CAPÍTULO 31

Dos capítulos porque l@s amo.
Reproduzcan el vídeo cuando vean esto (**)
***

**Alonso.**

Baje las escaleras para esperar a Alan, descubriendo que mamá, Vanessa y Braulio iban de salida.

—¿A dónde van?

—Yo voy al parque, mamá no lo sé. Braulio estara con su amigo, al lado.

—Voy a entretener a tu padre hasta que saques eso de aquí. Dices que el chico ya viene por él.

—Ah... Sí.

—Espero que no vuelva a repetirse, Alonso.

—Lo prometo.

Asintió y salió de la casa sin decir nada más. Cerré bien la puerta y recargue mi espalda en ella; puse mi vista en el piano, color caoba, brillando en medio de la sala por el barniz que este tenia. Me acerqué a él y levante la tapa que cubría las teclas.

Quizá...

Saqué el banco de debajo de este, estaba completamente acojinado.

¿Debería...?

Le senté en el y pasé mis dedos por encima de las teclas sin hacer que sonaran. Siempre ame en sonido que estas hacían. Me acomodé bien en mi lugar y empecé a tocar de forma lenta.

(**)

Aun recordaba como se hacia.

Tenia mi vista fija en una esquina del piano intentando recordar las notas de lo que tocaba, después le tome confianza al piano y cerré los ojos.

Recuerdo aquellos años en los que me sentaba frente al piano junto a mi hermano mientras Jos nos observaba recargado del lado del piano donde yo estaba.

Amo como tocas ese piano, parece como si mismísimos ángeles acariciaran las teclas.

Lograba oír claramente sus palabras como si me las estuviese diciendo justo ahora. Siempre que Diego me invitaba a tocar algo en el piano Jos estaba ahí. A mi lado. Escuchando. Hemos sido amigos por trece años y me he dado cuenta que siempre ha estado ahí.

—¿Siempre juntos?

—Siempre.

Esa era nuestra promesa. Y no sé, quizá sean imaginaciones mías pero, siento que se esta yendo al demonio junto con nuestra amistad. Debí haber sido fuerte ese día. Debí impedir que atravesara la barrera que separaba la amistad del amor, no pude hacerlo, no pude evitar que Jos se enamorara de mí, para mi estaría bien si fuese Emma, si fuese una chica, no porque menosprecie sus preferencias sino por... Porque no soy lo suficientemente fuerte para afrontar la situación, no soy valiente... Y tengo miedo.

Las cosas serian mejores si simplemente Jos se olvidara de todo, de esos besos, de las veces que le correspondí, que... Siendo honesto, no sé el porque hice aquello. Besarlo. Sentir sus labios. Dejar que sus manos recorrieran parte de mi cuerpo. Dejar que sobrepasara esa tonta barrera de amistad. Son cosas que debí evitar a su tiempo, ¿entonces por qué no lo hice? ¿Por qué permití que Jos se acercara a mí con otras intenciones? ¿Por qué no entiende que yo no puedo corresponderle por más que quiera?

Yo tenia en claro mis sentimientos hasta que él me besó, yo estaba seguro de que me gustaba Emma, de que quería estar con ella pero tenia que llegar él...

—¿Nervioso? —dijo, acercándose más, anulando la diminuta distancia que nos separaba. Nuestros cuerpos estaban totalmente juntos.

—J-Jos —murmuré intentando separarlo.

—¿Entonces, te pongo nervioso? —rozó sus labios en mi mejilla.

—N-no...

—Y eso que no te estoy haciendo nada... Aun...

—¿Q-qué cosas dices?

—Alonso —tomó mi barbilla haciendo que lo mirase—, te quiero, Alonso.

—No —dije negando—, no por favor. ¡Ya dejame! —forcejee con él por un rato hasta que logro someterme colocando mis manos sobre mi cabeza—. Suéltame.

—Tú me pides que te suelte pero... —senti que pasaba su mano por un costado de mi cuerpo—. ¿Qué me pide tu cuerpo? Al parecer responde bien.

—Jos, si esta es otra de tus estúpidas bromas...

—Ve mi rostro... ¿Crees que bromeo?

Esa maldita mirada que me confirmaba que iba en serio. Esos estúpidos ojos que me veían suplicantes y demandantes al mismo tiempo, tenia miedo aquella vez, Jos jamás me había tratado así, incluso cuando jugaba a coquetear conmigo la distancia entre nosotros nunca disminuía a tal punto.

Tenia miedo de mí mismo.

No quería quererlo.

No quiero quererlo.

Quiero olvidarlo.

Quiero que se olvide de mí.

Quiero que este lejos.

Quiero que este cerca.

Deseo sus labios de nuevo sobre los míos.

Mi corazón lo desea.

Lo anhela.

Lo exige.

Y yo no soy quien para decirle al corazón a quien querer. No soy nadie para pedirle que me olvide. No soy lo suficientemente fuerte para vivir una vida sin él en ella, al lado de alguien a quien posiblemente jamas ame... Porque no puedo.

No puedo amar a Emma, por más que quiera. Por más que lo diga. Por más que me fuerce a amarla... Mi corazón desistirá. Porque es él...

—Lo siento Alonso, pero ya no puedo contenerme más.

Se acercó lentamente a mis labios, no podía creer que se atrevería a hacerlo. Cerré mis ojos y sentí como acababa con la poca distancia que nos quedaba. Me sorprendí ante su tacto, e intente seguir con el beso... Mi primer beso.

... Es la única persona que, pase lo que pase, siempre estará ahí, siempre me sonreira, me dirá “aqui estoy”, él siempre sera mi mejor amigo... Pero...

—se separó—. Separa tus labios —susurró invitándome a hacer lo que dijo. Juntó sus labios de nuevo moviéndolos sobre los mios. Sentía sus manos subir por mi espalda y quedarse en mi cintura.

Me separó un poco de la puerta y escuché como la abría. ¿Llegaría a más? Comenzó a caminar guiándome dentro del cuarto mientras yo lo abrazaba por el cuello haciendo aquel primer beso mas firme. El sonido del portazo que resonó en la habitación me hizo entrar en razón. ¿Qué estaba haciendo?

El problema es que yo ya no sabía si aceptaría solo su amistad. Tenía miedo. Sí... Pero supongo que los temores son para afrontarse de la mano de alguien, y Emma no es ese alguien, no para mí.

Quería a Jos, lo acepto.

Quiero a Emma, obvio.

Pero... ¿A quién realmente amo?

Debería decidirlo... Quizá ya lo decidí y no quiero aceptarlo. Quizás es verdad que lo amo. Quizá debería afrontar las cosas y... Decírselo. Confesarle que tenia razón, que acepte que cuando me besa el tiempo se detiene. Que acepte... Que lo amo.

El timbre me hizo parar y al mismo tiempo dejar de pensar en todo aquello que me confundía. Pasé mis manos por mi rostro notando que algunas lágrimas rodaban por mis mejillas.

—Maldita sea —tomé un pañuelo y limpie todo rastro de lágrimas de mis mejillas. El timbre sonó de nuevo—. Ya voy.

Tiré el pañuelo a la basura y abrí la puerta encontrándome con Alan y el mismo hombre que trajo el piano.

—Hola Alonso.

—Alan... Pasa.

—entró a la casa viendo a los alrededores—. Aun te puedes arrepentir, Alonso, tocas increíble.

—Ah... ¿escuchaste?

—Sí, y me encanto —dijo inclinándose un poco hacia mí.

—Pu-puede llevarse el piano —le dije a aquel hombre, quien solo asintió.

—A mí casa —ordenó Alan.

—Si-siento no poder aceptarlo, Alan.

—Tranquilo... Ya te dije, puedes ir a mi casa y... Tocarlo.

—N-no lo creo, pero gracias por la oferta.

—¿Leíste la carta?

—N-no... Es que la guarde en la chamarra de Jos y... Él estaba conmigo. Se la llevó él.

—Seguramente ya la leyó —dio otro paso hacía mí, a lo que yo retrocedí, de nuevo.

—No creo, dijo que la guardaría.

—Eres muy ingenuo —su mano se dirigió a mi mejilla—. Eso me gusta.

—alejé su mano de mí y sonreí—. No me subestimes, Alan.

—No lo hago... De hecho me gustaría sorprenderme de lo que seas capaz de hacer.

—Alan...

—Te ahorraré la molestia de leer esa carta —me tomó por los hombros golpeándome contra la pared haciéndome quejarme un poco—. Me gustas, ¿okey?

—Creo que ya lo había oído... Me estas las...

—Te arrebataré de las manos de Jos si es necesario.

—¿Eh? Yo no soy de Jos, Alan así que...

—Escucha lo que te digo... Te quiero para mí —susurró sobre mi oído haciendo que mi piel se erizara—... Y haré lo que sea necesario para tenerte.

—P-pero...

—tomó mi barbilla con algo de fuerza—. No te digo esto como una  tonta confesión de amor, porque de las confesiones se espera dos cosas, un si o un no... Y yo sólo espero el día en que te pueda tener, porque ese día no va a evitarse.

La puerta se abrió de golpe y se golpe se separó. Era Braulio quien venia llegando. Ay hermanito, te amo.

—Bueno, Alonso, te veré mañana.

—Ya vete...

—Piensa lo que te dije, sobre ir a tocar el piano de vez en cuando. Adiós, pequeño.

Despeinó el cabello de Braulio y se retiro. Suspire profundamente y fui a recostarme al sofá. ¿Por que me pasa esto a mí? Soy un maldito imán de problemas.

***
Quemen a la zorra!!!! \•<•/
Okno ;-;

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