Gryffindor

Lo primero de todo es dar las gracias por las ciento cuatro vistas. Puede parecer poco, pero realmente para mí es un logro. Empecé esto por aburrimiento y porque me gusta y deseaba escribirlo. No esperaba esto, yo verdaderamente empezé porque adoro escribir.
No me entretengo más y que os guste el capítulo.

Atentamente: idhunita_25

Mi filosofía de vida es que el que teme, sufre dos veces, por eso no hay nada que temer
(Animales fantásticos y dónde encontrarlos)

Remus esperaba aterrado su turno para ponerse en sombrero. Había visto como llamaban a Lily, y nada más tocarle la cabeza había ido directa a Gryffindor. La chica le había sonreído intentando darle ánimos,pero de nada había servido.
Ahora el licántropo, pensaba en lo que pasaría cuando se pusiera el sombrero. Él creía que no iría a ninguna casa, simplemente por ser lo que es. Apenas fue consciente de que la final se fue haciendo cada vez más corta hasta que...
- ¡Lupin, Remus!
El niño pegó un bote en el sitio,aterrado. Lentamente se fue acercando al taburete. Cualquiera que lo viera, pensaría que lo iban a condenar a muerte.
Remus llegó hasta la tarima, se sentó y colocó el sombrero.
«Oh vaya...que interesante...y dime, ¿en qué casa deberías estar»
«En Hufflepuff...en Hufflepuff por favor...» suplicó Remus.
«Um...no, creo que no...veamos...si, la mente es buena, muy buena y hay valor mucho, valor...si, ya lo tengo»
- ¡Gryffindor!
Remus se quitó el sombrero, completamente anonadado. No es que no le gustara estar en Gryffindor, realmente le gustaba haber quedado allí, pero había un pequeño fallo: estaría con aquellos muchachos que lo despreciaban, y probablemente lo molestarán.
Suspiró con pesar. Tomó asiento en un esquina de la mesa, en un intento de pasar inadvertido. Percibió como el chico de las gafas lo quemaba con la mirada. Remus algo deprimido, se dedicó a observar la ceremonia de Selección.
Cuando acabó, Katie Bott fue mandada a Ravenclaw y el director se levantó. Remus lo observó con curiosidad. Era un hombre alto y delgado, su rostro denotaba su avanzada edad pues estaba lleno de arrugas. Sobre su nariz torcida, se posaban unas gafas de media luna detrás de las cuales brillaban unos ojos azules a los que parecía no escapársele nada. Por otro lado, su rasgo más notorio era la larguísima barba blanca que rozaba levemente el suelo.
El director recorrió el comedor con al mirada y se posó en Remus un momento. Acabo por sonreírle.
Después de esto, se volvió hacia el resto.
- ¡Bienvenidos otro año más a Hogwarts! Como todos sabemos que nadie quiere escuchar los desvaríos de un viejo loco...
- ¡Pero si usted se conserva muy bien!
- Oh, gracias señor Black - el anciano mago le guiñó el ojo a Sirius -. Como iba diciendo solo quiero deciros unas palabras: ¡paparuchas! ¡nargles! ¡pompones! ¡y bocinas!
El comedor entero estalló en carcajadas y después de eso apareció la comida. Remus jamás había visto tantas cosas para comer en su vida. Se podía elegir entre multitud de estofados y sopas, también había verduras y pescado, en resumen había para todos los gustos.
Con las tripas rogando comida, Remus se acercó y empezó a echarse verduras y pastel de carne y riñones. Empezó a comer con avidez, pues realmente no solía tener una alimentación como Dios manda. Así pues, la noche pasó tranquila. Lily hablaba con un par de chicas, pero el niño no puedo escuchar lo que decían pues había mucho ruido.
Por su parte, Remus daba buena cuenta de la cena. En los postres eligió la tarta de melaza y algunas barras de chocolate. Cuando acabó se sintió completamente lleno. Entonces, la comida desapareció por la magia y todos prestaron atención a Dumbledore.
- Espero que hayáis disfrutado de la comida. Tengo varios anuncios importantes. Lo primero es que la entrada al bosque prohibido queda totalmente prohibida para los alumnos de Hogwarts. Lo segundo es que hemos plantado un árbol, conocido como el Sauce Boxeador. Queda prohibida la aproximación a dicho árbol a no ser que se quiera una muerte espantosamente dolorosa.
Por último, el señor Flich me ha echo saber que el arsenal de objetos perdidos cuenta con más de doscientos objetos entre los cuales se encuentran discos con dientes, bombas fétidas, bengalas de doctor Filbuster entre otras cosas. Os recuerdo que los partidos de quidditch empiezan a principios de Noviembre. Los de primer año sigan a sus prefectos hasta la sala común. Feliz curso a todos.

Acabado el discurso, todo el mundo se levantó y fue con sus compañeros. Remus buscó a los prefectos de Gryffindor, y los encontró reuniendo a los de primer año. Remus se agrupó con ellos y cuando estuvieron todos salieron del comedor. El niño se sintió mejor una vez dejado atrás el barullo de la gente. Observó maravillado, como los cuadros los saludaban a alegremente o se metían en las pinturas de sus vecinos. Remus seguía atento a los prefectos memorizando los caminos.
- Ahora empezaremos a subir las escaleras, debéis tener cuidado pues se mueven a su antojo - les indicó las prefecta, elevando la voz para hacerse oír. Subieron multitud de escaleras hasta llegar por fin al séptimo piso. Allí se pararon frente a un cuadro más grande que los demás. Representaba a una mujer francamente gorda. Tenía el pelo negro peinado en trabajoso peinado. Sus ojos negros como la noche los miraban con curiosidad y leve altanería. Vestía un vestido blanco y sencillo. En la cabeza llevaba una corona echa con hojas.
- Atención todos - les llamó la atención el prefecto -. Está es la señora Gorda, tras su cuadro se haya la sala común de Gryffindor. Para entrar lo único que tenéis que decir es la contraseña, la cual se cambia cada semana - explicó con voz potente y autoritaria. A continuación se giró y le dijo a cuadro:
- Draco femoris
- Correcto - le contestó la señora Gorda Gorda. Entonces rotó sobre sí misma y dejó ver un hueco por el que cabían varias personas. Los prefectos se metieron por el agujero y se aseguraron de que los demás los seguían.
Ante ellos la sala común. Era una estancia circular. Estaba llena de sillones, mesas y un tablón de anuncios donde se podían publicar avisos escolares, anuncios, carteles de objetos perdidos, etc. La sala común estaba decorada en varios tonos de rojo, que se asocia con la casa. Remus la observó maravillado, y se sintió como en casa. Tenía un ambiente confortable, se dijo que se debía a la gran chimenea que crepitaba alegremente en la pared. Tenía amplios ventanales que dejaban ver el patio y la cabaña de Hagrid.
Los prefectos comenzaron a hablar de nuevo:
- Bien, esta es la sala común de Gryffindor. Aquí pasaréis las horas libres o podréis estudiar. Aquellas escaleras de allí dan a la habitan de chicas y estas de aquí a la de chicos. Por favor seguid a mi compañero, las chicas venís conmigo.
A si pues, Remus se dirigió hacia el prefecto. Denotó que aparte de los chicos del tren habían otro dos. Subieron las sinuosas escaleras hasta detenerse en una planta fija.
- Vale, Frank Longbottom y Colín Corner compartirán habitación, concrétamente está que está a mi izquierda. James Potter, Sirius Black, Peter Petigrew y Remus Lupin se quedarán en esta de aquí.  Ahora sí, que paséis buena noche.

Dicho esto se fue. Remus se volvió hacia sus compañeros de habitación. James lo miraba de mala manera, Peter con algo de aprensión y Sirius con seriedad. Carraspeó, algo incómodo y entró en la habitación. Vio su baúl a los pies de la cama y empezó a sacar las cosas para ducharse, lo necesitaba. Mientras su fino oído escuchó una conversación fuera.
- ¿Podría ser peor? Compartimos habitación con Lunático - se quejó James.
- No creo que debas ser así de duro  con el, James - le remprendió Sirius.
- ¡Se rió de mi madre! - se justificó este.
Remus cerró los ojos, algo molesto. Si ellos supieran...sacudió la cabeza con pesar y entró a ducharse. Dejó las cosas puestas en un sitio y se metió en la ducha. Cuando fue a tocar el grifo, notó como algo le quemaba la mano. Reprimió un gemido y la observó. Era una quemadura echa por plata. Miró el grifo y sintió cómo desprendía calor. Cogió una toalla con al otra mano y abrió el grifo. Empezó a ducharse con lentitud, pues su mano derecha le dolía por la quemadura y él era diestro.
Cuando acabó cerró el grifo con la toalla y empezó a vestirse. Se aseguró de cubrir bien su cuerpo para que no se percataron de sus horribles cicatrices. Cuando terminó, salió del baño. Se encontró con Sirius echado de cualquier manera en su cama con multitud de cosas por el suelo. Arrugó la nariz: odiaba el desorden.
- ¿Tienes algún problema, Lunático? - le preguntó, James mordazmente. Remus negó con la cabeza. Se inclinó sobre su baúl y rebuscó el frasco de poción. Intentaba pasar desapercibido, pero no dejaban de mirarlo. Por fin encontró el bote y se echó un poco en la quemadura. Eso lo alivió profundamente. Se vendó la mano con cuidado.
- ¿Qué te has echo? - le preguntó Sirius alzando la ceja. Remus se llevó la mano al bolsillo.
- N-n-nada - mintió.
- ¿Sabes que no se te da bien mentir verdad? - le hizo ver Peter. Remus lo miro y pensó que ellos no lo conocían realmente. Se echó a la cama y cerró las cortinas. Se metió entre las sábanas, sin creerse poder dormir bien por una noche. Posó la cabeza en la almohada y el sueño lo venció al instante.

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