Amigos
"Si hay algo que he aprendido, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos."
(Philip Gibbs)
Remus estaba en el gran Comedor cuando los prefectos de Slytherin entraron, con la túnica mojada de agua y muy despeinados, diciendo que alguien había reventado los baños masculinos de su casa. La profesora McGonagall se levantó de la silla muy alterada, casi sabiendo quién habían sido los culpables de aquella broma. Remus entornó los ojos pero no dijo nada. Siguió al profesorado con la mirada, que iba en dirección a las mazmorras. Cuando ya se hubieron ido el se decidió a salir. Iba a tener que volver a cubrirles la espalda, eso lo sabía, pues por mucho que ellos dijeran que no habían hecho nada nadie los creería. Apretó el paso a la sala común de Gryffindor. Se encontró con la entrada llena de gente hablando de lo que había pasado.
-¿Te has enterado? ¡Han reventado los baños de Slytherin! -exclamó un chico de segundo año.
-¿Creéis que habrán sido ellos de nuevo? -quiso saber Alice, una chica de primer año.
-No lo se, pero como hayan montado todo esto ellos les va a caer una buena -comentó Lily, enfadada mientras se apartaba un mechón pelirrojo de la cara.
Remus sacudió la cabeza, se abrió hueco entre el barullo y entró a la sala común. Allí también estaban comentando lo sucedido a voz en gritó, muy emocionados. El niño dió una mirada circular a la sala común en busca de James, Peter y Sirius pero no los encontró. Decidió sentarse y esperar que algo pasara. Y algo pasó. Minerva McGonagall entró fuera de sí con un violento tic en la mejilla y el sombrero de lado.
-¡Potter, Black y Petigrew! ¡¿Cómo habéis podido?! -gritó furiosa. La sala común se sumió en el más completo y absoluto silencio, los que estaban más cerca de, ella se apartaron.
-¡Longbottom! -llamó a Frank. Este avanzó algo nervioso.
-¿Si, profesora?
-¿Te importaría llamarlos? -le preguntó con seriedad controlando no dejar caer su ira en el chico. Frank asintió y subió más escaleras. Estuvieron en silencio y la tensión era palpable. Entonces, Remus percibió pasos en la escalera. Momentos después aparecieron las inocentes caras de los alborotadores. Avanzaron y se colocaron frente la profesora McGonagall.
-¿Nos llamaba, profesora? -preguntó Peter inocentemente. La bruja frunció el ceño formando multitud de arrugas en su frente.
-¿Y bien? -preguntó Sirius con inocencia.
-¡¿Y bien?! ¡Señor Black! ¡Usted y sus compañeros han volado los baños de Slytherin! ¡¿Y sólo se le ocurre preguntar, y que?! -les reprendió apunto de explotar. Las gafas se le habían movido hacia un lado y el sombrero se le había caído al suelo.
-No sé a qué se refiere, profesora. Hemos estado todo el rato en la habitación -la contradijo James. Los ojos de todo Gryffindor estaban fijos en ellos. Minerva iba a replicar pero entonces se escuchó una voz.
-Es cierto, profesora McGonagall. Cuando me fui esta mañana a preguntarle mi duda de transformaciones ellos todavía estaban durmiendo además cuando volví para bajar a desayunar todavía dormían. Y si no me equivoco Frank los debería haber encontrado hablando como todas las mañanas -explicó la tímida voz de Remus. Todos los ojos se fijaron en él incluso el de los tres bromistas que no podían estar más sorprendidos-. ¿Es cierto, verdad Frank? -el muchacho asintió. La profesora McGonagall lo miro dudosa. Estaba claro que dudaría de ellos, pero de Remus no. El niño sonrió tímidamente.
-Además profesora no podrían haber entrado allí, pues no saben la contraseña de la sala común de Slytherin -finalizó su montaje con convicción como si fuera completamente verdad. La mujer lo miró. Estaba más tranquila que antes.
-¿Estás seguro de lo que dices, Remus?
-Completamente
Ella asintió. Se volvió hacia los tres muchachos.
-En tal caso, os debo una disculpa -dijo la bruja. Ellos asintieron dando a entender de qué las aceptaban.
El barullo se fue dispersando poco a poco hasta que solo quedaron ellos. Fueron a hablar con él cuando se dieron cuenta de que ya no estaba.
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-¿Dónde creéis que puede estar? -preguntó James dando vueltas por la biblioteca. Sus amigos negaron con la cabeza.
Siguieron buscando por hasta la saciedad hasta que Peter chocó con una mesa cayendo al suelo.
-¡Pete!
-¡Shhhhh! -los riño un chico de Ravenclaw con una montaña enorme de libros en los brazos. Ambos niños le pusieron mala cara y ayudaron a su amigo.
-¡Esta allí! -susurró tirándose de nuevo al suelo y señalando un pie que sobresalía de un rincón. Sirius y James se tiraron junto a él. Sirius vio el zapato de Remus y su blanca piel asomando levemente. Le pareció ver una pequeña marca larga y fina.
-¿Sirius? ¿Es él? -quiso saber James.
-Si, es él. Pero fíjaos bien. ¿Veis la piel que no cubre el pantalón? -ambos asintieron-. Arriba se ve el principio como de una cicatriz. Es larga y fina -describió con preocupación. Los dos enfocaron la vista. James su subió las gafas por la sorpresa como si creyera que fueran imaginaciones suyas. Peter palideció un poco.
-Pero...pero...puede ser que se cayera o algo -razonó James.
-Te puedo asegurar de que no, yo he visto que tienen muchas más. Me atrevería decir que tiene el cuerpo lleno de ellas -añadió, mirándolos.
-Creía que no decías enserio que le hacían daño en casa -comentó Peter sorprendido.
-No bromeó con estas cosas -dijo Sirius, con seriedad.
-¿Deberíamos decir algo? -inquirió James.
-No lo se, James. Es complicado. Por un lado es obvio que debemos hacer algo pero lo perderíamos contamos algo, creo que siente que lo merece o algo así -explicó con el ceño fruncido-. Lo que necesita son amigos, siempre va solo y parece simpático. Puede que con el tiempo nos cuente lo que le pasa.
James y Peter asintieron conformes decididos a ser los mejores amigos que Remus pudiera tener. Los tres bromistas borraron la preocupación y seriedad de sus rostros y la sustituyeron con una sonrisa. Se acercaron a él. Remus alzó la cabeza como si los hubiera percibido mucho antes de que ellos estuvieran allí. Los miró entre temeroso y curioso.
Los tres chicos intercambiaron una mirada y se agacharon para poder mirarlo a los ojos.
-Hola -lo saludó alegremente James, como si se conocieran de toda la vida.
-H-hola -tartamudeó. Se sintió estúpido. Sirius lo miró enternecido.
-¿Qué estás leyendo? -le preguntó.
Sus ojos se iluminaron al preguntar sobre los libros.
-Ah, bueno se titula: «Transformaciones modernas del siglo XX». Habla sobre los avances en transformaciones del siglo XVII al XX -explicó con entusiasmo.
-Parece realmente lioso -comentó Peter mareado imaginado la de cosas difíciles que tendría que poner dentro. Remus sonrió ampliamente. Giró la cabeza hacia James.
-¿Y bien? ¿Queréis algo? -indagó mirándolo. Los tres intercambiaron varias miradas.
-Bueno...vaya puede que te resulte raro pero nos gustaría que fuéramos amigos, si te interesa claro -añadió apresuradamente. Los ojos de Remus se iluminaron por la alegría.
-¿L-lo dices en serio? -preguntó sin creérselo.
-Claro que si -dijo Sirius. El niño asintió realmente contento.
-Bien, pues ya eres uno de los nuestros. Seguro que juntos haremos bromas tan buenas como la del hielo en Navidad -anunció Peter, emocionado.
-Gracias por el cumplido -le agradeció Remus con picardía. Ahora les tocaba a ellos sorprenderse.
-¿Fuiste tú? -inquirió James con la boca abierta.
-Sip -reconoció el niño.
-¡Fue una pasada! ¡Snape tuvo moratones hasta durante dos semanas! -se maravilló Sirius. Remus sonrió de nuevo pensando que jamás se había sentido tan feliz.
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