Capítulo 13

Todo se detuvo, mi respiración incluida. Lentamente mis iris dejaron de fijarse en el rostro de Nicholas para perderse en el suelo debajo de mis pies, sin embargo, parecía como si no miraran nada, era como si todo hubiese dejado de existir por un momento.

Un vigoroso hálito abandonó mi pecho y salió expulsado por mi boca entreabierta. Todavía mi mente procesaba la noticia recién recibida y mi cuerpo no reaccionaba a mi voluntad. Mi tórax no demoró en ascender y descender de manera brusca, ocasionando que el pecho me quemara. Mis piernas en conjunto con mis manos y brazos comenzaron a temblar en el instante en que un fuerte choque eléctrico arrasó subiendo por mi columna vertebral.

Todo pasó en un segundo, uno que a mi parecer fue terriblemente eterno. Cuando reaccioné tomé las llaves de mi auto y sin decir una palabra, sin despedirme, salí disparado de mi oficina, esquivé el cuerpo inmóvil del oji-azul y usé las escaleras, no podía esperar a que el elevador llegara.

Con torpeza intenté introducir la llave del auto en su respectiva cerradura para encenderlo, pero parecía que mi inteligencia me había abandonado, después de tres o cuatro intentos lo conseguí. Respiré hondo y dejando caer mis parpados exhalé, mi cuerpo todavía temblaba y mis ojos ya veían borroso, para colmo habían comenzado a arder, si no conseguía tranquilizar mis emociones no podría conducir. Volví a tomar aire hasta que mis latidos lograron estar más calmados, dejé salir todo lo retenido en un último aliento mientras que me abrochaba el cinturón de seguridad.

En tanto las ruedas desgastaban su goma al circular sobre el llano y pintado asfalto, tomé mi teléfono, alternando mi vista entre la brillante pantalla y la transitada carretera, llamé a Zac. Nervioso ante la espera, golpeé atormentado el volante con mis dedos los cuales no podía mantener quietos.

La angustia me estaba comiendo por dentro, quería quebrarme en llanto, pero sabía que no serviría para nada.

—¿En qué hospital está?— Fue lo primero que salió de mi garganta al saber que habían contestado del otro lado.

Está en el mismo hospital donde internaron a Nick— En cuanto supe la dirección, desesperado giré en la primera calle.

—¿Qué sucedió?— Sin darle tiempo a nada, volví a cuestionar.

—No lo sé, estoy esperando a que me den el diagnostico. Tranquilízate, por favor— En cuanto hizo una pausa en su oración, aproveché para tomar la palabra.

—De acuerdo, voy en camino.

Matt, esper...— Interrumpiendo su diálogo, colgué.

Lo que tuviera que decirme lo haría cuando llegue, necesitaba deshacerme del móvil sino quería provocar algún accidente, o estar involucrado en uno. Con el pie sobre el acelerador primerié todos los semáforos que se cruzaban en mi camino, sin importarme las multas que de seguro eso me provocaría.

Apagué el motor y bajé con apuro, mis manos temblaban ante mis nervios y mis piernas se movían automáticamente hacia la entrada. Crucé el estacionamiento a paso rápido y con la vista busqué la recepción. Luego de que una mujer me compartiera la información sobre el piso donde mi padre se encontraba, me encaminé hacia allá, las escaleras no estaban habilitadas, por lo que me dirigí al ascensor sin más opción.

La que tenía el fin de ser una dulce melodía de espera, se había transformado en un molesto e irritante sonido que amenazaba a mi escasa paciencia.

Al abrirse las grandes hojas metálicas corrí hacia el primer pasillo que visualicé. Mi mente estaba centrada en encontrar a mi amigo o algún médico que fuera más específico que la joven recepcionista, pero mis retinas estaban atentas a cada cosa que pudiesen observar, tanto así que mis pupilas se centraron sobre el cuerpo de una mujer a lo lejos de cabello negro, que intercambiaba palabras con un policía, a la distancia no podía distinguir muy bien las cosas, pero algo le decía a mi anatomía y a mi débil razón que esa fémina me era familiar.

El uniformado de espaldas a mí, asintió a lo que esa joven persona le había comunicado, luego ella comenzó a alejarse, entrecerré los ojos para fijar mejor mi visión sobre ese particular cuerpo, y fue ahí cuando creí haberla distinguido.

—¿Natalia?—Susurré desconcertado para mí mismo, en tanto desaceleraba mis pasos.

Al escuchar mis propios pensamientos negué con la cabeza y relamiendo mis labios volví a mover mis piernas. El distinguido trabajador público empezó caminar de un lado al otro impaciente, en lo que parecía ser la sala de espera de esta planta. En cuanto más me acercaba a él, más lo reconocía.

—¿Esa era Na...Nata...?— Balbuceé y moví mi lengua chocando contra las paredes internas de mi boca. El cuerpo de Zac giró al oírme, con una ceja levantada y sus amarillos ojos contemplándome abrió la boca, pero antes de que pudiera decir más, cerré los ojos y solté —Olvídalo, estoy algo...Alterado— Presioné mis cienes y pregunté lo importante —¿Dónde está papá?

—¿Hace cuánto estás aquí?— Cuestionó con la ceja aun elevada y con sus penetrantes luceros estudiándome mientras que relamía sus labios.

Fruncí el ceño ante su insólita pregunta, e incliné un poco mi cabeza hacia un costado. Su cuestionamiento no tenía sentido.

—Acabo de llegar— Sacudí mi cabeza y tomé aire queriendo concentrándome —¿Y mi padre?, ¿Dónde está?, ¿Qué le sucedió?—

Esas dudas atacaban mi cabeza y escapaban de mi garganta, estaba tan abrumado que no podía filtrarlas o siquiera detenerlas.

Suspirando señaló una hilera plástica de anaranjados asientos —Siéntate— Apreté mis labios, pero no me opuse. Retrocediendo me dejé caer sobre el incómodo objeto, obedeciéndolo.

Eso no podía ser bueno, si hubiera buenas noticias ya las habría soltado. Dentro de mi cabeza solo veía lo peor, mil teorías surgían, pero ninguna era buena.

Tomó el puente de su nariz con dos de sus dedos y se sentó a mi lado —Está estable— Confesó haciendo que mi corazón se contrajera y se dilatara al mismo tiempo —Me llamaron hace una hora, ¿Recuerdas el encuentro que nos mencionó hoy a la mañana?— Presionando con más firmeza mis labios, afirmé —Bueno, cuando se estaba marchando, antes de subirse al coche... Él... Se...Se desmoronó— Tartamudeó al final.

Cerró los ojos y suspiró con pesadez, alejando el ardor que las pequeñas y resaltantes venas rojas en su esclerótica le provocaban.

—¡Ve al maldito punto, Zac!— Escupí con la mandíbula rígida.

—Tuvo un infarto, Matt.

Una corriente fría envolvió mi anatomía, congelándome por completo, mi respiración pareció detenerse provocando que cada inhalación sea un martirio para mis pulmones y cada exaltación un cruel calvario para mi pecho.

Mi estropeado mundo tambaleaba. Una terrible puntada en mi corazón fue lo que sentí, una que me sacó el aire y amasó a mi lastimado órgano. Mis ojos eran calcinados sin piedad por las salinas secreciones que me esforzaba por retener.

Evidentemente así sería mi vida siempre, en cuanto creyera que podría ser feliz algo lo arruinaría y me desbastaría, sin pena ni remordimiento, estaba claro que jamás viviría tranquilo.

Podía sobrevivir con el corazón roto como hasta ahora, con el alma hecha mil pedazos, aguantaría vivir atormentado por el fracaso, soportaría miles de infiernos, pero jamás toleraría una existencia sin mi padre o mi mejor amigo, eran lo único que pude retener, sin alguno de ellos todo estaría perdido, mi vida estaría arruinada.

Una diminuta gota nació y murió bajo mi barbilla, una que quemó mi piel y dejó en evidencia el dolor que mi alma cargaba.

La mano del morocho sobre mi hombro me sacó de aquel deprimente transe, antes de mirarlo borré la fría estela que mi incoloro fluido había plasmado sobre mi mejilla.

—Está bien, hermano— Una sonrisa de consuelo sobre su boca realmente me tranquilizó —Solo necesita cuidarse. Estará aquí para molestarnos un largo tiempo— Rio queriendo animarme.

En su mirada vi la esperanza reflejada y el aliento que necesitaba —Seguro— Comenté y esbocé una ladeada sonrisa para ocultar los crujidos de mi interior.

Sin dudarlo, el morocho se acercó a mi y me abrazó, palmeó mi espalda fraternalmente con suavidad unas cuantas veces, y como siempre, logró consolarme.

En este momento de mi vida era el único capaz de hacerlo, solo él me quedaba para no perder la poca cordura que aún mi cerebro poseía.

Soltando un suspiro cargado de frustración, me levanté y con una mano acaricié mi barbilla. Comencé a caminar en círculos, odiaba este maldito lugar, siempre la espera era insufrible y la imaginación nunca jugaba a mi favor, solo me traían malos recuerdos.

Un estorboso chillido atacó por sorpresa a mi tímpano, volteándome hacia su origen observé a Zac. Con una calma que lo dominaba, se reclinó hacia atrás y sujetó el handy que portaba sobre su negro chaleco antibalas.

Llamando a todas las unidades. Tenemos una denuncia de robo cerca de la zona— El ruido volvió aparecer, los amarillos faroles de mi amigo estaban perdidos en el suelo en tanto su mente estaba atenta a la llamada —Es el profesional más cercano, ¿Me copia?, repito, ¿Me copia, oficial Drago?— Se escuchó salir de la radio una voz femenina.

Acá agente Drago, te copio central— Soltó el uniformado frente a mi —Estoy en el hospital, un civil sufrió un ataque al corazón en la vía pública, espero noticias. Cambio— Añadió con la boca cerca del oscuro aparato.

Copiado, ¿Puede manejarlo?

Por supuesto.

Enterada, buena suerte, señor— Luego de escuchar una nueva interferencia lo soltó y se cruzó de brazos fijando su vista en la mía.

Recargándome sobre la blanca pared del sanatorio, refregué mis ojos y despeiné mi cabello, imitándolo, me crucé de brazos.

—Zac, si tienes que volver, hazlo, estaré bien.

—Me has hecho acordar— Elevando una ceja, lo observé tomar nuevamente su radio —Oficial Davis, Soy el oficial Drago ¿Me copia?

Sí, señor, ¿Sucedió algo?

—No podré volver hoy, es un familiar por lo que tardaré más de lo que tenía planeado— Relamiendo sus labios, concluyó —Por favor, comunícate con central, hay un robo en la zona, podrás manejarlo sin problema.

—Como digas, Zac. ¿Está todo bien?, ¿Me llevo la patrulla?

Todavía espero los resultados. Sí, adelante, es tuya, eso si no la choques— Rio y volvió a apretar el sobresaliente botón Nos vemos mañana Chris, muchas gracias, te debo una. Cambio y fuera.

Suerte compañero, cambio—El molesto zumbido de la interferencia indicó que la segunda llamada había concluido.

—¿Nuevo compañero?— Interrogué sonriendo.

—Sí. Tiene nuestra edad, entró hace poco a mi departamento. Es un buen tipo, tiene un doloroso pasado, como todos— Borrando todo rastro de su sonrisa, entrelazó sus manos e inclinándose hacia adelante apoyó sus codos sobre sus rodillas —Ahora que lo recuerdo, cuando llegaste lograste ver a la chica que hablaba conmigo, ¿Cierto?

Haciendo memoria a mi llegada, arrugué el gesto y asentí algo confundido —De lejos, no logré distinguir de quien se trataba, aunque mi mente creyó que era Natalia— Me hinqué de hombros restándole importancia y sonreí ante mi usual alucinación.

—Matt, esa chica si era...— Antes de que Zac pudiera revelar la identidad de esa mujer, el particular sonido de unos zapatos resonó cerca de nosotros.

Al dirigir mi visión hacia la persona portadora de dicho calzado, me topé con una blanca bata que me indicaba la profesional carrera del hombre. Al dejar volar mis ojos hasta su rostro me encontré con algo que jamás me hubiese esperado.

Quise reír a carcajadas y agujerear la pared con mis entrenados nudillos al mismo tiempo. Con los ojos cerrados moví la cabeza de izquierda a derecha y escupí una risa sin humor, una que sin intención se me escapó.

—Tiene que ser una puta broma— Musité para mí mismo y modulé lo suficientemente claro para que el oji-amarillo lo entendiera mientras nos manteníamos la mirada.

Zac rio sin culpa e instantáneamente relamió sus labios para no hacerlo tan evidente. Enderezándose se acercó al joven médico y estrechó su mano.

—Hola, Jack.

—Hola, Zac y... ¿Matt, cierto?— Cuestionó con una gran sonrisa ofreciéndome su mano.

Poniendo los ojos en blanco lo maldije por dentro.


... ... ...

@KathyaZamalloa , princesa este capítulo es para vos como lo prometí. Espero que te guste y que puedas disfrutarlo. Gracias cada linda palabra que me regalaste y te prometo, como a todas, que va haber un momento Matt y Nata antes de lo que piensan.


Ayer mientras escribía este cap, les comenté a las chicas del grupo que se me había ido la mano con la cantidad de palabras, cuestión que les pregunté que preferían: Un capítulo muy largo y esperar al viernes, o, dos capítulos comunes hoy y mañana. 

Adivinen que ganó xd, gracias a un voto super unánime jaja, ¡Mañana habrá capítulo de nuevo!

Denle las gracias a ellas xd.


Sin más que decirles, me despido. ¡No se olviden seguirme en Insta! 


Lu

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top