Capítulo 52

Inmediatamente sentí como todas las miradas estaban puestas en mí, a la espera de mi reacción. Sin embargo, mis ojos estaban fijados a un punto muerto y mi anatomía se había inmovilizado por completo.

El nombre de Thomas se repetía en mi cabeza. Mis dientes se apretaron en cuanto su rostro apareció en mi mente y me esforcé porque Natalia no lo notara. Ella no podía tener sobresaltos, no hasta que sepamos que Logan saldría de esta.

Sonreí forzadamente y tras besar nuevamente su mano, acomodé un mechón de pelo detrás de su oreja.

—Iré a tomar aire— Mascullé con la bronca escalando por mi garganta —Ya vuelvo, sonrisitas— Suspiré y prolongué el contacto de mis labios y su frente.

En cuanto me puse de pie, el rubio se acercó más a su expareja y le sonrió con tranquilidad, algo que yo no podía hacer por mucho que intentara.

—Estarás bien, Naty. Tienes que hacer reposo y cuidarte mucho para no afectar la salud del bebé— Comentó mientras verificada la caída del suero conectado al brazo de ella.

Que Collins pudiera darle tranquilidad en tanto yo derrochaba ira me rompía por dentro. Con los pies del policía prácticamente pisando los míos, abandoné el cuarto. Cuando la puerta se cerró a mis espaldas, no soporté un segundo más y marqué brutalmente la fría pared con la sangre de mis nudillos.

—Yo también estoy enojado, pero estás en un hospital, Matt. Cálmate y por favor, no me obligues a esposarte— Susurró Zac al notar que varias personas, las cuales antes no estaban, nos miraban.

—Voy a matarlo— Apoyando mis ante brazos contra el blanco muro, perforé la piel de mis palmas con mis propias uñas mientras la sangre de mis artejos escurría por mi brazo.

—Soy policía, hermano, yo me encargaré. Quédate con Natalia y Catalina, hazme el favor.

Lo miré por encima de mi extremidad y con uno que otro mechón de pelo obstaculizándome el panorama. Estaba seguro de que el fuego en sus iris no se le comparaba al infierno en los míos. Mi tórax seguía subiendo y bajando con violencia. El interior de mi pecho ardía y no deseaba otra cosa más que respuestas.

Pero sabía que por el bienestar de mi hijo debía tragarme toda clase de sentimientos y pensar mejor las cosas.

[...]

La noche cayó y las brillantes estrellas adornaban el nocturno panorama que la ventana del cuarto brindaba, en un vago intento por hacer más llevadera la estadía de los pacientes.

Hacía más de una hora que me había quedado solo y hacía más de dos que Natalia dormía. Se me era imposible no culparme por sus heridas, no entendía como fui tan idiota de dejarla sola. Las cascaras de sus heridas eran como balas direccionadas a mi corazón.

Con una fuerte preocupación merodeándolo, Jack venía cada veinte minutos a comprobar su estado y el de mi hijo. En ninguna ocasión se molestó por verme a la cara, simplemente fingía que yo no existía.

—Te agradezco la atención que le estás dando— Modulé con la cabeza baja y los codos clavados sobre mis piernas. Reí ante su inquebrantable silencio —Te lo digo en serio, Collins. Las ganas de hacerte tragar toda la mierda que dijiste hoy no se me van, pero sé diferenciar las cosas. Y también sé que le estás dando cuidados especiales a ambos, aunque que eso te duela.

—Debes saber que por Natalia haría lo que fuera, así perdiera mi título de médico o la vida misma. A pesar de todo, la amo— Un halo de celos me cubrió y relamiendo mis labios, me reservé las palabras —Claramente no estoy muy contento con este niño, ya que no solo es de otro hombre, sino que el pobre tiene a una bestia como tú de padre. Pero, de cualquier modo, ella sigue siendo la madre— Resoplé con ironía y con la cabeza ladeada, lo observé revisar los golpes en el vientre de mi chica —Y cuando vi el miedo y el desconsuelo en su mirada al informarle sobre el estado de la criatura, me juré hacer hasta lo imposible para salvarlo.

—Gracias...

—No me lo agradezcas, si ella no fuera la madre no me tomaría tantas molestias— Arropó el cuerpo dormido de Natalia y tomando su libreta, se dirigió a la salida —A mi tampoco se me fueron las ganas de terminar con lo que empezamos— Concluyó y cerrando la puerta, me dejó con la palabra en la boca.

[...]

Los primeros rayos del sol ya habían conseguido iluminar cada rincón del hospital. Sin poder haber pegado un ojo en toda la noche, me encerré en el baño y mojé mi cara unas cuantas veces. Con el rostro empapado, miré mi reflejo y posteriormente mis manos, las cuales no podían dejar de temblar debido a la impotencia retenida.

No paraba de pensar en porque mierda Thomas preguntaba por ella y que hacía mi madre en aquella sede. En que momento las cosas se me fueron de las manos y como fue que esto paso casi frente a mis ojos.

Suspiré pesadamente y seguí batallando contra todos mis impulsos. Debía hacerlo por una o dos horas más, hasta que Alex llegara a suplantarme. Ayer en la noche lo llamé y le supliqué porque pasara hoy en la mañana a quedarse con Natalia.

La bronca acumulada me estaba jugando una mala pasada y con la abstinencia de compañera, el autocontrol se me estaba volviendo una tarea demasiado complicada de hacer.

Al salir del baño, me senté nuevamente junto a mi novia y después de tomar su mano, revisé mi teléfono. Al ver que tenía varias llamadas perdidas de Evan, recordé la reunión que deberíamos haber tenido ayer, la cual olvidé, y ni siquiera fui capaz de aviarle mi inesperada ausencia con anterioridad.

Me enteré que tu mujer está en el hospital, león. No dudes en contar conmigo y no te preocupes por la reunión, primero la familia.

Sonreí ante su mensaje y después de escribirle una respuesta a él y Christian, quien también había tenido la amabilidad de hablarme, busqué distraerme un poco de la realidad en las redes sociales.

Ver las fotos dedicadas a la salud de mi chica me rompía un poco más. Tragué la bola de dolor atorada en mi garganta y comencé a acariciar la suave y violácea piel de su mano con mi pulgar. Seguí bajando y no tardé en encontrarme con una foto subida por Collins, entrecerrando los ojos me detuve en la descripción de esta. Mi ceja se arqueó instantáneamente al leer: "...Entendí que no había hecho bien, pero a mi manera te amé".

—Maldito idiota— Murmuré y bloqueé el celular.

—¿Qué hizo Jack ahora?— La voz de Natalia me arrebató una sonrisa y rápidamente giré hacia ella.

—Buenos días, sonrisitas— Su sonrisa arrasó con todos mis fantasmas —¿Cómo durmieron?— Consulté palpando su barriga.

Su vientre estaba demasiado rígido y las ganas de llorar me invadieron al saber que eso no podía significar nada bueno. Sin embargo, debía seguir fingiendo calma por ella. Si supiera cuan quebrado estaba interiormente, lloraría un mar de lágrimas en mi lugar.

—Profundamente— Respondió con alegría y entrelazó sus dedos con los míos sobre su estómago —¿Crees que estará bien? No lo estuve sintiendo patear.

—Si sale fuerte como la madre, no hay de qué preocuparnos.

Arrimándome a su calor, pegué mis labios a los suyos. No estaba seguro de cuanto tiempo más podría aguantar el simular estar bien.

—No veo la hora de que vayamos a casa— Murmuré apoyando mi frente sobre la suya.

—Cuando Jack me diga que Logan esta bien ya nos podremos ir.

Dándole un poco de espacio, regresé a mi postura inicial y casi al segundo, una enfermera con una bandeja carente de un delicioso desayuno ingresó a la habitación.

—¿Quieres desayunar?— Pregunté poniéndome de pie en cuanto volvimos a estar solos.

—Sí, pero no eso. Quiero una leche chocolatada con medialunas rellenas— Confesó enterrándose los dientes sobre el labio inferior antojada.

—Ni bien salgamos, prometo comprarte lo que quieras— Contesté entre risas y regresé a su lado con el escaso sustento que le otorgaban.

Cuando terminó de comer, me quedé a su lado y mientras ella se distraía con Los Simpsons, mi mente seguía trabajando y buscando el porqué del ataque hacia Natalia.

—Sonrisitas— Cuando sus iris se posaron en mi rostro, carraspeé y supliqué interiormente porque esto no la afectara —¿Sabes que hacía mi madre en la empresa?

—Me dijo que fue a verme ahí porque tú nunca le diste la dirección de tu casa. Y como la mudanza no terminó y no estábamos instalados en la nuestra, no sabía donde buscarme, por lo que preguntó y le dijeron que había cambiado de sede.

—¿Para qué fue a verte?

—Por los preparativos de la boda. Cuando terminase mi día, iríamos con ella y con Cata a ver el vestido— Mordiendo la esquina de su labio inferior, procuró ocultar el suave tono rosado que sus mejillas había adoptado.

—¿No pensabas contarme eso?— Pregunté arqueando una ceja y sonriéndole como solo a ella le sonreía.

—El novio no tiene que saber eso— Se defendió y no pude evitar reír.

Casi una hora después mi padre por fin llegó y luego de preguntarle unas quince veces como se sentía, preguntó por Logan. Su alma apuñalada por la noticia que le dimos se vio fielmente reflejada en lo verde de sus apagados orbes.

—Le traje esto... Por si el accidente adelantaba su nacimiento— Tratando de ocultar la angustia fusionada con su voz, le entregó un regalo a Nata.

Al pararse a mi lado, lo abracé por encima de sus hombros y apoyando mi cabeza en la suya, observé atentamente lo que la amarronada bolsa escondía.

Una lágrima rodó por la mejilla de mi futura esposa al extender frente a ella un diminuto body blanco con detalles en celeste. Un fuerte huracán arrasó con todo mi interior y apretando los ojos, para evitar que me pasara lo mismo, besé la cien derecha de Alex y continuamente, sus brazos me rodearon.

Sin querer dejar a la pelinegra excluida, palmeé la espalda de mi progenitor y cuidadosamente me recosté junto a ella para pegarla a mi cuerpo. Arropándola con mi calor, intentando con todas mis fuerzas ser el pilar que la mantuviera en pie.

—¿Le quedará grande?— Busqué la forma de ver el lado lleno del vaso, aunque ni yo pudiese verlo.

[...]

Esperé a que unos minutos más pasaran y cuando los chistes de mi padre iluminaron el rostro de Natalia, tomé mis cigarrillos y pegué mis labios a de mi novia.

—En un rato vuelvo— Murmuré a centímetros de su boca y volví a besarla. Aferré mis falanges al hombro de mi padre y suspiré —La dejo en tus manos.

—Hijo, por favor no te vayas— Pidió suponiendo que no haría nada bueno.

—¿A dónde vas, musculitos?— Cuestionó la única mujer en la pieza sentándose y soltó un quijo de dolor.

Alexander corrió a ella y le acomodó la almohada ubicada en su espalda baja. Solo esperaba que no fueran contracciones.

—Me daré un baño y pasaré por la empresa— Me quebré por dentro al mentirle.

Al cruzar el umbral supe que había dejado mi alma y mi corazón dentro de esa pieza, así como mi esencia misma. Caminando hacia la salida de la edificación carente de alegría, guardé mis manos dentro de los bolsillos delanteros de mi pantalón para esconder su constante vibración.

Debía salir ya si quería que Zac no me alcanzara, de lo contrario intentaría detenerme, o peor, me seguiría y no estaba dispuesto a meterlo en esto.

Abrí la puerta del coche y tras un portazo, encendí el estéreo. Sujeté un cigarrillo con los labios y lo prendí desesperadamente, calmando mis nervios con la nicotina ahora recorriendo mi sistema me relajé. Girando las llaves en el tambor, arranqué y con un destino en mente, abandoné el estacionamiento.

[...]

Golpeé la puerta del departamento de Samantha con más fuerza de lo que esperaba. En menos de cinco minutos, su rostro apareció por la estrecha abertura, ocultando su cuerpo detrás de la ancha y negra madera que nos separaba.

—Matt... ¿Qué...? ¿Qué haces acá?— Cuestionó confundida —¿Estás bien?— Formuló al notar los toscos movimientos de mi diafragma.

—¿Dónde está Thomas?

—¿Qué? ¿Thomas?— Relamiéndome los labios, me adentré a su hogar y sin oponer resistencia, se hizo a un lado y me dejó pasar —¿Por qué buscas a Thomy?

Al voltear, me tope con su piel expuesta y con solo un conjunto de lencería de encaje rosa cubriéndola.

Giré la cabeza para no verla y me arrepentí de haber pasado tan apresuradamente. Cerrando los ojos, acaricié el interior de mis mejillas con la lengua.

—Tiene una buena explicación que darme— Escupí y al notar el insistente temblor de mis manos, las oculté dentro de mis bolsillos otra vez.

—Perdón que te atienda así, no te esperaba... Tampoco creí que entrarías— Escuché sus pasos descalzos alejándose —Dame un segundo— Rasqué mi nariz y volví a guardar mi extremidad dentro de la tela —Ya puedes ver.

—Lamento haber entrado así, es que estoy apurado— Una sudadera dos talles más grandes escondía perfectamente sus curvas —¿Sabes dónde está?

—Ayer me llamó para decirme que estaría en su lugar especial, que no lo busque— Frotándose la frente, se sentó en uno de los plateados taburetes de su cocina —También me dijo que lo sentía mucho, pero no estoy segura a que se refería.

—¿Alguna referencia de ese lugar?

—Fui una sola vez. Es una especie de galpón abandonado cerca del bosque, lo frecuentaba cuando necesitaba estar solo— Mientras se hacía una coleta, la preocupación la atacó —¿Pero que fue lo que sucedió con él?

—Ya te lo dije, me debe una explicación.

—Espera ¿Irás a buscarlo?— Preguntó levantándose al verme caminar hacia la salida.

—Como si no me conocieras— Resoplé divertido y aferré mi mano al picaporte.

—Es un buen chico...

—Eso ya lo veremos— Abrí la puerta y en pasos rápidos llegó hasta mí.

Sus manos sujetaron mi brazo y viendo a través de sus acaramelados iris, supe que ella no sabía nada sobre lo que estaba pasando. No podía soportar el hecho de que no tuviera suerte con ningún hombre, era una mujer que se merecía lo mejor del amor y por un puto capricho del destino, todos los que nos cruzábamos en su camino, la lastimábamos.

—Iré contigo— Apretando mis labios asentí —Me pondré unos pantalones— Sonreí ante su comentario y en cuanto desapareció, salí. Le eché llave a su puerta, las cuales había robado sin que se diese cuenta, y las aguardé en mi pantalón —¡Matt!— Gritó mientras le daba secos golpes a la madera.

—Tal vez no lo hice antes, pero esta vez también te protegeré a ti. Prometí no volver a lastimarte y como tú bien sabes, yo jamás rompo una promesa.

—¡Mierda, Matt!

De nuevo en la soledad de mi auto, tanteé mis bolsillos en busca de mi celular y busqué a la única persona que me ayudaría sin hacerme ni una sola pregunta.

—¿Matt?

Chris, necesito tu ayuda...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top