Capítulo 12 "Lado ciego"
Tengan preparada su botanita que este capítulo será de los más largos en este libro, disfrútenlo y que viva el amor UwU.
.
POV. Normal
¿Qué era lo mejor que se podía hacer en un día libre para no tener que pensar en los sentimientos románticos hacia alguien? fácil, entrenar a un dragón.
Al menos para Hipo le resultó ser un excelente plan, ya que, después de todo, al no tener nada que hacer, le seguía dando vueltas una y otra vez al mismo asunto que le atormentaba desde hacía mucho tiempo.
Y ese asunto se llamaba Astrid.
No paraban de atravesar por muchísimas cosas que ponían en peligro sus vidas a diario y lo más tormentoso para él era que se estaba haciendo todavía más cercano a ella. Cada vez el apoyo que le brindaba era más íntimo y, dado todos estos factores juntos, caía cada vez más enamorado.
-Hipo, creo que va siendo hora de pensar en la posibilidad de que el Triple ataque no puede entrenarse- le mencionó la rubia, quién había aceptado gustosa la invitación de entrenar con él.
-Estamos progresando, hay que encontrar la forma de que pelee con nosotros y no contra nosotros- aseguró mientras blandía su espada.
¿Qué? nadie podía culparlo de que hubiera invitado a Astrid a entrenar con él. Una cosa era que no quisiera pensar en lo enamorado que estaba de ella y otra que no deseara pasar más tiempo a su lado.
-Vamos, hemos entrenado cosas peores- recordó el castaño con gracia, pues el dragón que tenían delante había sido entrenado para pelear y matar toda su vida.
Y desde que lo rescataron de la subasta de Viggo, Hipo quiso redoblar esfuerzos para que viviera de manera pacífica.
-Hipo, Patán no cuenta- soltó la rubia con humor.
El chico rio internamente por su comentario y solo atinó a sonreír, su lady era todo un caso.
-Tendré que recordar eso Astrid- comentó Patapez de repente llegando a donde ellos.
-Patapez ¿qué te trae por aquí? -preguntó la Hofferson.
-Los gemelos y Patán acaban de regresar de su patrullaje. Se acercan múltiples tormentas; necesitamos asegurar toda la orilla- informó el chico rubio.
-Muy bien, aún tenemos cosas que hacer; vámonos- mandó el castaño dándole una mirada rápida al Triple ataque.
Ya tendrían otra oportunidad para entrenarlo.
.
La tormenta los había alcanzado bastante rápido, pero al tener como encargada de la seguridad de la orilla a Astrid, las tareas se realizaron de manera ágil y eficiente.
- ¿Cerraste la puerta principal? -le preguntó la Hofferson a Patapez una vez que el resto le aseguró que realizaron sus actividades.
-Claro, aunque siempre hay una primera vez para no estar seguros en lo que hacemos y...- comentó el chico con nerviosismo.
-Iré a ver- dijo la rubia por último antes de echar a correr, al ver que el jinete del Gronckle no tenía certeza de haber realizado su labor correctamente.
-Astrid ¡espera! -gritó Hipo al verla irse.
¿Qué debía hacer? seguirla por supuesto, tenía que asegurarse que estaría bien.
Cuando Astrid corrió por toda la orilla para asegurar las puertas, se dirigió al establo. El último lugar que faltaba por ser revisado. Pero, en el instante en que llegó, un rayo cayó en el techo, lo que ocasionó que la madera comenzara a incendiarse.
La rubia no perdió tiempo para sacar a los dragones, con la intención de llevarlos a otro sitio donde estarían a salvo, pues, a simple vista podía deducir que el techo podía colapsar en cualquier instante.
Y después de detenerse a ayudar a un Terrible terror, corrió a la entrada. Aunque lo que jamás se esperó fue que un rayo caería a dos pasos delante de ella, y de la fuerza que este llevaba, cegó por completo su visión, además de arrojarla lejos.
Al darse contra el suelo, cayó inconsciente.
-¡¡Astrid!! -gritó el castaño con desesperación, llegando al lugar.
Había decidido montar a Chimuelo para buscar a la rubia, pero lamentó haberse tardado tanto, pues su corazón latió con fuerza al verla inconsciente y llena de hollín.
La miró con preocupación antes de comenzar a levantarla, pero en un momento dirigió la mirada al techo, donde se percató que había comenzado a desplomarse. Cuando parte de la estructura iba a caerles encima, protegió a la rubia con su cuerpo para esperar el impacto, pero Chimuelo derribó la estructura con una bola de plasma.
Al tener el camino despejado, Hipo logró poner a Astrid de pie y con dificultad, salieron del establo. Una vez que estuvieron relativamente fuera de peligro, la acomodó mejor en sus brazos; cargándola al estilo nupcial.
-Astrid- susurró con temblor en su voz, pero como no obtuvo una respuesta, se subió en Chimuelo para ir con el resto de los jinetes.
.
Cuando entraron al refugio donde permanecía el resto, acomodó con muchísimo cuidado a Astrid sobre el suelo, sin quitarle la mirada de encima.
- ¿Qué pasó? -preguntó Patapez horrorizado.
-No lo sé, la encontré así; el establo colapsó- atinó a decir el castaño.
Y después de que el resto de jinetes arrojaran comentarios sin importancia para el castaño, pues lo único que le preocupaba era la rubia, esta comenzó a despertar.
-Hipo...-llamó la chica débilmente, a lo que el mencionado se le acercó enseguida.
-Estás bien, estás bien. Aquí estoy contigo- musitó Haddock de manera tranquila.
- ¿Dónde? es que no te veo- preguntó comenzando a preocuparse de no ver más que oscuridad- ¿por qué está tan oscuro aquí? -agregó intentando enfocar la mirada en búsqueda de luz, la que fuera.
-Ehh, no lo está Astrid- informó con pesar, empezando a darse cuenta que ocurría.
Astrid comenzó a entrar en pánico después de eso.
-Astrid- intentó tranquilizarla acercándose a ella, pero esta se alejó, pues se había puesto de pie para empezar a caminar.
-Hipo, Hipo... no puedo ver a ninguno de ustedes. Alguien diga algo- pidió empezando a hiperventilar y mirar a todas partes.
Aunque al hacerlo, se golpeó la pierna por culpa de un pequeño banco de madera. Hipo hizo un amago de detenerla para que no se lastimara, pero los nervios de Astrid podían más en ese momento.
-Ehh tu cabello se ve muy bien considerando el fuego, la tormenta, los escombros- soltó Brutacio sin saber que más decir.
Astrid había empezado a sentir un temor enorme, tanto que se llevó una mano al pecho y otra a su cabeza. No podía creerlo, ¡¡se había quedado ciega!!
Hipo se acercó con precaución a ella por la espalda y siendo cuidadoso, la tomó por los hombros con cariño.
-Oigan, déjenme hablar con ella... a solas- pidió al resto de los jinetes y haciendo especial énfasis en lo último para que les dieran privacidad.
Una vez que los jinetes se retiraron, Hipo guio a Astrid con cuidado hacia atrás para que se sentara.
- ¿Qué me está pasando? -preguntó la chica sin ocultar el miedo en su voz.
-Sea lo que sea, debe ser temporal- respondió el castaño a modo de reconfortarla- ¿recuerdas cuando Cubeta perdió la vista? la recuperó.
-Y ahora usa una cubeta de metal en la cabeza permanentemente- continuó desanimándose más.
-Cierto. Todo lo que digo es que... ay Thor ¿qué estoy diciendo? -comentó torpemente al ver que, al tratar de ayudar a su lady, estaba empeorando las cosas.
-Sé lo que tratas de hacer y te lo agradezco, de verdad- comentó en un suspiro estirando la mano para intentar sujetar la suya, pese a no saber dónde estaba.
Hipo, al ver su acción, acercó sus manos para aprisionar la de ella con cariño. Además de jalarla sutilmente para acercarla a él antes de volver a hablar.
-Mira, cuando baje la tormenta, volaremos a Berk para ver a Gothi; ella podrá ayudarte. Mientras tanto Astrid, tienes que descansar.
-No, no, debemos ir por Tormenta.
-No te preocupes ahora por eso- pidió sujetándola por las manos antes de guiarla hacia el suelo para que se recostara y descansara.
Al lograr su cometido, la rubia sintió mucho pavor al pensar que estaba sola.
-Hipo ¿sigues aquí?
-Sí As... aquí estoy.
- ¿Chimuelo y tú se quedarán hasta que me quede dormida?
-Claro, no iremos a ninguna parte- aseguró con una mirada que transmitía ternura, algo que claramente no notaría Astrid.
Chimuelo optó por acomodarse cerca de Astrid para trasmitirle calor y cuando la rubia cerró los ojos, se sintió extraña, pues no sintió esa ausencia de luz a la que estaba acostumbrada.
Y de tan desenfocada que estaba, buscó la mano de Hipo. Este la acercó dispuesto y la Hofferson la apretó sin pensarlo. Astrid ya no sentía ninguna clase de vergüenza en expresarle al castaño que tenía miedo, al contrario, cuando lo hacía se sentí más fuerte y protegida.
Para cuando cayó en los brazos de Morfeo, el agarre en su mano, se aflojó.
Y al saber que Astrid estaba dormida, sin temor alguno, Haddock le dio un pequeño beso en la cien antes de pararse con mucho cuidado para ir por un paño húmedo. Con el fin de poder quitarle el hollín.
Mientras hacía tal labor, sonrió con tristeza. Jamás había visto esos ojos azules tan asustados y, él era el primero en desear que Astrid se recuperara y volviera a ser la misma. Así que rogó a los dioses porque escucharan sus plegarias, pero mientras estuviera vulnerable, él la cuidaría en todo momento.
No la dejaría sola bajo ninguna circunstancia.
Al dejarle el rostro sin ninguna mancha, no pudo evitar pensar en que, si algo peor le hubiera pasado, se habría desmoronado por dentro. Ya no soportaba más esa situación donde tenía que ocultar cierta preocupación por ella, dado que, si mostraba sus reacciones naturales, se notaría su interés amoroso.
Ya no podía ocultar su amor; estaba locamente enamorado de ella y debía decírselo. No, necesitaba decírselo. Quería estar a su lado en las buenas y en las malas, quería poder ser ese confidente que la conociera en su peor y mejor momento. Soñaba con tener esa libertad de decirle: "por favor, no hagas esto. Me preocupo por ti porque te amo..." quería poder abrazarla y besarla. Quería tantas cosas que, su corazón y cabeza finalmente estuvieron de acuerdo en algo.
Debía decirle a Astrid Hofferson que la amaba.
.
A la mañana siguiente, Astrid abrió los ojos con cuidado y con la esperanza de que su vista mejorara, pero al no ver nada, se decepcionó.
Se levantó con mucho cuidado para poder dirigirse a la salida. Aunque mientras llegaba hasta allá, tropezó y se cayó varias veces.
Cuando sintió la brisa golpear su rostro con delicadeza, se sentó a la orilla del refugio. Pese a no poder ver, sabía que el cielo estaba nublado, debido al olor de la tierra mojada y a que no sentía nada de calor en su piel.
Se quedó ahí inmóvil, pensando en la nada. No quería perder las esperanzas, pero realmente le afectaba el no poder ver; se sentía inútil.
-As...- llamó Hipo de repente, tocándole el hombro.
Pero dado a que Astrid estaba distraída, dio un brinco que ocasionó que se pegara en el codo.
- ¡Auch!
-Perdón Astrid, no quise asustarte- mencionó con culpa sentándose a su lado.
-No, descuida; estaba distraída.
-Vamos adentro, hace frío y, es hora de saber qué haremos hoy.
La Hofferson soltó un largo y pesado suspiro.
-Dame solo 5 minutos aquí afuera, por favor.
Haddock aceptó lo que pidió y después de estar por ese tiempo en silencio, la ayudó a entrar al refugio y una vez que Brutacio intentó inútilmente hacer un examen para saber si la vista de Astrid había mejorado, esta lo frenó.
-Chicos, dejen de preocuparse por mí. Debemos encontrar a nuestros dragones, todavía están allá afuera- mencionó la rubia de brazos cruzados.
-Tiene razón chicos, debemos encontrarlos antes de la siguiente tormenta- indicó el líder antes de acercarse a la chica- no te preocupes, Chimuelo y yo encontraremos a Tormenta.
- ¿¡Qué!? ¿Me vas a dejar aquí? no, no lo creo. Yo voy contigo.
-Lo siento, no es una opción- aseguró con el ceño fruncido.
-Escucha, ciega soy más eficiente que muchos jinetes que no nombraré- reclamó con ligera molestia.
-Astrid, no hay forma de que vueles en tu condición. Así que lo siento; como líder, di mi última palabra- cortó sin más la conversación, seguro de que había hecho un buen trabajo siendo estricto y firme.
Pero Astrid puso un semblante realmente furioso antes de sonreír maliciosamente.
-Con que tu última palabra...ehh.
.
El resto es historia. Pues Hipo iba con un semblante de derrota al tener que "cambiar" su orden anterior. Ya que Astrid viajaba junto a él y Chimuelo cómodamente y con una sonrisa de victoria.
-Recuérdame no dar mi última palabra de nuevo- pidió Haddock al Furia Nocturna en un susurro.
-Aún puedo oírte Hipo. Estoy ciega, más no sorda- respondió la chica, quién apenas se sujetaba de su cintura.
¿Por qué? sentía mucho nerviosismo el tocar a Hipo sin poder ver su reacción. Y, al no poder ver sus facciones, sentía que podría revelar de alguna manera sus sentimientos, por lo que mejor se anduvo con cuidado. Ahora que estaba vulnerable, no podía mostrarse de otra manera.
Pero mientras pensaba todo esto, Chimuelo hizo un movimiento que la sacó de su centro de equilibrio, lo que ocasionó que se fuera hacia atrás, pegando un grito. Hipo, reaccionó de inmediato tomándola de la cintura con una sola mano.
- ¡Wow, wow! cuidado, tienes que sujetarte- pidió con calma ayudándola a regresar a su postura anterior, pues esta se había sujetado del brazo que él tenía en su cintura para no caerse.
-Lo siento- dijo con culpa, empezando a sentirse como una carga.
-No te disculpes. Lo cierto es que me alegra que estés aquí, tenía mucho que no volábamos juntos- se animó a decir con una sonrisa.
No tenía todo el valor aún para declarar sus sentimientos, así que iría de a poco. También lo hizo así estratégicamente para saber si la Hofferson sentía lo mismo o solo lo veía como su amigo.
Pues de ser la segunda opción, seleccionaría otra forma de poder expresar su amor.
Astrid al escuchar sus palabras, se abrazó a su cintura con cariño mientras cerraba los ojos y sonreía para enfocarse únicamente en disfrutar del viaje. Pues aquel comentario le trajo muchos recuerdos hermosos.
Especialmente el de aquel primer vuelo que tuvieron juntos.
Hipo al sentirla abrazada a él, quitó su sonrisa para poner una cara de asombro. Pero casi de inmediato, la vio de reojo antes de sonreír con timidez.
¿Sería posible que ella...? sus sentimientos estaban a flor de piel, ya que jamás olvidó aquel abrazo que la rubia le dio mientras volaban por todo Berk cuando ella descubrió a Chimuelo. Ese día su corazón latió con fuerza y, justo ahora se sintió como aquella versión suya de 15 años que tenía un amor platónico por la vikinga.
Solo que esta vez era diferente, ahora estaba enamorado de todo lo que representaba Astrid. No solo de su físico, sino también de su interior.
.
- ¡Tormenta! -gritó la chica con fuerza por quinta vez.
Hipo había optado por que siguieran buscando a pie, así que cuando apenas tocaron tierra, Astrid caminó en búsqueda de su Nadder.
-Ok, estoy pensando que con lo asustadizos que son los dragones, probablemente quisieron alejarse lo más posible de la tormenta. Así que si seguimos la corriente hacia la playa...- empezó a sugerir al ver la desesperación de la rubia, sin embargo, esta le interrumpió gentilmente.
-No, conozco a mi dragón, Hipo. Tormenta se preocupa más por mí, que por ella misma. Lo que significa que tratará de regresar a la orilla corriente arriba.
Y dicho eso, corrió muy confiada de donde estaba. Aunque, claramente no lo pensó muy bien, puesto que, al apenas dar dos pasos, se tropezó con una gran roca.
La caída daba a que iba a ser muy fuerte, pero Hipo actuó de manera rápida.
- ¡Astrid! -gritó mientras se abalanzaba sobre ella para salvarla del golpe.
Le rodeó la cabeza con una de sus manos, mientras que con la otra la sujetó de la cadera. Cuando cayeron al piso, él quedó encima de ella, además de que sus respiraciones se volvieron agitadas.
Aunque era evidente que la de él era mucho más, pues, la posición en la que se encontraban, no era precisamente una que no lo pusiera nervioso.
- ¿Es-estás bie-en? -preguntó en un tartamudeo.
-Es-estoy bien- respondió extrañada por sentir a Hipo tan cerca.
No es que se quejara, pero al no saber realmente como la miraba, le desconcertaba... ¿sería que trataba de decirle algo?
Intentó descifrar su sentir a través de su cuerpo, ya que, si con la vista o el oído no podía hacerlo, talvez con los movimientos corporales podría tener algo.
A Hipo se le olvidó el mundo entero en ese momento, pues aun estando encima de ella y a milésimas de su rostro, sonrió enternecido. Astrid Hofferson estaba más que hermosa. Tenía que decirle algo más con respecto a cómo se sentía, pues al no verla incómoda o queriendo ponerse de pie, le estaba dando a entender que no le disgustaba su cercanía.
-Probablemente deberíamos irnos...- mencionó sutilmente la rubia ante el silencio que se formó.
-Sí, sí. Eso es exactamente lo que iba a... vámonos- atinó a decir torpemente soltándola y poniéndose de pie para después ayudarla.
Así que, mientras Hipo le ayudaba, sonrió discretamente, ya que, no era común escuchar a Hipo tartamudear y sentir como movía las manos de manera nerviosa. Al menos no ahora, hace tres años lo hubiera visto normal, pero no en el tiempo actual.
Algo tramaba Haddock y lo intuía más porque la estaba tocando más de lo común. Fingiría que no sabía nada para ver hasta donde llegaba.
Al estar de pie, Astrid pareció escuchar algo, agudizó el oído y, pudo reconocer que era Tormenta.
La Nadder se le acercó estando feliz de verla, pero mientras Tormenta restregaba la cabeza contra la de su jinete, detectó un ruido.
-Hipo, arriba de ti- alertó al agudizar de nuevo su oído.
Haddock miró hacia donde indicaba la chica, y al hacerlo, se topó con el Triple ataque. Este no parecía estar en calma, sino todo lo contrario, estaba en un estado salvaje.
Hipo corrió rápidamente hacia la rubia y, tomándola por la cintura, la alejó del campo de batalla, pues el Triple ataque estuvo a nada de hacerle daño.
-Astrid, a tu derecha hay una formación de rocas, escóndete por favor- gritó desde lejos.
- ¿Esconderme? no voy a esconderme- respondió la mencionada claramente ofendida antes de correr hacia donde creía estaba Tormenta.
-No va a esconderse, ¿qué estaba pensando? es Astrid- dijo para sí mismo antes de correr hacia Chimuelo.
.
Para mala fortuna de Astrid, las cosas no salieron como ella deseaba. Tormenta no se dejó montar e Hipo le suplicó que se escondiera, pues no podía enfrentarse al Triple ataque si se estaba preocupando por su seguridad.
Y esta a regañadientes, aceptó esconderse. Pero mientras pasaba la pelea, no pudo sentirme más inútil.
Lo que algún día fue Astrid Hofferson, se había ido. Sentía inmensas ganas de llorar y después de que se le bajara la adrenalina, mezclada con el enojo y frustración de no poder intervenir en la pelea, se quedó pensando en cómo su vida había cambiado tan drásticamente.
Y para cuando el combate cesó, escuchó el sonido de la pierna de metal de Hipo acercándose lentamente.
-Ok, vamos a regresar a la orilla antes de que esa cosa regrese.
Astrid al escucharlo, se levantó y caminó sin decir una sola palabra hasta Chimuelo.
-Ehh, no Astrid, ese es Chimuelo ¿no quieres ir en Tormenta? -preguntó sutilmente al ver que su estado de ánimo había bajado.
-Creo que dejó en claro que no quiere que la monte- expresó con un nudo en la garganta, pues claramente la situación le estaba ganando.
-Astrid, Tormenta te estaba protegiendo; no te quería en esa pelea. Es muy lindo si lo piensas- trató de animar, pues era verdad lo que decía.
-Me cuesta trabajo encontrar algo lindo en todo esto- admitió soltando un suspiro de frustración mientras caminaba al lado opuesto, donde le esperaba la Nadder.
Haddock, al entender que pasaba, se acercó deprisa por detrás para sujetarla del antebrazo.
-Escucha, obviamente ni siquiera puedo imaginar lo que esto debe ser para ti. Bueno, eres Astrid; eres fuerte, eres invencible.
La chica al escucharlo, soltó un sonido de burla mezclado con aire de derrota.
-Ya no más, la Astrid que conociste, jamás será la que tienes delante- sinceró girándose para tenerlo de frente- ¿qué tal si así acaba, Hipo? ¿qué tal si el resto de mi vida es así? ¿qué pasará? -agregó con temor.
-Lidiaremos con eso- aseguró tomándola por los hombros- el que no veas, no te hace inservible.
-Es exactamente cómo me siento, ahora no soy más que una carga- dijo derrotada, agachando la mirada.
-Astrid, tú y yo hemos pasado de todo juntos ¿no crees que podamos manejarlo? -empezó a decir mientras bajaba la mano por su brazo hasta llegar a la de ella y sujetarla con cariño, además de acariciársela- Astrid, me tienes a mí; sin importar nada. Ok, lo que sea que signifique, lo que tú quieras que signifique; estoy contigo. Siempre será Hipo y Astrid; siempre...
El castaño pensó que aquel discurso era un total paso a su corazón, pues pese a lo que él sentía por ella, dejaría que fuera Astrid la que tomara la decisión de lo que serían a partir de ahora. La amaba por sobre todas las cosas y por eso mismo, la cuidaría hasta su último aliento.
No importándole que ella le pidiera que fueran solamente amigos o lo que su cabeza siempre deseó; una pareja, ser novio y novia.
Y de tan centrado que estaba en esa última idea, se inclinó despacio mientras empezaba a cerrar los ojos.
Chimuelo mientras tanto, estaba asombrado, como pensando: al fin se animó a decirle, ya me había hartado que solamente se quejara de que no podía besarla.
Todo estaba saliendo perfecto. Hipo iba a besar por primera vez a Astrid; por primera vez iba a tomar la iniciativa y de repente, todo se arruinó.
- ¿Escuchaste eso? -preguntó Astrid de repente, interrumpiendo a Hipo y haciendo que abriera los ojos como plato mientras Chimuelo hacia una cara de disgusto.
Como diciendo: ¿quién osó interrumpir al Hiccstrid?
Se apartó nerviosamente al pensar que Astrid lo había descubierto; su corazón latió con mucha fuerza, se quería morir allí mismo... ¿lo había arruinado todo?
.
Bueno, no, no lo había arruinado. Astrid al perder la vista, empezó a agudizar aún más su oído, por lo que detectó que el Triple ataque estaba justo detrás de Hipo.
Alcanzó a alertarlo y luego de que este la alejara nuevamente del dragón sujetándola de la cintura, se dio un segundo para pensar... ¿Hipo acababa de declarársele indirectamente?
Justo ahora no podía razonar correctamente y el no ver no le ayudaba en nada, pero de lo que sí estaba segura es que cuando Hipo acabó de decirle aquellas palabras tan bonitas, sintió su respiración muy cerca.
El castaño era más alto que ella por casi una cabeza como para que su respiración le diera de lleno en las mejillas, ¿acaso se había inclinado? ¿acaso se había inclinado para besarla?
¡Ahjj! como odió que el Triple ataque los hubiera interrumpido, quería acabar ya mismo con ese asunto para hablar con Hipo, ya que estaba muy confundida.
No quería ilusionarse ante la idea de que, finalmente le pidiera ser su novia, sin estar segura. Pues, podría haber malinterpretado sus palabras y eso, es lo que menos quería.
.
Para cuando Astrid logró descifrar el modo de entrenar al Triple ataque, se sintió de maravilla. Talvez Hipo tenía razón; podría superar este obstáculo y seguir siendo la misma.
Pero, aun así, quiso mantener la fe en que volvería a recuperar la visión.
Y después de que el Triple ataque calmara su instinto agresivo, pudieron regresar a la orilla.
Astrid logró llegar a su cabaña teniendo todavía algunos tropiezos, pero lo hizo por su propia cuenta. Al entrar, tanteó su escritorio con delicadeza, empezando a memorizar las cosas que había sobre este con simplemente el tacto.
Así siguió pasando las manos por todas sus pertenencias hasta que, se topó con una mano. Se sobresaltó enseguida, pues pensaba que estaba sola, pero al agudizar el olfato y de acariciar un poco aquella mano, supo quién era.
-Ya no tienes que vigilarme; ya llegué a mi cabaña, Hipo- mencionó con una sonrisa.
-Lo siento, solo me estaba asegurando- dijo con nerviosismo- y amm, venía a decirte que, ahorita está lloviendo mucho como para volar y...
-Lo entiendo, tranquilo. Tienes que ir a descansar- pidió mientras le sujetaba la mano con cariño.
-Lo haré. Mañana voy por Gothi, te lo prometo; soy el primero en querer que te sientas feliz de nuevo.
-Gracias- susurró antes de tantear con cuidado hasta encontrar su cuello.
Y sin decir nada, lo abrazó. Hipo le devolvió el gesto de inmediato mientras sonreía al ver que Astrid no se había incomodado con él a pesar de todo lo que había pasado en la tarde.
- ¿Quieres que me quede hasta que te quedes dormida? -susurró con cariño.
- ¿No te molesta? -preguntó con pena.
-Jamás- aseguró separándose del abrazo para tocar con ternura su mentón.
.
Hipo había salido al alba para traer a Gothi a la orilla y de tan apurado que hizo el viaje, llegó antes de que inclusive Astrid despertara.
-As- musitó para no despertarla de golpe.
La chica gruñó levemente antes de abrir los ojos y, aunque no pudiera ver nada, sabía que el castaño estaba sonriéndole.
-Hola Hipo- saludó sonriente.
-Es hora, Gothi ya está aquí.
Después de avisarle, el castaño llevó a Gothi a la cabaña de la rubia.
Mientras la mujer preparaba todo lo que necesitaba, Hipo se puso a rezar a los dioses porque Astrid se recuperara. Esta le había sujetado la mano en lo que esperaba a que Gothi interviniera y cuando la mujer indicó que haría "su magia", el chico se apartó.
Para cuando la mujer hizo lo que estuvo en ella, vendó los ojos de la rubia. Esperaron por unos minutos y cuando fue hora de retirar la venda, en un principio, la visión de la rubia estaba nublada, pero conforme fue parpadeando, empezó a ver luz, además de lograr enfocar los objetos.
Parpadeó unas cuantas veces más y sonrió con fuerza cuando su visión volvió por completo.
-Astrid ¿me estás...?
- ¿Viendo? sí, eso parece- completó con alegría.
Haddock soltó un gran suspiro de alivio al escucharla.
-Gracias Gothi- le mencionó a la mujer.
Y antes de poder decir algo, la rubia lo abrazó con mucha fuerza; estaba sumamente feliz. Y él, no podía sentirse más dichoso.
Para cuando la emoción de Astrid bajó, acompañó a Hipo a Berk para regresar a Gothi a casa y cuando llegaron de nueva cuenta a la orilla, ya había caído el atardecer.
-Extrañé ver la luz, quiero ver el atardecer ¿me acompañas? -preguntó la Hofferson tímidamente.
-Claro As.
Los chicos decidieron sentarse al borde de la rampa que tenía el establo de los dragones mientras Chimuelo y Tormenta se disponían a corretearse juguetonamente.
Se quedaron en un silencio cómodo pensando en todo lo que había pasado y para sorpresa de la rubia, Hipo fue el primero en romper el silencio.
- ¿Estás segura de qué te sientes bien?
-Estoy bien Hipo, puedes dejar de preocuparte por mí ya.
-Yo nunca dejo de preocuparme por ti; así es como es- aseguró dándole una pequeña sonrisa.
-Sí, sí; supongo que es igual para mí- respondió devolviéndole el gesto.
Después de eso, el castaño se acercó más a ella y, Astrid le dio un golpe juguetón en cuanto sus hombros chocaron. Y cuando él se quejó por el golpe, ella rio suavemente.
Al tenerse hombro a hombro y con sus manos rozándose, Astrid se animó a preguntar lo que más deseaba desde el día anterior. Como pensó anteriormente, la razón por la cual decidió esperar fue que quería verlo a los ojos; no quería estar a ciegas para ese gran momento de su vida. Fuera cual fuera el resultado.
Saber de una vez por todas si y el siempre será Hipo y Astrid podían vivirlo siendo pareja.
-Oye ¿puedo preguntarte algo?
-Sí, claro.
-Amm, en el boque, cuando estábamos... bueno, ya sabes...
- ¿Sí? -preguntó con curiosidad, aunque los nervios le hubieran comenzado a invadir.
- ¿Estabas a punto de besarme? -preguntó sin más.
Hipo al escucharla, se quedó sin aire y apartó la mirada avergonzado.
- ¡Oh! así que lo sentiste- atinó a decir riendo con nerviosismo- bueno, pude haberlo hecho.
-Bueno ¿por qué no lo hiciste? -preguntó con una sonrisa pícara, dejándole a entender que, no le habría molestado que lo hiciera.
-Oh, oh... bueno, no era perfecto. Y siempre he pensado que, si alguna vez pasa, y sí lo he pensado mucho, tiene que ser perfecto- sinceró intentando por todos los medios no tartamudear al por fin ir revelando lo que pensaba desde hacía tiempo.
Astrid rio dulcemente antes de mirar al atardecer un momento para enseguida volver a mirarlo con cierta coquetería.
-Pues ahora es perfecto para mí.
-Sí, sí. Supongo que lo es- admitió respirando profundamente antes de armarse de valor y mirarla a los ojos.
Le sonrió antes de inclinarse lentamente a la vez que cerraba los ojos, mientras que esta sonrió nerviosa y antes de que el castaño tocara sus labios, cerró los ojos igualmente.
Una vez hecho el contacto, el fuego en el interior de ambos se encendió. ¡Dioses! tres 3 años en los que no habían probado los labios del otro.
Pero valió la pena, el momento no se podía describir; era algo único. Y una vez que se separaron, se sonrieron como los tontos enamorados que eran.
Se ruborizaron y optaron por abrazarse mientras disfrutaban del atardecer.
-Entonces... ¿sí te gustaba? -preguntó la Hofferson tomando su mano para jugar con ella.
-Estuve enamorado de ti por mucho tiempo- le aseguró Haddock con gracia- me lo negué incontables veces porque no quería arruinar lo que estábamos construyendo, pero, mi corazón era muy traicionero y, desde que pasó lo del azote de Odín, yo...
De repente, calló antes de apartar la mirada.
Astrid, quién tenía la cabeza recargada en su hombro, se enderezó para intentar conectar miradas.
-Hey- llamó tomándole por el mentón.
-Perdona, es que, me has hecho pasar por tantos sustos de muerte que cada vez fue más fuerte el sentimiento de culpa de no decirte nada. De hecho, nunca lo supiste, pero esa vez que enfermaste, yo, me declaré...
- ¿Cómo? ¿Y por qué no me lo dijiste? -preguntó con asombro.
-No lo sé, apenas acababa de comprender en su totalidad que estaba enamorado de ti y, el miedo por perderte, me hizo callar. Después llegaron más problemas y las cosas se complicaron hasta que llegamos a esto.
- ¿Y qué fue lo que te hizo querer actuar?
-El verte en ese estado poco común- respondió con simpatía- quería dejarte en claro que me ibas a tener para toda la vida, de la forma que fuera. No importando si como amigo o algo más, quería dejarte en claro que ibas a poder hacer todo lo que quisieras junto a mí.
-Pues funcionó. La verdad es que jamás te dije nada por mi cobardía... después de haberte besado años atrás y no obtener una respuesta o reclamo por tu parte, me hiciste dudar, aunque también me costó aceptar por mucho tiempo que me gustabas; me lo negaba en todo momento. Además, conforme a los años, nos fuimos haciendo un equipo verdaderamente fuerte y no quería arruinarlo. Aunque, las ocasiones que estuve cerca de la muerte, de las primeras cosas que se me venían a la cabeza era que ya no iba a poder decirte que estoy enamorada de ti...
- ¿Tú enamorada de mí? -preguntó con cierto asombro en su voz.
-Sí Hipo, estoy enamorada de ti, pensé que había quedado claro con el beso que nos dimos- contestó rodando los ojos con diversión- como te decía, ¿por qué crees que últimamente te abrazaba más seguido? era mi manera de poder tenerte más cerca, sobre todo para terminar de aclarar mis sentimientos por ti y, con lo que acababa de pasar, los confirmé en su totalidad, quiero estar contigo.
- ¿Entonces ya no hago la pregunta formalmente?
-Hazla, me dejaste esperando por mucho tiempo- demandó divertida.
-Astrid, Astrid Hofferson... ¿te-e gustarí-ía salir con-conmigo? -preguntó torpemente, tanto que, se golpeó el rostro por la vergüenza- no es posible que sea líder de los jinetes, dé ordenes, dirija estrategias de combate mientras nuestros enemigos intentan matarnos y haga tratos hablando como todo un profesional y me vea tan estúpido haciendo una simple pregunta; perdón Astrid, esto no es perfecto en lo absoluto.
-Tienes que dejar de ser tan dramático Hipo Haddock, esto es más que perfecto para mí. Y claro que acepto salir contigo- mencionó con amor antes de tomarlo por la nuca para acercarlo a ella y con eso, poder besarlo.
Hipo abrió los ojos con sorpresa, pero le correspondió gustoso... dioses, sus besos sabían mejor a como los recordaba.
Al separarse, unieron sus frentes cariñosamente.
- ¿Puedo hacerlo ahora? -preguntó este tímidamente.
- ¿Hacer qué?
-Besarte.
-Desde luego, acércate- susurró pasando los dedos por sus labios distraídamente.
Haddock la tomó por el mentón antes de acercarla a él. Le acarició la mejilla y la besó sin más después de eso. Astrid sonrió entre el beso y cuando Hipo la abrazó por la cintura, ella pasó una mano por su cuello.
Mientras seguían besándose, Astrid terminó sentada a horcajadas sobre él.
Las manos de ambos aún eran demasiado tímidas para explorar el cuerpo del otro, por lo que se quedaron fijas en un punto. Las de él en su cintura y las de ella en su cuello.
Pero eso no quitaba el hecho de que sus bocas hubieran comenzado a conocerse.
Al quedarse sin aire, se separaron jadeando. Se miraron a los ojos antes de abrazarse con fuerza.
-No sabes cuánto deseé este momento. Quería estar así contigo- susurró la rubia tiernamente en su oído.
-Y yo también, no sabes cuánto deseaba poder abrazarte sin razón alguna- musitó de vuelta mientras la estrujaba más contra su pecho- pensé que habrías notado mi deseo, ya que siempre que te abrazaba, eras a la única que sujetaba por la cintura y que no me separaba hasta pasando un buen rato.
-No lo noté, pero, entonces así es como será nuestra vida a partir de ahora... ¿siempre? -preguntó mirándolo a los ojos mientras le sonreía enormemente.
-Siempre- aseguró con alegría antes de volver a unir sus labios a los de ella.
Era muy rápido para decirlo, pero los labios del otro les estaban resultando bastante adictivos.
Pasaron el resto del día entre risas, besos, pequeñas caricias inocentes y palabras de todo lo que habían estado ocultando por el otro. Y después de que se contaran todo, les resultó hasta algo tonto haber tenido tantas inseguridades en lo que a su relación se refería, ya que pudieron haber estado juntos desde muchísimo antes.
Y más porque desde la perspectiva del otro, habían sido "muy obvios" con sus sentimientos, pero al parecer no fue así. Ya que ninguno notó las acciones que hacía el otro por intentar estar más tiempo juntos o probar sus teorías de que pudieran ser más que mejores amigos.
Pero, estaban de acuerdo en que las cosas siempre pasaban por algo y en el momento adecuado. Pasaron de ser compañeros, a amigos, de mejores amigos y ahora a novios. Creían que esa era una buena forma de dar inicio a su relación; teniendo una base muy sólida que les ayudaría a enfrentarse a los obstáculos futuros.
Este era el inicio de algo hermoso y perfecto, este era el inicio de ser siempre Hipo y Astrid.
.
.
Y así es como llegamos al amor 7u7; espero les haya agradado este capítulo, lo hice con mucho entusiasmo y con un toque más romántico claro está. Los que han leído el resto de mis trabajos habrán notado que meto bastante romance a la pareja y aquí no iba a ser la excepción.
Con esto, creo que queda claro el porque llamé a este libro ¿SIEMPRE? SIEMPRE ¿no? en honor a este capítulo y porque como dice la última línea del one shot, esto fue el inicio de todo.
Creo que también resulta ser obvio cual es el capítulo que abordaré en la siguiente parte, pero aún así pregunto ¿cuál creen que sea?
Sin más que decir, nos vemos pronto ;)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top