Capítulo 8

Al sentir el fresco rocío de una fuerte colonia fusionarse con la piel de mi cuello supe que ya estaba listo, despeiné mi cabello todavía húmedo con ayuda de mis manos y me encaminé al comedor para encontrarme con los chicos nuevamente.

Con un cigarrillo en mi boca aprisionado por mis labios, me acerqué a Nicholas, sentándome junto a él tomé el encendedor que hace unos minutos le había arrojado y con su fuego prendí el cilíndrico filtro —¿Dónde está Zac?— Cuestioné dando la primera calada.

—Fue a bañarse— Descendiendo la cerveza hasta su torso fijó sus ojos en mí, manteniéndole la mirada noté que la nostalgia cubría sus azulados iris, arqueando una ceja le pedí en silencio que soltara aquello que guardaba —Olvídalo— Susurró apoyando su espalda contra el respaldo del amplio sofá.

Sonriendo sin gracia empinó la botella para seguir ingiriendo su etílico interior, suspirando tragué el amargo humo que el cigarro me brindaba y dejándolo salir entre cada palabra, hablé de manera fría —Di lo que tengas que decir, Nick, sabes que no me gustan los rodeos.

Al verlo elevar una de sus cejas cerré los ojos, entre los recuerdos y las ideas que mi mente se disponía a plantearme habían conseguido ponerme de mal humor, suspirando negué con la cabeza y de manera lenta volví alzar mis parpados.

—Lo lamento, en la ducha tuve tiempo de reflexionar y pensar algunas cosas, darle un descanso a mi cerebro no siempre es una buena idea— Inundando mis pulmones de una nueva nube tóxica, intenté reponer mi humor ante mi único invitado en un largo tiempo.

—Descuida, lo entiendo, de seguro fue culpa mía— Sonriendo ladeadamente apoyó sus codos sobre sus rodillas y giró su cabeza hacia mí, obsequiándome su completa atención —Escucha, Matt— Relamiendo sus labios, comenzó —Sé que no debería decirte esto, que su historia acabó hace varios años y que tú sufriste muchísimo por eso— Soltando un pesado suspiro, continuó —Pero fue mi culpa que ustedes se pelearan, nunca debieron terminar, se amaban como jamás creí que alguien podría amar, mi abuelo tenía razón, lo que tenían era especial y lucharon mucho por llegar a eso, tú más que nada.

Sintiendo como el vació empezaba a instalarse en mi pecho para quemarlo sin remordimiento, y como mis lagrimales daban inicio a un odioso ardor, me puse de pie, dándole la espalda me perdí en lo sombrío de la noche en tanto acumulaba la mayor cantidad de neblina que podía arrebatarle al cigarro, dentro de mi cuerpo. Con fuerza tragué aquel nudo que intentó formarse en mi garganta y apreté los ojos evitando que un salado líquido propio de mis sentimientos bañara mis mejillas.

—El día del cumpleaños de Chloe, luego de que ustedes se fueron, ella me interrogó de arriba abajo— Confesó, mirándolo por encima de mi hombro, de reojo, vi su rostro con una sonrisa apenas visible, su mirada estaba clavada en la botella que sus manos sostenían, estaba desorientado en su memoria. Negándome a caer volví la vista al frente y continué luchando para evitar que mi dolor no mutara de manera física —Me preguntó todo de ti, cómo estabas, cómo te había encontrado, por qué no le había avisado. Y desde aquel día, ella no puede concentrarse, está hundida en la alusión de la relación que tuvieron, sin embargo, a lo que quiero llegar, es que a partir del momento en que te vio, sus ojos volvieron a brillar, mi hermana renació después de tanto tiempo, ella...— Antes de que continuara con su discurso, giré sobre mí.

Tensando la mandíbula ante el inevitable dolor que sus palabras me causaban y con más de una gota escapándose de mi poder, lo enfrenté.

—Escucha Nicholas— Sus ojos no tardaron en mirarme, en estudiar mi cuerpo, en percibir lo rígido de mis músculos y los restos de un ser al que le rompieron el corazón —Jamás te culpé y jamás lo voy hacer, pero por favor, no me hables de ella— Apoyando mi dedo sobre mi propio pecho, escupí —Sufrí horrores su recuerdo, añoré incontables noches su amor, rompí huesos desesperado ante su falta, viví golpeado por extrañarla, Zac fue testigo de ello— Con mi llanto abrumando el ambiente y el crujido de mi alma como música de fondo, con una sonrisa saturada de pena, confesé aquello que no quise —¿Sabes que es lo peor? Que ese día, con el simple hecho de haberla visto, me olvidé de todo, de todos mis males, de mi tortura diaria durante años, tuve la típica esperanza de un corazón roto, creí que al volver a vernos ella correría a mis brazos, me importó un carajo todo lo que viví, todo quedaría olvidado si iba a estar con Natalia de nuevo— Tomando aire me acerqué a él y con la voz destruida terminé de sincerarme —Pero volvió a matarme, volví a morir cuando el rubio la tomó por la cintura y la reclamó, cuando ella dijo que yo era un viejo amigo, cuando no vino a mí, cuando me superó.

Poniéndose de pie Nicholas intentó apoyar su mano sobre mi hombro en un gesto de consuelo —Matt, lamento todo esto.

Antes de que pudiera tocarme retrocedí —No quiero que sigan pensando que existe un nosotros, porque siempre el idiota que termina lastimado, soy yo. Siempre regresé a ella, primero cuando estuvo confundida y no sabía si me amaba a mí o a amaba a Zac, ante la preparatoria quedé como un estúpido al que abandonaron por su antiguo amigo, pero me callé y no dije nada, le cerré la boca a todos y regresé hacer las paces con ambos, porque los amaba y estaba dispuesto a lo que sea con tal de no perderlos, después volví a verla, dispuesto a perdonarla cuando fui a pagar tus facturas y las de Lucas al hospital, pero me ignoró y no tienes idea como eso me dolió. Volví a cruzarme con ella en la fiesta de tu hija, listo para dejar todo atrás otra vez si ella así lo quería, después de que me rompió el corazón y me dejó por segunda vez— Cerrando los ojos y con un latente agujero en medio de mi pecho, sentencié —Pero esta vez no, y no creas que es por mi secretaria, ni por ninguna de esas estupideces, es por mí. Si tengo que verla, la veré, si tengo que oírla, la oiré, pero lo nuestro acabó, ella me olvidó y me encargué de hacer lo mismo. Yo ya no voy a volver por ella— Respiré profundamente calmando mi forzoso sollozo —Eres mi amigo y te apreció como si fueras mi hermano menor, asique por favor te pido, que respetes mi decisión, Nicholas.

El morocho frente a mí parpadeó repetidas veces sorprendido ante mis palabras, cerrando lentamente su levemente abierta boca, pausadamente afirmó con un movimiento de cabeza y palmeó mi hombro —Claro, fui un idiota, lo siento mucho, no volverá a suceder— En cuanto vi una sonrisa en la cornisa de sus labios, asentí.

El típico sonido de unos pasos bajando la escalera me alertó, con rapidez dejé el casi inexistente cadáver del cigarro, que todavía sujetaba entre mis dedos, dentro del cenicero y limpié de mi rostro las frías estelas que mis secreciones habían trazado.

El ceño de Zac no tardó en fruncirse, aproximándose a paso lento, cuestionó —¿Todo bien?— Con sus amarillos ojos mirándome de arriba abajo una y otra vez, me señaló.

—Sí, vámonos— Ordené tomando una chaqueta que había sobre el sillón para dirigirme a la puerta principal.

Pude notar que la mirada de mi mejor amigo se posó sobre la figura del menor, este se hincó de hombros e inmediatamente el oficial apretó sus labios y negó con la cabeza.

Tomando las llaves de mi auto salí de la casa, ansiaba sentir el helado viento nocturno estrellarse contra mi rostro, la calma me invadió al sentirlo, hace años la noche se había vuelto mi psicóloga, mi fiel compañera, sus sombras acompañadas de una congelada brisa eran el escenario perfecto para purgar mi alma de aquella presión. Aunque la angustia era punzante, sentía que me había liberado, por fin había entendido, jamás fui el culpable, no era yo quien tenía que arreglarlo, no era yo el que tenía que buscar.

Yo era el que tenía que perdonar.

—¿A quién tenemos que pasar a buscar primero?— Pregunté al sentir la presencia de los chicos a mis espaldas.

—Yo iré por Catalina, tú ve a buscar a Samantha, los veo allá— Respondió Zac prendiéndose un pucho a mi lado, el anaranjado destello del encendedor me dejó divisar a sus ojos observándome, arqueando una ceja hice un ademán con la cabeza para que soltara lo que tenía para decir —¿Estás bien?— Susurró para que solo yo pudiera oírlo.

—Por fin me liberé— Enfocando mi vista al frente, esbocé una ladeada sonrisa.

La aparición de Nick finalizó el interrogatorio que de seguro mi mejor amigo planeaba hacerme.

—¿Cómo volverás a casa?— Consulté encaminándome a mi auto —¿Quieres que te lleve?

—Tomaré un taxi, no te preocupes, ve a buscar a la chica— Rio metiendo las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans.

—Yo lo llevó, la casa de la Barbie queda cerca de la suya— Iluminando el espacio entre nosotros con el rojizo chispazo del tabaco siendo arrasado por el fuego, Zac se sentó sobre su motocicleta —Sube, enano.

—Amo a este policía— Bromeó Nick señalándolo —¿Me dejas conducir?— Vociferó subiéndose al vehículo detrás del oji-amarillo.

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—Claro— Al ver sonreír a Nicholas, añadió carcajeando —En tus sueños.

Logrando hacernos reír, Zac encendió el motor consiguiendo hacer a su moto a rugir, antes de que se fueran me subí a mi coche y bajé la ventanilla para despedirme de ellos.

—Te veo en el restaurante, ¿Escuchaste? No volvamos a lo de antes— Decretó mi mejor amigo con el casco sobre su cabeza.

—Claro oficial, ¿Quiere mi registro también?— Mofé girando la llave detrás del volante.

—No me hagas pedírtelo.

—Tranquilo Godínez, me verás allá— Burlándome prendí el estéreo, estirando la mano como gesto de despedida, saludé al menor —Nos vemos el lunes en la oficina Nick, cuídate.

Al compás de las llantas girando sobre sí, producidas por el auto al emprender su marcha, escuché la voz de Nicky ahogada por el casco —Por supuesto, jefe.

Sin poder evitar sonreír negué con la cabeza y aceleré. En la tranquilidad de mi carro pude relajarme, con la diestra sobre el volante y la izquierda sosteniendo mi barbilla evité que mi mente se sumergiera en pensamientos, y en un rápido movimiento le subí a la estación de radio, la música me ayudaría a sobrellevar el corto tramo que debía transitar. Unas amarillentas aureolas de luz sobre el negro asfalto me marcaban el camino, unas cuantas cuadras de soledad fueron todo lo que tuve antes de llegar a la casa de Samantha, alargando el encuentro apagué el motor y me prendí otro cigarro.

Mirando la oscuridad que destacaba en las calles dejé que el gélido viento me envolviera, aun con las distintas melodías de fondo mi cerebro no dejaba de procesar las palabras de Nick. No iba a permitir que su discurso me afectara más de lo necesario, no iba a caer y seguía firme manteniendo mi postura de no regresar a ella, por fin mis sentimientos habían encontrado la calma.

Indiferente respiré el álgido aire que me rodeaba, sintiendo como el hueco alojado en mi pecho poco a poco enfriaba mis ganas de amar y el dolor que por tanto tiempo me carcomió, por fin me deshacía de mis ataduras.

Miré las agujas del reloj sobre mi muñeca para visualizar la hora, dentro de poco tendríamos que estar en el restaurante o Zac no dejaría de llamarme, tirando la colilla por la ventana tomé mi teléfono y busqué a Samantha.

Estoy abajo.

Al comprobar que el mensaje le había llegado bloqueé el móvil, cuando estaba por guardarlo en el bolsillo delantero de mi pantalón visualicé la pulsera que traía puesta.

—¿Qué haré contigo?— Murmuré acariciando su grabado —Estás volviéndome loco.

Unos golpes en la ventanilla del lado del acompañante me sobresaltaron, mi pulso se aceleró al asustarme, pero pronto comenzó a calmarse al distinguir al culpable.

Cerré los ojos con la intención de mermar mi respiración más rápido, suspirando destrabé las puertas dejando que esa persona pudiera meterse a mi coche.

—Hola— Saludó la rubia con una notoria alegría mientras se adentraba al vehículo.

—Casi me matas de un susto— Solté sin voltear a verla en tanto encendía el motor.

—Lo siento, es que ya estaba lista.

Mirandola por una fracción de segundos, acoté —No hay problema— La ojeé de arriba abajo con rapidez y volví mi vista al frente —Te ves bien.    

... ... ...

maddycastro19

Este capítulo va dedicado a vos linda, me llena mucho el que me hayas pedido figurar en esta historia que ustedes me ayudan a seguir día a día.

Gracias por leerme, por amarlos a ellos tanto como yo.

Sigue la época de sufrimiento, pero después de la tormenta sale el sol, ya va a llegar eso que ustedes tanto esperan y constantemente me piden, jajaja, solo quiero que entiendan y sientan todo lo que él sufre. Sin más que decir, espero que le guste, y nos estamos leyendo el Martes en lo posible.

Les recomiendo seguirme en Instagram, ahí estoy contestando mensajes con frecuencia, interactuando con ustedes y dándoles sorpresitas.

@Luchy1508

En esa cuenta su un vídeo que les va a encantar, es un hermoso regalo para "Siempre has sido Tú".

 thelostWRITER888 gracias genio por ese hermoso booktrailer, tenes muchísimo talento, realmente no se lo pueden perder.

Sin más que decirles, me despido.

¡Gracias Totales!

Lu.

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