Capítulo 6
—Buenos días, Matt— Esa voz femenina logró llamar mi atención.
Sin detener mi camino, pero ralentizándolo, giré mi cabeza encontrándome a la rubia parada frente a su escritorio con un conjunto de papeles entre sus brazos, arqueando una ceja esbocé una ladeada sonrisa que no me esforcé por esconder.
Verla todas las mañanas se volvía algo agradable en mi rutina, algo que de cierta forma me calmaba.
Sus mejillas no tardaron en tomar un tono rojizo —Lo siento, no me acostumbro— Aun con su cabeza agachada pude notar las comisuras de sus labios elevarse a la vez que suavemente, mordía su labio inferior —Buenos días, señor Bolton.
—Buenos días, Samantha— Respondí batallando contra una risa inapropiada que se empecinaba a escapar de mi boca.
Sentándome en la negra silla de cuero que destacaba en mi oficina, dejé caer mis codos sobre la rectangular mesa del mismo color y pasé ambas manos por mi cabello unas cuantas veces. No habían pasado veinte minutos de mi llegada a la empresa que alguien ya estaba tocando la puerta.
Sin sacarle los ojos a los papeles frente a mí, hablé —Adelante— Escuché a la puerta abrirse, pero a nadie hablar. Elevando la mirada me encontré con la rubia —¿Qué sucede?
Adentrándose a mi despacho, por fin habló —Te noté algo cansado, asiqué te traje algo de café— Dejando un largo vaso de cartón delante de mí, arrastró los pies rodeando el escritorio que nos separaba.
Soltando los blanquecinos documentos, relajé mi mente y me recliné sobre el respaldo —Gracias.
A medida que se acercaba, su dedo acariciaba la superficie de madera, meneando sus caderas con total intención llegó hasta mí. Con suaves movimientos se sentó sobre mis piernas y no tardó en jugar con el nudo de mi corbata. Mis iris solo se dedicaron a observarla actuar, una de mis manos tapaba mi propia boca mientras que su gemela colgaba a un costado de la silla. No me oponía a sus caricias, pero tampoco me unía a ellas.
—Anoche te esperé, ¿Qué te sucedió?— Cuestionó, agregándole sensualidad al tono de su voz —No me digas que has vuelto a aquel sucio lugar.
Suspirando, negué con la cabeza —No, no he vuelto— Sosteniendo mi propia barbilla con mis dedos, dejé que mis ojos siguieran admirando como intentaba seducirme —Cené con mi padre, lamento no haberte avisado.
—Descuida, no me enojaré en tanto estés dispuesto a compensarme— Susurró cerca de mi oído acariciando mi muslo de manera ascendente y acercando sus labios a los míos.
Antes de que su boca chocara con la mía y su mano rozara mi entrepierna volteé la cara —Estoy trabajando— Sentencié de manera seria.
Evadiendo mi rechazo acarició mi apenas crecida barba —¿Otra vez me negarás tus besos?
—Creo que te has emocionado con ellos, solo pasó una vez— Solté arqueando una ceja. Removiéndome en mi lugar conseguí que se incomodara y se levantara —Tengo mucho trabajo, lo sabes, Samantha.
Asintiendo, frunció sus labios acomodando su falta y tomó unas carpetas de la mesa, en cuanto se giró para abandonar mi estudio me levanté y tomé su mano. Sentí a su cuerpo estremecerse ante mi agarre, me sentía un infeliz por tratarla de una forma tan fría, luego de acomodarla para que quedase de frente a mí, tomé su rostro entre mis manos y sonreí lo más tiernamente que pude.
—Te lo recompensaré lo prometo— Su mirada era de tristeza y humillación, estaba seguro —Te invitaré a cenar—Solté sonriendo, queriendo redimir mi reciente accionar.
—¿ Quieres salir conmigo?— Cuestionó confundida, su acción por un lado me daba ternura, parecía una niña ingenua, y por el otro llegaba a enojarme, por mi forma de ser con ella.
Desde que conocí a Samantha jamás la invité a salir, a cenar, o simplemente a caminar, nadie me había visto a su lado, y para el mundo lo nuestro nunca pasó. Me cuidaba mucho con las chicas que elegía para acostarme, siempre de perfil bajo y en lo posible trataba de que no supieran quien soy y cuando dinero tengo, no quería que me pasara lo mismo que a un amigo de mi padre, más de una fueron las mujeres que decían esperar un hijo suyo para sacar algún tipo de provecho. Por esto ocultaba mi vida privada y no salía con la misma mujer dos veces, era algo paranoico, pero mejor prevenir que curar.
Sin embargo, con la rubia era distinto, ella sabía todo de mí y de mi padre, después de haber llegado totalmente alcoholizado a la empresa, hace tres años, fue esta mujer la que se preocupó porque Alexander no me viera en ese estado en el trabajo, me llevó a mi casa y como un buen idiota me aproveché del momento para llegar a segunda base. Siempre me perdonaba, jamás me pidió exclusividad, ni que la amara, aunque en el fondo sabía que eso era lo que ella sentía por mí, Sam estaba al tanto de que todos mis males eran a causa de una mujer y por más que no lo dijera, le dolía de cierta forma. Desde aquel día que Samantha está a mi lado, y constantemente me sentía un patán al no corresponderla, pero mi corazón siempre tuvo una sola dueña y todos lo sabían.
No obstante, ya era tiempo de cambiar todo eso, obviamente siguiendo con mi palabra de negarme a sentir. Tenía que darme una oportunidad de re enderezar mi vida, devolverle a Samantha todo lo que hizo por mí y aceptar los consejos de mi mejor amigo, aunque sea por una sola vez.
—Sí, tendremos una cita doble— Sentencié viendo como sus iris caramelo comenzaban a brillar.
—¿Con quienes?— Interrogó con la emoción brotando de sus poros.
Logrando hacerme reír con su reacción, contesté —Unos amigos míos, luego hablamos, ¿De acuerdo?
Después de aceptar mi invitación besé su frente y la solté para que pudiera irse. En cuanto vi su figura desaparecer detrás de la oscura puerta de madera volví a sentarme en mi lugar. Acariciando mis cienes tomé el débil vaso de cartón y lo llevé a mis labios, la caliente infusión conseguía despertarme, me tomé unos minutos para poder disfrutarla al compás del sonido de una débil llovizna, perdiéndome en el grisáceo paisaje recordé la visita de Nicholas, miré el reloj de mi muñeca para comprobar de cuánto tiempo disponía para terminar con el papeleo, no me quedaban muchas horas, rotando sobre el eje de la silla, dejé el café a un lado y seguí con mi trabajo.
Concentrado en no saltearme ninguna palabra del recién llegado contrato para una nueva sede, unos golpes resonaron a través de la puerta, ojeé las manecillas del reloj y me impresioné al ver cuantas horas habían pasado. Llevé mi mano derecha a mi hombro izquierdo y comencé a masajearlo mientras que con la diestra fregaba mis ojos.
Sin esperar mi aprobación la puerta se abrió, inaugurando una pequeña abertura entre mi estudio y el pasillo una figura femenina deslumbró.
—Señor, alguien lo busca.
En cuanto la imagen de Nick se hizo presente en mi cabeza, acomodé el escritorio y me deshice del contenedor de café ya vacío —Hazlo pasar.
Con algo de timidez la silueta de mi excuñado traspasó el marco que nos daría privacidad, sus ojos viajaron por cada espacio del cuarto hasta dar con mi rostro, levantándome de mi asiento me acerqué a él.
—Wow— Fue lo primero en soltar, riendo me arrimé para saludarlo.
—Bienvenido a mi humilde lugar laboral— Bromeé —¿Quieres hablar acá o prefieres ir a tomar algo?— Cuestioné terminando de acomodar mi área.
—Lo que usted prefiera señor Bolton— Mofó sacándonos una carcajada.
—Bien, vamos, hay una pizzería por acá cerca, no se tú, pero yo muero de hambre, además necesito aire fresco— Tomando las llaves del auto y mi móvil, invité a Nicholas a salir, para hacer lo mismo luego de él.
Cerrando mi oficina me acerqué donde Samantha ejercía su labor diaria, prácticamente a los pies de mi despacho, un escritorio con una planta a cada lado era lo único que ocupaba espacio, a mitad de pasillo dos grandes y plateados elevadores coloreaban la blanquecina pared.
—Cancela todas las citas que tenga— Ordené de manera seria.
—Claro señor, ¿Volverá a la empresa?— Cuestionó mordiendo su labio inferior disimuladamente.
Arqueando una ceja sonreí sin pudor —No lo creo, pero cualquier cosa llámame.
—Entonces, que tenga un buen día jefe.
Palmeando el escritorio me alejé de ella, con el morocho siguiéndome nos perdimos dentro del elevador excedido de espacio. Con los fuertes rayos del mediodía golpeándonos de frente decidimos ir a aquel lugar de comida, mi estómago rogaba por que lo alimentase. Ya en el lugar, con las cervezas en nuestros vasos y la pizza siendo cortada frente a nosotros, la conversación comenzó a fluir.
—Todavía no puedo creer que seas dueño de todo ese edificio— Comentó rellenando su recipiente de vidrio con el amarillento y espumante líquido.
—Ni yo mismo lo puedo creer, no pensé que pasaría tan rápido.
Ver a Nick me hacía bien, a pesar de que al principio mi relación con él se basó en la pareja que hacia con su hermana, siempre me agradó, con el tiempo y los momentos, tanto buenos como malos que vivimos juntos, nos llevaron a forjar una amistad, tal fue dicho lazo que la confianza que nos teníamos se volvió fuerte, convirtiéndome en la primera persona, después de su abuelo, a la que le contó sobre el bebé que esperaba en ese momento. A pesar de que ese grado de confianza y amistad fuera tan grande y real, terminó por separarnos de cierta forma.
Aunque nuestra cercanía terminara por destruir mi corazón, quebrar mi vida y separarme de la persona que más amé, no lo culpaba, jamás lo hice y jamás lo haría. Quería a Nicholas, le tenía un gran apreció y nunca lo haría responsable de mi rompimiento con Natalia. Siempre que estábamos juntos me sentía bien, él y Zac eran los únicos amigos que tuve y que mantenía, por más que no nos veamos de manera frecuente con el más chico.
—Esa chica— Levanté la vista hacia él mientras que introducía el tenedor a mi boca —La rubia de la oficina, ¿Qué tal?— Interrogó elevando ambas cejas una y otra vez.
Aun masticando sonreí —Samantha— Solté y terminé de tragar —Es una buena chica.
No me sentía del todo cómodo hablando con el oji-azul sobre otras mujeres que no fueran su pariente.
—Una linda chica— Afirmó tomando su vaso —No te creeré si me dices que entre ustedes no pasó nada— Concluyó sonriendo para volver a ingerir el alcohol.
Sonriéndole de vuelta hice una mueca con mi rostro restándole importancia —Nada serio. Zac me obligó a invitarla a salir de manera oficial.
—Me parece perfecto, Matt— Con sus azulinos iris cristalinos mirando mi brazalete cambió el tono de su voz por uno melancólico —Te mereces empezar de nuevo.
Oír esas palabras salir de su boca me produjeron un sudor frío, de manera lenta y pausada comenzaba a superarla, pero de todas formas me dolía, todavía no podía soltarla por completo y lo que seguía atado a ella aun latía.
—¿Cómo están las cosas por tu casa? ¿La pequeña Chloe cómo se encuentra?— Pregunté cambiando el tema, no dejaría que el dolor volviera arruinar momentos de mi vida.
—Terrible y enorme— Con una sonrisa en sus labios cortó la porción que todavía seguía intacta sobre su plato.
—¿Sucede algo Nick?— Tocar el tema de su hija lo cambió, sus ojos se veían apagados y su sonrisa camuflaba tristeza o algún sentimiento similar.
Riendo sin gracia comenzó a rascar su nuca nervioso, arqueé una ceja para al mismo tiempo fruncir el ceño —No...No sé como decirlo— Balbuceó.
—Solo hazlo— Su nerviosismo comenzaba a preocuparme.
—Es que...Dios, no creí que fuera tan difícil.
—Nick...— Susurré intentando calmarlo.
—Me...Me quedé sin trabajo— Comenzó —Y no se que hacer, Chloe crece a cada segundo, las cuentas de la casa siguen llegando, Ann no lo sabe, la destrozaría en cuanto se lo mencionara. Odiaría pedirle trabajo a Lucas, nuestra relación sigue sin ser la mejor y a mi hermana no puedo deberle más— Apoyando los codos sobre la mesa, escondió su rostro detrás de sus manos —Por eso te llamé, Zac me contó que te habías vuelto dueño de algo y...— Elevando su mirada, se confesó —¿Soy un patán por encontrarme contigo solo por esto, cierto?
Sonriéndole negué con la cabeza y destensando mi cuerpo volví a saborear un pedazo de la exquisita pizza que servían en este lugar —Me parece perfecto que me hayas llamado— Mirándolo a los ojos pude ver que en lo azulino de los suyos pequeños destellos celeste de esperanza cobraban vida —No tienes porque preocuparte, Nick. Conmigo tienes un empleo asegurado.
—Gracias, gracias— Repitió emocionado —No me importa el dinero ni el puesto, con lo mínimo que me des me ayudarás.
—Tendrás un puesto como mi secretario momentáneamente, necesitas especializarte y con ese puesto podrás ir metiéndote al negocio de manera lenta, pero segura— Bajando la comida con un rápido trago, continué —Por la paga no te preocupes, tendrás para la casa y para darle a esa hermosa hija que tienes lo que quieras, recibirás lo que te corresponda.
—Prometo no decirle a mi hermana.
Recordando quienes eran sus familiares y la loca idea de mi propio progenitor un escalofrío recorrió mi espalda, asentí ante sus palabras, agradeciéndole en silencio.
Sus nervios habían desaparecido y la felicidad emanaba de él, por fin comenzaba a comer, pronto sonreí al verlo con el humor que siempre lo caracterizó.
—Prometo dar lo mejor de mí, muchas gracias Matt, me has salvado de nuevo.
El único masculino de los Harper seguía siendo el mismo, un joven maduro y preocupado por su familia, pero para mí, a pesar del tiempo y los problemas que ocurrieron, seguía siendo como un hermano pequeño.
—Eso no lo dudo, Nick.
... ... ...
Hola familia, pasaba a comentarles el porque demoré y seguramente siga demorando esta semana además darles una linda noticia.
La demora es debido a que estoy participando en un concurso, acá en Wattpad, dicha competición además de evaluar nuestras novelas, en mi caso inscribí "Siempre has sido Tú", ponen a los escritores a prueba con diferentes desafíos, el de esta semana consta de hacer un escrito de 4.000 palabras, lo que serían dos capítulos de mis historias. Es por esto que resto de tiempo para actualizar.
Igualmente vale aclararles que escribir un capítulo me implica estar frente a la computadora más de seis horas, difíciles de encontrar en una rutina, y obviamente requiero de inspiración, la cual no siempre abunda.
Cambiando de tema, volvamos a la sorpresa que les tengo.
En mi instragram, @Luchy1508 al cual los invito a seguirme, voy a estar dándola a conocer en estos días.
Sin más que decir, me despido.
¡Gracias totales!
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