CAPÍTULO 32

**Alonso.**

Bajé del auto de papá en total silencio, mamá le había contado acerca del piano y todo fue un desastre. Aun así, no dijo mucho ya que el piano ya no estaba, aunque si estaba molesto.

Saqué mis cosas del casillero hasta que alguien llego y cerró la puerta de golpe, evitando que siguiera haciéndolo.

—Buenos días, Alonso.

—Hola Alan —quité su mano de mi casillero para meter las cosas que no usaré ese día.

—¿Cómo estás?

—Estaba bien... —cerré de un portazo el casillero—. Hasta que llegaste.

—Que malo eres.

—Claro.

Vi a Jos llegar directamente a su casillero sin voltear a vernos.

—Hola Jos —dijo Alan con una sonrisa en su rostro.

Jos sólo lo miró de reojo y siguió en lo suyo. Estaba molesto. Era de suponerlo.

Tenia que hablar con él, luego de meditar un poco ayer, de aclarar todo lo que sentía tanto en mi cabeza como en mi corazón, quería hacérselo saber. Decirle que me di cuenta de que él tenia razón.

—Toma —dijo pasando junto a mí golpeando el sobre de la carta con mi pecho—. Tu amada cartita, disfrutala.

Me empujó con algo de fuerza y se alejó hacia el segundo piso. ¿Ahora qué hice que no me di cuenta? Mire la carta notando que tenia el sello roto. Maldición.

—Te dije que la leería.

—Alan te pediré atentamente que te alejes de mí —me dispuse a irme a clases pero Alan me detuvo.

—¿O qué?

—Seré claro contigo. No me interesas, ni tú ni nadie más.

—¿Ah sí? Te informó que...

—¡¡Aggh, estoy cansado de ser el niño bueno, demonios —lo empujé contra los casilleros—, alejate de mí, maldita sea!!

Me di la vuelta siguiendo el camino de Jos, a mi salón. Las miradas de todos estaban sobre mí, era incomodo. Parecía como si estuvieran viendo a un ser de otro mundo. Aunque prácticamente era algo así, yo jamás me había comportado así, pero realmente Alan colmo mi paciencia. Ayer intento besarme, haciéndose él rudo y esas tonterías, odio a la gente que intenta manejar a los demás. Me regala un estúpido piano solo para anunciarme que le intereso, ¡a mí no me interesa a quien le gusto, estoy harto! Y para colmo parece que Jos no esta dispuesto siquiera a mirarme, como si fuese culpa mía que ese idiota me... ¡Aggh!

Lo dicho.

Jos me ignoro todo el día, Emma no había venido, trate de llamarla pero siempre me enviaba a buzón. Otra molesta conmigo. Seguramente por haberla rechazado el sábado.

Emma... Maldita sea, no quiero lastimarla.

Hora libre. Decidí ir a la biblioteca para adelantar algo de tarea, ya que mi novia y mi mejor amigo estaban de sentidos conmigo y me dejaron solo. Entre a la biblioteca y me senté frente a un computador, saque mis cosas y revisé que necesitaba.

Busque en el navegador pero salía muy poca cosa así que me levanté para ir a buscar algún libro del tema. Revise varias estanterías hasta encontrar un libro. Cuando volvía al computador logre ver a Jos revisando un libro, lo cerró y devolvió a su lugar y sacó otro.

—No sabia que leías. Al parecer no sé todo de ti.

Y como supuse, me ignoró.

—¿Puedo saber porqué estas molesto?

Más silencio...

—¿Es por Alan?

—Vaya, me sorprende que te dieras cuenta.

—No soy un idiota, Jos.

Rodó los ojos y siguió leyendo la introducción del libro que tenía en sus manos.

—¿Seguirás comportándote así?

—Mjm.

—Por lo menos dime porqué.

—cerró el libro de golpe y se giro a verme—. Sí, es por Alan, y porque estoy harto de tener que seguir soportando todo esto.

—¿Soportar qué?

—¡Qué te amo, Alonso, te amo!

—¡Shhh! —se escuchó alrededor de la biblioteca.

—Va-vamos a hablar a otro lado.

—No.

—Jos, por favor —suspiró y salimos de la biblioteca.

Se lo diré.

Caminamos en silencio hacia el techo. No hay mejor lugar para hablar que ese, aunque también pienso que estaría demasiado expuesto a él en ese lugar.

No se lo diré...

—Bien... Ya podemos hablar.

—Jos... —dije girándome hacia él una vez que subimos al techo, él se detuvo a cerrar bien la puerta—. No quiero seguir así, odio que te molestes conmigo y tú lo sabes.

—Y yo odio que no te interese lo que siento por ti.

—Obviamente me interesa, Jos, es solo que había tantas cosas en mi cabeza que no sabia que pensar... De mí, de ti, es que.... Es que soy un manojo de nervios cuando se trata de hablar de eso. Más si es contigo.

Jos se quedó callado con la cabeza hacia abajo, movía sus pies de lado a lado con algo de nerviosismo. Camino hacia la orilla del techo, alrededor de mí y luego se detuvo frente a mí, recargándose en la pared, metiendo sus manos en los bolsillos del pantalón.

—Acercate —demandó. Di un par de pasos al frente y me detuve—. Explicate, Alonso.

—¿Eh? Pu-pues... S-solo... Lo siento...

—¿Lo sientes? ¿Por qué lo sientes?

—Sabes que mi intención jamás fue... Que tu sintieras algo por mí... Siento que te hayas enamorado de mí.

—Yo no, Alonso... No lo siento, no me arrepiento, al contrario... —mantuve la cabeza gacha—. ¿Te puedo hacer una pregunta? —asentí—. Si no sientes nada por mí ¿por qué correspondiste a mis besos aquellas dos veces?

—¿Por qué...? N-no lo sé...

No podía ver su rostro. No sabia cual era su expresión, lo único que sabia era que su mirada estaba fija en mí, y eso era algo que me incomodaba a gran manera.

—Ven aquí —tomó mi muñeca y me jaló hacia él haciéndome topar con su cuerpo. Coloqué mis manos en sus hombros y alce un poco la vista para verle, sus manos estaban posadas en mi cintura—. Ah, como me encantas, enano.

Vamos no seas cobarde... Pensé. Es que haga lo que haga él siempre sera el valiente, el que inicie todo, y yo, yo solo estaré ahí para hacer todo lo que a él se le ocurra. ¿Por qué? Porque lo quiero.

—Te-tengo miedo Jos.

—¿Miedo? ¿A qué?

—A mí mismo... No quiero que por quererme esto vaya a acabar mal.

—¿Y qué? Aún si probarte es un acto suicida, lo asumiré —me apretó más a su cuerpo haciendo que suelte un leve jadeo—. Al menos sé que provoco algo en ti...

—No sólo eso... —sentía mis mejillas arder, Dios, que vergüenza.

—¿De qué hablas?

—Que... Qui-quiza tengas razón y... Y me gustas más de lo que quiero afrontar —eleve la vista al fin topándome con sus ojos que me miraban entre confundido y sorprendido.

—Alonso...

Subí mis manos por sus hombros hasta llegar a su cuello y entrelazarlas en su nuca. El agarre en mi cintura se intensificó un poco; me acerqué lentamente a sus labios, quería besarlo pero, me arrepentí y sólo rocé los míos con los de él. Estaba estático. No movía un solo musculo, ni cuando me acerque hasta ese punto se movió.

—Y-yo tengo cl-clase... —me alejé y dirigí a la puerta.

—Oh no —me sujetó por la cintura poniéndome contra la pared—, no huirás ahora... No después de lo que empezaste.

—¿Y qué harás?

—¿Quieres que te lo diga o que te lo haga? —susurró contra mis labios.

Lo abracé por el cuello y juntamos nuestros labios, su mano sujetaba mi cabeza por detrás mientras hacia que el beso se intensificara, y su otra mano bajó de la pared hasta sujetar con fuerza mi cadera, pegándome a él, rozando nuestra entrepierna. Jadee un poco sobre sus labios, separándome una milésima de segundo antes de volver a juntar mis labios con los suyos.

La falta de aire se hizo notoria y Jos fue el primero en separarse, sin embargo, aun estábamos cerca, demasiado, ya que yo no había soltado mis brazos, que rodeaban su cuello; nuestros ojos estaban conectados y nuestras frentes juntas.

—Vamos a mí casa... —soltó de repente haciéndome sonrojar. Sonreí mordiendo mi labio y asentí ante su propuesta.

Bajamos del techo como si nada hubiese pasado y salimos del instituto. Caminábamos hacia casa de Jos en total silencio, mis nervios aumentaban con cada paso que daba y, la mirada de Jos puesta en mí no ayudaba.

—¿Entonces...? —me tomó por la muñeca haciéndome detener—. Eso quiso decir que...

—N-no me hagas decirlo, es vergonzoso.

—No lo es...

—... M-me... Me gustas, Jos.

Sonrió levemente de lado y tomó mis labios entre los suyos sujetando mi nuca para que no me alejara. ¿Qué le pasa? Estábamos en la calle.

—se alejó—. J-jos... —retrocedí cubriendo mi boca—. No vuelvas a ha-hacer eso.

—Lo siento, no pude resistirme.

—Pudo vernos alguien.

—Alonso... Quiero decirte que no me importa que alguien nos mire.

—Pero a mí sí... Esto no es bi-bien visto y...

—¿Qué le importa a la gente?

—Por favor, Jos... Mantengamos esto en secreto.

—Vale... —dijo alargando el "va".

Seguimos rumbo a su casa sin decir nada más. Jos bromeaba un poco y yo solo me dedicaba a sonreír algo apenado aun por lo que he dicho y hecho.

Llegamos a su casa, en la que Jos rápidamente abrió la puerta y me hizo entrar, cerrando la puerta al mismo tiempo que me recargaba en ella con algo de fuerza mientras me besaba. Abracé su cuello como anteriormente, dejando que su lengua explorara el interior de mi boca de manera experta. Moví un poco mi cuerpo contra el suyo, sacándole algo así como un gruñido de sus labios. Sacó mi camisa del pantalón e introdujo sus manos por debajo de ella, bajando sus labios a mi cuello, donde mordisqueo con delicadeza. Deje escapar uno que otro gemido bajo, reprimiendo los demás mordiendo mi labio. Sentí como se deshacía del broche de mi cinturón, lo cual me hizo abrir mis ojos.

—Ah... J-jos... —intente alejarlo—. J-jos... Pa-para... Fer esta aquí.

Se alejó de golpe de mí girándose hacia el interior de la sala, donde, con una sonrisa, estaba Fernanda sentada en el sofá con una bebida en su mano.

—Vaya, vaya, ¿qué fue eso?

—Yaya ¿qué haces aquí?

—Nada, cambie de turno por hoy... Y que bueno que lo hice.

—Tsk —chasqueo la lengua Jos. Seguramente yo estoy de todos los colores que mi vergüenza me deje tener. Tenia unas inmensas ganas de que la tierra me tragara y me escupiera, no sé, en Marte.

—Bueno, estaré en mi habitación —se levantó y comenzó a subir las escaleras—. Si necesitan algo, ya saben donde buscar —cerró la puerta tras de sí. Jos y yo nos fuimos a sentar al sofá, donde cubrí mi rostro con mis manos.

—Dios, eso fue...

—Genial —completó Jos, sujetando mi barbilla volviéndome a besar, esta vez con un poco más de brusquedad. Como siempre, sus inquietas manos comenzaron a acariciar mi cuerpo por debajo de la camisa y sus besos descendieron por mi cuello, eché la cabeza hacia atrás dejándolo un poco más expuesto. La presión de mi camisa se deshizo, la había desabrochado casi por completo.

—N-no, espera, Jos —se alejó de inmediato—. Hay que ir lento ¿si?

—sonrió ligeramente y volvió a abrochar mi camisa y mi pantalón, que olvide que seguía desabrochado—. Me gusta lento... —beso mi frente—. Iremos al paso que quieras. Oye... ¿qué pasara con Emma?

—Hablaré con ella luego.

—Bien... Te amo.

—Y-yo...

—Calma, con saber que te gusto me basta y sobra... Ya te haré decir que me amas —me abrazó fuertemente—. Por el momento, yo diré los suficientes te amo por los dos.

—Jos... —voltee a verlo—. Eres increíble.

***
Sabes muy bien que te quiero besar
Sabes que quiero quedarme contigo
Pienso que esto es sobrenatural
Que nos escuchen gritar los vecinos
(͡° ͜ʖ ͡°)
Escribí él capitulo oyendo esa canción por eso puse mi parte favorita aquí :v
¡Al fin Alonso se “semi-confesó ”!
Algo es algo :v

Pregunta capciosa ;-;
Si llegase a haber lemon (setso (͡° ͜ʖ ͡°)) entre ellos dos ¿les gustaría que fuera así bien cursi o erótico? 7u7

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