Parte única

Antes de leer:

1- No se descoloquen si Shinsou lo llama "Denki" y Kaminari le dice "Toshi" (apodo de Hitoshi). Es que ya tienen la suficiente confianza ;u;

2- Aquí Shinsou ha sido transferido al curso de héroes y está en la clase A, por ende, vive con todos ellos.

3- Para quienes leyeron mi otro OS ShinKami (Smile for me) podrían tomarlo como una especie de "continuación". Aunque no hay spoilers ni nada para quienes no lo hayan leído c:

Denki Kaminari solo había querido besuquearse con su novio y tal vez pasar a tercera base.

Ya saben, el máximo sueño de casi todo muchacho adolescente común y silvestre. Kaminari solo era un chico de gustos simples y primarios.

Se había preparado para ello, incluso. Nunca salía sin un condón en la cartera, unas mentitas, e incluso se aseguraba de llevar los calzones sin agujeros cada vez que visitaba a Shinsou en su dormitorio.

¡Era un tipo completamente preparado!

Lo único que terminó consiguiendo fue una nariz llena de mocos, ojos llorosos y una alergia asesina que le hizo sentir que ya nunca podría volver a respirar.

¿Por qué la vida era tan desgraciada a veces?

Bueno, una vez había puesto como tono de llamada de Bakugo un audio de gemidos...

Incluso ayudó a Sero esa tarde que ataron a Mineta a un árbol...

Y otra vez había escondido la figura de All Might favorita de Midoriya en el cuarto de Todoroki para que tuviesen una excusa de verse...

Además de que, digamos, Kaminari era 70% culpable de la vez que Jirou acabó con tinte para el cabello en su shampoo y llevó sus mechas de un tono rosa pastel por todo un día entero.

¡Vale, ya podía ir entendiendo por qué la vida era tan desgraciada!

¡Pero él había estado esperando que el karma se lo cobrase en su próxima vida! No precisamente en la que ya tenía, porque de ser así, tal vez se lo hubiese pensado un poquito mejor antes de ser el payaso demoníaco de su clase.

Ahora pagaría sus pecados y jamás podría tener sexo con Shinsou. Nunca volvería a besar su preciosa boca y ver su tan radiante sonrisa.

No volvería a hundir la nariz en su cuello, enterrarse contra su cálido pecho agitado después de sus intensas sesiones de besuqueo ni tampoco enredar los dedos en su suave pelo.

Y esas ojeras sensuales que tan cachondo le ponían no volverían a ser suyas...

—Oh, vamos —Jirou bufó cruelmente después de ver a Denki rodar por el piso lloriqueando por sus desgracias—. Ni que fuera para tanto...

Kaminari gimoteó al sentir la falta de apoyo de su mejor amiga. Ella seguía con sus audífonos conectados al teléfono, guitarra en el regalo, y un lápiz en su oreja para quitarlo cada vez que daba un acorde que le gustaba para así anotarlo en su cuaderno.

Él siguió rodando por el piso del cuarto de ella en un intento de llamar su atención.

—¡Tú no sabes nada de mi vida! —gritó Kaminari—. ¡Nunca me entiendes...!

—Cállate, que no soy tu madre —Ella espetó—. ¡Levántate de una vez, patán!

Kaminari dejó de rodar. Quedó boca arriba sobre el suelo, manos en el estómago, trasero entumecido y ojos de cachorro hacia la lámpara del techo.

—Nunca podré salir de la depresión en la que he caído...

Jirou depositó la guitarra a un costado con frustración. Estaba seguro que, si seguía con su acto melodramático, la chica le dejaría tuerto.

¡Como si Kaminari hubiese necesitado más tragedia en su corta y triste vida!

—Sabes bien que ni siquiera es para tanto...

—Mi vida no tiene sentido —Kaminari la cortó—. Nunca podré ser feliz otra vez...

—¡Joder, que solo eres alérgico a los gatos...!

Kaminari se levantó de un salto para fulminar a Jirou con la mirada, brazos apretados contra el pecho y el cabello tan revuelo como si fuese un nido de tarántulas rubias.

—¡No es solo ser alérgico a los gatos! —exclamó indignado—. ¡Es como ser alérgico a su corazón!

—Vaya que eres una drama queen... ¿no consideraste dedicarte a ser actor? —Jirou se tapó la boca para ocultar su carcajada—. Tal vez hasta te ganas un Golden Might y todo.

Él se llevó una mano al pecho completamente indignado y la boca entreabierta.

Kaminari levantó entonces la palma de su mano y fingió poner una ventana que lo separaba ficticiamente de Jirou. La chica no dejaba de reclamarle que era solo un llorón dramático pero Kaminari no estaba escuchándole.

La ventana le servía para ignorar a las malas lenguas.

Pero, pese a que Jirou tenía una lengua muy cruel a veces, no quitaba que hubiese tenido razón en aquello que le exclamaba como si quisiera clavarle un puñal por la espalda, una y otra vez.

Kaminari era alérgico a los gatos.

Shinsou amaba los gatos.

Y así es cómo comenzaba la trágica historia de su vida...

Shinsou y Kaminari llevaban tres meses saliendo.

Y se había sentido como una princesa afortunada que conoce a su príncipe azul en el más bello de los cuentos de Disney.

Vale, que Shinsou no era un príncipe encantador; podía pasar setenta y dos horas sin pegar un ojo, su pelo casi siempre iba enredado y a veces se olvidaba de poner a lavar su ropa...

¡Pero estaba bien! ¡A Kaminari le gustaba así! No es que él mismo fuese el más limpio, o el más dedicado, o al más inteligente... pero sí que podía ser el más guapo —en su mente sintió el golpe de Jirou en la nuca— de la clase.

Sin embargo, Shinsou era un príncipe encantador a su extraña manera: su pelo siempre olía a lavanda, y su mano era suave, y sus brazos eran tan grandes que podían cubrirlo por completo cada vez que tenía ganas de recibir amor.

Y ni hablar de su boca. Que podía ser algo torpe y también tímida, pero sabía bien y, una vez en confianza, se volvía aventurera. Ninguno de los dos era un experto, pero les gustaba aprender cosas nuevas de la mano —bueno, labios— del otro.

Perfecto, ¿no es cierto?

Kaminari debería haber sido la envidia de sus compañeros. Porque Kirishima no podía conseguir un beso de Bakugo en público sin acabar con media ceja chamuscada, y Todoroki tenía un colapso mental cada vez que Midoriya volteaba hacia él y terminaba con el uniforme humeando.

¡Kaminari era un alma afortunada entre muchas!

Pero entonces... la maldita tragedia azotó.

Fue un día en la habitación de Shinsou. Denki incluso se había puesto un broche para el pelo con forma de rayo; se lo había pedido a Jirou para verse lindo y kawaii.

No hacía falta contar lo que la muchacha le hizo antes de darle el broche.

No podían reunirse en la de Denki ya que las pilas de ropa sucia y trastos llegaban hasta el techo. Era mucho más cómodo para los dos estar en el cuarto de artista que su novio tenía —y artista era una forma poética de decir que sí, estaba desordenado, pero el de Denki siempre sería peor— a excepción de los curiosos ruidos que le llegaban de vez en cuando al otro lado de la pared.

Y estaba seguro que esos ruidos no venían del cuarto de Shoji.

Pero dejando lado la activa vida sexual de los vecinos de dormitorio de Shinsou —que resultaban ser Bakugo y Kirishima, pero Kaminari ya tenía estómago de hierro—, ellos se divertían mucho mirando cualquier clase de películas en Netflix...

Una noche de esas, cosa que va, cosa que viene...

Shinsou terminó sin camiseta. Y encima de Kaminari. En la cama.

Casualidades de la vida.

Así como también había sido una casualidad que sus bocas estuvieran tan cerca que acabaron rozándose por culpa del magnetismo que estas dos producían. ¡Era ciencia! ¡Pura y llana ciencia!

También era con fines científicos que sus dedos bajasen hasta las nalgas de su novio —a las que todavía no se les habían caído los pantalones de casualidad— solo porque Kaminari quería comprobar el avance atlético en la rutina de Shinsou.

Lo hacía por su novio. Por su bien.

Kaminari hubiese hecho lo que fuese por Shinsou Hitoshi y su felicidad. Venderle su cerebro a la ciencia. Correr desnudo por toda la Academia y obligar a Sero a perseguirlo con agua bendita. Incluso a ser su chica francesa en caso de necesitar un modelo para dibujar

—Oh, Shinsou —Kaminari suspiró soñadoramente—. Bésame como a una de tus chicas francesas.

—¿Qué cosas dices? —Hitoshi se apartó de él, frunciendo las cejas.

—¡Que me sigas besando!

Shinsou rodó los ojos antes de soltar un bufido que se transformó en una de esas sonrisas torcidas que le paraban hasta el corazón. Y otras cosas.

Kaminari dejó escapar una risita cuando los labios de Shinsou le hicieron cosquillas en la mandíbula. A veces no podía creerlo: se había pasado toda su existencia persiguiendo un montón de faldas —y fracasando— solo para terminar anhelando con la pasión de mil soles aquella sonrisa torcida y abdominales de dios griego.

—Creo que estás siendo egoísta —Shinsou dijo con sorna contra su oído—. Deberías quitarte la camiseta, también.

Kaminari sintió que su cerebro hacía cortocircuito.

—¿Acaso quieres dejarme en evidencia porque yo no me veo como un Adonis?

—Anda —Shinsou le pasó la lengua por el cuello—. No querrás que use mi quirk en ti, ¿o sí, Denki?

Aquella frase prendió fuego el cuerpo de Kaminari.

Él sabía muy bien que Shinsou jamás utilizaría su quirk sobre él, y mucho menos para obligarlo a hacer algo. Y lo sabía porque tal vez —solo tal vez— Kaminari había sido un poquito insistente al pedirle que usara su quirk en él para obligarlo a, eh... estudiar —toz incómoda— y ser un alumno responsable.

Vale, no. Kaminari le había pedido que usara su quirk en él para que lo obligara a hacer cosas sucias.

Y Shinsou —que tenía un corazoncito de pollo bajo su apariencia tan seria y misteriosa—, se había negado rotundamente a ello.

Pero fue así que descubrió los fetiches más ocultos de Kaminari —y de los que se avergonzaba un poco—; así que su novio no dejaba pasar oportunidad para jugar con su imaginación.

—Maldito seas —Kaminari gruñó y rió, tomando su vieja camiseta de Pikachu por la espalda para quitársela—. No soy un tonto al que puedas engañar tan fácilmente, Toshi. Sé que mis amigos te han dicho que soy un tonto, pero te aseguro que... ¡Ahhhh! ¡Mi camiseta se enredó...! ¡Ayúdame!

Estaba seguro que Shinsou debía estar sujetándose la cabeza y preguntándose en qué pensaba cuando decidió compartir sus días con un tipo como Kaminari. Puede que esas cosas le atormentasen por la noche, de vez en cuando; pero cuando sintió la mano de Shinsou contra su desnuda espalda y la otra ayudándole a quitar la camiseta...

Kaminari sabía que estaba con el indicado.

Y por eso es que quería ir más allá.

Y su novio probablemente también —Shinsou Jr. se sentía particularmente duro aquella noche.

Ni hablar de su Impactrueno. En cualquier momento ocurriría un desastre en la sala.

Cuando Denki quedó libre de la prisión de la camiseta, el otro le sujetó por el mentón para obligarlo a mirarle. Le regaló una de sus tontas sonrisas que hizo ruborizar a Shinsou. Iba a molestarlo con aquello, pero el ataque de su boca contra la suya le obligó a quedarse callado.

Pero Kaminari no era alguien que se quedaba de brazos cruzados. No, cheñol.

Kaminari sujetó la cintura de Shinsou y aprovechó su distracción entre besos para voltearlo. Shinsou ahogó un jadeo por la sorpresa y se quedó con sus grandes ojos mirando hacia Kaminari, que ahora era el que estaba arriba y se relamía al verlo sobre su cama.

—Ya sabía yo que eras una rata traidora —dijo Shinsou con media sonrisa.

—¡Así es, Shinsou Hitoshi! —Kaminari soltó una carcajada diabólica—. Y ahora procederé a profanar tu inocencia y todo lo que amas...

—Sí sabes que no es tan excitante cuando dices lo que eras, ¿verdad, cariño...?

—¡Oh, vamos! —Kaminari rezongó—. ¿No te has dado cuenta que todo buen villano narra antes su plan malvado...?

Shinsou cruzó los brazos sobre su pecho desnudo. Llevaba una de sus cejas arqueadas hasta el techo.

—Sabes mucho sobre ser villano, Denki Kaminari.

Kaminari volvió a relamerse. Y sí, puede que fuese un maldito fetichista que le gustaba ser sumiso de vez en cuando y el roleplay de héroes y villanos...

Pero, ¿qué importaba? Tenía a Shinsou sin camiseta, en la cama y prácticamente devorándolo con los ojos. Hasta sintió que sus ojos iban a llorar de la emoción.

Kaminari no era alguien que se hacía de rogar.

Se inclinó con cuidado hasta depositar su peso sobre los codos a cada costado de Shinsou. Sus caderas se acomodaron más contra las suyas, sintiendo todo el frío en el límite del elástico de sus pantalones. Shinsou usó sus grandes manos para atraparle la cintura y acercarlo, poco a poco, hacia él.

Kaminari no podía esperar a contarles a Sero y Kirishima que ya no tenía su florecita.

Siguió acercándose hasta que su nariz rozó la de Shinsou y sintió las cosquillas. El corazón le latió más rápido al descubrir los ojos de su novio recorriendo su boca con lascivia.

Aquello solo era la antesala para todo lo que vendría después.

Pero entonces...

—¡Achoo!

Denki terminó estornudando.

Kaminari tuvo que llevar el dorso de la mano para frotarse la nariz que no dejaba de picar. Había estornudado tan estruendosamente que seguro Shoji —Bakugo y Kirishima estaban en su mundo— vendría a denunciarles en cualquier momento por ruidos de dudosa procedencia.

Terminó de frotarse su molesta nariz. Lo hizo tan fuerte que hasta unas lagrimillas le cayeron de los ojos en el afán por aguantarse un segundo estornudo.

Suspiró satisfecho. Volvió hacia Shinsou con una sonrisa, pero se le borró al instante en una mueca de horror.

Hitoshi le miraba con cara de pocos amigos. Tenía pequeñas salpicaduras de saliva por toda la cara y también otra sustancia que Kaminari no quería determinar.

—Salud —dijo Shinsou finalmente con voz de ultratumba.

—¡Por las tangas de All Might...! ¡PERDÓN! —Denki chilló—. ¡Deja que te limpio...!

Kaminari buscó desesperado una de las almohadas y trató de pasarla por la cara de Shinsou. Su novio le agarró por las muñecas para que dejara de moverse desesperado.

—Denki, no pasa nada —Shinsou suspiró—. Tengo tus babas por toda la cara todos los días, no creas que unos mocos me molestan...

—Esto es tan bochornoso —Kaminari dijo avergonzado—. ¡Por favor, no le vayas a contar a Sero...!

Shinsou negó, sonriendo resignado. Se pasó la palma sobre las gotitas de saliva y luego se limpió en sus sábanas. Se reclinó para besar en la comisura de la boca a Kaminari.

—No me importa, de verdad —dijo—. Pero, ¿estás seguro que no estás enfermo...?

—Claro que no estoy enfermo... ¡Achoo!

—Salud —repitió Shinsou tras acariciarle los rubios cabellos mientras seguía frotándose los ojos y nariz —. Deja, te buscaré unos pañuelos.

Su novio se levantó de la cama y Kaminari aprovechó para recostarse. No solo porque estaba calentita y olía como a Shinsou, sino porque la cabeza comenzaba a molestarle de repente.

Su nariz de repente se encontraba tapada de mocos y los ojos le lloraban sin motivo. Kaminari debía dar grandes bocanadas de aire por la boca porque hasta casi sentía que no podía respirar.

Oh, dioses, ¿iba a palmarla? ¿Justo ahí? ¿Antes de pasar a tercera y tal vez incluso cuarta base con su novio...?

Bueno, tal vez Kaminari estaba destinado a morir casto y puro... como los santos...

Estaba rodando sobre el colchón y quejándose —estornudo— de —estornudo— sus miserias —estornudo— hasta que un movimiento a los pies de la cama —estornudo— le llamó la atención.

—¿Huh?

Shinsou seguía buscando entre la infinidad de cajones que tenía, farfullando por lo bajo. Kaminari se arrastró por el colchón —estornudo— poco a poco hasta quedar a los pies de la cama y asomar la cabeza por allí.

En el suelo había una caja de cartón.

Y entonces...

Estornudo. No, no era el estornudo lo importante.

Fue el pequeño maullido que salió desde adentro de la caja.

Kaminari casi dio un respingo al escucharlo. Y fue casi, ya que lo único que hizo fue estornudar. Sujetándose la nariz con una mano, estiró la otra hasta que consiguió tocar una de las solapas de la caja y tironear de ella con el dedo para inclinarla hacia él.

—Por las tangas de All Might...

Un pequeño gatito —no mucho más grande que sus manos— estaba tratando de salir de la caja. Su pelaje era dorado y muy abundante, y sus ojos de un inmenso verde esmeralda como los de Midoriya. Apenas podía mantenerse en pie y maullaba desesperado a la espera de que alguien lo sacase de su caja.

Era la cosa más bonita que Kaminari había visto en su cochina vida.

Podría haber llorado si no fuera porque sus ojos ya estaban estallando en lágrimas. Y su nariz en estornudos. Muchos, muchos estornudos.

Shinsou se giró hacia él. Primero se vio descolocado, pero luego sonrió mientras se dirigía hasta la caja. Estiró sus brazos hasta el fondo y tomó al gatito rubio en sus brazos y lo apretó contra su pecho.

Kaminari le miraba con la boca abierta. Shinsou tenía una inmensa sonrisa de mamá orgullosa.

—Te presento a Orumaito —contó Hitoshi—. Lo encontramos con Midoriya cuando salíamos del entrenamiento. El nombre fue su idea, que conste...

—Hitoshi... —Kaminari balbuceó.

—Estaba en una caja mojada y parecía que no comía hace días. No debe tener más de un mes de vida —Shinsou levantó al gatito para mirarlo a los ojos. Aquello le hizo sonreír hasta el punto de apretar al gatito contra su mejilla—. No podía dejarlo tirado...

Toshi —siguió Denki, pero su voz se sentía débil ante un eventual nuevo estornudo.

—Le pedí permiso a Aizawa-sensei para tenerlo aquí hasta que crezca —continuó—. Aunque tal vez me las ingenie para que se pueda quedar para siempre...

—¡Shinsou Hitoshi! —Kaminari chilló.

Su novio bajó al gatito de su rostro y le miró con cara más seria. Kaminari tenía el entrecejo fruncido y las manos sobre la cintura, con una mirada casi acusadora.

—¿Qué? —preguntó Shinsou finalmente.

El gatito maulló. Kaminari lo escrutó con la mirada. Abrió la boca para poder decirle finalmente a su novio cuál era el problema con todo aquello, pero nada salió de ella.

Porque estornudó otra vez.

Shinsou dio un brinco por la sorpresa. Parpadeó, confundido, hasta que pudo ver la comprensión en los ojos de su novio —no era ningún lento ni poco avispado.

Pero no era solo comprensión de lo que estaba pasando lo que vio en los ojos de Shinsou, sino también el horror de lo que ello significaba.

Kaminari se pasó el dorso de la mano por la nariz una vez más. Le miró con sus ojos achinados de tantas lágrimas que le habían caído, y le dijo las tres palabras que presagiaban el Apocalipsis para Shinsou:

—Soy alérgico a los gatos.

El verdadero infierno de Kaminari empezó por culpa de Orumaito.

¡Y no, no hablaba del gran héroe —y su maestro— All Might! ¡Estaba hablando de esa tonta bola de pelos rubios que se pasaba los días en el cuarto de Shinsou!

—¿Bola de pelos rubios? —rió Sero—. ¿Estás hablando de ti mismo...?

—¡No es gracioso! —chilló Kaminari, indignado—. ¡No tienes idea la frustración que me causa!

Kaminari había planeado cientos de pequeños planes para exterminar a aquel bonito y endemoniado gato. Pero, por supuesto, ninguno de ellos era muy factible.

¿Enviarlo a la estratosfera? Demasiado costoso.

¿Ponerlo en un barco rumbo a Siberia? Denki ni siquiera sabía dónde marcar Siberia en el mapa.

¿Vendérselo a la ciencia y usar el dinero para exterminar a todos los gatos de la Tierra? No estaba tan seguro de que alguien fuese a apoyar su plan...

Kaminari estaba perdido.

—Bueno, Kami... —Su amigo giró sobre la silla del escritorio—. Tú no estás teniendo idea la diversión que esto me causa.

—¡Eres el peor mejor amigo de todos!

—¡Descuida! —exclamó una tercera y enérgica voz—. ¡Para eso estoy yo! ¡Tu bro favorito!

Kaminari sintió el fornido brazo de Kirishima rodeándole el cuello y atrayéndolo contra su duro pecho. Su amigo podía ser bastante torpe a la hora de dar abrazos, pero los mejores abrazos venían de aquel pelirrojo atolondrado.

Denki lloriqueó en sus brazos.

—¡Bro...!

—Ya empiezan con sus cosas... —Sero suspiró—. Ustedes sigan con sus homosexualidades mientras yo me río de Kaminari en mi interior.

Sero empezó a jugar a algún jueguito en el ordenador de Denki, mientras él mismo lloraba abrazado al torso de Kirishima y le acariciaban la cabeza.

—Tranquilo, bro —Kiri le dio una de esas sonrisas tan deslumbrantes que le hacían querer buscar unas gafas de sol—. ¡Buscaremos una solución a tus problemas! ¡Te prestaré mi cuarto si quieren intimidad con Shinsou!

—No, no es eso... —Kaminari negó dramáticamente.

No iba a decirle a Kirishima que no pasaría a cuarta base sobre el mismo lecho que su amigo probablemente se la chupaba a Bakugo.

Puede que él y Kirishima fuesen bros, pero para todo había un límite.

Kaminari suspiró.

—No es solo su habitación, ¿sabes? Porque si así fuera, vendríamos a la mía... ¡pero el tema es que Shinsou se ha vuelto una bola de pelos de gato con piernas! —Kaminari se apretó más a Kirishima—. ¡Toda su ropa está llena de pelos y cada lugar por el que pasa me hace estornudar y sentir que me asfixio! ¡Y ahora apesta a caja de arena, y antes olía a lavandas...!

Sero suspiró desde su lugar, riéndose resignado.

—Kaminari, colega, y pensar que hace dos meses andabas chillando no homo...

Él y Kirishima lo ignoraron. Kaminari para llorar, mientras que su amigo lo hizo para llevarse un dedo a los labios, pensativo. Siguió acariciando los rubios cabellos de Kaminari al mismo tiempo.

Kirishima chasqueó los dedos. Esbozó poco a poco una pícara sonrisa.

—Bueno, siempre podría venir desnudo hasta tu cuarto —Una carcajada se escapó de la boca de Kiri como si su propio chiste fue lo más chistoso del mundo.

—¿En serio harás que Shinsou venga desnudo al pasillo en el que justamente duerme también Iida...?

Kaminari se agarró de los pelos y se tironeó con frustración.

—¡Mi vida está terminada...! ¡Tendré que ser una carmelita descalza a partir de ahora!

—Se van a caer todos los santos si haces eso, bebé —Sero agregó.

—¡Esa asquerosa bola de pelos ha arruinado mi vida!

—¡Además, no es el fin del mundo por un gatito! —continuó Kirishima—. Son animales muy lindos y varoniles, a Blasty le gustan.

—¡Exactamente por eso es que son seres diabólicos!

Kirishima y Kaminari comenzaron a discutir por ello. Sero había decidido que volvería a ignorarlos, por el bien de su salud mental.

Se suponía que los gatitos eran bolas suavecitas de pelos y de amor.

Pero para él, los gatos significaban el fin de todo: ¡no podía acercarse a su novio sin estornudarle todos sus mocos en la boca!

—¡Toshi, prometiste que Midoriya tendría hoy a Orumaito...! ¡Achoo!

Kaminari comenzó a sentir sus ojos picar con lágrimas otra vez. Shinsou sujetaba al gatito con una sonrisa bastante culpable.

—Lo siento —suspiró—. Es que Midoriya acordó que le enseñaría a Todoroki algunas ecuaciones...

—¡Pero si Todoroki es bueno en la cla-...! ¡Achoo! —Kaminari casi podía sentir un moco descender por su nariz—. ¡No le iba a hacer nada llevarse a esa bola infernal de pelos! ¡Achoo!

Shinsou apretó más fuerte al gato contra su pecho —sin hacerle daño, por supuesto—, observando a Kaminari con una mueca totalmente ofendida.

—No vuelvas a hablarnos a mí ni a mi hijo —dijo serio.

—¡Oh, vamos! Achoo —Kaminari se tapó la nariz para no lanzar un proyectil de mocos que le hiciese ver más patético—. Toshi, por favor... ¿amor? ¿Pastelito? ¿Cuchurrumin...?

Pero Shinsou había decidido darle la ley del hielo. El gatito maullaba en su regazo ahora que había tomado asiento en la silla del escritorio, lugar en el cual tenía un cuenco con leche tibia y una jeringa.

Hitoshi tomó la jeringa y la puso cerca de la boca del gatito para que comenzara a beberla. Kaminari agitó las manos en el aire —estornudo— al ser —estornudo— ignorado por su novio.

Decidió sentarse sobre una pila de ropa limpia, primero porque no tenían ningún pelo de gato a la vista. Y segundo, porque olían a Shinsou. Intento fingir disimuladamente que no estaba pegando la nariz en una de sus camisetas.

Observó a Shinsou mientras terminaba de alimentar al gatito y le limpiaba los restos de los bigotes con la punta del dedo. Kaminari tuvo que cruzarse de brazos y mirar hacia una muy interesante lámpara —estornudo— para no mostrar que se estaba derritiendo por dentro al ver la sonrisa de su novio.

Shinsou se levantó de la silla y se recostó con sumo cuidado sobre la cama. Kaminari lo observó acomodarse sobre los cojines, depositando al gatito contra su pecho y acurrucándolo con las caricias de sus dedos.

Denki se levantó indignado. Y estornudó.

—¡Eh! —exclamó—. ¿Qué se supone que haces...?

Shinsou encogió solo un poco los hombros.

—¿Hacerlo dormir...?

—Ya está dormido —Kaminari dijo—. Ponlo en la caja y trae tu trasero aquí.

—Denki, es un bebé —Shinsou suspiró—. Necesita calor, y caricias, y latidos. No puedo dejarlo en la caja...

—¡Es solo...! ¡Achoo! —Se limpió la nariz—. ¡Un gato!

La furibunda y sucia mirada que Shinsou le dedicó hizo que Kaminari perdiera todas las ganas de seguir replicando.

Pero Kaminari era Kaminari, y no es como si esas cosas hiciesen mucho efecto en él. Terminó chasqueando la lengua, mano apoyada en su cadera.

—¿Sabes? Esta situación es muy estresante para el bebé —dijo Kaminari con la boca apretada.

—¿Qué? —Shinsou agitó la cabeza—. Claro que no, aquí está muy cómodo durmiendo...

—¡Hablo de mí! —Denki alzó las manos—. ¡Yo soy el bebé! ¡Yo también necesito amor y calor!

Agradecía que ni Jirou ni Sero pudiesen verlo en ese instante o jamás le hubiesen dejado olvidar la escena.

Shinsou, que seguía mirándolo como si fuese un fenómeno, le sonrió de costado.

—Pues estás invitado a venir y recostarte a mi lado.

Kaminari agitó su dedo índice en dirección a Shinsou. Primero había abierto la boca para replicar algo, pero terminó riendo cínicamente.

—Oh, qué gracioso —Denki estornudó, pero intentó mantener la dignidad al frenar sus mocos con el antebrazo—. Muy gracioso, Toshi. ¿Acaso tomaste clases con Todoroki...?

Shinsou seguía burlándose de él con su sonrisa, pero estaba muy ocupado acariciando la cabeza rubia del gatito.

Kaminari nunca se había sentido tan ignorado en su vida.

Pero tampoco quería ser un rey del drama como Sero le decía, así que regresó a su rincón junto a la ropa limpia. El cuarto había estado cerrado tanto tiempo que debía dar grandes bocanadas de aire para no sentir que se le incendiaban los pulmones.

No iba a decírselo a Shinsou. No quería jugar a la víctima.

Las cosas no iban a terminar bien.

Verse a solas con Shinsou se volvía complicado a veces. Habían comenzado a verse en el cuarto de Kaminari, pero siempre algunos restos de pelo de gato acompañaban la ropa de su novio y terminaban impregnándose en su habitación.

Incluso estar en clases juntos a veces se volvía una verdadera tortura. Shinsou no podía evitar estar impregnado con el olor de aquel gatito que habitaba en su cuarto, y si Kaminari se acercaba lo suficiente acababa con los ojos tan llorosos como el protagonista de My All Might Academia.

Kirishima le ofrecía a Bakugo para consolarlo, pero Bakugo solo decía que le quitaría las lágrimas a patadas.

Denki solo quería llorar más.

Además, era Jirou la que tenía que correr a cambiarle las sábanas ya que Denki estaba ocupado fingiendo un ataque de espasmos en el piso.

—Más te vale arregles este asunto —dijo ella de forma amenazante—. Estás más emo de lo normal. No me gusta verte emo.

Kaminari sonrió conmovido desde el piso. Fingió secarse una lágrima.

—¿Te preocupas por mí, Jirou?

—Joder, no —dijo Kyoka—. Es que has estado más apagado de lo normal y no me cargas bien la batería del móvil.

Denki gimoteó abrazando sus rodillas. Sabía que Jirou solo estaba mintiendo para molestarle —cuando terminó con la cama, ella se acostó a su lado en el suelo— pero no podía evitar sentir que solo era un estorbo.

Con razón Shinsou elegía a los gatos antes que a él.

—Deja eso —dijo Jirou de repente.

—¿Huh?

—Sentirte miserable y como un estorbo.

Kaminari abrió los ojos con sorpresa. Parpadeó varias veces.

—¿Cómo sabes que...?

—Porque te conozco, sabandija.

—Oh —Fue todo lo que atinó a decir. Una sonrisa se le formó en su rostro—. ¿Sabes, Jirou? Debería haberte invitado a salir a ti... tal vez hubiésemos tenido menos problemas...

Denki solo estaba bromeando, por supuesto. Jirou estaba en una preciosa relación con Yaoyorozu; y él quería mucho a Shinsou, ¡mucho!

Incluso a pesar de las innegables incompatibilidades que le hacían preguntarse si podrían funcionar en el tiempo.

—Kaminari, sabes que soy lesbiana —espetó Kyoka rodando los ojos.

—Puedo ponerme una falda preciosa, si gustas.

La muchacha soltó un suspiro cansado. Dio unas palmaditas en la cabeza a Kaminari antes de levantarse del frío suelo, acomodándose la ropa que ahora estaba llena de tierra.

—Tú sabes que quieres a Shinsou —declaró ella. Tenía una tímida sonrisa—. Incluso pese a tus alergias con los gatos...

Kaminari se levantó también para comenzar a replicar.

—¡Pero...!

Su amiga levantó un solo dedo para que Kaminari no siguiese parloteando. Le dio una mirada muy seria y todo.

—Y él también te quiere a ti —terminó Jirou—. Incluso si eres alérgico a lo que más ama.

Kaminari se abrazó las rodillas contra el pecho. ¿Shinsou le quería?

Él nunca había dudado de que Shinsou le quisiera. Puede que no fuese un novio tan cariñoso o cursi como lo era Kaminari, pero la mirada de Shinsou siempre brillaba cuando buscaba consuelo en sus ojos.

Una triste sonrisa se formó en el rostro de Kaminari.

Sí, Shinsou le quería. Y él quería a Shinsou.

—Siempre hay una cura y una solución para todo, tonto —dijo Jirou con una sonrisa—. Siempre. Solo tienes que mover el trasero y encontrarla.

No se dio cuenta cuenta cuántos minutos pasaron hasta que Jirou ya le había dejado solo con sus pensamientos en el cuarto justo después de su última frase. Pero Kaminari ya sabía muy bien lo que tenía que hacer.

Kaminari consiguió las cosas que necesitaba en una tienda cerca de los dormitorios. Terminó comprando algunas chucherías solo porque tenía el dinero para hacerlo —y después andaría llorándole a su madre porque debía vivir a base de lechuga para sobrevivir al mes— y se fue muy feliz y campante hasta los dormitorios.

¿Por qué es que había estado haciendo tanto drama las últimas semanas cuando la respuesta estaba ante sus ojos?

¡Kaminari era el peor novio de todo el universo!

Shinsou no merecía soportar todas aquellas cosas, y menos los caprichos de un novio dramático como él. Estaba seguro que Shinsou disfrutaba más del Kaminari pervertido y que hacía chistes que hasta te hacían llorar. O eso decía Sero...

Se escabulló para no ser atrapado por ninguno de sus amigos hasta el pasillo de Shinsou. Del cuarto de Kiri y Bakugo seguían saliendo extraños sonidos que le hacían sentir que ya no conservaba ninguna de sus florecitas —es decir, su inocencia—, pero ya había superado aquella etapa desde que esos dos comenzaron a salir.

Aunque, por supuesto, los flashbacks de Vietnam le atacaban cada tanto.

Kaminari se preparó en la puerta de Shinsou antes de infiltrarse en el dormitorio. Sacó todo su arsenal de las bolsas y terminó de ponerlas todas alrededor de su cuerpo.

—¡Estoy listo! —exclamó Denki con emoción.

Luego, se metió en el cuarto de Shinsou sin antes tocar la puerta.

Shinsou le había dado permiso de ello, por supuesto —decía que si la puerta estaba sin llave, entonces es que no estaría haciendo ninguna cosa indecente.

Muy inocente de parte de Hitoshi pensar que eran las cosas indecentes las que más quería encontrarse Kaminari.

—¡Toshi! —chilló Kaminari tras abrir la puerta con gran ímpetu—. ¡Tengo la solución a todos nuestros problemas!

Lo primero que Kaminari sintió fue un fuerte aroma a limones y lavanda. La ventana estaba abierta de par en par, y el sol de aquel día iluminaba cada rincón del cuarto que solía estar en baja luz.

El olor a limpio y la liviandad en el ambiente sorprendieron a Kaminari.

Shinsou yacía sobre su cama leyendo una novela de misterio de la saga Sherlock Might. No la bajó para saludar a Kaminari.

—Buenas tardes, cariño —dijo Shinsou—. ¿Cuáles serían nuestros problemas, si no te molesta que pregunte...?

—Eh... —balbuceó Kaminari—. ¿Por qué todo huele a tan limpio aquí?

Shinsou entonces bajó el libro de su campo de visión. Kaminari vio el momento exacto en que su cerebro debía estar haciendo cortocircuito al encontrarse con el muy astuto plan de Kaminari...

Le alzó los brazos a su novio con una sonrisa temblorosa.

—¡Ta-da! —exclamó Kaminari—. ¡La solución a nuestros problemas!

—Pero... ¿qué diablos? —Shinsou se levantó de su cama con cuidado y arrastró sus pies descalzos hacia Kaminari—. ¿Por qué luces como Trece-sensei?

Kaminari sonrió orgulloso ante su proeza.

Se había conseguido algunas almohadillas que sujetó con cinta de embalar por su estómago, brazos y piernas desnudas. También consiguió unos guantes de látex color amarillo, un cubrebocas como el de los Bangtan Shonen y un casco de fútbol americano que lamentablemente le arruinaba su peinado.

Las cosas que uno debía hacer por amor...

Kaminari siguió sonriendo tontamente hacia un anonadado Shinsou. Intentó moverse hasta donde su novio estaba, pero perdió el equilibrio y casi se dio de bruces contra la alfombra.

Al menos podría amortiguar la caída.

—Tú... ¿qué se supone que significa esto? —Shinsou volvió a preguntar sin salir de su estupor.

—¡Es mi traje anti alergias! —Denki dijo orgulloso—. Así no se me pega el pelo de gato por todos lados y mi cubrebocas no solo es para verme suculento como Jimight, sino para cada vez que este por estornudarte en la boca...

La mandíbula de Shinsou se cayó. Miraba de arriba abajo hacia Kaminari, seguramente esperando despertarse de tan bizarro y extraño sueño.

¡Pero Denki seguía orgulloso de su maravillosa idea! Aunque tenía sus desventajas, claro...

—Lo malo es que será difícil que me quites la ropa —suspiró Kaminari—. ¡Pero, descuida! Siempre puedo tomarme una nude y mandártela.

—Denki...

—¡No digas nada! —Kaminari alzó una mano—. Ahora ven aquí y dale un besito a tu brillante novio.

Denki —repitió Shinsou.

Su tono estaba mucho más serio y su mirada se veía más pesada que de costumbre.

Kaminari entró en pánico. Shinsou no se veía feliz.

¡Abortar misión!

—¡Oh, no! —Kaminari se llevó una mano a la boca—. ¡No me regañes! ¡Suficiente tendré con Sero cuando se entere...!

Estuvo mordiéndose la uña del dedo meñique a medida que Shinsou se acercaba parsimoniosamente a él. Su novio le sacaba al menos diez centímetros de estatura —y unos veinte de ancho— así que se veía bastante amenazante.

Kaminari empezó a sentirse muy estúpido.

—¡Por favor no me pegues...!

Shinsou llevó sus manos hasta el casco. Denki chilló como rata pensando que usaría toda su nueva fuerza para aplastarlo contra su cráneo. Total, según todos estaba vacío...

Pero su novio tiró de él hacia arriba para quitárselo. Reprimió una risita al ver los sudados y desordenados cabellos de Kaminari, que casi se parecían a los de él.

Denki se dio cuenta que estaba expuesto.

¡¿Por qué la misión seguía sin ser abortada?!

—¡Shinsou, no...! —Se llevó las manos a la cabeza—. ¡La alergia...! ¡Luego me tendrán que amputar la nariz!

Hitoshi rodó los ojos divertido, mientras depositaba el casco sobre el escritorio que tenían al lado. Usó una de sus manos para asentarle un poco los atolondrados cabellos.

—¡Moriré...!

—Cálmate —agregó—. Orumaito ya no está. Bueno, que al final resultó ser Orumaita...

—¡Tu bola de pelos asesinos me matará y...! —Kaminari comprendió lo que estaba diciendo—. Espera... ¿qué?

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Kaminari se convirtió en la personificación de aquel meme de Pikachu que con Kirishima se enviaban a cada momento. Ya saben... ese meme.

—Lo que oíste —repitió Shinsou—. El gatito ya no está.

—¡Toshi...! ¡TE JURO QUE NO HE SIDO YO!

Kaminari comenzó a entrar en pánico preguntándose si no había sido tal vez su doppelgänger malvado el que se apareció para robarse a Orumaito y arruinar la felicidad de Shinsou.

Vale, que había estado pensando varios planes para enviar a ese gato hasta Saturno... ¡pero no hablaba en serio!

—Ya sé —Shinsou hizo una triste media sonrisa—. Sé que no fuiste tú.

—¡Buscaremos al ladrón, te lo juro! ¡Estoy preparando! —Kaminari se puso su cubrebocas—. Seguro fue Koda, ¿verdad? Es demasiado adorable y silencioso para ser tan bueno... además seguro le habló a Orumaito y le prometió latas de atún para llevárselo, ¡es una mente diabólica!

Kaminari hubiese seguido parloteando si no fuese porque Shinsou le apoyó ambas manos sobre los hombros. Casi que lo obligó a verle a los ojos.

—No hay ningún ladrón, Denki.

—¿Entonces se escapó...?

Shinsou se frotó el rostro con frustración. Estaba más que claro que no era muy fácil para él tener que decirlo.

—Fui yo quien regaló a Orumaito, Denki.

El meme de Pikachu se volvió a reproducir en la mente de Kaminari. Una y otra y otra vez.

—¡¿Cómo dices que dijiste...?! —chilló Kaminari.

—Que regalé a Orumait-...

Denki le tapó la boca con la mano. Shinsou frunció las cejas.

Kaminari seguía boquiabierto y parpadeando más rápido que protagonista de shoujo.

—¡¿Cómo que lo regalaste?! ¡Toshi...! ¿De qué diablos hablas?

Shinsou tomó la mano de Denki de su boca y la quitó. Kaminari tenía que aguantarse el estar derritiéndose por dentro al tener sus dedos atrapados entre las dos grandes manos de su novio.

—Se la di a Aizawa-sensei —Shinsou explicó con una sonrisa triste—. ¿Sabes? Hace un par de semanas hubo un accidente... el gato de Aizawa se cayó por la ventana, y en el susto salió corriendo... hacia la avenida, y...

Shinsou bajó la cabeza mientras suspiraba. Kaminari se llevó su mano libre hasta la boca.

—¡Oh, no...! Pobre Aizawa-sensei... ¿fue por eso que nos reprobó a casi todos en el examen de hace dos semanas...?

Shinsou le dio una media sonrisa que podía camuflarse como una advertencia.

—Buen intento. Pero no —Volvió a suspirar—. Supe que estaba algo triste, y pensé que le haría bien tener un nuevo compañero. Yo no había terminado de hacer un vínculo con Orumaito... además, la pequeña Eri ha quedado fascinada cuando finalmente se los entregué. No dudo que ella le dará todo el amor que pueda cuando Aizawa-sensei esté ocupado.

—Pero... pero...

Shinsou soltó su mano solo para sujetarlo para las mejillas y apretárselas. Ambos se miraron a los ojos durante un par de segundos, hasta que la hermosa y típica sonrisa torcida de Shinsou apareció en su rostro.

—No pasa nada, Denki —asintió—. Es lo mejor. Para todos. Algún día, Orumaito crecerá y yo no podría confinarlo a este pequeño cuarto. Se pasearía por todo el lugar, y a ti te hace daño...

Kaminari solo podía abrir la boca y soltar balbuceos inentendibles. Nada de lo que Shinsou estaba diciendo se sentía lo suficientemente real.

¿Aquello era un sueño? Necesitaba que alguien lo pellizcase. Preferentemente en las nalgas. Y que ese alguien fuese Shinsou.

—Pero tú amabas a ese gatito diabólico —dijo Kaminari finalmente. Los ojos comenzaban a picarle y no podía atribuirlo a las alergias—. Le has cuidado desde que lo encontraste...

Shinsou ensanchó su triste sonrisa —aunque no era del todo triste.

Pero Denki no podía evitar sentir una punzada de culpa en su pecho. De solo pensar que Shinsou había tenido que renunciar a algo que amaba —o que llegaría a amar con el tiempo— solamente por él.

—Pero más amo a mi diabólico novio —Shinsou besó en la punta de la nariz de Denki—. Y ya te dije: es lo mejor para todos. Ahora Orumaita tendrá una dueña que le dará cariños las veinticuatro horas del día, y un dueño que le hará volverse tres veces su tamaño con la comida de mejor calidad. Le amarán, créeme. Al menos es pequeña y se acostumbrará a ellos y no a mí.

—Toshi... —Kaminari dijo con un hilillo de voz—. Si Kirishima estuviera aquí, diría que eres tan varonil...

—Ya, ya —Shinsou apartó el rostro para que no le viera avergonzado—. No tienes que ponerte baboso...

Kaminari se tapó la boca con el puño solo un instante. Luego, se abalanzó hacia Shinsou para darle el más fuerte y asfixiante de los abrazos.

Su novio se tambaleó ya que las almohadillas que Denki tenía puestas rebotaron contra su cuerpo. Luego de algunos intentos consiguieron una posición lo suficientemente cómoda para fundirse en los brazos del otro.

—Es por Orumaito y para que no sufras por tu rinitis —agregó Shinsou mientras le acariciaba la espalda.

Denki había estado sonriente abrazado hacia el torso de su novio, pero arrugó la nariz al escuchar lo que decía.

—¿Rinitis? —preguntó—. Pero si yo soy alérgico a los gatos, no a los rinocerontes...

Shinsou se quedó en completo silencio durante todo un minuto, solo para estallar en carcajadas. Tuvo que soltar a Kaminari —que seguía prendido a él como garrapata— para taparse todo el rostro así no le viera sonreír.

No es como si consiguiera algo haciendo eso. Kaminari llevaba impresas su risa y su carcajada en el alma.

Nunca podría olvidarlas. Ni en un millón de vidas.

—Te quiero, Denki Kaminari —dijo Shinsou finalmente—. Más de lo que te puedes imaginar.

—Sé que me quieres, ¿quién no me querría? —Kaminari encogió los hombros—. Soy guapo, gracioso, beso muy bien...

Shinsou le tomó por el mentón justo en ese mismo instante para que le mirase.

—¿Así que besas muy bien? —inquirió—. Podríamos comprobar eso ahora que mi cama está limpia...

Kaminari no necesitó que se lo dijeran dos veces.

Prácticamente se arrancó las almohadillas de los brazos, pecho y piernas. Cuando Shinsou menos se dio cuenta, Kaminari ya lo había arrojado hacia la cama y provocando que el colchón rebotase después del salto de los dos.

No tuvieron muchos reparos ni vergüenzas en comenzar a besuquearse como si no hubiese un mañana.

—Ah —suspiró Kaminari entre besos—. Qué bien se siente besarse en una cama donde puedo respirar como un ser humano normal.

—Totalmente limpia —Shinsou coincidión mientras le besó en el cuello—. Procuré que no quedase ni un solo pelo de gato.

Kaminari apretó la boca mientras dejaba que Shinsou siguiese jugueteando con algún lugar en su cuello que luego aparecería más morado que las nalgas de Bakugo —y no, no se valía preguntar por qué sabía eso—, dejando que su mente diese vueltas a su última frase.

Pelo de gato...

No pudo seguir pensando ya que Shinsou volvió a atrapar su boca mientras le metía la fría mano debajo de la camiseta y la depositaba sobre su cintura. Kaminari no opuso resistencia.

No es como si le gustase mucho pensar, de todas formas.

Pero una idea comenzaba a cocinarse en su cabeza, aunque no estaba del todo seguro de hacia dónde quería llegar.

Bueno... supuso que podría enfocarse en ello más tarde.

Besarse se sentía un poquito más interesante.

Casi un mes después del incidente con Orumaito, las almohadillas y el casco, la alergia, y todo lo demás... Kaminari volvía a revolotear hacia el cuarto de su novio con algo que acababa de conseguir en las tiendas del centro.

Sí, había pasado todo un mes. Aquella idea que dio vueltas en su cabeza después de besarse hasta que no pudiesen respirar. Y ese tipo de asfixia era mucho mejor que por una alergia.

Denki debía sostener la pesada caja con ambas manos. Y procurarse de no tropezarse con algo y salir volando varios metros en el proceso.

Pero como debía tener un ángel guardián muy bueno en su puesto, Kaminari consiguió llegar hasta la puerta de su novio sin que ninguna vida o integridad se viesen dañadas en el proceso.

Pensó en tocar la puerta, pero la vida era muy corta para ello.

Además, Hitoshi dijo que tenía permiso de entrar siempre que estuviese sin llave.

—¡Buenos días al hombre más guapo y heroico de toda la academia...!

Shinsou estaba terminando de ponerse una de sus holgadas camisetas para flojear por la casa.

Por supuesto, Kaminari tuvo una imagen flash de sus abdominales tallados por los mismísimos dioses. Estaba tentado de preguntarle si podía lavar sus calzones sobre esa tremenda majestuosidad.

Por suerte, no había comenzado a babearse.

Shinsou le dedicó una pícara sonrisa de costado. Kaminari se tuvo que contener de comerle la boca allí mismo.

—Serán unos buenos días para ti, entonces —dijo Hitoshi—. ¿Qué se trae entre manos el hombre más guapo y heroico de la academia con ese paquete...?

Kaminari se llevó una mano a la frente. Claro, su novio era una de las personas más directas que conocía. Igual que Todoroki —excepto cuando el hielito caliente se encontraba frente a cierto brócoli.

Allí perdía hasta sus capacidades de hablar como ser humano civilizado.

—¡Ah! —Kaminari fingió desinterés. Alzó la caja a la altura de su rostro, el cual inclinó para aparecer detrás de la misma—. ¿Hablas de esta cosa?

Shinsou pareció interesarse más. Su novio era bastante curioso, así que a Kaminari le gustaba jugar con él. De hecho, su relación se basaba en molestar pasivo agresivamente al otro hasta que uno de los dos se rindiese.

Kaminari era el que caía más a menudo. Pero eso no les contaría a sus amigos.

—¿En qué te metiste esta vez? —Shinsou preguntó—. Dime que ahí adentro no hay algo que haría estallar a Bakugo. Te recuerdo que debo dormir al lado de ese engendro.

—Bueno... digamos que solo existen un puñado de cosas que no harían molestar a mi Bakubro —dijo Kaminari con una sonrisa resignada—. Y con un puñado de cosas me refiero principalmente a Kirishima, las explosiones, la comida que te quema la garganta por picante, y las tarántulas...

—¿Principalmente? —Shinsou arqueó las cejas—. ¿Acaso hay algo más en esa lista?

—Eh... no —Denki carcajeó—. ¡Pero así lo queremos!

La caja en las manos de Kaminari comenzó a removerse. Tanto él como Shinsou abrieron los ojos, bastante sorprendidos, de que aquella cosa de cartón cobrase vida de repente.

Serás imbécil, se dijo a sí mismo.

¡Él ya sabía lo que había dentro de esa caja...!

—¿Qué está pasan-...? —empezó a decir Shinsou mientras se dirigía hacia él.

Pero la caja comenzó a temblar con más violencia, obligándole a detenerse a medio camino. Kaminari trató de sostener la tapa que amenazaba con salir despedida. Apretaba sus dientes mientras le siseaba algo a la cosa que gruñía adentro de la caja:

—¡Quédate quiet-...! —Algo golpeó más fuerte—. ¡AHHHH!

—¡Denki!

La caja pareció querer independizarse ya que la tapa terminó volando; por el susto, Kaminari arrojó la caja al suelo mientras una cosa arrugada y de ojos furtivos pegó un salto en dirección hacia él.

—¡Me va a matar! ¡AUXILIO!

Kaminari huyó a duras penas del ataque de aquella bestia mortal que terminó moviéndose como un demonio a través del cuarto y encontró cobijo arriba del escritorio.

Kaminari seguía en el rincón del cuarto, agachado, meciéndose sobre sí mismo.

—He visto mi corta vida pasar frente a mis ojos —dijo con terror—. Debería haber llegado a cuarta base antes de casi morir...

Shinsou no hizo caso de su no tan sutil indirecta. Sus grandes ojos color índigo y su boca entreabierta seguían observando a la criatura arrugada que gruñía desde su escritorio, moviendo ferozmente su cola.

No importaba lo amenazante que se viera, Shinsou no dejó de avanzar hacia ella con la mano extendida.

—¡Toshi, no...! —Denki exclamó de una forma teatral—. ¡Amor, no lo hagas, vas a morir...!

Su novio siguió sin escucharle. Arrastraba los pies, mirando embelesado hacia esa cosa que Kaminari tuvo la desgracia de elegir en el refugio de las mascotas.

¿Por qué había pensado que sería una buena idea...? Tal vez no fuese una bola de pelos, pero seguía siendo diabólica.

Kaminari trató de advertir una vez más a Shinsou a medida que sus largos dedos se acercaban hacia el monstruo. Cauteloso, acercó el hocico hasta la mano que tan solo buscaba darle un poco de cariño. Temió que en pocos segundos pasase a ser novio de un chico sin dedos, pero algo ocurrió.

La cosa dejó de gruñir. Y acomodó su cabeza debajo del arco que trazaba la mano de Shinsou, moviéndose al compás de sus caricias, haciendo un extraño sonido como si vibrase.

¿Estaba ronroneando...?

Shinsou le acarició unos segundos antes de atreverse a sujetarlo entre sus brazos. La bestia no opuso resistencia, y se acomodó como pudo contra el cuerpo del chico.

Bueno, al menos era una criatura inteligente.

—¿Qué significa esto...? —preguntó Shinsou con una sonrisa.

Kaminari se aclaró la garganta. La sonrisa emocionada de su novio le ruborizó un poco las orejas; se encontró uniendo las puntas de sus índices mientras confesaba su maquiavélico plan.

—Es un gato —dijo Kaminari finalmente—. Un gato para ti.

—No tiene pelo —Shinsou notó con maravilla.

—Es un gato esfinge —habló con orgullo—. Lo vi el otro día en un video gracioso en Facebook. Aunque no se suponía que se viera como si quisiera matarme...

Kaminari hizo una mueca al descubrir que el gato le miraba amenazante desde los brazos de Shinsou. Como si acabase de reclamarlo como suyo y Kaminari no podía hacer nada al respecto.

Aquel bicho no era tan pequeño como Orumaito, pero no llegaba a tener el tamaño de uno adulto. Como Shinsou notó, no tenía un solo pelo en su piel arrugada, de un tono rosado y con algunos manchones más oscuros. Su mirada era de un profundo azul como un cielo tormentoso; y las arrugas en su rostro solamente le hacían parecer más molesto que un gato promedio. Casi parecía una rata pelada y gigante.

De hecho, a ojos de Kaminari, era un animal bastante horrendo.

Pero Shinsou nunca se había visto tan encantado con algo —ni siquiera cuando comenzaron a salir. Lo cual le ofendió, en parte.

—Sé que deseabas un gato más que a nada —continuó Kaminari—. Y por mi tonta alergia tuviste que renunciar a la posibilidad de tener a Orumaito...

Orumaita —corrigió Shinsou—. Y ya te dije, ahora está muy feliz.

—¡Lo sé! —Kaminari le cortó—. Pero no quiero que renuncies a las cosas que te gustan por mí...

—Denki, tú eres la cosa que más me gusta —La sonrisa torcida de su novio le llenó el alma—. No tienes que sentirte culpable por nada.

Kaminari se aguantó los grititos internos de enamorado —y casi que hubiese querido llamar a Mina para ponerse a chillar con ella mientras le contaba—, porque estaba más enfrascado en apreciar la belleza de su novio.

—Bueno... puede que tú digas eso, pero... —Kaminari estaba frotando la punta de sus zapatillas contra el suelo. Hizo una sonrisa más pícara—. Como yo siempre digo: prefiero creer que hay una cura para todo.

Vale, Kaminari nunca decía eso.

Jirou ya le perdonaría por robar su frase. De todas formas, ella no iba a saberlo. Se aseguraría de ello.

Shinsou observó una última vez al gato en sus brazos y depositó un beso sobre su gruñón rostro antes de dejarlo otra vez sobre el escritorio. Kaminari podía sentir sus ojos felinos amenazándolo de muerte.

Tal vez podría proponer que lo llamasen Bakugo. Y entonces tendría dos bestias diabólicas complotando para llevarlo a mejor vida...

Dejó de fantasear con su asesinato cuando sintió el brazo de Shinsou rodeando su cintura para acercarlo hacia su cuerpo. Kaminari fingió hacer una mueca superada, solo para no mostrarle que en cualquier momento le arrancaría los pantalones con los dientes.

—Mientras tú estés conmigo, siempre habrá una cura para todos mis problemas —Shinsou susurró cerca de su oído—. Solo sigues sumando puntos a la lista de cosas que jamás podré terminar de agradecerte...

—Uy, pero qué galán —Kaminari soltó una carcajada—. ¿Tomaste clases con Kirishima?

—Digamos que me ha enseñado una o dos cosas para conquistar al chico más guapo y heroico de toda la academia.

—¡Ah, no! —Kaminari exclamó indignado—. ¡Que ese he sido yo! ¡Yo te conquisté...!

Shinsou rodó los ojos una última vez. Le apretó más fuerte contra su pecho hasta sacarle un jadeo ahogado a Kaminari por la sorpresa. Terminó riéndose como un idiota.

—Tienes razón —asintió Shinsou—. Me has conquistado tú, pero...

Deslizó una de sus manos a través del cuerpo de Kaminari hasta que encontró su mejilla. Contuvo la respiración mientras se la acariciaba con el pulgar.

Shinsou hizo más grande su clásica y hermosa sonrisa torcida.

—El que te deja siempre sin palabras soy yo.

—Maldi-...

Una vez más, Shinsou tuvo razón.

Siempre le dejaba sin palabras. Y siempre era el que robaba los mejores besos.

Pero Kaminari era el menos tímido de los dos —y solía ser el que lo empujaba contra la cama, entre risas, para continuar besando cada parte expuesta de su cuerpo.

Al menos ya no estornudaría entre pelos de gato. Solo podía oler la lavanda en el pelo de Shinsou, el jabón en su piel y el dejo de un gusto a café en sus labios.

Ya más tarde se preocuparía del Satanás sin pelo que le escrutaba desde uno de los estantes de su nuevo hogar. Ya le enseñaría a ese gato quién era el verdadero dueño del corazón de Hitoshi Shinsou.

Y la respuesta era ambos.

Cualquier animal, persona, u objeto que le sacase una de esas hermosas sonrisas torcidas y un tanto socarronas, de esas que te cortan la respiración por al menos tres segundos... se merecía un pedacito de su corazón.

Aunque, por supuesto...

Kaminari se llevaría el pedazo más grande para sí mismo.

Es que él era un chico muy ambicioso. Además, no era solo una cuestión egocéntrica, ¡también de necesidad! Porque eran las sonrisas y la felicidad de Shinsou lo que hacía brillar un poco más sus aburridos días de clase.

Era sencillamente la cura que siempre había estado buscando.

Amo el ShinKami, no puedo evitarlo sfjskgjsk perdonen por esta cosa rara (?)

Hace rato que quería hacer otro OS de este par. Y no me arrepiento, por muy bobo que quedase haha saben que después de la muerte y la destrucción, lo que más me gusta es escribir fluff bizarro y ñoño. ¡Y estos dos se prestan mucho para eso! ToT

Algún día escribiré ShinKamiJirou. Porque el KamiJirou y el ShinKami tienen una constante lucha en mi anterior, así que... why not both?

Los Bangtan Shonen hicieron su cameo por primera vez. Oh, y créanme que tengo algo grande preparado (?) hagan sus apuestas sobre quién sería quien xD yo ni se sobre BTS, pero se me ocurren igual estas cosas HAHA

Este fic es un regalito atrasado para LadyDramones ;;; que ha cumplido años el sábado y yo aquí toda irresponsable subiendo esto tarde ToT perdonameeeeee Miss_Shooting_Star dile que no me pegue con el bate

También se lo dedico a HusbandoLover y Sky_Black1999 uwu ♥️

Muchísimas gracias de antemano a quienes lean, comenten y voten TuT si tienen un fic ShinKami, no duden en dejármelo por acá así lo leo! ;;

Ahora me voy a seguir escribiendo la última parte de Virgin Boy. Y la de LFDA. Y la actu de DHYL. Desapareceré hasta tener algo listo (???) no me dejen publicar ningún OS

Nos vemos pronto, besitos ♥️

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