Capítulo 5
Casi cuatro semanas habían pasado desde que mi padre se había retirado delegándome la empresa, desde entonces mi tiempo se redujo notoriamente. Hace aproximadamente veinte días que no peleaba, las marcas en mi cuerpo ya habían comenzado a desaparecer y mis nudillos a cicatrizar, al volverme la cara de la empresa tuve que reducir mi asistencia al callejón, además de las evidentes secuelas físicas sobre mi rostro debía cuidarme de la prensa ya que según mi padre sería una mala imagen para el negocio que me encontraran dando y recibiendo golpes solo por gusto. Pensaba volver a ellas, las necesitaba, en momentos de estrés mis manos temblaban rogando que las estrellara contra el rostro de diferentes hombres, pero debía esperar y madurar.
En este tiempo los encuentros con Samantha se volvieron más casuales al verla diariamente en mi oficina por el día y en su casa diversas noches, aunque apreciaba la soledad ella insistía en almorzar conmigo en varias oportunidades, su presencia se había vuelto una buena compañía de la que empezaba a disfrutar, por momentos lograba hacerme reír y por otros desquiciarme al querer reprocharme por mi estilo de vida "poco sano".
Tanto Alexander como Zac estaban encantados con esta chica, mi mejor amigo me insistía con que la invitase algún lugar que no fuera su propia cama y que intentara abrirme a ella, aunque hace tiempo me había negado a sentir, no podía evitar experimentar un cierto apego, sin embargo, evitándole a mi corazón otra cicatriz no me permití disfrutar únicamente de su anatomía, por más que mi tiempo libre escaseaba había noches en las que salía con el morocho a despejarme y a evitar formar un vínculo serio con la rubia. Mi padre, por otro lado, intentaba convencerme de formalizar con su exsecretaria, fantaseando con que de algún modo eso me haría bien, pero a pesar de todo no dejaba de nombrar a la única chica que por desgracia no salía de mi cabeza.
—Papá deja de nombrarla— Solté en medio de un suspiro.
Con el pico de la botella sobre mis labios, me perdí el lluvioso paisaje que el ventanal me proporcionaba —Dejaré de nombrarla cuando dejes de amarla.
Al mismo tiempo en que escuché una risa ahogada de Zac a mis espaldas, percibí un revoltijo en mi vientre y un choque eléctrico en mi espalda baja, tragué fuertemente queriendo ocultar lo que inexplicablemente seguía produciendo en mí. Cerrando los ojos volví a empinar el cilíndrico envase, aunque ella siempre estuviera presente poco a poco comenzaba a superarla.
—¿Qué te hace creer que sigo enamorado de ella?— Cuestioné abriendo mis ojos para perderme en las uniformes gotas que se deslizaban por el vidrio frente a mí.
—¿Entonces, por qué llevas puesto el regalo de alguien que ya no amas?
Mis ojos pronto se redireccionaron a la pulsera sobre mi mano derecha —Porque me gusta— Arqueando una ceja pasé mi pulgar izquierdo sobre el especial grabado.
—¿Por qué llevas un regalo de tu ex aun cuando te estás acostando con otra mujer? ¿Imaginas que es ella?— La voz de Zac me hizo girar.
—¿Me crees enfermo?, además, ¿De qué puto lado estás?— Pregunté caminando hacia ellos.
Alzando ambas manos al aire echó a reír —Perdón, solo tenía curiosidad.
Sentándome con ellos a la mesa tomé una porción de pizza —¿Podemos cambiar de tema?, ¿Cómo es que siempre terminamos hablando de la mayor de los Harper? Prefiero hablar de la más pequeña de ellos— Sonreí recordando a la hermosa hija de Nicholas.
—Porque se aman y deberían volver a estar juntos, es evidente— Acotó mi padre fijando su vista en mí.
—Te equivocas papá, yo la amaba— Sacando un blanquecino filtro de la cuadrada caja sobre la mesa, continué —Pero eso ya no importa, me olvidó, y por fin estoy haciendo lo mismo.
—¿Cómo sabes que te olvidó?
—Está con alguien más, oficialmente hablando. Por cierto, gracias por ocultármelo y dejar que mi dignidad se vaya a la mierda, amigo— Con una sarcástica sonrisa levanté la botella hacia Zac para después beber.
—Me había dicho que estaba conociendo alguien, de haber sabido que ya eran pareja te lo hubiera contado.
—Esperen, ¿La sigues viendo Zaqui?— Cuestionó curioso mi progenitor cruzándose de brazos.
—Sí, es mi pilar— Sonrió mirándome, poniendo los ojos en blanco llené mis pulmones de humo.
—¿Tu pilar?— Con el ceño fruncido su mirada bailaba entre mi rostro y el del morocho.
—Es una larga historia, resumiendo, es una persona muy importante para mí— Con una sonrisa melancólica jugó con su botella —No podría alejarme nunca de ella, ni de su hermano y mucho menos de la barbie— Arqueando una ceja esbocé una ladeada sonrisa.
—¿La rubia que siempre andaba con ustedes?
—Esa misma— Se burló, eché a reír al distinguir un leve rosado sobre sus pómulos.
—Hacen una linda pareja juntos— Mofó Alexander obteniendo una carcajada de mi parte —¡No me digan que no les parece atractiva!
—Era la mejor amiga de mi chica y novia del idiota que tenía por amigo, realmente, jamás la miré con otros ojos— Contesté soltando un poco de humo entre cada palabra.
A la vez que relamía sus labios, sus dorados iris comenzaron a brillar —Es hermosa de eso no hay duda, pero somos algo diferentes.
—Vamos Zac que dices, no recuerdo haberte vuelto a ver tan feliz como en aquella fiesta. Pasaron cuatro años, pero en la fiesta de Chloe me di cuenta que no podías dejar de mirarla.
—¿Cómo tú a Natalia?— Contraatacó sonriendo.
—Bien jugado— Alagué su respuesta llevándome una aceituna a la boca.
—¿En qué momento pasamos a hablar de mí?— Soltó el oji-amarillo, una vez que refrescó su garganta con el amarillento alcohol se prendió un cigarro.
—Tengo una idea, salgamos los cuatro, sonará raro pero extraño a esa demente mujer— Bromeé llamando su atención —Invitaré a Samantha cumpliendo tus insoportables insistencias y tú invitarás a la rubia, ¿Qué te parece?
—¿Tengo opción?— Cuestionó elevando una de sus cejas.
—Sabes que no— Contesté exhalando la blanca nube que se alojaba dentro de mi pecho.
—Antes que se me olvide Zaqui, ¿Sabes si Natalia consiguió ser fotógrafa?
—Sí, se recibió el año pasado— Oculté una sonrisa al oírlo.
Sabía cuanto amaba la fotografía, como disfrutaba volver eternos ciertos momentos, nunca olvidaría sus ojos cristalinos y su enorme sonrisa cuando le obsequié aquella cámara. Cuando estuve a su lado nada me daba más placer que verla disfrutar de algo que yo le había dado, sonreía con ella cada vez que apretaba su botón feliz, amaba verla divertirse con el negro aparato, aceleraba mi corazón verla concentrada en algo que gozaba. Me alegraba por Natalia, me puso contento el saber que pudo lograr uno de sus mayores sueños. Sonreí sin poder evitarlo al pensar que su abuelo estaría realmente orgulloso.
—Oye sonrisitas, ¿Estás bien?— Esa peculiar palabra llamó mi atención, frunciendo el ceño miré al morocho.
Imitando una risa sarcástica le lancé el mechero contra su cara, pero lo evadió antes de que lo tocara —No vuelvas a pronunciar esa palabra— Lo amenacé señalándolo con mi dedo índice —Sí, lo estoy— Arqueando una ceja volví a beber.
Sin importarle mi charla con Zac, Alex volvió hablar —Genial, ¿Y sabes si posee trabajo actualmente?— Guiando mi vista hacia mi padre quedé estático.
—No tiene dinero para montar un estudio, pero no le va mal, por el momento trabaja en eventos de conocidos.
—¿Podrías pasarme su teléfono? Necesitamos fotógrafo para el área de publicidad y...— Antes de que terminase de hablar lo interrumpí.
—No— Vociferé levantándome de mi asiento.
—¿Por qué no, hijo? Se recibió, es una chica de confianza y no tiene trabajo.
—He dicho que no.
—Podríamos inten...— Volviendo a interceptar en su oración apoyé ambas manos sobre la mesa.
—Ahora yo soy el dueño, yo decido quien trabaja en mí empresa.
Con un tono suave, Zac me nombró —Matt...—
—No Zac, no la quiero trabajando conmigo— Tensando mis músculos y elevando la voz, continué —Ya se me está haciendo difícil olvidarla sin verla, ¿Y quieren meterla a mi vida de nuevo? ¿Para verla diariamente con su estúpida pareja en mi propio negocio?— Alejándome de ellos, concluí —Están dementes, si ella ingresa volveré a las peleas y al carajo con la imagen de la empresa.
—¡Matt!— Escuché a mi padre gritar.
Saliendo al patio el fresco viento nocturno me recibió, el aroma a tierra mojada pronto inundó mis pulmones, suspirando sentí a mis músculos destensarse. El agua que caía del cielo parecía no tener fin, las copas de los árboles bailaban al ritmo del aire, la lluvia pintó el paisaje con un tono de nostalgia. Suspirando cerré los ojos, abrí mis brazos dejando que las diminutas e incoloras gotas salpicaran mi rostro para refrescarlo.
No podía aceptar ni considerar el tener a Natalia en el trabajo, aunque disimulara, me estaba costando horrores el poder olvidarla, por más que fuera de una manera lenta, lo estaba consiguiendo y el que ella volviera echaría a perder todo mi esfuerzo.
Me volvería estúpido cada vez que la viera pasar frente a mi oficina, me volvería loco al verla con Jack, me internaría en el callejón al no poder seguir con mi vida por tenerla frente a mí, tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, sin contar que me volvería un completo imbécil con Samantha. No era idiota, sabía lo que me esperaba si aceptaba que mi padre le ofreciera un puesto.
Mirando el plateado brazalete mi alma se colmó de ira y mis ojos ardieron ante la angustia —¿Por qué mierda no puedo olvidarte?— Me pregunté a mi mismo.
Girando sobre mí estrellé mi puño contra la fría pared, mis artejos no tardaron en quemar, dándole otro golpe conseguí quebrajar la pintura que revestía los ladrillos, la sangre no tardó en pintar la débil raya que había formado en la pared hace unos segundos. Sacudí mi mano dejando caer el exceso de mi rojizo fluido personal, gruñendo ante el dolor de la regenerada piel desgarrándose, presioné con mi mano izquierda los huesos de su gemela.
—¡Carajo!
Cuando estaba volviendo a entrar, el bolsillo delantero derecho de mis jeans comenzó a vibrar, haciendo malabares quise tomarlo con mi mano izquierda intentando no aumentar el dolor de mi diestra, con ayuda de mis falanges logré agarrarlo. Una llamada de un numero desconocido era la causante del inquietante movimiento del aparato.
Colocándome el dispositivo sobre mi hombro e inclinando mi cabeza para retenerlo, volví a sujetar mi extremidad lastimada —¿Hola?— Apreté los dientes para evitar que se escuchara el gruñido al sentir la maldita fogosidad de la sangre sobre la dermis cortada.
—¿Matt?
—Sí, ¿Quién habla?
—Soy Nicholas— Abrí los ojos ante la sorpresa, corriendo el ventanal ingresé a mi casa de nuevo.
—Que tal Nick, ¿Sucedió algo?— Subiendo las escaleras para ir directo a mi habitación, necesitaba vendar mi mano de nuevo.
—¿Está todo bien? Te escucho algo extraño.
—No es nada, solo me golpee.
Oí una risa del otro lado —Discúlpame si estás ocupado, me preguntaba si mañana podríamos vernos.
Ya en el segundo piso observé de reojo el comedor donde mi padre y mi mejor amigo seguían hablando, la sangre escurriendo por mi mano me trajo de nuevo a la realidad, apurando mis pasos fui directamente al baño —Claro, no hay problema. Te espero en mi oficina al medio día, te mando la dirección por mensaje.
—Gracias Matt, de verdad.
Confundido ante su gratitud me apresuré a colgar para curar mi mano —No te hagas problema Nick, te espero.
Tiré el móvil a un lado y curé mi herida. La llamada de Nicholas me había sorprendido, especialmente porque no tenía mi número, de seguro Zac se lo había dado, no podía dejar de preguntarme si algo había pasado. Luego de haber limpiado todo rastro de sangre, me dejé caer sobre la cama, a merced de la oscuridad muchas preguntas invadieron mi cabeza ¿Estaba todo bien? ¿Le había pasado algo a Chole?, por otro lado, mi padre quería meter a la persona que me abandonó en mi lugar de trabajo y de la nada su hermano pedía verme, no sabía que estaba pasando, pero presentía que esa mujer iba a volver, de todas formas, no iba a dejar que todo el esfuerzo que implemente para salir adelante se desvaneciera de nuevo solo por ella.
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