniendo un ceño de preocupación en el rostro.

-Astrid, escucha...

-Yo estaré bien, todos estaremos bien- interrumpió hablándole tiernamente mientras lo tomaba por los hombros- Johan y Krogan probablemente tuvieron una ventaja, pero Chimuelo y tú deben encontrar al rey de los dragones primero para protegerlo. Si no, esta guerra durará para siempre y, lo hemos platicado durante mucho tiempo; queremos que nuestros aliados y amigos descansen y vivan finalmente en paz; así como nosotros para pasar el resto de la eternidad juntos- le recordó dándole una sonrisa y entrelazando su mano con la suya- oye, tu papá estaría muy orgulloso de ti si te viera ahora y, yo también lo estoy; has logrado hasta lo inimaginable- añadió antes de acercarse para darle un tierno beso en la mejilla.

Y al separarse, estaba dispuesta a marcharse, pero Hipo no la dejó. La jaló de la mano para acercarla a él y sin previo aviso, le robó un beso en los labios. Aunque, Astrid le correspondió enseguida levantando el pie sutilmente hacia atrás, porque no era una mentira que cada que Hipo la besaba de esa manera, se sentía en las nubes.

Se rodearon en un abrazo mientras seguía el beso y al separarse, la Hofferson se sonrojó ligeramente al notar la mirada tan penetrante que le estaba lanzando Haddock. Una llena de confianza para demostrarle abiertamente todo lo que sentía por ella, pero no se la pudo retener tanto, pues podía sentir como sus piernas temblaban al sentirse tan extasiada.

Se acomodó un mechón detrás de la oreja, además de colocar su mano en el pecho del castaño mientras este le acariciaba distraídamente la mejilla.

-Mejor me voy o harás que me quede aquí- le respondió con una sonrisa nerviosa separándose definitivamente de su tacto- por cierto, me gusta que tomes la iniciativa, te amo Babe.

-Y yo te amo a ti Mi lady- se despidió con una sonrisa al estar mucho más tranquilo con las palabras de su novia.

Sabía que esta no pudo decirle un discurso más largo como siempre acostumbraba, pero aquellas pequeñas palabras, le dieron el impulso necesario para hacer su parte. Y aunque la pareja estuviera separada para hacer frente a la guerra, estarían rezando por el otro para que estuvieran bien.

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La batalla que afrontaron todos los presentes sería de las más épicas que podrían recordar en el futuro. Por un lado, Astrid liderando a los jinetes de dragones, junto a las Doncellas Aladas, pese a acabar con la mayor parte de las flotas enemigas, cuando se vieron acorralados, escucharon un gran rugido, el cual provino del rey de los dragones. Aquel rugido había sido un llamado de auxilio, por lo que, todos aquellos dragones que estuvieran disponibles y cerca sin importar su especie, fueron a ayudar, incluyendo al Ala Titánica; el cual estaba más que recuperado.

Ciertamente esa ventaja tranquilizó a la Hofferson, pues al ser la líder en ese momento, estaba dispuesta a correr los mayores riesgos posibles con tal de asegurarse de que su equipo estuviera a salvo para que ellos llegaran a la victoria. Tanto fue así que cuando un volador destruyó por completo su hacha tras recibir un certero disparo, estaba a nada de recibir otro ataque letal, pero Garf apareció justo a tiempo para salvarla.

Bueno, las cosas resultaron muy bien por ese lado, pero quizá vendría bien no mencionar aquel pequeñito incidente por ahora a su prometido para evitarle un susto de muerte, pensó la rubia.

Y hablando de este, Hipo tuvo que enfrentarse a Johan y Krogan. Fue una batalla con demasiada tensión, sobre todo cuando el castaño se enteró que el rey de los dragones había puesto un huevo. El chico lo protegió hasta el final junto al Furia Nocturna, y su esfuerzo valió la pena, pues Johan fue el primero en caer, debido a que este fue congelado por el ataque del rey de los dragones y Krogan, sencillamente desapareció de la faz de la tierra.

Aunque en realidad, también cayó al haberle fallado a su verdadero jefe; Drago Manodura. Y sobre el huevo del rey de los dragones, las Doncellas Aladas se encargaron de dejárselo a alguien que cuidaría muy bien de él; Valka, la madre de Hipo, pero el desenlace de esta historia no pasaría hasta dentro de unos años.

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Volviendo al presente y final de la batalla, todos celebraron al instante en que se dieron cuenta de que habían ganado, los aplausos no se hicieron esperar y mucho menos el grito de Dagur anunciando que su boda se realizaría muy pronto ahora que ya no tenía nada que se lo impidiera.

Así que mientras los jinetes festejaban su bien merecido triunfo, Astrid corrió a abrazar a Hipo.

-Lo logramos- le susurró con emoción.

-Lo logramos As, finalmente lo logramos- musitó de vuelta abrazándola con fuerza.

-Estoy tan contenta por eso- aseguró mirándolo a los ojos con una sonrisa.

- ¿Estás bien? -le preguntó al darse cuenta que su trenza estaba algo suelta, además que tenía uno que otro raspón en los brazos.

-Sí, descuida; estoy bien.

-Astrid.

-Bueno, mi hacha quedó destruida porque un estúpido volador me lanzó un disparo y para cuando me iba a lanzar el siguiente, Garf me salvó de un golpe duro- le explicó lo mejor posible para que no se alterara.

- ¿Estabas sola?

-No, tenía a Tormenta y cómo te dije, Garf llegó a tiempo.

-Mejor ya no voy a pensar en eso. Hoy nos aseguramos de que ninguno de los dos corriera peligro nunca más.

- ¿Lo dices porque también te pasó algo? -preguntó con la ceja levantada por verlo con ganas de cambiar de tema.

-No...

-Hipo.

-Bueno sí. Johan y Krogan casi consiguen matarme en un par de ocasiones, pero Chimuelo y el rey de los dragones me salvaron.

-Como dices, mejor dejemos ese tema para únicamente enfocarnos en la victoria y en nosotros- respondió abrazándolo.

-Más que de acuerdo- susurró besándole detrás de la oreja- después te hago una nueva hacha- agregó como promesa.

-No es necesario, pero muchas gracias por eso- dijo cariñosa- por cierto, ¿quieres ir a Berk?

-Supongo que es hora...

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Después de que la pareja decidiera partir al día siguiente a Berk, los jinetes le aseguraron al castaño que irían con él, pues era su líder y a donde fuera, le seguirían. Vaya que las palabras de la Hofferson no se les olvidarían fácilmente a partir de ahora.

El viaje fue en completo silencio, pues podían sentir la ansiedad de su joven líder y lo que menos querían era alterarlo, así que cuando llegaron a su viejo hogar, le desearon suerte a Hipo antes de ir a saludar a sus familias, claro, todos salvo Astrid.

- ¿Segura que no quieres ir a ver a tus padres, As? -le preguntó Haddock, quién le sujetaba la mano mientras caminaban a la casa del jefe.

-No, está bien. Dije que iba a venir contigo, además, es muy temprano, seguramente mis padres ni han de estar en casa por haber ido a uno de sus entrenamientos matutinos- respondió tranquilamente- mejor concentrémonos en ti y en tu padre.

-Astrid... no voy a ser capaz de hacerlo, creí estar listo para afrontar la realidad, pero la verdad es que sigo asustado- confesó frenando el andar de ambos.

-Escúchame Hipo, tu padre te necesita, además es un Haddock. Hasta donde sé, son tan tercos de aferrarse a esta vida que solo necesitarían que un dios les hiciera frente para derrotarlos, así que tranquilo. Mantente fuerte para él, te necesita y tú a él. No temas al futuro, es verdad que es incierto, pero no estarás solo pase lo que pase ¿de acuerdo? -dijo con firmeza sujetándolo por los hombros.

-De acuerdo- soltó rendido abriendo la puerta de su hogar.

Al hacerlo, la pareja se encontró con Bocón y Gothi.

-Ah, jefe has vuelto a casa. Escuchamos que ganaste la guerra; así se hace. Estoy seguro que a tu padre le agradará escuchar aquello- mencionó el herrero dándole una palmada en la espalda a su muchacho.

- ¿Cómo está él? -preguntó con cierto temor.

-Pasa, ayer tenía algo de fiebre, pero ya está mejor- volvió a decir Bocón.

Hipo le dio una mirada rápida a su novia y luego de que esta le asegurara que estaría con él, dio un paso al frente.

Entraron a la habitación de Estoico y pese a que seguía estando delicado, se veía bastante fuerte; como el heroico vikingo que era. Hipo se quedó estático en la entrada, pero con unos ligeros empujones de la Hofferson logró sentarse al pie de la cama.

-Quédate un rato con él, yo voy a estar cerca por si me necesitas- le aseguró besándolo en la frente antes de acercarse a la puerta.

-Gracias Mi lady- sinceró dándole media sonrisa que fue de vuelta.

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Haddock observó a su padre dormir cerca de 2 horas en silencio, donde esporádicamente le hablaba sobre lo que había pasado en la guerra, con la esperanza de que le escuchara. Al menos así fue hasta que tocaron a la puerta; donde entraron Bocón, Patón y Astrid.

-Hijo, el consejo necesita de tu asistencia para ver algunas cuestiones ahora que eres jefe- le mencionó el Jorgenson mayor.

-Y hay unos cuantos aldeanos que tienen ciertos problemas, pero puedo ayudarte con ellos- le aseguró su mentor.

El castaño no respondió nada, pues estaba petrificado, aunque no lo demostrara. Así que la rubia, con la calidez que le caracterizaba, se le acercó.

 -Yo me quedo con tu papá, descuida- aseguró tiernamente entrelazando sus manos a las suyas.

-Está bien, no me tardo- prometió dándole un discreto beso en la mejilla antes de mirar a su padre un segundo y salir de la casa junto a los otros dos hombres.

La Hofferson veló por Estoico un buen rato hasta que de repente, empezó a mover la mano.

- ¿Estoico? -preguntó acercándose a él.

Y tras unos minutos más, el pelirrojo empezó a despertar.

- ¿Hipo?

-No, soy Astrid. Hipo está aquí, pero el consejo lo requirió- informó mientras le daba un vaso de agua- ¿cómo se siente?

-Como si mil jacks me hubieran pasado por encima- sinceró reincorporándose en la cama y aceptando el vaso.

-Pero no tan apaleado como para seguir recostado en la cama sin hacer nada ¿verdad? -preguntó la chica conociendo bien a su futuro suegro.

-Y por eso es que me agradas tanto, tú me entiendes- aseguró el hombre en una pequeña risa.

-Hipo dice que en muchas cosas nos parecemos y estoy de acuerdo, somos guerreros ¿qué más quería? -dijo divertida.

-Estoy más que de acuerdo. Por cierto ¿cómo está él?

-Sigo cumpliendo mi promesa que le hice hace unos años, está a salvo. Vencimos finalmente y ahora sí podemos regresar tranquilos aquí a Berk- le informó con una sonrisa.

-Muchas gracias por tu palabra. Y algo así escuché, creo que era Hipo quien me estaba contando algunos detalles de la batalla mientras dormía, pero estoy más que contento de que regresen- aseguró con mucho mejor ánimo- estoy tan orgulloso de él.

-Lo sé y fue lo que le dije antes de la batalla para tomar fuerzas- reveló, obteniendo una sonrisa agradecida por parte del pelirrojo antes de que Bocón entrara a la habitación.

El hombre se alegró de ver a su viejo amigo despierto e inmediatamente Astrid le pidió ir por Hipo. No esperaron mucho cuando este apareció, quién corrió a abrazar a Estoico unos segundos antes de separarse avergonzado.

-Los dejamos solos, seguramente tienen mucho de que hablar- mencionó la Hofferson acercándose a la entrada junto a Bocón, no sin antes revolverle un poco el cabello a su novio tiernamente.

-Vaya que estás enamorado- le dijo Estoico con un toque de burla al chico, quien siguió con la mirada a su prometida hasta que salió de la habitación.

- ¿En serio? ¿Despiertas y lo primero que quieres hablar con tu hijo favorito es sobre mi situación romántica? -preguntó avergonzado.

-Pues sí, es algo que me interesa; eres mi único hijo- soltó sin problemas en una risa.

- ¡Papá!

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Pasando un par de días más, Estoico se recuperó por completo, tomando de nuevo el puesto de jefe de Berk. Así que, teniendo esa gran noticia, el futuro matrimonio Berserker, inmediatamente dio fecha para su boda.

Los jinetes prácticamente ya vivían en Berk, solo les faltaba transportar unas últimas cosas, pero iban a su tiempo, pues aún no querían decirle adiós a la orilla tan de golpe. Así que se concentraron más en prepararse para asistir a la boda que era en unas horas, donde Astrid quería ir usando algo diferente, solo que no sabía qué.

Pero su madre pareció darle la respuesta, ya que en su cama le había dejado una nueva blusa, la cual le bordó para regalársela a modo de bienvenida a Berk. Era perfecta, pues era de color rojo, era hora de cambiar un poco de colores, amaba el azul, pero quería lucir diferente por un rato, pero quizá algún día regresaría al azul.

Se puso su nueva blusa y recordando que Hipo le había pedido que fuera su acompañante oficial por ser el padrino de Dagur, buscó acomodarse mejor la trenza y, además, ponerse de nuevo aquel medallón de compromiso que tanto cariño le tenía.

Se despidió de sus padres con una sonrisa, pues se sentía verdaderamente bonita y mientras alistaba a Tormenta para volar, Hipo se apareció de repente por ahí junto a Chimuelo.

-Buenos días Mi lady.

-Buenos días Babe.

Haddock la analizó de pies a cabeza y dándole una enorme sonrisa, se acercó a ella.

-Luces increíblemente hermosa. Te sienta bien el rojo y por supuesto que ese collar- halagó rodeándola por la cintura.

Astrid se sonrojó ligeramente por sus palabras, pero su corazón latió con fuerza al ver que ahora sí Hipo notaba hasta el más mínimo detalle de algún cambio que tenía y dándole una sonrisa, se paró de puntitas para besarlo con fuerza.

-Astrid ¿tendré una recompensa después por recalcarte lo hermosa que eres? -preguntó divertido.

-Puede ser Hipo, puede ser...- respondió en el mismo tono.

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En el momento en que se estaba realizando la ceremonia, Astrid apreciaba el evento con una sonrisa. Pues sin duda, las bodas eran bonitas y claro que se imaginaba estando un día en ese lugar junto a su castaño; no veía la hora de que pasara.

Mientras que por la mente de Haddock pasaba algo similar, ya que desde que se comprometieron, él quería dar el sí, pero sería paciente. Y mientras Dagur y Mala se colocaban los anillos matrimoniales, Hipo le acarició la mano a su lady con cariño como una especie de promesa indirecta de que algún día ellos estarían celebrando su boda.

Para cuando la ceremonia acabó, comenzó el gran banquete, donde el hidromiel no abandonó las mesas de invitados.

Hipo en todo momento estaba con Astrid y se comportaba tal cual lo haría un esposo con su mujer. No se resistía a abrazarla, acariciarle la mano o mejilla e incluso robarle uno que otro besito de piquito. Y la rubia claramente le dejaba hacerlo, pues ella más que encantada disfrutaba de sus mimos.

Pero llegó un punto en el que la Hofferson empezó a sentirse mareada por tanto hidromiel y el castaño pareció detectarlo, por lo que le prohibió tomar más, ya que sabía que Astrid odiaba las resacas.

-Oye, soy yo por tener tanto alcohol o ¿Patán y Patapez están tratando de conquistar a Brutilda? -le preguntó a su prometido señalando el otro extremo de la mesa mientras tomaba agua, con la esperanza de que su mareo disminuyera.

-No, estás en lo correcto. Parece que sí están tratando de conquistarla- afirmó este con extrañeza mientras disfrutaba de tener a su lady sentada en su regazo, pues así podía abrazarla firmemente- pero, hay algo que no me queda claro, no se supone que Patapez y Heather...

-Me parece que se quedaron como amigos nada más. La verdad no sé mucho sobre el tema, Heather no me habla de eso porque está más interesada en nuestro futuro como pareja, pero si me lo preguntas, yo veo a ambos contentos con su decisión- le interrumpió gentilmente.

-Es lo que he visto. Supongo que ahora es el turno de los demás para buscar pareja, coquetearse, pelear y demás. Porque tú y yo ya estamos más que atados- susurró con una gran sonrisa.

-Pero claro que sí- musitó acercándose a él con la intención de besarlo, pero fue este quien primero hizo el contacto- podemos escaparnos si quieres a las habitaciones de invitados y portarnos un poquito mal- agregó mientras continuaba el beso.

- ¿Estás segura?

-Estoy mareada, más no ebria, Babe- le aseguró con gracia- anda, vayamos a ser solo tú y yo por un rato.

-Me has convencido Mi lady- confirmó ayudándola a levantarse para alejarse de la multitud, además, nadie les extrañaría por un par de horas, pues la celebración estaba en pleno esplendor y seguramente duraría hasta altas horas por la mañana.

Para cuando llegaron a una de las habitaciones, la guerra de besos empezó, pero como ambos lo sabían, no cruzarían los límites que estaban establecidos hasta que fuera el momento adecuado. Solamente disfrutarían del inocente roce de sus cuerpos semidesnudos mientras saboreaban los labios del otro.

Pero, sobre todo, gozarían de la compañía de aquella persona que les dedicaba un "te amo" de la manera más sincera posible, de aquella persona que, sin importar sus defectos, estaría para apoyar al otro, porque, aquella promesa que se hicieron tiempo atrás, perduraría con la misma fuerza hasta más allá del Valhalla...

Siempre serían Hipo y Astrid, siempre.

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Y, así es como esta bella historia concluye ahora sí. La verdad es que mis sentimientos tras terminar de escribir este capítulo estuvieron a flor de piel al recordar como es que años atrás vi el final de la series. Fue una experiencia increíble y, me gustó haberla revivido a manera de estos escritos junto a cada uno de ustedes.

Gracias por todo el apoyo que le dieron a este libro, que a pesar de que todos sabíamos en esencia de que se trataría cada capítulo, no dejaron de leer, votar y comentar. Gracias infinitas.

Como saben, tengo más historias del mundo de HTTYD, si gustan, pueden pasar a leerlas. Para aquellos que siguen mis demás trabajos, los veo allá en las siguientes actualizaciones y para lo que únicamente desean llegar hasta aquí, muchas gracias de nuevo.

Y bueno, para aquellos que se preguntan que como es que me imaginaría el futuro del Hiccstrid y quizá su boda 7u7, podrían darse una vuelta a leer "EL ARTE DE AMAR" aprovechando que apenas empieza, ya que podría decirse que la historia en una "especie de continuación" ya que se desarrolla cerca del final de HTTYD 3. 

Pero bueno, no me queda nada más que decir que, hasta siempre ;)

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