Capítulo 9

—Llegamos— Anuncié retirando la llave, con el coche apagado y a oscuras giré sobre mí para abandonarlo.

—¡Que bonito lugar!— Comentó mi acompañante a la vez que cerraba la puerta del copiloto —¿Tus amigos nos esperan adentro?— Cuestionó caminando a mi lado.

Poniéndole el seguro al auto me encaminé hacia el refinado lugar que esperaba por nosotros. Saqué mi diestra del bolsillo delantero de mi pantalón para abrir la pesada y vidriosa puerta del restaurante, sosteniendo su peso, le cedí paso a Samantha, con una sonrisa sobre sus labios bajó la mirada y pasó frente a mí. No era de tener esta clase de gestos con ella, ni con ninguna, pero la situación lo ameritaba.

Solté el grueso vidrio una vez que estuve adentro y volví a esconder mi mano en la seguridad de la tela.

—No, pero no tardarán mucho en llegar— Acercándome a la recepción del restorán, observé que prácticamente todas las mesas estaban ocupadas, era un lugar bastante concurrido, de excelente cocina y profesional atención.

—Hola, bienvenidos. ¿Tienen reservación?— Una desgastada voz femenina nos recibió.

—Sí, a nombre de Zac Drago— Contesté redirigiendo mi vista, arqueando una ceja ojeé a la mujer que tenía a mi lado.

Samantha traía un delicado vestido color negro, levemente ajustado en la zona de su pecho y espalda, dejándolo suelto de allí para abajo, no lo había tocado, pero estaba seguro que si la tela no era de seda, se le parecía mucho. Con cada diminuto movimiento que ella hacía aquella delgada prenda bailaba al ritmo de sus caderas, pegándose a su cuerpo, como si se hubiese fusionado con su piel. Su cabello caía sobre sus hombros, llevaba un maquillaje que lograba resaltar sus penetrantes luceros y su perfume sin duda era dulcemente adictivo, te insitaba a devorar su cuello por más.

—Matt— Al escuchar mi nombre siendo pronunciado volví a la realidad. Parpadeando repetidas veces carraspeé y miré el rostro de Sam —Te están hablando— Susurró sonriendo mientras que sus dedos señalaban algo a mis espaldas.

Al voltear me encontré con la mujer mayor que nos atendía —La reservación está confirmada, pero era para cuatro personas.

—Sí, están en camino, no deben tardar en llegar— Afirmé dándole la espalda a mi secretaria antes de que mis instintos me dominasen.

—No hay problema, ¿Quieren esperarlos en la mesa?— Preguntó con la mirada fija en el monitor frente a su rostro.

—Por favor— Respondí relamiendo mis labios.

[...]

—Cuéntame algo de ti— Comenté llenando nuestras copas de un rojizo líquido parecido a la sangre.

—¿De mí?— Sus ojos reflejaban su característica curiosidad, pero sus mejillas tenuemente ruborizadas demostraban entusiasmo, sin poder evitarlo reí y asentí —¿Qué quieres saber?

—No lo sé, estamos en una cita y esto es lo que supone que se hace, ¿Cierto?— Bromeé con la robusta copa sobre mis labios sintiendo como el fuerte aroma de las uvas inundaban mi olfato.

—Sí, pero generalmente el sexo viene después de las citas y no al revés— Contraatacó con una sonrisa acomodando una blanca servilleta de tela sobre sus piernas.

—El orden de los factores no altera el producto— Mofé y sonriendo ladeadamente le guiñé un ojo.

—Veo que estás mejor—Vociferó jugando con su copa.

—¿A qué te refieres?

—Cuando pasaste por mi estabas algo, triste, enojado, o ambas—Aclaró con su ceño fruncido a la vez que me incriminaba con la mirada.

Cerrando los ojos y suspirando, apoyé el cristalino recipiente sobre la mesa —Tienes que dejar de ser tan curiosa— Sentencié con la mandíbula tensa.

—Lo lamento— Agachando su cabeza, confesó —Me gustas demasiado, Matt, y realmente la paso bien estando a tu lado, pero siento que tu mente no siempre está conmigo.

—Disfruta del momento, ¿De acuerdo?— Sugerí ofreciéndole la sonrisa más simpática que pude implementar.

Al instante en que apoyé mi mano sobre la suya, sonrió. Aunque por fuera intentaba verme tranquilo, por dentro me sentía un hipócrita, ella no se merecía esto, yo no merecía su suprema paciencia.

—Estás hermosa— Confesé logrando apartarle todo rastro de tristeza que, por mi culpa, pronto la comería.

Luego de guiñarle un ojo mordió su labio inferior, riendo solté su mano y me dispuse a beber. Mirando mi reloj comprobé que los chicos deberían estar llegando. Una charla sobre distintos temas, incluido el trabajo y su nuevo compañero, una suave música de fondo y la frescura de una artificial cascada cerca de nosotros, nos ayudó a pasar el tiempo. En el momento en que una nueva botella de vino fue situada sobre la mesa, el morocho junto a la rubia se hicieron presentes en el elegante lugar que habían elegido para cenar, esquivando las mesas se acercaron.

—Hasta que llegaron— Solté sonriendo a la vez que me ponía de pie.

—No volveré a pasarla a buscar, no puede tardar tanto esta mujer— Quejándose y con el ceño fruncido, Zac llegó a nosotros antes que su cita.

—¿De qué te quejas? Ya sabes como soy— Chilló la rubia detrás de él. Cuando Catalina me miró, sonrió y sin vacilar se aproximó a mí, sus brazos no dudaron en cerrarse detrás de mi cuello, sonriendo acepté su abrazo y rodeé su cintura —Me alegra verte después de tanto tiempo— Confesó aun sujetada a mi cuerpo —¿Podrías por favor, no desaparecer del mapa como si nada? Juntarnos una vez por mes no te matará, ¿Lo sabías?— Se quejó con gracia.

—También te extrañé, rubia— Con Cata colgada de mi cuello, vi a Zac de reojo con una ceja arqueada. Soltando a mi amiga me separé de ella y le extendí una mano a Samantha para que la tomara y se levantara.

—¡Oye! No recuerdo que seas alérgico a las muestras de cariño— Sentenció Cata cruzándose de brazos.

—Perdón, pero si no te soltaba de seguro me arrestarían— Bromeé atrayendo a mi cita a mi lado —Hay un policía corrupto que me la tiene jurada.

Con una ladeada sonrisa sobre sus labios, Zac habló —Descuida, no me molesta que abrace a sus amigos, no soy tan perseguido como otros— Atacó haciendo reír a todos menos a mí y a mi estúpido estómago que no dejaba de revolverse ante los recuerdos.

—Como sea— Interrumpí las carcajadas —Chicos les presento a Samantha— Cuando las manos fueron estrechadas, continué —Ellos son, Zac mi mejor amigo y Catalina, una histérica vieja amiga— Bromeé sacándoles nuevas risas.

Un golpe en mi pecho me hizo reír aún más —No soy histérica— Se defendió sin poder borrar la alegría de su rostro.

[...]

Con los platos recientemente colocados frente a nosotros, y con un cálido vapor colmando la mesa acompañado por el olor de una comida recién echa, una nueva charla se dio lugar.

—¿Cómo se conocieron?— Cuestionó Cata llevándose el tenedor cargado de pasta a la boca.

—Es mi jefe— Con las mejillas casi del color de la salsa de su plato, Samantha respondió.

—Eso es acoso laboral, ¿Lo sabías, no?— Soltó la rubia sonriendo con sus ojos puestos en los míos.

—No, pero gracias por el dato lo tendré en cuenta— Contesté sarcástico para después negar con la cabeza.

—Cuando quieras, lindo— Reí mordiéndome el labio inferior en tanto mi vista se alejaba de la mesa.

—¿Y ustedes? ¿Cómo se conocieron?— Repreguntó mi compañera, mis ojos rápidamente se situaron sobre ellos.

Los iris de Catalina no tardaron en observarme, manteniéndole la mirada, pedí que no la nombraran. Sentía pena y consuelo a través de esos luceros, que fijamente me estudiaban. Chocando mi lengua con las paredes internas de mi boca desvié la vista nuevamente.

Prediciendo que todavía seguían clavados en mí, ingerí todo el alcohol que mi copa portaba, rellenándola aprecié como un frío sudor me recorría y las ganas de fumar nacían con desesperación.

—En el instituto, hace varios años. Se me hizo la difícil un tiempo, pero no podría resistirse por siempre— Con un tono seco, Zac respondió.

Mi cuerpo comenzó aflojarse gracias a las palabras del morocho, él era una de las pocas personas que sabía como calmarme, aunque no siempre pudiera lograrlo.

—¿Disculpa?— Cuestionó su chica —Tú eras el que insistía en que algo pasara.

—Tú fuiste la que me besó— Se defendió haciéndome reír.

—Esa sí es una sorpresa, no estaba al tanto de ello— Acoté en medio de una carcajada.

—Estaba ebria, por eso fue la única vez que pasó— Con una sonrisa de ganadora sobre sus labios y los ojos puestos en su chico, siguió ingiriendo su cena.

—Pasaron los años y sigues riéndote con cada uno de mis chistes. Yo ya gané— Rellenando su copa y guiñándole un ojo a Cata, Zac se declaró ganador llevándose las risas de nosotros.

[...]

El ambiente se volvió tenso por un momento, mientras Samantha revelaba una cómica escena que había vivido conmigo, observé a Catalina mirar al morocho intentando guiarlo con un continuo movimiento de ojos a algún objetivo. Enarqué una ceja, al ver que mi amigo suspiró en cuanto volteó su cabeza y como la rubia rápidamente comenzaba a ponerse nerviosa.

Transformando el momento en uno dramático, antes de que ellos se dieran cuenta, giré con lentitud la cabeza, buscando aquello que tanto los preocupaba.

La tranquila velada que compartíamos no tardó en mutar por una tormentosa, como cada maldito día de mi vida. Jamás conseguiría ser feliz a este paso, no era capaz de tener un solo día de calma.

La sangre empezó a circular con velocidad por mis venas, sintiendo como ardía mi interior mis músculos se contrajeron inmediatamente, tragué con fuerza antes de que mi mandíbula se tensara. Un fuerte choque eléctrico que recorrió toda la superficie de mi espalda fue lo que me hizo voltear nuevamente hacia nuestra mesa.

Busqué el rostro de mi mejor amigo con necesidad, sus amarillentos iris estaban fijados en los míos, dejando caer sus parpados con lentitud frunció sus labios, instantáneamente posé mi vista sobre su compañera, mordiendo su labio inferior negó con la cabeza. Los ojos de Samantha nos estudiaban a todos mostrando una expresión de desconcierto, sin embargo, no se animó a cuestionar.

—Mierda...— Susurró Zac —Tiene que ser una puta broma— Apoyando su codo derecho sobre la mesa, sostuvo su frente.

—¡Catalina!— Nombré a la rubia apretando los dientes para evitar gritar, con las venas queriendo salir de mi cuerpo, golpeé la mesa con brusquedad ocasionando que las dos féminas se sobresaltaran.

—¡Tranquilo!— Exclamó el morocho sujetando mi brazo izquierdo con su ceño totalmente arrugado —No hagas un alboroto.

—Ella me dijo que hoy saldría, pero nunca me dijo que vendría aquí— Confesó Cata mirando a su mejor amiga a la distancia.

—¡¿Alguno de ustedes le dijo algo?!— Escupí la pregunta a la vez que mis manos se volvían un puño —¡¿Les importa un carajo lo que yo sienta?!

—¡Te he dicho que te calmes, carajo!— Intentando mantener la calma Zac me obligó a mirarlo —Nosotros no hablamos con nadie, y Nicholas tampoco. Recuerda que el restaurante queda cerca de la casa de ellos, ¿Crees que somos tan estúpidos como para cruzarlos?

Mirándolo fijamente, le creí. Cerré los ojos y dándole un rápido e imprevisto golpe a la mesa, suspiré.

Mirandola por sobre mi hombro, visualicé a Natalia con el mismo rubio de la fiesta de Chloe, con un vestido color crema y una chaqueta de cuero negra, entrecerré los ojos para observarla mejor, y recordé aquellas prendas sobre mi cama, la ropa que usaba para salir con su nueva pareja se las había regalado yo, sonriendo sin gracia volví la vista al frente.

De seguro los golpes que le había dado a la mesa habían llamado su atención, ya que, con una sonrisa, esa sonrisa que tantas veces volví a ver en mis sueños, dejó a su chico hablando solo y se acercó a nosotros.

Esta misma noche le había dicho a Nicholas que no me importaba verla u oírla, que todo estaba superado, y que ya no me martirizaría por el recuerdo de una pasada relación.

—¿Qué sucede?— La voz de Samantha nos hizo caer en la realidad a los tres, intercambiando una mirada entre nosotros mantuvimos silencio, ninguno se atrevía a mirarla a los ojos —Matt, ¿Quién es ella?— Con sus mieles iris incriminadores sobre mí, exigió respuestas.

Suspirando, cambié de página —Una... Una vieja amiga.

Sabía que no iba a creerme, que era más que obvio quien era, pero no podía hacer más. Esquivándola, vacié nuevamente el alcohol dentro de mi copa en mi boca rapidamente.

Los parpados de Catalina se cerraron y los amarillentos ojos de Zac se enfocaron en la pequeña silueta femenina que se aproximaba a nosotros. Con la cabeza agachada relamí mis labios y le imploré a la tierra que me tragase.

—¡Zac!— Oír su voz me causaba tantas sensaciones que ya no podía siquiera explicarlas, o diferenciarlas entre sí.

—Hola, bonita— Comentó él de manera suave mientras que el ruido de su silla siendo arrastrada me informó que estaba poniéndose de pie.

Elevando la vista observé como la acogía en sus brazos y como ella se escondía sobre el hombro de su mejor amigo. Manteniendo la mirada firme sobre ellos, me crucé con la suya, sin dejar de abrazarlo sus verdosos iris se fijaron en mí, sin decir nada, sin mover un músculo, solo nos quedamos mirándonos, como si el mundo no existiera, como si el tiempo no pasara.

Cuando su abrazo concluyó ella saludó a su amiga con alegría y pronto su novio la alcanzó.

—Hola muchachos— Saludó él, recibiendo de vuelta la misma palabra por todos, incluyéndome.

Natalia estiró su mano por encima de la mesa, ofreciéndosela a Samantha, mis ojos miraban la escena con algo de gracia inclusive, arqueando una ceja las observé. No pudo haber momento más tenso que ese.

Quería reír, golpear al rubio, salir corriendo y fumarme una tabaquería entera, todo en el mismo momento.

—Natalia, mucho gusto— Se presentó con una sonrisa adornando su rostro.

A pesar del tiempo que pasamos separados, la conocía lo suficiente como para saber que su sonrisa escondía algo de maldad, lo que me hizo sonreí por un segundo y enarcar todavía más la ceja.

—Samantha, el gusto es mío— Contestó la rubia con otra sonrisa, pero no sabría descifrar si la de ella era real o no.

Cuando sus manos dejaron de tocarse, la mirada de Natalia volvió a posarse sobre mí —Hola, Matt— Con su mano frente a mi rostro incrementó aquella sonrisa, borrando esa pisca de maldad —Me da gusto verte después de tanto tiempo.

Fijando mi vista sobre la suya no pude evitar alternarla por un rápido segundo con su sonrisa, volviendo a centrarme en su cristalina mirada, tomé su mano y sonreí de la misma forma que ella.

—Hola, Natalia.

... ... ...

Capítulo dedicado a Maddycastro19 , espero que te guste linda.

Este capítulo fue un poquito más largo de lo usual, está comenzando lo bueno jajaja.

No se olviden seguirme en Instagram para estar al tanto de cositas nuevas que vaya haciendo.

@luchy1508

Y si gustan tenemos un grupo de wsp llamado "Amantes de Matt", la que quiera unirse que me mande un mensajito y le paso el link.

Sin más que decir, me despido, nos vemos el viernes.

¡Gracias totales!

Lu.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top