Ese día tenía clases y ya iba camino a la parada. Dejé, como siempre, a mi mente fluir entre los pensamientos y de pronto la vi, esto despertó de nuevo a mi mente. Estaba de pie en aquella esquina bajo un gran árbol, parecía estar esperando a alguien. En ese tiempo no la conocía, pero recuerdo haberla detallado antes de pasarle cerca: estatura promedio, cabello negro, ojos marrones común —pero que en ella hacían de toda su personalidad algo diferente— y una piel clara. Justo cuando pasé por detrás de ella algo más llamó mi atención y que hasta ahora no puedo olvidar, su perfume, no sabría describirlo, pero lo importante es que está grabado en mi memoria de aromas. Seguí mi camino como si nada, sin saber que unos meses después me enteraría que a quien siempre esperó en esa esquina fue a mí.

Llegué tarde. Pero lo importante es que llegué.