CAPÍTULO ESPECIAL II
Han pasado varios meses, aquella oportunidad pedida por Freddy fue concedida y no ha sido desaprovechada. A lo largo de estos nueve meses han estado viéndose en las mañanas cuando Joey va a la escuela, obvio a escondidas de su padre. Freddy lo invitaba a diferentes sitios, parque, cine, a comer, a donde fuese que pudieran estar juntos, aunque su sitio favorito era la biblioteca. Iban todas las tardes al acabar el horario de clases, duraban ahí todo el día, Joey hacia su tarea, mientras Freddy leía, luego ambos leían algo entre los dos. No importaba donde estuviesen mientras estuvieran juntos.
Era sábado, cerca de las 11 de la mañana y estaban en el área de lectura de la biblioteca, estaba casi sola, aun era temprano. Joey leía en voz alta el libro de nombre Forbidden, mientras Freddy estaba sentado en el suelo con una libreta, algo grande, de dibujo. Joey no sabía con exactitud que hacia Freddy en ese cuaderno, pero le agradaba que haya empezado a dibujar, le había contado que su madre le enseñó a dibujar y pintar, pero siempre le fue más sencillo el dibujo. Freddy alzó la vista hacia el pequeño ya que este había dejado de leer.
—¿Pasa algo, pequeño?
—¿Eh? N-no, nada... ¿qué estas dibujando?
—Nada... Sólo es el boceto de... Algo.
—¿Y qué es?
—Lo sabrás cuando aceptes ser mi novio.
—Umm... Eso no es justo.
—Al contrario, es lo mas justo que he hecho en toda mi vida.
—Sabes que...
—Ya sé, tienes miedo.
—No quiero tener problemas con mi padre... Él...
—No tiene porque enterarse —dijo Freddy sin despegar sus ojos de la hoja—. Llevamos saliendo como amigos por siete meses y no se ha dado cuenta.
—No me vas a convencer.
—cerró el largo cuaderno y se levantó para acercarse a donde Joey estaba y arrodillarse a su lado—. Puedo ser muy persuasivo —dijo a un lado de su cabeza, casi en su oído. Joey volteo a verle lentamente y con expresión seria, aunque por dentro sentía sus nervios a flor de piel, y su corazón acelerado a mil.
—Sigamos con la lectura... —dijo abriendo el libro en la separación que había hecho con su propio dedo cuando dejó de leer. “ —Siempre pensé en ti como la única persona —estabilizo mi respiración—... la única persona que nunca, nunca me haría daño.
Se le ve afectado, su rostro refleja el dolor y la incredulidad que siento por dentro.
—Maya, no me siento bien... Fue imperdonable... Ya ni siquiera sé lo que estoy diciendo —su voz está temblando, tan horrorizada como la mía. Llevando las manos a su rostro, osciló hacia mí, se aleja de mi, paseándose por la habitación, sin aliento, con sus ojos
llenos de una mirada salvaje, casi maniaca—. Solo necesitó saber, por favor entiende ¡tengo que saber, de lo contrario me voy a perder la cabeza! —cierra los ojos con fuerte y aspira desigualmente.
—¡No paso nada! —grito, mi ira repentinamente reemplazada por el miedo—. No paso nada, ¿por qué no me crees? —lo tomo por los hombros—. ¡No paso nada, Lochie, nada! No paso nada... ¡Nada, nada, nada! —estoy prácticamente gritando pero ya no importaba, no entendía que le pasaba, que me pasaba.
—Pero él te besó —su voz es hueca, carente de toda emoción. Alejándose de mi se pone de cuclillas sobre sus talones—. Él te besó, Maya, él te besó —sus ojos están medio cerrados, su rostro esta sin expresión ahora, como su estuviera tan agotado que ya no tuviera la fuerza para reaccionar.
—¡No me besó! —le grito, agarrando sus brazos e intentando sacudirlo para que vuelva a la vida—. Lo intentó, está bien, ¡pero yo no se lo permití! ¿Sabes por qué? ¿Quieres saber por qué? ¿De verdad, de verdad quieres saber por qué? —todavia agarrándolo con ambas manos, me inclino hacia delante, jadeando, mientras las lágrimas calientes y pesadas, caen por mis mejillas—. Esta es la razón... —llorando, beso la mejilla de Lochan—. Esta es la razón... —con un sollozo ahogado, beso la esquina de los labios de Lochan—. ¡Esta es la razón...! —cierro los ojos y beso la boca de Lochan. ”
—¡No me jodas! —grita Freddy poniéndose de pie, haciendo que Joey diera un pequeño salto en su sitio.
—¿Q-qué?
—No pueden hacer eso —toma el libro y lee justo lo que él había leído ya—. ¡Son hermanos!
—Freddy... Sólo es una historia.
—Es que... Wow, eso no lo esperaba.
—Pero si prácticamente lo dice al principio...
—Oh... En alguna parte me perdí.
—Me di cuenta...
—Eso si es prohibido...
—Sí...
—Mejor —le quitó el libro de las manos y lo puso sobre la mesa—, hagamos otra cosa.
—¿Cómo qué?
—Como esto —acercó su rostro al de Joey juntando sus labios de forma lenta, Joey quiso alejarse pero la mano de Freddy lo sujetó por la nuca haciendo el beso más firme. Desde aquella vez que su madre los vio solo se habían besado una vez más y ya, hasta ahora.
Las pequeñas manos de Joey se posan en los hombros del mayor, apretando su camisa entre ellas. Había soltado un jadeo el cual Freddy aprovechó para hundir su lengua en su boca, explorando esta por todos sus rincones.
—Mhm... —emitió el menor intentando alejarse de Freddy antes de que la situación subiera de tono, en cambio, Freddy sostuvo su pequeña cintura con sus manos, atrayendo sus piernas hacia él, dejándolas a los lados de su cuerpo, para fácilmente dejarse caer en la alfombra, sobre su espalda, dejándolo sobre él—. ¿Qué ha...? —lo atrajo de nuevo callando sus quejas.
—Te quiero, Joey...
Sus mejillas no podían estar mas sonrojadas porque Dios no se lo permitía, o quizá sí pero podría ser que si lo hacia al pobre le explotaría la cabeza. Sus manos estaban sobre el pecho del mayor viendo hacia otro lado que no fuera su rostro, sentía tanta pena estar en aquella posición.
—Fre-Freddy... Es un lugar público.
—No hay nadie —se sentó aun con el chico en sus piernas y comenzó a besar su cuello dando pequeñas mordidas a este—. Relajate...
—Es que... Si Raquel nos descubre le dirá a mamá y...
—Tu madre esta muy consciente de lo lindo que eres y que en cualquier momento yo o cualquier otro querrá violarte —mordió su hombro sacándole un gemido que sólo él escuchó.
—De-deja de decir tonterías...
—No son tonterías, yo, por ejemplo, ya quiero tenerte justo aquí.
—se alejó de golpe viéndolo a los ojos—... P-pero no lo harás ¿verdad?
—el mayor sonrió cálidamente y besó los labios de Joey cortamente—. No te haré nada a menos que seas mi novio... Aunque no sabría decirte para quién es más tortura este trato —dio una mordida algo fuerte en su pecho, sobre la playera que traía puesta.
—Fre... Freddy...
—se separó para ver sus ojos, y sobre todo sus lindas mejillas sonrojadas—. Eres tan hermoso —acarició su cabello para besar tiernamente su frente—. No sé que haría si te pasara algo.
—Freddy... El único que me puede hacer daño eres tú.
—Jamás lo haría... Joey... ya dime que sí.
—Freddy...
—No permitiré que te hagan daño... Ni siquiera tu padre. Por favor —acuno su rostro entre sus manos.
—¿Lo prometes?
—besó sus labios—. Te lo prometo.
—Entonces, acepto. Si quiero ser tu novio.
—¿En serio? —el pequeño asintió sonriendo debido a la expresión de Freddy—. ¿No estás jugando? —negó riendo aun más.
—Es en serio... Quiero estar contigo... En serio.
—Gracias, gracias —dijo repartiendo besos por todo su rostro haciéndole reír.
—Freddy...
—¿Chicos? —les llamó la bibliotecaria cerrando su boca de golpe en cuanto los vio—. Ah... J-joey... Tu madre esta afuera.
—Ah... —se levantó de encina de Freddy a tropezones, Freddy bufó e hizo lo mismo—. Dile que ya voy, Raquel.
—Bien —se retiró dándole una sonrisa. Joey volteó a ver a Freddy, quien se aguantó las ganas de reír por lo recién ocurrido.
—T-te dije que podría vernos.
—¿Y qué? —sujetó su cintura y lo acercó a él para besarlo con gran pasión—. Ya eres mío...
—sonrió—. Aun no... Debo irme, te veo lu...
Lo calló con un beso más. Y es que los besos de Joey para Freddy eran completamente su perdición, se sentía como un niño, como alguien que jamás había experimentado algo así y fuese su primera vez besando a alguien. Sentía que si dejaba ir al pequeño justo ahora no lo volvería a ver. Tenia miedo al igual que Joey, no por lo que la gente diría, o por lo que su padre pensara, sino por él mismo, no sabía cuánto tiempo podría esconder aquello de su tío, no quería ni imaginar que podría llegar a pasar si este se entera. No quería apartarse ni un segundo de su bello novio, quería tenerlo, poseerlo, amarlo, tocarlo, abrazarlo toda la noche y día si es posible.
—Hasta luego, Joey.
Tomó sus cosas con las mejillas notoriamente sonrojadas y se alejó de ahí despidiéndose de Freddy con su mano. El mayor suspiró y caminó a dejar el libro que leían a su sitio, no podía evitar sonreír bobamente al recordar lo que segundos antes pasó. A pesar de haber sido sólo besos sintió que ambos se entregaban sólo con eso, amaba la forma de ser de Joey, no era alguien como los otros, era un niño delicado, alguien a quien debería tratar diferente a cualquiera con quien se hubiese acostado. Sentía cosas diferentes con él, su corazón se detenía y aceleraba casi al mismo tiempo cuando lo tenia cerca, su mente se ponía en blanco cuando hablaban, e incluso cuando no era así, se sentía completamente en las nubes cuando veía la sonrisa del pequeño. Cursi, lo sé.
*
Se encontraba caminando de regreso a casa luego de dejar a Joey en la escuela, cuando su celular comenzó a sonar, era una llamada de Alan. Rodó los ojos y atendió aquella desagradable llamada, al menos para él.
—Hola, Alan.
—Ven a casa, papá quiere hablar contigo.
—¿Conmigo? ¿Sobre qué? —detuvo un taxi y se subió dándole la dirección de la casa de Alan.
—No me dijo, supuse que tú sabrías que es lo que has hecho mal.
—Ahora nada, al menos que yo sepa.
—¿Te encargaste de tú sabes?
—¿Por quién me tomas? Claro que sí.
—Entonces ignoro la razón.
—Bien... Dile que voy en camino.
Cortó la llamada y dirigió su vista hacia afuera, no sabia con exactitud que es lo que quería hablar Alberto con él, sin embargo sabia que no seria algo bueno tratándose de él. Puede desde ser algo tranquilo como un tonto trabajo hasta algo malo... Como que ya supiese sobre Joey. El simple hecho de pensar eso hacia que la piel se le erizara.
Llegó a casa y entró, preguntó a la ama de llaves por su tío y fue donde él. Encerrado en el despacho como siempre. Abrió la puerta lentamente, lo miró sentado detrás del sofá revisando unos papeles, alzo la vista y le hizo una seña para que entrara. Caminó lentamente hasta quedar frente a él.
—Alan me dijo que querías hablarme.
—Exacto —se levantó y caminó hacia un mueble que había en una esquina de la habitación, abrió uno de los cajones con una llave y sacó una carpeta de ahí. Volvió a sentarse detrás del escritorio y lanzó dicha carpeta a él—. Explicame esto.
Miró la carpeta con miedo y la tomó para ver dentro, había un expediente completo del pequeño, fotografías de cuando salían, incluso de Joey en su casa, su familia, su madre, información de él y de lo que hacia, desde su fecha de nacimiento, hasta el día de hoy, "fueron al cine", "fueron a la biblioteca", "leyeron tal libro". Sintió la sangre helarse cuando se topó con una foto de la biblioteca, Joey sobre él mientras estaba sentado en el suelo. Incluso una fotografía del día de hoy, caminando hacia la escuela y despidiéndose fuera de esta.
—No sé a qué estas jugando, Alfredo, pero quiero que pares. Vale, si sólo quieres acostarte con él, bien, te apoyo y hazlo rápido. Y deshazte de él.
Sabía perfectamente a que se refería cuando decía "deshazte de él", no lo haría. Le prometió protegerlo. hacer lo imposible por mantenerlo a salvo, incluso si se trata de enfrentar a su tío.
—No.
—¿Cómo?
—No me desharé de él... Lo amo.
No supo de donde sacó el valor para decir aquello, pero ya lo había dicho, no había vuelta atrás.
—¿Lo amas? —asintió e inmediatamente sintió el fuerte puño de Alberto estrellarse contra su mejilla tirándole al piso—. ¡No me salgas con idioteces! Alguien que ha matado gente inocente no puede enamorarse, que te entre bien en la cabeza.
—¡Pues lo siento pero esa regla la he roto, porque me enamore de Joey y no vas a poderlo cambiar!
—lo tomó por el cabello y tiró con fuerza haciéndole dar un quejido—. No me retes, maldito mocoso, no sabes de lo que soy capaz.
—Sé perfectamente de lo que eres capaz, de nada, porque todo lo tenemos que hacer Alan y yo mientras tú te ocultas detrás de tu escritorio.
—¿Quieres probarme? Sé perfectamente donde vive ese niño, incluso puedo decirte que hace en este momento... Esta es mi última advertencia, o te deshaces de él o lo haré yo.
—¿Tú o Alan? —soltó con una risa de burla.
—Largo. ¡Largo, vete!
Se levantó del suelo y salió de ahí, afuera topó con Alan quien estaba recargado en la columna al lado de la puerta del despacho, viéndolo con el ceño fruncido.
—Mejor hazlo.
—Tú no te metas.
—¿Quieres que lo haga el? No va a tener piedad, Freddy.
—Es más despiadado pedirme a mi que acabe con su vida, yo lo amo, Alan, pero claro... Eres tú, eres Alan Navarro, ¿qué vas a saber tú de amor?
—Exacto. Si aceptaste estar en esto no debe haber cavidad para el amor...
—Dejame recordarte que fui obligado, además no tengo de otra. Pero dejame decirte, ni tú, ni él —apuntó a la puerta del despacho—, van a alejarme de mi Joey, ¡jamás!
—Como tú prefieras Freddy, sólo quiero que tengas en claro, que el día que mi padre dé la orden de acabar con ese mocoso, yo personalmente, daré el primer disparo.
—Y yo responderé con otro.
Salió de la casa y caminó hacia la escuela, no le importaba si tenía que sacar a Joey de clases, necesitaba hablar con él, lo más rápido posible. Sacó su celular y marcó el número de la madre de Joey.
—¿Freddy?
—Hola, señora, mm... Quiero pedirle un favor.
—Claro, dime.
—Necesito que vaya a la escuela y saque a Joey de clases, es de vida o muerte.
—Me estás asustando, Freddy, ¿qué pasa?
—dio un pesado suspiro—. Mi tío se enteró —se escuchó un jadeo del otro lado de la línea—, lo siento...
—Te veo en la entrada de la escuela.
Cortaron la llamada al mismo tiempo. Freddy corrió hacia la secundaria mientras miles de cosas se amontonaban en si mente. Las palabras de su tío resonaban en su cabeza, las de Alan comenzaban a hacer eco, sabia perfectamente que si Alan estaba involucrado todo se iría a la mierda. No podía dejar de imaginar a Joey en garras de ese par de buitres que solo están buscando la manera de perjudicarle y joderle la vida. ¿Por qué? Desconocía la razón, siempre ha sido así, mientras sus padres estaban vivos nada de esto pasaba, lo cual era una razón de más para creer que Alberto tuvo que ver en el accidente de estos.
Se detuvo jadeante frente a la puerta de la escuela, a lo lejos logró ver a Joey algo confundido mientras su madre lo llevaba de la mano. Su rostro se iluminó con una sonrisa al ver a Freddy, se soltó del agarre de su madre y corrió hacia él para saltar y abrazarlo por el cuello mientras Freddy lo levantaba del suelo, dejándolo enredar sus piernas alrededor de su cintura. La madre de Joey sonrió y limpió una discreta lágrima que se escapó de su ojo.
—¿Qué pasa, Freddy? —dijo el pequeño en el oído del mayor.
—Vamos a hablar en otro lado —lo bajó y besó su frente—, ¿viene?
—No, cariño, yo... Tengo que hacer otras cosas.
Asintió y se llevó a Joey entrelazando sus manos. Las mejillas de Joey se sonrojaban siempre que Freddy hacia eso, pero no le molestaba, incluso le ayudó a superar el miedo a lo que la gente dijera. Llegaron a una cafetería, pidieron un par de capuchinos y subieron a la terraza de esta, la cual estaba totalmente sola, mejor, así podrían hablar tranquilamente.
—¿Pasa algo malo? Te ves distraído y... Preocupado.
Estaban sentados uno al lado del otro, Freddy aprovechó esa posición para tomarlo por la nuca y besar sus labios, lento y ansioso al mismo tiempo.
—Te amo, pequeño —susurró sobre sus labios juntando sus frentes.
—Freddy...
—Mi tío se enteró de que salgo contigo y...
—¿Y...?
—Quiere que nos separemos.
—¿E-eh? ¿Por qué?
No podía decirle que porque si no era así lo asesinarían. No podía ser tan cruel para decirle aquello como si no fuera nada, pero tampoco podía mentirle.
—Mi tío es un miembro de... Un grupo de... Joder.
—¿De qué?
—Asesina gente ¿okey? Alguien lo contrata y él manda a... Alguno de sus trabajadores a cumplir dicho contrato...
—P-pero... ¡mi padre trabaja con él! Debo de...
—Joey, tu padre es uno de esos trabajadores... Y yo también.
—N-no... No, no puedes... —comenzó a alejarse pero Freddy sujeto su rostro entre sus manos.
—Escuchame... Jamás te haría daño... Él me pidió que lo hiciera... Pero no puedo, no puedo —lo atrajo hacia él y hundió su rostro en la curva de su cuello—. Te amo demasiado, Joey.
El menor estaba inmóvil, escuchaba los sollozos de Freddy en su oído y aún así no correspondía a si abrazo, se sentía un poco engañado pero más que nada, asustado.
—¿Vas a matarme?
—¡No! —dijo Freddy alejándose de él y limpiando sus mejillas—. Eso jamás, pero no quiero que ellos lo intenten... Será mejor que...
—El sábado es mi cumpleaños... —le interrumpió.
—Lo sé...
—Permiteme estar contigo hasta ese día.
—Joey...
—Solo hasta ese día... Por favor...
—Está bien...
—¿Sabes qué me gustaría de regalo? —dijo tímidamente mirando hacia otro lado.
—¿Qué cosa? —sonrió acariciando su cabello.
Volteó a verlo y se acercó lentamente hasta besar sus labios de forma entrecortada.
—Quiero que me hagas el amor.
***
No salió nada tonto el niño :''(
Espero poder subir el tercer
y último capitulo especial hoy :( ¿ya tienen sus pañuelos?
Estoy comiéndome una
calaverita de dulce 😋
Mi hermoso Joey en multimedia 😭
(se asemeja más al que me imagino)
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