Capítulo 15
Con los labios fruncidos me acerqué a mi escritorio y dejé caer los papeles que la rubia me había dado sobre él. Mientras que mi mente procesaba la situación, cerré los ojos y comencé acariciar mis cienes frustrado, no me gustaban las sorpresas de este tipo.
Una tos intencional por parte de la mujer frente a mí me obligó a elevar mis parpados y mirarla. Su boca ocultaba una sonrisa y sus cejas elevadas me exigían una reacción. Suspirando desordené mi cabello y le señalé la silla a su costado, invitándola a tomar asiento.
—¿Te encuentras bien?— Cuestionó estudiándome con la mirada.
—S...Sí— Luego de sentarme en mi lugar, apoyé los codos sobre la fría madera y estanqué mis iris sobre los de ella —¿Qué haces aquí?
Su expresión instantáneamente cambió a una de confusión —Tu padre... Alex me pidió que viniera, él...— Al escuchar el nombre de mi antecesor enarqué una ceja.
Dejé de oír las palabras que salían de su boca cuando los recuerdos me invadieron como fichas de rompecabezas. La insistencia de mi papá por contratarla, la reunión con un viejo conocido, mi efectiva alucinación en el hospital, la amistad en común con Zac y las palabras que mencionó mi procreador de que pronto sabría quién era. Ahora entendía todo.
Paseé mi lengua por las paredes internas de mi boca y cerré los ojos, respiré hondo evitando enloquecer en el trabajo.
—¿Matt?
—Disculpa, tengo la cabeza en otro lado— Froté mi rostro de manera pesada y me crucé de brazos dejándome caer sobre el respaldo de la acolchonada silla —¿Qué te ha dicho mi padre, exactamente?
Se cruzó de piernas y apartó sus ojos de mí, perdiéndose en su memoria, demoró unos instantes en responderme.
—Me citó la semana pasada para almorzar juntos, me preguntó por mi carrera y fue ahí cuando me comentó que la empresa necesitaba un nuevo fotógrafo para el área de publicidad.
Internamente conté hasta mil.
Le había dejado muy en claro a mi padre que no quería tener a Natalia trabajando conmigo, que suficiente tenía con volver a verla de vez en cuando. Si bien el dolor y la angustia ya habían comenzado desaparecer y mi vida por fin se estaba rehaciendo, con o sin su presencia, me hervía la sangre el que no respetara mis decisiones.
La empresa ahora era mía, yo era el dueño y las cosas debían hacerse a mi manera. Él ya no podía ir en contra de mis mandatos y me exasperaba que lo hiciera.
—¿Algo más?— Solté sintiendo como la vena de mi cuello se desesperaba por explotar.
—Me dijo que venga hoy... A verte.
Un cosquilleo se produjo dentro de mí al escuchar sus ultimas palabras en un susurro. Por un instante creí que decir aquello la había puesto nerviosa, y no tardé en comprobarlo cuando pasó un mechón de cabello tras su oreja, como era costumbre en ella. Mis músculos se destensaron y una sonrisa quiso salir.
Respirando profundamente me negué a ceder, entrelazando mis manos sobre la madera, agravé la voz.
—Para serte sincero, Natalia, no estaba enterado de esto. Como sabes, Alexander ya no es el dueño de la compañía, yo lo soy. Le pedí que exclusivamente que no hiciera esto porque yo...— Me detuve en seco al ver su rostro mutar.
Una sonrisa poco sincera se acentuó sobre sus labios, incomodándome.
—No... No es necesario que digas más. Fue un error mío el venir, lo lamento- Aferrando sus manos en los codos de su asiento se impulsó hacia arriba.
Me levanté con velocidad, ganándole, sus pies pronto se encaminaron hacia la puerta y los míos la siguieron desesperados. Mis dedos estaban a centímetros de tomar su brazo para detenerla, pero unos golpes en la puerta nos interrumpieron. Elevando la vista me encontré a mi antiguo cuñado con una carpeta en sus manos.
Sus ojos pronto se posaron en mí y una sonrisa logró distinguirse bajo sus labios fruncidos. Sus iris descendieron, siguiéndolo entendí lo que había provocado su diversión, nervioso alejé mi mano del brazo de su hermana, un leve calor se acentuó sobre mis mejillas. Desviando la vista simulé toser, cuando la elevada temperatura desapareció de mi rostro, enderecé mi espalda y observé la escena.
—¿Nick? ¿Qué estás haciendo aquí?
Fruncí el ceño ante la pregunta de la única fémina en la oficina. Aflojé mi gesto cuando recordé la promesa que él me había hecho, de no contarle nada a su pariente, el día que lo contraté.
—Hola, hermanita— Sin aguantar mucho más, sonrió y acotó —Trabajo acá hace unas semanas.
—¿Por qué me lo ocultaste?— Interrogó al menor de los tres.
—Porque yo se lo pedí— Confesé de forma seria atrayendo la mirada de ambos.
—Esto me trae recuerdos— Soltó Nicholas con una carcajada atorada en su garganta —Pero a la inversa.
Un escalofrío recorrió mi anatomía para dejarla completamente tiesa. Las mejillas de Natalia tomaron un notorio tono rojizo en tanto su boca se abría inconscientemente.
—¡Date por muerto, hermanito!— Musitó sarcástica apretando la mandíbula.
Hace años no veía una escena montada por estos dos compañeros de sangre, en el fondo las extrañaba, era imposible no reír cada vez que se peleaban.
Quería reírme, pero no podía hacerlo. Evitando desvirtuar el clima profesional del lugar donde nos encontrábamos, controlé mis emociones y cumpliendo con mi papel de jefe, me puse serio.
—¿Tienes algo para mí?— Me acerqué a mi empleado y agarré el montón de hojas que traía consigo.
—Yo... Mejor me voy— Comentó la peli-negra relamiendo sus labios.
—No— Negué y suspiré —Dame un minuto.
El más joven de nosotros retomó su puesto y me explicó de que trataba cada pequeño bloque en tanto yo los apoyaba sobre mi escritorio. Mientras que Nick me hablaba y Natalia se perdía en la pantalla de su celular, mi mente preguntó por la rubia.
—¿Y Samantha?— Susurré de forma audible solo por mi secretario.
—Me pidió que te alcanzara esto porque está muy ocupada haciendo cuentas— Elevó la comisura derecha de su boca burlándose de las palabras de la rubia.
—Seguramente— Solté dejando salir una sonrisa que el morocho no dudó en acompañar.
Después de cumplir con su labor, Nicholas abandonó mi despachó y cerró la puerta al salir.
El trabajo no dejaba de acumularse y el estrés poco a poco se apoderaba de mí. Acaricié el puente de mi nariz con los ojos cerrados, necesitaba tomarme un descanso de la empresa, pero el lugar al que deseaba asistir, por el momento, estaba fuera de mi alcance. Al levantar mis parpados me tropecé con los mismos orbes verdes que hace un tiempo atrás se dedicaban a robarme el aliento.
—Lamento mi reacción— Hablé primero.
Seguía molesto por su presencia y más aun con el motivo de esta, pero ella no tenía la culpa. Iba a tener una seria charla con mi padre en cuanto saliera de acá, al igual que con Zac, pondría las manos en el fuego y no me quemaría al decir que él estaba enterado de esto, pero como siempre, decidió guardar silencio.
Odiaba que conspiraran en mi contra y peor a mis espaldas, me daban ganas de torturarlos y matarlos a ambos.
—No tienes por qué disculparte, Matt, en serio. Entiendo que estés molesto, tienes tus motivos.
Una parte de mí se negaba rotundamente a darle trabajo, no quería tenerla cerca, no quería verla cada día, quería intentar que mi vida por una vez sea tranquila. Pero la otra parte me rogaba que le diera el sí, ella siempre sería una persona importante en mi vida y por más que ya no saliera conmigo debía aceptarlo y madurar, si necesitaba trabajo no podía negárselo, no podía darle la espalda a quien me sacó más de una sonrisa.
—¿Puedo invitarte un café?— Sonreí queriendo demostrarle que mis disculpas eran sinceras.
Rio sin humor y negó con la cabeza —No es necesario que lo hagas, está bien.
Agachando la mirada, se levantó. De la misma forma que antes, me apresuré al hacerlo antes que ella, me cercioré de tener mi billetera encima y me coloqué frente a su cuerpo.
—Por favor, insisto— En su mirada pude ver mi reflejo.
No recordaba extrañar tanto el brillo de esos ojos, el pecho se me infló al sentir que eran una maldita puerta al pasado. Diversas imágenes de la preparatoria se hicieron presentes, los partidos, la graduación, su cumpleaños, la noche en la cabaña, la noche en mi casa... Cada condenado recuerdo me atacaba, por un lado, me alegraban mientras que por el otro me apuñalaban.
Mi interior se revolvía al no tener una idea clara, mis sentimientos se dispersaban y se mezclaban entre sí. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban todo me daba vueltas. La diferencia es que ahora no dolía, no como antes.
—De acuerdo— Una sonrisa dibujada sobre sus labios le arrebató una a los míos.
Había una cafetería en frente, al no ser necesario el auto dejé las llaves dentro del cajón de mi escritorio junto con mi móvil, necesitaba hablar tranquilo y si lo llevaba no sería más que un estorbo.
Tomé el plateado picaporte y en cuanto abrí la puerta la dejé salir a ella primero, pisándole los talones la seguí y cerré con llave. Volteé a ver a mis trabajadores, uno de ellos sonrió y rápidamente retornó la vista a la pantalla de su computadora, en tanto el otro parecía estar viendo al mismísimo Lucifer.
—Volveré en un rato, no llevo teléfono— Anuncié acercándome a ellos.
—De acuerdo, Matt— Respondió Nick ahora concentrado en lo que sus dedos tipeaban.
Samantha puso los ojos en blanco y negando bajó la vista a la carpeta delante de su máquina.
—Llama al elevador, por favor— Le pedí a Natalia señalándoselo, asintió y sin decir nada se dirigió a él. Apoyé mis ante brazos sobre la barra que me separaba de sus escritorios y le susurré a la rubia —Sé profesional. A la noche te recompensaré- Guiñándole un ojo la dejé atrás sin esperar una respuesta de su parte.
[...]
—¿Hace cuanto trabaja contigo mi hermano?— Al ver el blanco vapor frente a su rostro no pude evitar sonreír.
—Hace dos semanas, creo.
No era muy bueno con el tiempo, mi vida se había vuelto rutinaria desde que me adueñé de la firma y antes de eso vivía alcoholizado o inconsciente, por lo que perdía la noción de los días con facilidad.
Me irritaba tener que ver el calendario todo el tiempo, por eso Samantha me era indispensable, era mi faro en la oscuridad, y desde que Nicholas se le había unido todo se había vuelto mucho más fácil para mí.
—¿Cómo está Alex? Lo acompañé en la ambulancia hasta el hospital. Lamento haberlo llamado a Zac y no a ti, pero no tengo tu número— Una diminuta y ladeada sonrisa surgió en ella, estaba cubierta de melancolía o algo parecido.
—Bien, hasta que lo vea hoy a la tarde— Bromé sacándole una sonora risa que sin duda me alegró —Gracias por haberlo acompañado. Y sí, cambié mi número la noche en que dejé la ciudad— Recordando el doloroso día llevé la blanca porcelana a mi boca.
—Eso explica muchas cosas— Comentó en un susurró, seguramente sin intención de que lo escuchase, elevé una ceja algo desconcertado, en cuanto sus iris me vieron sus mejillas enrojecieron —Dime que no oíste eso.
—Siento decepcionarte, son...— Frené mis palabras sin anticipo y mi alegría se esfumó —Natalia.
Rio sin humor, con tristeza me atrevería a decir. Relamí mis labios y miré por la ventana del local, varias nubes grises cubrían el cielo anunciando una próxima lluvia.
—Matt...— Escuchar mi nombre salir de sus labios fue algo con lo que soñé durante mucho tiempo, no luché y dejé que mi vista volara a su rostro. Su cabeza estaba inclinada hacia abajo, sus pequeñas y suaves manos, según añoraba, jugaban con la taza de la que recientemente había tomado —Quería disculparme contigo por lo que pasó entre nosotros, fui una idiota esa noche, nunca debí tratarte así. Tú... Tú nunca tuviste la culpa— Su mirada pronto buscó la mía, ocasionando que un gélido sudor se apoderara de toda la superficie de mi piel y mi nuez se pronunciara más de lo común en cuanto tragué —Malinterpreté todo y cuando fui buscarte para decírtelo me crucé con tu padre, ya era tarde, te habías ido.
Ese detalle yo no lo sabía y mi papá nunca me comentó nada al respecto. Si él me hubiese llamado de seguro la historia hubiese sido otra, habría vuelto por ella, pero, aunque la pasé mal no me arrepiento, porque, aunque ahora esto sí me doliera, en el fondo sabía que era lo correcto. No debía humillarme más, era hora de perdonar y en aquel momento no lo hubiese entendido.
—Lo que pasó, pasó, Natalia. No podemos volver el tiempo atrás. No voy a mentirte, sufrí demasiado tu partida, por segunda vez, pero peor. No tienes idea por todo lo que pasé, todo lo que lloré, hice cosas que creí jamás volvería hacer, pero la desesperación de no tenerte a mi lado me consumía— Suspiré al sentir vibrar el vacío que todavía se alojaba dentro de mi pecho —Pero eso ya no importa, terminó. No entraré en detalles innecesarios, tampoco voy a retomar el pasado, porque yo aún lo siento cerca.
Sus lagrimales estaban inundados de salinas secreciones. Quería arrogar a un lado la mesa que nos separaba y abrazarla, pedirle que no llore, que eso me lastimaba, quería mecerla entre mis brazos y besar su piel hasta que mis labios se desgastasen.
Sin embargo, eso estaba muy lejos de la realidad y si pudiera me patearía a mí mismo por siquiera haberlo pensarlo.
—Pero yo...— Antes que pudiera decir algo que me derrumbase, la interrumpí.
—No te preocupes, todo olvidado.
... ... ...
@zuleferia , muy feliz cumple atrasado linda, ojalá que la hayas pasado hermoso. ¡Tarde, pero seguro! Te deseo lo mejor.
Confieso que no tenía planeado dejar el capítulo así, pero me excedí de palabras nuevamente y tuve que cortarlo xd.
A paso lento (demasiado lento, lo sé), comienza la verdadera trama.
¿Se imaginan a Natalia y Samantha trabajando en el mismo lugar? Pobre Matt xd.
Nos vemos la semana que viene, ¡Espero sea el Lunes!
Sin más que decirles, me despido.
Lu.
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