Operación Bomba
"Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón"
(Miguel de Cervantes)
La Navidad pasó tan rápido como llegó, y con el final de esta llegaron las clases.
Los tres bromistas habían acordado dejar la broma para cuando se acabaran las vacaciones para que todos los Slytherin disfrutaran de su maravillosa explosión. Los tres estaban muy emocionados pero a Sirius había una cosa que lo preocupaba. Y esa cosa era Remus. El niño se había encerrado mucho más en sí mismo, y si antes hablaba con poquísima gente ahora no se relacionaba con nadie. Los profesores lo habían notado y le habían preguntado si sabían algo pues compartían habitación con él. Sirius intercambió una mirada con sus compañeros. Ellos creían que alguien hacia daño a Remus en casa pero como no tenían pruebas suficientes, contestaron a los profesores que no sabían nada de eso.
Los muchachos se habían preocupado por su compañero por lo que lo vigilaban de vez en cuando y Remus hacia como que no se daba cuenta aunque ellos sabían muy bien que sí lo hacía.
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Pasaron los días y la fecha tan esperada llegó, el sábado de la segunda semana de clase. Se encontraban en el dormitorio dando los últimos retoques al plan.
-Creo que ya está -dijo James triunfante. Peter asintió para darle la razón.
-¿Cómo llamaremos a la operación? Todo gran plan tiene un nombre -sentenció Sirius con solemnidad.
-Umm...¿qué tal Operación Amargar a los Slytherin? -propuso James.
-No me convence...¿y si la llamamos Operación Bomba? -preguntó Peter con entusiasmo.
-Es bueno, además resume el plan en dos palabras, me gusta -resumió Sirius con una sonrisa.
Y así los los tres niños hablaban de su plan, mientras cierto niño de ojos ambamarinos los escuchaba con algo de preocupación.
James, Peter y Sirius se metieron bajo la capa de invisibilidad del primero con las debidas precauciones para que Remus no los viera. Así pues se escabulleron
fuera del cuarto mientras el pequeño licántropo los seguía pues tenía la impresión de que algo les iba a salir mal y él no quería que tantas semanas de trabajo se fueran al traste.
El niño sabía de qué James tenía una capa de invisibilidad pues los había olido salir de la habitación en varias ocasiones y no los había visto. Aquella vez fue diferente. Iban por el pasillo que conectaba con las mazmorras cuando la capa resbaló, dejando ver un talón delgado que debía pertenecer a Sirius. Para empeorar las cosas los muchachos no se habían dado cuenta de ello por lo que solo se veía un tobillo flotando. Pero un poco más adelante estaba la profesora McGonagall la cual no se había fijado en el pie de pura suerte. Remus apretó el paso y se puso frente al tobillo libre justo cuando la profesora McGonagall se volvía.
-¿Remus? ¿Necesitas algo? -le preguntó la mujer con la ceja levemente alzada. El chico miró para atrás y no vio nada por lo que debían haberetido el tobillo dentro de la capa. Remus asintió imperceptiblemente y sonrió nerviosamente a McGonagall.
-Si, profesora. Verá es que no he entendido muy bien el movimiento de varita para la transformación de una pelota de goma a la de acero, ¿me lo podría volver a explicar por favor? -preguntó. La profesora McGonagall asintió y se lo explicó nuevamente dándole tiempo a los otros de escapar.
-Ha estado cerca -susurró Peter-. ¿Cómo no nos hemos dado cuenta de que llevabas el tobillo fuera?
Sus amigos negaron con la cabeza.
-Nos ha sacado de un aprieto -murmuró Peter y sonaba arrepentido.
-¿Sabéis? Hemos sido injustos con él...vaya, se siente mal -susurró James-. Demonios, a sin que esto es la culpa...jamás me había arrepentido de algo.
-Luego iremos a hablar con él, ¿si? -propuso Sirius, feliz de que el niño no estuviese solo más tiempo.
James y Peter asintieron conformes y emocionados. James parecía arrepentido por lo que le había echo al niño pero estaba dispuesto a arreglarlo.
Así pues los tres chicos acordaron hablar con él y se centraron en la broma.
Las mazmorras no estaban lejos y allí podría encontrar la sala común de Slytherin. Recorrieron varios pasillos fríos y muy oscuras hasta llegar finalmente a su destino. Se pararon en una esquina cerca de la puerta y esperaron a que algún alumno de dicha casa entrara a la sala común. La suerte les sonrió y a la media hora pudieron colarse gracias a una chica de cuarto año. La sala común era una sala tipo mazmorra con lámparas y sillas de color verdoso. Esta mazmorra se extiendía en parte bajo el lago, haciendo que entre una luz en la habitación de un tono verde. La sala tenía un montón de sillones abotonados de color negro y verde oscuro, sofás de cuero; cráneos; y armarios de madera oscura. Una de las mesas de madera tenía un ajedrez mágico. Las paredes estaban adornadas con tapices que relatan las aventuras de magos y brujas medievales. La sala tenía un ambiente bastante grande, pero también muy frío. Había poca gente que jugaba al ajedrez mágico o hablaban sobre temas algo tenebrosos.
Sirius sintió un escalofrío y repulsión al pensar que podría haber estado allí.
James le dio un suave codazo y los muchachos se escabuyeron hasta los baños masculinos. No había nadie. Sonrieron con algo de maldad. Así pues empezaron a reventar todas las letrinas. Las explosiones se escuchaban fuertemente pies hacia eco. Reventaron la gran mayoría de retretes antes de que alguien llegara. Los niños se metieron bajo la capa y salieron sin que nadie se diera cuenta gracias al jaleo que habían formado. Se aseguraron de que no estaban manchados y subieron a la sala común todavía con la capa para que nadie los viera y delatara. Ya en el cuarto se desprendieron de la prenda y jugaron al ajedrez mágico con una sonrisa en los labios.
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